La noticia de las 100 mil viviendas gratis que el Gobierno prometió ha despertado controversia, y al igual que el Alcalde, Santos ha tenido que defenderse de acusaciones que lo han tachado de estar buscando votos y de salir con una jugada
populista como respuesta a su bajonazo en las encuestas. Sin embargo, a diferencia del Alcalde, más allá de las críticas iniciales el Presidente se ha encontrado con pocas trabas.
Cada vivienda entregada por Germán Vargas Lleras costará
40 millones de pesos, y en total, la inversión a dos años será de cuatro billones de pesos. El Ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverry, dijo que se abrirán subastas a constructores, y al ganador se le pagará con cuotas anuales de 600 mil millones una vez termine la construcción. Estas viviendas se construirán en zonas que deberán ser habilitadas por alcaldes y gobernadores.
Hasta ahora, pocos han criticado abiertamente la propuesta. Del lado de los partidos, las únicas voces de protesta han venido principalmente del Polo Democrático. Clara López
opinó que el proyecto no consiste en más que “hacer política con los pobres”, y Jorge Enrique Robledo se
mostró escéptico con base en los resultados lentos que hasta el momento Santos ha mostrado en materia de subsidios. Y entre los columnistas de opinión, hasta el momento muy pocos han hecho críticas de frente, a excepción de una
columna de Rodolfo Arango y
otra de Cecilia Orozco Tascón en El Espectador.
Pero el resto de la opinión pública parece cobijarse bajo el mismo techo con una aceptación casi unánime de la iniciativa. Si bien ésta fue inicialmente recibida con cautela, varios medios han estado de acuerdo en que, en general, prevalece un clima de apoyo.
El editorial de El Espectador del pasado jueves afirmó: “Apoyamos la iniciativa, ya que no hay ninguna otra manera de proceder”. Y la Revista Semana parece llegar a la misma conclusión, pues
dice que por lo visto “hay un consenso general para respaldar el anuncio”, y que hasta el momento en el Congreso nadie se ha opuesto o se ha atrevido a levantar la mano en contra. El Presidente, al parecer, ha sido persuasivo cuando
afirma que el plan no se trata de “populismos baratos, sino responsabilidad social”.