El partido conservador tiene 37 representantes a la Cámara, 26 senadores, más de 200 alcaldes, los ministerios de Hacienda y Agricultura. Es decir, tiene todo para ser un partido fuerte. Pero está tan fracturado por dentro que las elecciones del próximo año no le auguran nada bueno. Además de la división entre un grupo santista y otro uribista hay más choques. E incluso hay amenazas, que vienen desde adentro, de que el partido termine perdiendo su personería jurídica.

El partido conservador tiene 37 representantes a la Cámara, 26 senadores, más de 200 alcaldes, los ministerios de Hacienda y Agricultura, una historia de más de un siglo y medio, y una bancada que se mueve muy unida, especialmente en el Senado. Es decir, tiene todo para ser un partido fuerte. Pero está tan fracturado por dentro que las elecciones del próximo año no le auguran nada bueno.  Además de la división entre un grupo santista y otro uribista hay más choques. E incluso hay amenazas, que vienen desde adentro, de que el partido termine perdiendo su personería jurídica.

Como contamos la semana pasada, el más reciente florero de Llorente de esta crisis ha sido definir si el partido debe hacer la convención nacional programada para el 4 de diciembre o no. Si la hace, lo más probable es que se decida por tener candidato propio en lugar de apoyar la reeelcción, pero pondría en riesgo las cuotas burocráticas de Santos. Si se aplaza, esa eventualidad por lo menos se pospone.

Mientras tanto, el partido está roto de forma casi irresoluble.

Parte de la pelea está entre los senadores, que en su mayoría son santistas, y los representantes a la Cámara, pues muchos de éstos sienten que el gobierno no los ha consentido como a los senadores. Como en este momento tienen poder porque varios proyectos claves, como la reforma a la salud, están en la Cámara, han alzado la voz frente al gobierno y frente a los senadores.

Pero esa no es la división más fuerte.

Gobiernismo vs. oposición

La tensión ha brotado especialmente en las reuniones del directorio nacional donde han ido aflorando dos grupos. Uno de ellos, el gobiernista que no quiere convención en diciembre, tiene una leve mayoría. El otro quiere candidato propio e, incluso, salirse de la Unidad Nacional.

Ómar Yepes, excongresista y actual presidente del directorio nacional conservador, se ha alejado de Santos y quiere que el partido tenga candidato propio. Foto: Juan Pablo Pino
Roberto Gerlein es uno de los senadores más santistas. Foto: Juan Pablo Pino

De los 23 puestos del directorio, cinco están vacíos: el de expresidentes, el de minorías étnicas, el de direcciones departamentales, el de direcciones municipales y el de direcciones distritales. Se supone que se van a llenar después de las elecciones del próximo año. Así que por ahora solo hay 18 miembros, un número par que entraña el riesgo de un bloqueo si quedan nueve a nueve.

Hasta mayo de este año había 14 miembros: cuatro senadores (Efraín Cepeda, José Darío Salazar, Roberto Gerlein y Myriam Paredes), cuatro representantes (Ciro Rodríguez, Esmeralda Sarria, Carlos Alberto Zuluaga y Óscar Bravo ), dos elegidos por circunscripción abierta en 2011 (el excanciller Fernando Araújo y el excongresista Ómar Yepes) y cuatro jóvenes (Eduardo Enríquez Caicedo, Beatriz Elena Jaramillo, David Valencia Campo y Claudia Otero).

Inicialmente sus relaciones fueron armoniosas y, por ejemplo, la decisión de apoyar a Miguel Navas Meisel como candidato en las elecciones atípicas para la alcaldía de Cartagena se tomó por unanimidad de esos 14, a pesar de que fue rechazada por el directorio distrital de esa ciudad.

Pocos días después de esa decisión, por efecto de los nuevos estatutos que se hicieron el año pasado, en mayo entraron cuatro directoristas más por la sociedad civil. Los elegidos fueron el exministro Carlos Holguín, la hoy precandidata Marta Lucía Ramírez, Álvaro Navas Patrón por los académicos (y con el apoyo de Roberto Gerlein) y Ángela Ospina de Nicholls, nieta del expresidente Mariano Ospina.

Con estos cuatro nuevos directoristas las cosas empezaron a cambiar: Holguín, Ramírez y Ospina se sumaron al senador Salazar, que ha marcado públicamente distancia de Santos desde hace varios meses, a Araújo, a Yepes y a dos de los jóvenes (la quindiana Jaramillo y el magdalenense Valencia) para impulsar la idea de no apoyar la reelección de Santos.

En cambio, otros directoristas tienden apoyar la reelección – algo que no sorprende en los casos de Cepeda y Gerlein, que han sido consentidos por Santos, como ha contado La Silla. Así, las cargas estaban 10 a favor de apoyar la reelección contra ocho, pero los equilibrios han variado y siguen cambiando.

Uno de los diez santistas era Álvaro Navas Patrón, quien había llegado a ese ente con el apoyo de Gerlein, pero lo perdieron cuando Santos lo nombró presidente del Banco Agrario. En su reemplazo Gerlein impulsó a un concejal de Floridablanca, Oliverio Solano argumentando que había que darle un puesto a Santander y que el cupo de Navas era de él.

El senador José Darío Salazar es el único congresista que está en el directorio nacional y que apoya la idea de tener candidato propio.
José Félix Lafaurie, presidente de Fedengán, es precandidato presidencial

Sin embargo, como contamos ayer, el grupo antisantista del directorio impugnó esa decisión tanto por el procedimiento como porque Solano no es académico y tiene investigaciones penales abiertas. Eso ha llevado a que hasta ahora Solano no haya podido votar y a que los santistas se queden con nueve votos.

El segundo cambio ha restaurado la diferencia de dos votos, y es el de Araújo, quien es muy cercano a Uribe y cuyo hijo Nicolás está en el octavo renglón de la lista del Centro Democrático al Senado. Con un hijo casi seguro senador uribista, su posición en el directorio empezó a ser criticada y por eso, según supo La Silla, se ha marginado de las decisiones. Eso ha dejado a los anti reeleccionistas con siete votos.

Un posible cambio está en que Otero retome su asiento, que no ha ocupado desde hace varios meses y tiene a su suplente, el cesarense Dimas Sampayo, votando con el grupo gobiernista. Otero, quien fue vicepresidente del partido durante las elecciones del 2010 y llegó al directorio con el apoyo de los excongresistas Julio Manzur y Ape Cuello, se opuso a la posibilidad de que se quedaran sin candidato propio. No es claro si asumiría la misma posición, y por eso por ahora deja el interrogante.

Otro cambio se puede dar en algún otro de los representantes a la Cámara que están en el directorio, posiblemente la representante Esmeralda Sarria, quien no apoya tan decididamente al grupo gobiernista, tanto por su carácter independiente como porque es aliada política del senador Salazar en Cauca.

La bancada de representantes tuvo una reunión el martes con Ómar Yepes, presidente del directorio, como contó El Tiempo. Lo que no dijo el periódico es que en la reunión también estuvo Carlos Holguín, aliado de Yepes entre los antisantistas del directorio. Tres fuentes independientes que estuvieron presentes nos contaron que el objetivo de la reunión era llamarle la atención a los cuatro representantes que están en el directorio porque, en el sentir de la mayoría de ellos, han tomado decisiones de espaldas a sus compañeros.

Como los representantes están molestos con los senadores y con el gobierno, la bancada tiende a apoyar un candidato propio pero no sus delegados en el directorio. Por eso la reunión se ha interpretado como una movida de los antisantistas para ganar apoyos en el directorio.

Y no solo está en juego qué hacer para las elecciones presidenciales sino la estrategia electoral para las legislativas.

El dilema del candidato propio

Detrás del pulso también está la vieja pelea de si el partido debe tener candidato propio. Esa discusión se vivió en 2002, cuando Juan Camilo Restrepo terminó renunciando a la candidatura ante la competencia de Noemí Sanín como independiente y la fuga de congresistas a la campaña de Álvaro Uribe; en 2006 cuando, ante la reelección de Uribe, el partido no tuvo candidato; y en 2009 cuando estuvieron a punto de cancelar su consulta para apoyar a Uribe en vez de tener candidato propio.

Curiosamente en esa ocasión Yepes y Jaramillo, que hoy quieren candidato propio, votaron por no tenerlo, y Paredes, que hoy no quiere, voto por tener uno.

Esta vez los santistas señalan que la pelea es un pretexto: dicen que buscar el candidato propio es una vía para terminar aliándose a Uribe. Eso puede tener algo de cierto, pero no es tan obvio. Marta Lucía Ramírez, precandidata y miembro del directorio, le dijo a La Silla que eso no es así. “Si soy elegida candidata no es para luego terminar de fórmula vicepresidencial del Uribe Centro Democrático” le dijo a La Silla.

Pero además hay consideraciones de estrategia. Tener un candidato propio le permite a los congresistas llegar con más fuerza a las regiones. Si se la juegan por Santos, tendrán que competir por sus favores con por lo menos otros tres partidos (La U, los liberales y Cambio Radical). Por ejemplo, en una gira proselitista, para los alcaldes es fundamental que vaya a visitarlos y se comprometa con su gente ¿A qué pueblos iría Santos?

Un candidato propio también le da fuerza al trapo azul. Al aparecer en debates, en los medios y en la publicidad, reforzaría la imagen del partido y darle una identidad propia. “Necesitamos un candidato propio porque el partido no tiene liderazgos fuertes y hay que construirlos. Sin candidato, no tendremos fuerza” le dijo a La Silla un miembro del directorio. “Las bases no quieren a Santos. Necesitamos un candidato que sí las entusiasme”.

El candidato también sirve para que la base vea una alternativa presdiencial propia, no del uribismo. Y es que, aunque haya cercanía con el Centro Democrático, éste ya se jugó con listas propias al Congreso y con su propio candidato presidencial. Lo máximo que le ha ofrecido a los conservadores es la fórmula vicepresidencial.

Esas decisiones no han sido bien recibidas dentro del conservatismo. Algunos congresistas están asustados por los votos que les puede quitar el Centro Democrático y en esa medida se sienten agredidos. Para reducir esa presión es una buena opción tener un candidato que le hable duro a Santos, como quieren las bases, y que no sea Óscar Iván Zuluaga llevándole votos a la lista uribista.

Por último, un candidato propio sirve para organizar el partido. “Es más fácil mover a las ovejas si hay un pastor” fue la imagen que usó un congresista conservador santista que consultó La Silla.

Juan Manuel Santos podría ser el candidato de los conservadores, si se lanza y en le partido azul gana la tendencia gobiernista. Foto: Juan Pablo Pino
Marta Lucía Ramírez es precandidata presidencial y miembro del directorio nacional. Foto: Juan Pablo Pino

A pesar de esas ventajas, tampoco es una solución mágica. Primero, porque un candidato propio seguramente equivaldría a irse de la Unidad Nacional. Como los conservadores llevan 15 años sin estar en el desierto de la oposición, va contra la forma de hacer política de muchos de ellos quedarse sin el apoyo del gobierno. Más justo ahora, a cinco meses de las elecciones legislativas.

La otra gran duda es si los precandidatos actuales tendrían la fuerza para lograr todo lo anterior, aunque para ello no es indispensable que llegue a segunda vuelta sino que acompañe a los congresistas hasta marzo. “Un buen número de congresistas estamos más cerca de tener candidato propio” le dijo a la Silla un congresista. Pero agregó “Lo que no gustan son los precandidatos de hoy”.

“No se ve un candidato fuerte” dijo un miembro del directorio que quiere candidato propio. “Aunque algunos piden un ‘conservador más conservador’ no es claro cómo alguien que arranque una campaña ahora pueda lograr mejor figuración que Marta Lucía Ramírez, que es la precandidata a la que mejor le va en las encuestas”.

Y es que si Ramírez no logra buenos resultados, tampoco lo hace José Félix Lafaurie. Los otros dos precandidatos, Pablo Victoria y el coronel Carlos Alfonso Velásquez, son muy poco conocidos y, tal como están hoy las cosas, no tendrían un partido unido y fuerte para ayudarlos a superar ese desconocimiento.

Con ese dilema y la tensión en el directorio, el partido está en una mala situación. Pero podría empeorar si se le enreda la personería jurídica, algo que es más que una hipótesis.

Y la existencia en riesgo

Según la reforma política de 2009, todos los partidos tienen que hacer una convención mínimo una vez cada dos años, para permitir a sus militantes de base tomar parte en las decisiones del partido y así profundizar la democracia partidista. El partido conservador no lo ha hecho hace más de dos años y por eso está en riesgo: la sanción si se incumple esta regla, que está en la Constitución, es perder la personería jurídica.

Ese riesgo es un argumento clave para hacer la convención en diciembre. “El riesgo del partido es que alguna ficha regional se le de por demandar por violaciones estatutarias y constitucionales” le dijo a La Silla una fuente dentro del partido.

Aún si se hace la convención, se podría alegar que el partido incumplió la Constitución y debería perder la personería jurídica. Como hasta ahora no se ha presentado un caso similar, no es fácil saber cuál sería la decisión del Consejo Nacional Electoral.

Perder la personería jurídica es devastador para un partido, especialmente antes de las elecciones, porque no podría dar avales. Y ante un riesgo tan grande es natural que las alarmas estén prendidas.

Sin embargo La Silla supo que en algunas regiones algunos conservadores están estudiando si demandan la personería del partido, pues sienten que el partido perdió el rumbo y sería mejor hacer un borrón y cuenta nueva. Aunque eso sería devastador para los actuales congresistas, que tendrían que salir corriendo a buscar firmas o avales (si alcanza el tiempo) , también los dejaría en libertad.

Con el directorio dividido, los representantes en una tónica diferente a los senadores y algunos conservadores pensando en demandar la existencia misma del partido, el partido azul está totalmente roto. A meses de las elecciones y con la amenaza de que el uribismo les quite votos, todo indica que hoy los azules van hacia una derrota electoral.

Fui usuario y luego periodista de La Silla Vacía. Tras más de una década haciendo de todo en esta escuela de periodismo, de la que fui director editorial, me fui a ser lector y SuperAmigo. Ahora me desempeño como redactor jefe de El País América Colombia.