Colombia sólo vacunará contra el Covid-19 a la mayoría de su población en 2022, en plenas presidenciales. El coletazo que genere esa decisión para el Gobierno y para el uribismo no sólo dependerá de la gestión del Presidente, sino de lo que ocurra con ese proceso en otros países.

En la última semana varios países empezaron a anunciar sus planes de vacunación para detener la pandemia del covid: Reino Unido aplicó la primera vacuna de su plan de vacunación masivo con 20 millones de dosis que adquirió de Pfizer, Brasil -en medio de disputas políticas– dijo que empezarán a vacunar en enero, y Bolivia, Chile o Perú que lo harán el primer trimestre de 2021. 

En contraste, en Colombia el Gobierno aún no anuncia ningún acuerdo con una farmacéutica con fechas de entrega y número de vacunas adquiridas; aunque sostiene que arrancará a vacunar el primer trimestre, no se sabe con qué vacunas. 

Más allá de cuándo arranque, a más del 60 por ciento de la población la comenzarán a vacunar en 2022, con lo que el grueso de sus planes se juntan con la campaña electoral.

Esa demora puede jugar contra el Gobierno porque tardará en reactivar la economía y darle esperanza a la gente.

Pero también a favor la incertidumbre en la efectividad a largo plazo de las vacunas que existen, y la expectativa de que pronto haya mejores y sean más baratas.

El escenario que ocurra resumirá el legado de Iván Duque y generará un coletazo en la carrera por el Palacio de Nariño que podría darle una bandera al uribismo, o convertirse en un lastre enorme para quien sea su candidato.

Los tiempos

El presidente Iván Duque se comprometió a que en el primer trimestre de 2021, es decir, por tardar a finales de marzo, las primeras personas serán vacunadas.

 

Para que eso pase tiene que cerrar por lo menos un contrato directo con una farmacéutica porque las que adquirirá Colombia mediante Covax (una alianza de 180 países que negocian en bloque para comprarlas a bajo precio, y que cubrirán a 10 millones de colombianos), anunció que llegarán en el segundo semestre de 2021.

Como el Gobierno se ha escudado en que las negociaciones con farmacéuticas las hace bajo acuerdos de confidencialidad, no se sabe a quién se las comprará. 

Sin embargo, hace unos días se filtró una resolución que garantiza 430 mil millones de pesos para comprarle a Pfizer 10 millones de dosis, que beneficiarían a 5 millones de colombianos (cada persona necesita dos dosis).

Sin más detalles, no hay información pública para saber si la meta de comenzar a finales de marzo de 2021 se puede cumplir.

En cualquier caso, ese sería solo el arranque. 

“El Gobierno calcula un año para vacunar a la población priorizada, entre 15 y 20 millones de personas”, respondió el Ministro de Salud, Fernando Ruiz a un derecho de petición del representante a la Cámara José Daniel López (Cambio Radical).

Esa población priorizada sigue el estándar mundial: son el personal de salud, las personas mayores de 60 años y pacientes con comorbilidades que elevan su riesgo, como diabetes o hipertensión. 

Ruiz dio ayer una cifra distinta aunque cercana, al anunciar que en 2021 esperan aplicar 37 millones de dosis; lo que equivale a por lo menos 18,5 millones de personas vacunadas ese año (teniendo en cuenta que la mayoría de vacunas que tienen estudios avanzados son de dos dosis por paciente).

Bajo ese cálculo, hasta 31,5 millones de personas, el 63 por ciento de la población, no habrán recibido la vacuna cuando comience 2022.

Eso contrasta con las promesas de países de la región como Argentina y México, que planean empezar a vacunar a la población no priorizada en marzo y mayo de 2021, respectivamente, o con Brasil y Chile, que se pusieron como meta vacunar a toda su población el año entrante.  

Pero que sean anuncios de mucha mayor rapidez no significa que sean logros, como ya lo han dicho críticos en esos últimos dos países. 

Por ejemplo, que Brasil logre tener suficientes vacunas depende en parte de que las puedan producir en sus propios laboratorios, y en Chile la Asociación de Medicina Intensiva dijo hoy que solo a mediados del otro año podría empezar a hablarse de vacunación masiva, por la logística.

Aún así, el representante López, que ha sido un abanderado de esta discusión en el Congreso, cuestiona al Gobierno Duque porque planea arrancar más tarde esa etapa, la que asegurará la reactivación. 

“Esto no es una competencia por quién tome la primera foto del primer vacunado, que seguramente será pronto. Es por quiénes garantizarán primero la vacunación al resto de la población porque da una idea de cuánto se demorará un país en superar la pandemia con la estrategia de vacunación”, le dijo López a La Silla.

El reto

De cómo resulte la gestión de Duque en la adquisición de las dosis suficientes de vacunas para inmunizar al país, se resumirá su legado en la gestión de la pandemia.

Aunque hasta ahora la ha atendido de tal forma que mejoró su imagen (empezó a caer pero está mejor que antes del covid) y la aprobación de sus ejecutorias para controlar el virus supera el 60 por ciento según Guarumo, la vacunación será determinante.

El reto es mayúsculo ya que los tiempos calculados hasta ahora pueden cambiar, y posiblemente se retrasen, porque cumplirlos no sólo depende de su Gobierno.

Esos tiempos, según el Gobierno, dependen de varios factores.

  • De la cantidad de vacunas que compra (si no hay suficientes no pueden avanzar en el plan de vacunación) y eso depende de la capacidad de producción de las farmacéuticas y la competencia con otros países para comprar.

  • De cuántas dosis se necesitan y cuánto tiempo debe pasar entre ellas si son más de una (las de Pfizer que está aplicando el Reino Unido necesitan 21 días de separación, pero eso puede variar entre una y otra vacuna).

  • Del tipo de vacunas. Por ejemplo, la de Pfizer requiere mantenerse a temperaturas de -70 grados centígrados, y aunque las entregaría en cajas ultracongeladas y el Gobierno dijo que ya desarrolla la capacidad de ultracongelación en cinco ciudades, no es claro si ese avance es suficiente para llevarlas a todo el país.

Otros puntos dependen más de Duque y la capacidad logística que construya en el Estado.

Por ejemplo, los tiempos de distribución y almacenamiento de la vacuna, que dependen también de en cuántos lugares se guardan; o cuánta gente capacitada estará disponible para toda la logística del plan de vacunación.

Como contamos, esas y otras preguntas no las ha respondido Duque a pesar de que son clave no solo para combatir la pandemia, sino para reactivar del todo la economía: entre más pronto se logre que el 70 por ciento de la gente sea inmune (que es cuando se calcula que la pandemia desaparecería naturalmente, por la llamada inmunidad de rebaño), más pronto se podrán relajar las restricciones que siguen, desde el criticado cierre de escuelas hasta las que hay en el turismo, los cines o los bares.

El doble filo

Que Duque sea conservador en los datos de la compra de vacunas es un arma de doble filo para lo que viene.

En otros países de la región como Brasil, Argentina y Chile ya cerraron acuerdos y se sabe con quién y por cuántas dosis, y eso ha servido a sus gobiernos para hacer anuncios concretos de los planes de vacunación y mostrar que están trabajando por recuperar la normalidad. 

Sin embargo, les pone una presión alta en dos sentidos.

Por un lado, por el costo de no cumplir con los tiempos que están anunciando: no es fácil, por ejemplo, que el primer semestre de 2021 Argentina o México terminen de vacunar a toda su población vulnerable y arranquen con el resto.

Por otro, por la calidad y efectividad de las vacunas que compraron, ya que hay dudas. 

Por ejemplo, la investigadora Els Torreele, del University College de Londres, le dijo a El País de España que se sabe muy poco de la efectividad de las vacunas a largo plazo, y se corre el riesgo de que la inmunización que den sea muy corta. 

Además, dice que en general hay muy poca transparencia sobre los estudios que rodean a las vacunas. 

Más allá de la opinión de ella, hay dudas particulares sobre la rusa Sputnik, que por ahora llegará al continente a través de Argentina. 

Si se presenta algún revés con la aplicación de los grandes lotes de vacunas adquiridas temprano, ese será un costo para esos gobiernos incluso en dinero, ya que las farmacéuticas han exigido que ellos asuman la responsabilidad por posibles efectos adversos, argumentando que las están desarrollando en un tiempo inédito de meses, cuando generalmente tarda unos 10 años. 

(Ese paso ya lo dio Duque al sancionar la ley de vacunas). 

Así como comprar pronto y anunciar planes ya les pone presión a esos gobiernos, no hacerlo abre la puerta al Gobierno Duque para, en algunos meses, comprar vacunas con un nivel de seguridad más probado. 

Por ejemplo, está en pruebas la combinación de las vacunas de Astra-zeneca y Sputnik, que podría resultar más efectiva que las que hasta ahora se han desarrollado sin necesitar ultracongelación como la de Pfizer; además, como la industria sigue trabajando en otras vacunas, entre más tiempo corra probablemente habrá más y mejores opciones.

Justamente uno de los argumentos del ministro Ruiz en la respuesta a López es que irán avanzando en la compra a medida que haya más información disponible. 

Es decir, que el Gobierno está siendo precavido en aras de garantizar seguridad y, eventualmente, economizar.

Sin embargo, existe el escenario opuesto: que las vacunas que existen funcionen adecuadamente y no generen efectos adversos notorios, y que los demás países avancen en sus planes a tiempo. De ser así, seguramente Duque será un lastre muy grande para el uribismo en las elecciones.

El coletazo en 2022

Si se materializa ese segundo escenario, seguramente la vacuna pasará de ser una discusión de salud pública como es hoy a un tema más de la contienda electoral que se desarrollará durante el primer semestre de 2022: elecciones legislativas y consultas en marzo, primera vuelta presidencial en mayo, y posiblemente segunda en junio.

“Si el plan le funciona a Duque, como habrá plan de vacunación el covid habrá quedado relativamente menor en la mente de la gente porque ya no será el problema central; pero si al Gobierno no le va bien en ese tema, si se demora injustificadamente y la pandemia sigue siendo una amenaza real durante todo el otro año, se lo van a cobrar muy duro al Gobierno y de paso al uribismo”, dijo a La Silla el analista Camilo Granada.

Esos efectos podrían ir desde el discurso de la campaña, enfocado en la capacidad de volver a la normalidad comprando vacunas, hasta el perfil de los candidatos presidenciales. Por ejemplo, podrían ganar peso aspectos como la capacidad de gerencia o las relaciones internacionales de los candidatos.

Incluso si funciona el plan de Duque, es posible que el eje de la campaña pase del debate ideológico con el que ha arrancado, en la pelea uribismo vs petrismo vs el centro, hacia el efecto del fin de la pandemia. 

“Si no hay vacuna y en el resto del mundo todo retornó a la normalidad, habría molestia; si, por el contrario, estamos montados en la ola de las vacunas que funcionaron y estamos retornando, habría felicidad generalizada”, dijo a La Silla el analista y columnista de La Silla, Héctor Riveros. “El 2022 va a depender en buena parte del candidato que sea capaz de representar la emoción que exista en ese momento”. 

El de Duque, en todo caso, será el relato de su propio legado.

Si logra que el país salga de la pandemia sin contratiempos y a la par (o antes) que sus vecinos, su Presidencia se sellará con ese logro; si el país queda rezagado, perderá la bandera que le ha dado aire a su gestión y que le puso un norte a su mandato.

Periodista. Pasé por La Patria, Congreso Visible y El Espectador. Cubrí para La Silla las movidas de poder en Bogotá y Cundinamarca mientras existió La Silla Cachaca entre 2017 y 2019. Ahora ando pendiente de las conversaciones que podamos dar y generar desde La Silla en redes sociales. De vez en...