Arrodillado en el cemento, un indígena viejo, de brazos fuertes y bronceados, golpea una cuchara de aluminio contra los bordes de una paila de metal. ¡Clac! ¡Clac! Le da duro para que el utensilio suelte toda la pasta blanca que está terminando de extraer de una tela empleada como filtro para “cortar” base de coca, la materia prima para hacer cocaína.
“Eso que ve ahí son dos millones seiscientos sesenta mil pesos”, dice Andrés*, mientras señala el contenido que hay en la paila abollada. Él es un líder indígena cincuentón del pueblo Awá, el cual ha sido mano de obra esta cadena productiva y en cuyos resguardos en el corregimiento de Llorente, en Tumaco, se han sembrado cultivos ilícitos durante años.
Tumaco está ubicado en la frontera con Ecuador, en la región del pacífico nariñense, y es uno de los cinco municipios donde se concentra la mayor cantidad de producción de coca del país.
Así es que la zona alrededor del corregimiento es todo un enclave de la cadena de producción y en su centro poblado es donde se mueve la plata del negocio. Queda sobre la vía que conduce de Tumaco a Pasto, una carretera que cuando llega a Llorente se transforma en un bulevar de comercio: televisores, celulares, neveras, lavadoras, colchones, ropa, zapatos. La actividad de motos y carros es tanta que, en ocasiones, se ven hasta trancones parecidos a los de las ciudades.
Desde 2018, el gobierno de Iván Duque priorizó esta región en su política nacional de lucha contra el narcotráfico llamada Ruta Futuro. También lo incluyó en la estrategia territorial de las llamadas Zonas Futuro, que son seis. “El objetivo de estas zonas era reemplazar la actividad ilícita por la lícita, con un paquete de oferta institucional del Estado, pero sin dejar de combatir a los grupos armados ilegales que se dedican al narcotráfico”, como explicó Juan Camilo Restrepo, alto consejero para la Paz y la Seguridad.
Sin embargo, en un viaje que hizo La Silla a este enclave de producción de coca en la frontera, todas las fuentes coinciden en que el negocio está “mejor que nunca”. Comenzando por el líder indígena Andrés, quien acompaña la producción de la unidad mínima con la que se mueve esta economía, que es el kilo de base de coca.