El lapsus de Rodolfo con Hitler: más patanería que nazismo

El lapsus de Rodolfo con Hitler: más patanería que nazismo
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“Yo soy seguidor de un gran pensador alemán que se llama Adolfo Hitler”. Rodolfo Hernández estaba sentado al lado de Yolanda Ruiz, la exdirectora de RCN Radio cuando pronunció la frase. “¿Cómo así alcalde?”, le preguntó la periodista, que hacía una transmisión especial que quedó grabada en video desde Bucaramanga en 2016, durante el primer año de mandato del entonces mandatario de la capital de Santander.

La afirmación ha definido a Rodolfo en los perfiles de la prensa internacional. “El señor Hernández una vez se describió como seguidor de Adolfo Hitler”, dice, por ejemplo, el New York Times en el artículo después de su paso a segunda vuelta. Hernández ha explicado que fue un lapsus y pidió disculpas. 

El episodio, más que generar dudas sobre si el candidato tiene una afinidad real con el supremacismo blanco o una agenda antisemita, ha reforzado la idea de que es el Trump colombiano, un patán. El mismo Rodolfo ha dicho respecto a sí mismo: “Yo soy un montañero aquí de Bucaramanga, de allí de un pueblito llamado Piedecuesta”. Lo dijo en el contexto de no saber de la existencia del departamento de Vichada.

Para un ingeniero que se educó en la Universidad Nacional de Bogotá se trata de una ignorancia más asociada a una falta de voluntad de aprender que a una limitación en sus oportunidades. Una con la que excusa errores y galvaniza a su base popular con frases que menosprecian y resultan hirientes para sectores de la población como los migrantes y las mujeres. Y que al final es sintomática de una aproximación al poder gerencial, alejada de las responsabilidades y los estándares de un estadista.

Pero, al menos en la comunidad judía de Colombia, y ante Estados Unidos, el episodio de Hitler fue aclarado por Rodolfo, en una muestra de su pragmatismo, que entendió el alcance problemático que tuvo. Además, varios hechos durante su alcaldía muestran que Hernández está lejos de compartir la agenda xenófoba y homofóbica asociada con el nazismo. 

Entre Einstein y Hitler

“Escuche, escuche”, le dice Rodolfo a la periodista Ruiz que lo mira extrañada en 2016, cuando apenas estaba saltando a la escena política regional. Hablando de las recomendaciones que da ese “gran pensador alemán”, lanza una cita: “no pretenda que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo”.

Luego de unos segundos lo interrumpe Ruiz, quien le da paso a Jorge Espinoza. El periodista lo cuestiona: “Hitler no era ningún pensador, alcalde”, y le aclara que la frase es de Albert Einstein, el matemático judío que se radicó en Estados Unidos cuando Hitler llegó al poder en 1933. Rodolfo parece reconocer su error, “Hitler era un asesino, yo sé” y el programa sigue adelante. (De hecho, la frase tampoco es de Einstein, aunque ha sido atribuida erróneamente a él de manera reiterada, surgió de una novela de Rita Mae Brown)

Uno de los periodistas que presenció la escena, y pide no mencionar su nombre para no opinar sobre un político que puede llegar a la presidencia, dice que su impresión es que “en su momento es que no sabía lo que decía”.

El episodio quedó ahí, y se fue sumando a la larga lista de afirmaciones escandalosas que pronunció un alcalde que fue ganando favor mediático por sus polémicas. Sin embargo, empezó a cobrar nueva relevancia cuando Hernández empezó a sonar en las encuestas como un candidato viable.

En redes sociales salió un extracto de la declaración y Hernández tuvo que dar explicaciones. En varios medios dijo que había sido un error involuntario, un lapsus, “cuando dije Hitler quise decir Einstein”, explicó. “​​Pido mil excusas al pueblo judío, a las personas que pude lastimar con eso, una comparación totalmente estúpida. No debió pasar, pero soy humano, tengo derecho a equivocarme como cualquier persona”, añadió en una entrevista en La W.

Marcos Pekel, el director de la comunidad judía en Colombia que ha organizado encuentros con varios candidatos, dice que el tema se abordó directamente durante un desayuno con Hernández donde el exalcalde reiteró las excusas directamente. “En la comunidad judía recibimos esas excusas con beneplácito”, dice.

Pekel, que también es profesor de la Universidad del Externado en relaciones internacionales, opina que Hernández ha tomado pasos para aplacar cualquier problema eventual si es elegido Presidente. “Rodolfo se reunió con el embajador de Estados Unidos, se reunió con el embajador en Alemania. El incidente ya quedó atrás en términos de las relaciones internacionales”, afirma. En efecto, Hernández se reunió con el representante de Joe Biden en Colombia, Philip Goldberg, quien es judío, en enero de este año en una reunión privada.  

El alcalde pro migrantes y pro gay de Bucaramanga

Natalia Durán Valbuena, en su momento jefe de la Oficina de Asuntos Internacionales de la alcaldía de Bucaramanga, recuerda que Hernández usaba la cita del escándalo con frecuencia para impulsarlos a hacer cosas distintas, y que siempre la atribuyó a Einstein. “Yo no sé qué película vio la noche anterior”, anota para explicar el lapsus.

Durán, que luego fue secretaria de Desarrollo Social del sucesor de Rodolfo, Juan Carlos Cárdenas, cita varias iniciativas que chocarían con una agenda hitleriana, específicamente en dos áreas, la atención a la migración venezolana y la diversidad sexual.

Por ejemplo, en su alcaldía ordenó ondear la bandera gay en la fachada de la alcaldía, en una ciudad conservadora como Bucaramanga. Además, Hernández tuvo entre sus asesores más cercanos a una pareja gay.  

Por otro lado, según Durán, “cuando empezaron las oleadas fuertes de migración a la ciudad, hubo reclamos de gente y gremios en contra de la llegada de venezolanos. Rodolfo decía, en sus palabras, que no podíamos hacer nada más que ser solidarios y tener brazos abiertos y vincular a estas personas en la alcaldía”.

Así fue hacia adentro. Hacia afuera, en cambio, sus palabras, según el diario Vanguardia, habían sido más fuertes: “Se vinieron todos los limosneros de Venezuela pa´ acá y la prostitución y los desocupados porque somos lindero de frontera”.

Pero un par de meses después izó una bandera de Venezuela en la fachada de la Alcaldía con un aviso que daba la bienvenida a los “hermanos venezolanos a la ciudad de la ética democrática“.

Además de los símbolos, según Durán, como alcalde Hernández fue proactivo al implementar la resolución del Ministerio de Educación que pidió no excluir a ningún niño, más allá de su estatus legal. La Alcaldía también contrató a migrantes con permisos de trabajo en una empresa de la administración, abrió una oficina de atención especializada dentro del edificio donde Hernández despachaba, y destinó recursos del municipio para responder a la demanda más alta de servicios de salud, entre ellos, de mujeres en embarazo.

Precisamente en medio de un reclamo al secretario departamental para que el Departamento también pusiera recursos, Hernández volvió a levantar polémica por su patanería. Hablando sobre lo que estaba haciendo su administración afirmó: “Ellas no costean nada, todo lo cubrimos nosotros y los partos que han tenido son como 400 al año, son una fábrica para hacer chinitos pobres".

En este caso no se trató de un lapsus. Pero sí de una forma cruda y discriminatoria en la que él parece leer el mundo, más como un patrón acostumbrado a leer los balances, dictar órdenes a empleados y solucionar los problemas de manera eficiente, que como un estadista que marca un tono y un estándar para los ciudadanos que lo escuchan. Un líder con un discurso sin empatía con los débiles y vulnerables, más allá de que sus acciones de gobierno los ayuden.

Es el espíritu chabacano con el que Hernández cubre los baches de su conocimiento y los excesos hirientes de su boca, que le da plausibilidad a un lapsus entre Hitler y Einstein en la escena nacional, y tendría otro tipo de costos si es elegido presidente. 

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