Además de trazar las líneas de trabajo, para los asistentes quedó claro que el Presidente quiere mostrar resultados en 2021 porque en 2022 ya todos estarán en ‘modo campaña’ para su sucesión.
En Hatogrande, Duque reconoce que le queda solo un año

Foto: Presidencia.
Día y medio duró la tradicional reunión de gabinete de Hatogrande, la tercera del gobierno del presidente Iván Duque, en la que, a diferencia de las anteriores, para los 16 ministros asistentes (Mindefensa tiene un encargado y la Canciller estuvo virtualmente porque tiene covid), la consigna fue una sola: concluir ya porque se acabó el tiempo de hacer planes.
La percepción de tres altos funcionarios de Duque que estuvieron en el encuentro es que el Presidente quiere que este año sea el del acelerador, el de entregar resultados, ya que de acá a la primera vuelta de 2022 quedan 16 meses y lo que haga en 2021 marcará su legado.
Y eso quedó claro en las líneas de acción que salieron del encuentro: plan de vacunación, reconstrucción de Providencia y 24 proyectos de ley y reformas que tienen que quedar tramitados este año, incluyendo una reforma social y fiscal, el nombre que tendrá la nueva reforma tributaria para solventar la crisis económica tras la pandemia, que irá con mensaje de urgencia al Congreso.
A meter el acelerador
“Esta reunión la hizo diferente el momento mismo que atraviesa el Gobierno, nadie habló de planes, sino de ejecución”, nos dijo un ministro que estuvo los dos días y en tono similar nos hablaron dos más.
Llegaron todos sobre las 7 de la mañana del sábado a la finca presidencial de Hatogrande, en Sopó (Cundinamarca) y como no podían estar en los salones del histórico lugar porque tocaba guardar el distanciamiento, les tocó en una carpa al aire libre. El frío sabanero era penetrante y obligó a que varios de ellos el domingo llegaran en ruana para evitar enfermarse.
La planeación del encuentro estuvo a cargo de la consejera para la gestión, Alejandra Botero, quien hace el seguimiento al Plan Nacional de Desarrollo, que es la hoja de ruta de un gobierno y que, a través de 13 líneas de acción, mide la gestión de cada ministro.
La única persona presente en la reunión que no era funcionario público fue Andrés Cadena, el director de la consultora Mckinsey para Colombia, que, como hemos contado, Duque ha llamado en varias ocasiones para pedir consejo y consultoría.
Duque y su jefe de gabinete, María Paula Correa, dieron la palabra a cada ministro.
El tono de la reunión fue de “mostrar resultados”: aunque no regañó a ningún ministro (no es su estilo) sí hizo hincapié en que cada cartera tenía que presentar su plan de ejecución para este año.
“Duque regañó en buen sentido, que las metas fueran claras, repitió mil veces, concluir, concluir a tiempo, no tenemos tiempo, molestó mucho con eso. Rematar y terminar bien”, dijo un asistente para recalcar la insistencia de Duque en el encuentro de día y medio.
Incluso se habló “de que estamos recorriendo la ‘última milla’ del Gobierno”, nos dijo otro de los asistentes; y de una estrategia de comunicación para que la milla sea un símbolo o logo del Gobierno en los siguientes meses.
Eso quedó claro en los puntos que Duque resaltó en la reunión.
El principal es el plan nacional de vacunación contra el covid, en el que ninguno de los consultados nos dijo que el Presidente o su ministro Fernando Ruiz, hablaran de fechas exactas para la primera vacuna. “Tal vez a finales de febrero”, apuntó un colega de Ruiz.
Duque, según los consultados, pidió a los ministros que ayudaran “como puedan” al MinSalud en ese plan, de cuyo éxito depende, en buena medida, su legado con la pandemia.
“Que estemos metidos en eso, que apoyemos el tema en medios, que entreguemos bases de datos si les faltan”, nos dijo un asistente alrededor de cómo cada cartera puede ayudar con ese plan.
En esa misma línea de ejecución, Duque hizo énfasis en mostrar resultados con el plan de reconstrucción de Providencia tras el paso de Iota.
“Esto es clave, nos toca entregar obras, que no nos pasara lo de Mocoa”, nos dijo un Ministro en referencia al atraso del Estado en la reconstrucción de la capital de Putumayo, que fue arrasada por la crecida de un río en 2017.
Ese proyecto, que está en cabeza de la directora de Prosperidad Social, Susana Correa, está a contrarreloj, por el mismo Duque: en diciembre dijo que la reconstrucción duraría 100 días pero, la reprogramó días después diciendo que tomaría más tiempo.
“Vamos a trabajar para que todos los habitantes de Providencia tengan una vivienda, para que sea una isla más sostenible y se vean todos los servicios sociales”, dijo el director del Dapre, Diego Molano, al finalizar el encuentro.
Pero un punto clave, según los tres consultados, es el llamado ‘Plan de Acción Legislativo’ a cargo del nuevo ministro del Interior, Daniel Palacios. Y es ahí donde más se ve la intención de poner el acelerador.
El Gobierno fijó la meta de dejar tramitados (aprobados o con un debate al menos) 24 proyectos de ley y reformas, entre ellas la tributaria.
Según el plan que presentó el nuevo ministro Palacios, la idea es que esa reforma llamada ‘Fiscal y Social’ (posiblemente porque ‘tributaria’ suena negativo para congresistas y políticos que buscan ganar una elección el próximo año) sea presentada con mensaje de urgencia entre marzo y abril; pero que desde febrero los congresistas ponentes -aún no están definidos- tengan reuniones con el Gobierno para ambientar el proyecto.
De hecho, entre hoy y mañana, el ministro Alberto Carrasquilla le mostrará a Duque un primer borrador de esa reforma, según nos dijeron dos fuentes enteradas de ese trámite.
Así mismo, según supo La Silla Vacía, el Presidente convocará sesiones extras en los primeros días de marzo para sacar adelante dos proyectos que no son estructurales pero a los que les falta un solo debate: la ley que reglamenta el trabajo en casa y otra para mejorar los consultorios jurídicos. La idea es mostrar “victorias tempranas” en el Congreso en un año complicado políticamente por la precampaña, según nos dijo un asistente al encuentro.
Otros cuatro proyectos tendrán mensaje de urgencia: el que le da dientes a las juntas de acción comunal; el que reglamenta la cadena perpetua para violadores de niños (que es un tema del corazón de Duque); la reforma a la salud que el gobierno venía construyendo con Cambio Radical; y otro proyecto para que los cabildos indígenas tengan la posibilidad de hacer contratación directa estatal.
En este plan no está involucrado el trámite de la ratificación del Acuerdo de Escazú, que aunque Duque pidió aprobar el año pasado y se comprometió con los ambientalistas a hacerlo, está empantanado en las comisiones Segundas de Senado y Cámara, no ha tenido un solo debate y la coalición pidió su archivo.
Pero más allá de todo este plan legislativo, no hay una reforma que vaya a dejar un sello transformador de Duque en el Congreso.
Además de la nueva tributaria, entre el grupo de 24 proyectos hay 13 considerados como ‘bandera’, entre las que están: la reforma a la salud; el de trabajo en casa; el que aumenta las penas para los delitos ambientales; el de los cabildos indígenas; una ley estatutaria para la administración de justicia (que prepara el ministro Wilson Ruiz desde el año pasado); y un tratado de extradición con Italia (¿para Mancuso?).
Aunque son más proyectos que los tramitados por el Gobierno el año pasado (solo 11 proyectos) y en 2019 (14), cuando las presente se sabrá si la coalición que armó Duque en 2020 sirve para otros asuntos más allá de elegir a los aliados del Gobierno en las Cortes y las ías.
Finalmente, Duque pidió a sus ministros aumentar su presencia en medios, especialmente en los regionales. “Ir y hablar a las regiones para mostrar qué estamos haciendo”, nos dijo uno de los asistentes. Otro más nos habló de tener “voceros y defensores de las estrategias de Gobierno, multiplicadores en medios”, como congresistas aliados.
En ningún momento durante la reunión, el Presidente mencionó el 2022. Pero es claro que su gestión será uno de los temas que definirán si el uribismo se mantiene en el poder, o si los colombianos votan por un cambio. En cualquier caso, lo que sí quedó claro en Hatogrande es que para el Presidente este es -en términos reales- su último año.