El ingeniero Carlos Alberto Solarte, uno de los pesos pesados de la ingeniería, se había quedado por fuera de las concesiones de cuarta generación. Tras perder en la apuesta por tres concesiones anteriores, ayer ganó la carretera entre Neiva y Mocoa. Y lo hizo ganándole a sus familiares y socios.

El ingeniero Carlos Alberto Solarte, uno de los pesos pesados de la ingeniería, se había quedado por fuera de las concesiones de cuarta generación. Tras perder en la apuesta por tres concesiones anteriores, ayer ganó la carretera entre Neiva y Mocoa. Y lo hizo ganándole a sus familiares y socios.

Solarte y su difunto hermano Luis Héctor construyeron juntos un emporio de concesiones viales. Entre otras obras, tienen la doble calzada Briceño – Sogamoso (que lleva 11 años y no está terminada) y el primer tramo de la Ruta del Sol (que está enredada por un problema ambiental).

Con ese músculo y experiencia, era apenas normal que se metieran en 4G. Así lo hicieron, pero perdieron en todos los intentos: con Mario Huertas en Honda – Puerto Salgar, con Luis Carlos Sarmiento Angulo (a través de Episol, filial de Corficolombiana) en Pacífico 1 y de nuevo con Huertas en Cartagena – Barranquilla.

Mientras tanto, se dio una disputa familiar. Luis Héctor murió y sus herederos entraron en conflicto con Carlos Alberto, como contó Portafolio.

Esa ruptura llevó a un divorcio y, por eso, al proyecto Mocoa – Neiva los Solarte llegaron rotos en los dos grupos finalistas.

Del lado ganador quedó Carlos Alberto, que a título personal tiene el 20 por ciento y otro tanto con su empresa Cass Construcciones.

Del lado perdedor, en asocio con los chinos de China Habour Engineering Company, estaba Solarte Nacional de Construcciones (Sonacol) que era de Luis Héctor. Hoy tres de sus herederos (Luis Fernando, Gabriel David y Diego Alejandro Solarte Viveros) son sus principales accionistas y, por lo menos hasta diciembre, eran socios de Carlos Alberto en CSS Constructores (empresa que no participó de la puja).

Fui usuario y luego periodista de La Silla Vacía. Tras más de una década haciendo de todo en esta escuela de periodismo, de la que fui director editorial, me fui a ser lector y SuperAmigo. Ahora me desempeño como redactor jefe de El País América Colombia.