Menos expansión y más aprovechamiento del suelo
Una de las mayores preocupaciones del sector de la construcción es que el POT de Claudia López, en comparación con la propuesta del POT de Peñalosa, les quita mucho espacio para expandirse. El del exalcalde les daba 5.841 hectáreas de expansión; López baja esa cifra a 2.330, una reducción del 60 por ciento.
En una idea similar a la de Gustavo Petro, quien también tuvo diferencias con los constructores, López le apuesta al aprovechamiento máximo del suelo existente. La idea es que en la ciudad se construyan 589 mil viviendas, del millón que dice el Dane que se tienen que hacer, a través de renovación urbana, lo cual implica usar edificaciones ya existentes y construir sobre estas.
Las viviendas restantes, según cálculos de la Alcaldía, se harán a través de suelo de expansión (suelo nuevo), consolidación (terminando proyectos iniciados) y suelo de desarrollo (lotes dentro del área urbana de la ciudad).
“Que los constructores digan que la ciudad no va a crecer es un sofisma. La ciudad va a crecer, pero de una forma más compacta. Como está planteado tiene espacio para construir 1.5 millones de viviendas, más de lo que pide el Dane”, dice la secretaria Jaramillo.
Esta decisión, por un lado, ha preocupado a académicos, como Carlos Alberto Torres, María Eugenia Martínez, y Mario Noriega porque la ciudad podría volverse muy densa (edificaciones muy altas y muy juntas) e implica demoler buena parte de la ciudad. “Si se va a demoler mucho, pero no sé si demasiado”, reconoció la secretaria de Planeación.
Por el otro, al gremio de la construcción le preocupa porque, en la práctica, llevar a cabo proyectos de renovación urbana no es sencillo. En Bogotá, solo se construyen entre 2 mil y 3 mil viviendas bajo esa modalidad al año. En los últimos 17 años se han aprobado 17 planes parciales (los instrumentos de ordenamiento que permiten nuevos desarrollos dentro de la ciudad) y solo han salido adelante tres que ni siquiera se han terminado.
Para revertir esa situación, la Alcaldía propone no pedir planes parciales en todas las construcciones de renovación urbana. Solo serán necesarios para los proyectos de tres hectáreas o más, que superen el índice de edificación (qué tan alto puede ser un edificio) que establece la norma.
Pero los constructores no lo encuentran suficiente. A diferencia de los proyectos de expansión, los de renovación tienden a ser más demorados porque hay que negociar con la comunidad. “Con un solo propietario que no esté de acuerdo y que decida demandar el proyecto se puede demorar unos dos años”, dice Martín Gómez, gerente de CG Constructores. Además es menos costoso construir en lotes libres que, por ejemplo, restaurar o renovar redes de alcantarillado o fachadas.
“En contraste a la administración pasada, nosotros no queríamos llenar de edificaciones cada hueco verde que hubiera en la ciudad. Así que la apuesta sí es por una ciudad mucho más compacta y con más verde dentro y en los bordes de la ciudad”, dijo Jaramillo.
Esta apuesta tan criticada por los constructores, en cambio, es reconocida incluso por sectores críticos de esta Alcaldía. Gustavo Carrión, quien trabajó en el Gobierno de Petro, escribió en una columna para la revista de la Universidad Distrital sobre el POT que “la propuesta tiene planteamientos similares a la fallida revisión del POT del año 2013 (Petro), desde la cual también se avanzaba en (...) acciones para garantizar la conectividad ecológica, la adaptación al cambio climático y la reducción de necesidades de suelo de expansión urbana”.
En otros momentos, la alcaldesa ha optado, en situaciones importantes, por la protección de la estructura ecológica principal, sin que por eso deje del todo contentos a los ambientalistas y sin que esto implique que no haga concesiones.
Por ejemplo, sobre qué hacer con los cerros tanto ambientalistas como constructores estaban de acuerdo en que no se debían urbanizar. Pero como en el borde (Área de Ocupación Pública Prioritaria de los Cerros ) ya existen unos barrios, los constructores pedían que esa franja, de más de 973 hectáreas, quedara urbana para llevar servicios públicos, senderos, parques, entre otros.
Lo que hizo este POT fue dejar urbanos esos barrios (447 hectáreas) y reconocerlos, pero decretó que el borde es rural y con eso cerró la posibilidad de revivir lujosos proyectos de vivienda como Cerro Verde y Monte Rosales.
Este POT tampoco incluye Ciudad Río, un proyecto que, entre el Tunjuelo y Guaimaral, al sur de la ciudad, paralelo al río Bogotá, permitía crear mil hectáreas de espacio público, 70 mil viviendas, alamedas y ciclorutas. Para desarrollar ese proyecto Peñalosa había planeado, en la versión del POT que no logró aprobar, construir en algunos casos a 35 metros del río. Claudia López permite construir a 270 metros, aunque esa distancia puede variar al reconocer algunos barrios que ya existen en Suba y Fontibón. También deja espacio para el desarrollo de los patios talleres del metro en Bosa y Suba.
López tampoco va a construir la ALO Norte que atravesaba la reserva Thomas Van der Hammen, que sí contemplaba el proyecto de Peñalosa, para conectar Suba con el norte de Bogotá y que por estos días ha sido motivo de controversia.