El reencauche de Alfredo Rangel
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Alfredo Rangel, de experto en seguridad a columnista uribista a consejero en seguridad urbana.
Durante más de diez años Alfredo Rangel construyó su prestigio como uno de los mejores analistas del conflicto. Y luego, prácticamente lo dilapidó durante los últimos cuatro años. Ahora con su nombramiento como Consejero para la Seguridad Ciudadana de Santos, Rangel tiene la oportunidad de reencaucharse.
Rangel es economista de la Universidad Nacional y luego hizo una maestría en ciencias políticas en la Universidad de los Andes, donde hizo sus pinitos en el tema de seguridad.
Durante la rectoría de Rudolph Hommes, se creó en los Andes un grupo de investigadores sobre el conflicto armado que entraron a competir y a la postre, reemplazaron a los ‘violentólogos’ del IEPRI de la Nacional como articuladores del marco conceptual del conflicto.
De ellos, Rangel fue, sin duda, el más exitoso en términos de poner en la agenda pública su voz y su visión. Cuando solo los militares hablaban de temas de seguridad, Rangel comenzó a debatir públicamente sobre las estrategias de la guerrilla y sobre las debilidades y fortalezas de las fuerzas militares para enfrentarlos. En medio de la polarización entre la izquierda, que mostraba a la guerrilla como una organización eminentemente política jalonada por una ideología, y la derecha, que los pintaba como un grupo de meros narcotraficantes, Rangel definió a las Farc como ‘un grupo militar en busca de un proyecto político’.
Era de los pocos expertos en el conflicto que manejaban cifras, experiencias comparadas y que además ponían la cara detrás de sus afirmaciones, lo que lo convirtió en el analista de referencia para los periodistas que cubrían el conflicto armado durante la segunda mitad de los noventa y principios del nuevo siglo.
Sus teorías sobre la guerrilla siguen siendo objeto de debate. Él fue el que habló por primera vez que las Farc estaban pasando de una guerra de guerrillas a una guerra de movimientos (movilizar muchos hombres y atacar en masa) y luego a una guerra de posiciones.
Esta tesis que él desarrolló a profundidad en sus columnas de El Tiempo y que todavía hoy es criticada por otros expertos en el tema que creen que lo que él hizo fue ‘inflar’ a las Farc, que la única capital que logró tomarse fue Mitú, en Vaupés, tuvo una gran influencia sobre las élites del país.
Y cuando las Farc arreciaron las pescas milagrosas y el cerco sobre Cundinamarca la teoría de Rangel de que la guerrilla estaba próxima a tomarse el poder ganó mucha fuerza y de alguna manera facilitó que los medios y los empresarios entendieran la urgencia de una verdadera política de seguridad y de mano dura.
Rangel contaba con información de primera mano porque había sido asesor del entonces consejero de Seguridad Ciudadana de Ernesto Samper, Armando Borrero, y también del viceministro de Defensa de Pastrana Bernardo Ortiz.
Cuando durante esa época se negoció con Estados Unidos el Plan Colombia, el gobierno y los gringos consideraron que a Colombia le vendría muy bien un centro de pensamiento sobre temas de seguridad y defensa como lo era Fedesarrollo para los temas económicos. Y entonces, el viceministro Ortiz sugirió que Rangel estuviera a la cabeza.
Así nació la Fundación Seguridad y Democracia con una jugosa donación de Estados Unidos (que entre los expertos de seguridad se cree que fue de un millón de dólares, pero La Silla Vacía no pudo confirmar con exactitud el monto).
La Fundación liderada por Rangel congregó a varios jóvenes investigadores que se han convertido en la tercera generación de ‘conflictólogos’, y que ya ocupan puestos importantes como Andrés Villamizar, encargado del tema de seguridad urbana en el Ministerio del Interior o Pablo Casas, consultor privado en estos temas. Pero Rangel no logró consolidar un equipo estable, y varios de los investigadores se pelearon con él porque consideraban que Rangel no les reconocía debidamente su trabajo.
Aún así, durante sus primeros años, la Fundación produjo un análisis trimestral sobre la evolución del conflicto que compilaba las cifras con análisis, tendencias y trabajo de campo que se volvió una fuente de información importante para los analistas del conflicto.
También publicó libros importantes como el de Fuerzas Militares para la Guerra que anticipó la necesidad de una reingeniería en las Fuerzas Militares, incluyendo la necesidad de crear comandos conjuntos, una propuesta que Santos impulsó desde el Ministerio. Y propuestas concretas sobre reformas a la Inteligencia, algunas de las cuales quedaron consignadas en la Ley de Inteligencia que impulsó Juan Manuel Galán en el Congreso. Y también está su libro Colombia : Guerra Irregular en el Fin de Siglo, que es uno de los textos de referencia para los interesados en el conflicto colombiano.

columna semana
Pero todo eso fue hasta el 2005, cuando Alfredo Rangel sufrió una metamorfosis que ninguna de las personas con las cuales habló La Silla Vacía se explican.
Ya un poco desde antes, varios en el sector comenzaron a criticar bajo cuerda su falta de objetividad. Al principio por ser excesivamente crítico del Plan Patriota, el plan insigne de Uribe para recuperar el control del territorio en el sur del país. Algunos le atribuyeron sus vehementes críticas a que no habían renovado su asesoría con el Ministerio de Defensa.
Pero luego, cuando decidió lanzarse al Senado como candidato de Cambio Radical, sin que hubiera cambiado aparentemente nada, se convirtió en un defensor a ultranza del Presidente. No solo de su política de seguridad sino de todo.
Rangel perdió las elecciones, con 2.104 votos, y una buena parte de su prestigio. Cuando en el 2008, se volvió columnista en Semana, su rol se convirtió en defender al Gobierno del escándalo de la semana anterior, fuera este los negocios de los hijos de Uribe, las chuzadas del DAS o incluso, los falsos positivos.
El chiste entre los corrillos de los expertos en seguridad, era que lo increíble es que el “gobierno ni siquiera le pagaba”. Esa falta de independencia frente al Gobierno que mostró Rangel terminó perjudicando también a su Fundación. Rangel no logró recaudar nuevos fondos para financiar sus actividades y el centro de pensamiento terminó quebrándose.
Lo último que hizo fue un balance sobre Seguridad Urbana, que analizó los indicadores en 27 ciudades, y que fue muy criticado porque pareció un esfuerzo para justificar al gobierno de Uribe, ya que comparó las cifras del 2009 con las del 2003, cuando la violencia estaba en su peor pico, y no con los últimos dos años cuando ha habido repuntes impresionantes en la criminalidad urbana.
Aunque su fundación hizo este estudio, el tema de la seguridad urbana no ha sido nunca su especialidad pues su conocimiento es extenso es en el tema de la insurgencia. Pero es claro que Rangel conoce las dinámicas y los actores que juegan un papel en la seguridad del país, y no le quedará difícil moverse en el mundo de la seguridad urbana. Durante la campaña de Santos coordinó el equipo de empalme en el tema de defensa y es cercano al presidente electo pues su fundación realizó proyectos conjuntos con la Fundación Buen Gobierno de Santos lo que le dará un acceso importante.
Rangel, con este nombramiento para coordinar uno de los temas en el que Santos se jugará su prestigio, tiene una segunda oportunidad para demostrarle a sus críticos que se merece ese puesto por algo más que halagar al poder.