Estos son los nuevos presidentes de Cámara y Senado

Estos son los nuevos presidentes de Cámara y Senado
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El próximo 20 de julio el Congreso elegirá sus mesas directivas para el último año del cuatrienio 2018-2022. Si nada extraordinario ocurre, y se respetan los acuerdos hechos entre los partidos mayoritarios, a la cabeza del Senado llegará el antioqueño conservador Juan Diego Gómez, y a la de la Cámara, la uribista llanera Jennifer Arias.

Los dos, funcionales a la agenda legislativa que quiere impulsar el Gobierno de Iván Duque.

Con esos acuerdos partidistas, el uribismo puso el primer presidente del Senado, el huilense Ernesto Macías; el liberalismo el segundo con el costeño Lidio García; Cambio Radical el tercero con Arturo Char. 

Mientras que en la Cámara el primer turno lo tuvo el liberalismo con Alejandro Chacón de Norte de Santander; luego le correspondió a Cambio Radical quien le dio ese espacio a Carlos Cuenca de Guainía; y el tercero fue el conservatismo con el antioqueño Germán Blanco. 

Estos son los perfiles de los próximos presidentes de Senado y Cámara. 

Juan Diego Gómez, un presidente que le apostará al 2023 

Juan Diego Gómez siguió al pie de la letra el manual para ser presidente del Senado. Pero llegará al cargo para hacer una apuesta arriesgada y casi que inédita en la reciente historia del Congreso: usarla como trampolín para una elección regional. 

Con él, el partido Conservador repite la fórmula del periodo pasado: tener la presidencia del Senado en el último año del periodo, y ser funcional a las apuestas legislativas del Gobierno.

Y Antioquia, el segundo fortín electoral del país, volverá a tener un presidente del Senado casi 20 años después. 

Gómez es abogado de la Universidad de Medellín, con maestría en Estudios Políticos de la Universidad Pontificia Bolivariana. Está en su tercer periodo en el Congreso. El primero, entre 2010-2014 como representante a la Cámara de Antioquia, y los dos últimos en el Senado. 

Al Legislativo llegó tras hacer escuela política en el conservatismo. Hizo parte del Consejo Municipal de Juventudes de El Santuario, Antioquia, luego se montó en la presidencia del directorio municipal Conservador (1997-2000), lo que le sirvió para llegar a las Juventudes Nacionales del conservatismo entre 2002-2003. 

Con ese trabajo de base se lanzó a la Asamblea de Antioquia para el periodo 2004-2007 alcanzando una de las principales votaciones de la colectividad azul. 

Tres fuentes consultadas para esta historia coinciden en señalar que la carrera política de Gómez siempre tuvo el impulso de uno de los caciques conservadores de la región: su tío Pedro Antonio Jímenez Salazar. 

Jiménez Salazar fue congresista desde finales de la década de los 80 hasta el 2006. Hizo parte del equipo político de Fabio Valencia Cossio. Pero cuando surgió la propuesta del Centro Democrático, los Valencia Cossio se fueron por esa línea y Jímenez los siguió. 

Esa ruptura fue aprovechada por Gómez para consolidar su propia estructura en el conservatismo, lo que sirvió para dar el salto a la Cámara de Representantes en 2010 con la votación más alta de ese departamento. 

“Cuando el tío Pedro Jiménez, se fue con los Valencia para el uribismo, Juan Diego se quedó en el conservatismo y montó su propia base. Y ha logrado sostenerla porque pelearle votos y estructura a Uribe no es fácil. Hoy la estructura de Gómez mueve unos votos importantes que se quedaron en el partido”, comenta un expresidente conservador del Senado que ha compartido bancada con Gómez. 

Con un discurso enfocado sobre la defensa de la institucionalidad y la familia, y un slogan de ‘Econservador’ para dedicarse a temas ambientales, Gómez pasó al Senado en 2014 alcanzando la última votación de la lista conservadora (57.634 votos). 

En ese periodo se ubicó en la Comisión Quinta, que se encarga de los temas ambientales, e hizo parte de la ala conservadora que apoyó la reelección de Juan Manuel Santos y respaldó el proceso de paz, bajo algunas reservas. 

Por ejemplo, Gómez se opuso a la creación de las 16 circunscripciones especiales de paz en el Congreso porque dijo que eran para las Farc y no para las víctimas. “No queremos dejar un país en llamas en manos de la izquierda”, dijo en el debate por la aprobación de esas circunscripciones. 

Por esos años, su nombre salió salpicado en el escándalo de Odebrecht porque sostuvo reuniones con directivos de la corrupta multinacional brasileña. La justicia no ha dado una decisión final del proceso. 

El portal Vorágine también lo vinculó en un proceso de robo de tierras en Antioquia. 

Desde ese periodo legislativo empezó a mostrar las intenciones de ser Presidente del Senado. En el último año legislativo de ese periodo, 2017-2018, al Conservador le correspondió, por acuerdos, la Presidencia del Senado. Gómez alzó la mano para ganar esa dignidad, pero perdió el pulso contra Efráin Cepeda. 

En las elecciones de 2018, Gómez, devoto de la Virgen de Guadalupe, aumentó su caudal electoral porque pasó a 74.243 votos. Fue la novena del partido, por encima de otras casas políticas grandes como la de los hermanos Hernán y Esperanza Andrade del Huila, o la prófuga Aida Merlano. Ese crecimiento también le permitió lograr una curul aliada en la Cámara, la de Nicolás Echeverry. 

Justamente ese ascenso político lo ubicó mejor en la interna del partido. Con eso logró que su bancada lo designara como el compromisario para negociar las mesas directivas del periodo 2018-2022. 

Ser el delegado en esa negociación, fue el primer paso que dio en busca de su Presidencia. 

Lo siguiente fue bajarse de la comisión legislativa. Soltó la Quinta para meterse en la Segunda, que se encarga de la política internacional y la seguridad. Es una de las comisiones menos peleadas, porque la mayoría de los congresistas quiere estar en la Primera, que es la de reformas constitucionales, o en las Tercera y Cuarta que son las económicas y definen el presupuesto. 

“Quien quiere ser presidente del Senado tiene que sacrificar su puesto en comisiones. La segunda es el comodín”, nos explicó un senador uribista. 

Y en la práctica es así. Los dos primeros presidentes del Senado de esta legislatura, el uribista Ernesto Macías y el liberal Lidio García también están en la Comisión Segunda. 

Al partido Conservador le corresponde el último año porque en los acuerdos entre partidos, se priorizan las votaciones obtenidas. La lista azul fue la tercera más votada. 

El camino que le tocó seguir al senador Gómez para ganar esa nominación no fue complejo por los antecedentes: no lo dejaron ser presidente en 2017-2018 y tenía voz y aceptación entre las otras bancadas por haber sido compromisario. 

Además, que, a diferencia de sus compañeros de bancada, Gómez no piensa usar la Presidencia del Senado para buscar reelegirse, sino para dar un cambio a lo regional. Y sí, para consolidar la agenda legislativa del Gobierno de Iván Duque al que ha defendido en temas claves como los debates de moción de censura contra sus ministros de Defensa, o en la dilación del trámite del Acuerdo de Escazú. 

En su labor legislativa, Gómez ha sido un férreo opositor de temas liberales como la reglamentación de la eutanasia o el aborto. Es autor de proyectos de ley como el que pretende regular la protesta social, imponiendo sanciones a quienes abusen de esa figura y hagan actos vandálicos. 

Este tema, el de la regulación de la protesta social, va a ser clave en la legislación que va a arrancar el próximo 20 de julio porque viene antecedido de un paro nacional de dos meses. 

“Se buscan tres elementos fundamentales: el primero, evitar la estigmatización de la manifestación pacífica. El segundo, evitar la criminalización de la manifestación pacífica. Y el tercer componente que trae es que delimita claramente quiénes son los promotores, patrocinadores y participantes en las manifestaciones. Quiénes son también los servidores públicos quiénes son los que participan y cuáles son los derechos y obligaciones de cada uno”, explica Gómez sobre ese proyecto, que se anticipa será uno de los principales debates de la Legislatura. 

Aún con la meta de sacar adelante ese proyecto, que tiene el visto bueno del Gobierno, Gómez cree que debe haber consensos para sacarlo adelante. 

“Yo soy un hombre del Congreso. Lo sé y entiendo la importancia de que el Gobierno acompañe algunas iniciativas, creo que si hay consenso y hay discusiones y debates los podemos hacer sin ningún problema, sin llegar al extremo de tener que dilatar debates para que los proyectos se hundan, sino simplemente dar los debates. Yo soy un demócrata y creo que el camino es abrir las discusiones y dar los debates como corresponde”, le dijo Gómez a La Silla sobre cómo va a ser su Presidencia.  

El senador Gómez no buscará la reelección porque está apuntando a las regionales de 2023. Su meta, la Gobernación de Antioquia, aunque suele vacilar cuando se le pregunta por el tema. 

“Digamos que no lo tengo previsto, yo creo que hoy lo que tenemos que hacer es cumplir a cabalidad esta misión que hasta ahora está acordada, pero que nos entregarán el 20 de julio los colegas en el Senado de la República”, dice Gómez. 

Pero, como contamos,  tanto en la Antioquia política como en el conservatismo dan por hecha su aspiración regional. 

“Es un hombre trajinado, experimentado, que hará una buena tarea en la Presidencia. Tipo de buenas maneras, el Gobierno tendrá en él un gran aliado, y el partido Conservador una buena apuesta para ganar la Gobernación de Antioquia”, dice Omar Yepes, presidente del partido Conservador.

“No, no he pensado en la reelección del Senado. Siento que el país en este momento y necesita otras condiciones, necesita cambios. Y recientemente tuve algunos quebrantos de salud que creo que ameritan que me haga a un costado y que permita que otras personas lleguen a ocupar estos cargos”, responde Gómez cuando La Silla le insiste con su intención del 2023.

De su Presidencia del Senado aspira a tender puentes con las otras bancadas. Con él las sesiones virtuales seguirán siendo la prioridad y no la excepción. 

A la nueva presidenta de la Cámara la definen, por ahora, sus líos familiares

El 20 de julio, si nada extraordinario ocurre, la Cámara de Representantes elegirá a Jennifer Kristin Arias Falla, representante a la Cámara por el Meta del Centro Democrático, como su nueva presidenta. Será la tercera mujer en ocupar ese cargo en la historia, y a sus 34 años, la más joven de la historia.   

Ex reina, ingeniera industrial, cercana al Gobierno y al ex presidente Álvaro Uribe. Arias no ha sido una congresista mediática pero es conocida en la política como una mujer alta que se paraba frecuentemente detrás de Uribe cuando éste hacía comunicados en video desde el Congreso. Llega con el lastre de los cuestionamientos y líos legales de su círculo familiar, y con una carrera corta en la política. En sus tres años en la Cámara logró sacar adelante un proyecto de ley propia que busca facilitar el acceso a servicios financieros de cabezas de familia.

Su pregrado lo hizo en la Universidad de los Andes y tiene una maestría en Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad Externado de Colombia. Nació en Nueva York en 1987 porque su madre, estando de vacaciones allá, tuvo un problema con el embarazo y terminó teniendola allá, según contó Arias en una respuesta por chat. 

Creció en Villavicencio en un ambiente ganadero, cuando esa región vivía la violencia intensa de finales de siglo. Como cuenta en esta entrevista, su familia tuvo que exiliarse del país por razones de seguridad: a su padre le hicieron un atentado y a un tío lo mataron. Cuenta que regresaron al país cuando Alvaro Uribe llegó a la presidencia.

“Gracias a la seguridad democrática regresamos al país”, dice en la entrevista. 

Su padre es Luis Eduardo Arias Castellanos, actual director ejecutivo del Comité de Ganaderos del Meta, cargo en el que lleva más de 13 años. Arias Castellanos fue condenado por homicidio a 40 meses de prisión en 1993 y se declaró culpable.

En el año 2007 fue señorita Meta y participó en el Reinado Nacional de Belleza. Ese año su hermano, Andrés Eduardo Arias Ochoa,  uno de los cuatro hijos del primer matrimonio de su papá, fue capturado por la DEA en Miami por narcotráfico. 

Según un colega de Arias, la relación con su hermano es distante. 

Luego de eso, en 2009, Arias entró formalmente a la política como coordinadora en el Meta de la precampaña presidencial del condenado exministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias. 

Y en 2010, en el partido Conservador, apoyó desde el Meta la primera elección de Juan Manuel Santos como presidente.

Según le contó Arias a La Silla, conoció a Álvaro Uribe en un “Taller Democrático” en el Meta, unos espacios de campaña que armó el expresidente Uribe desde el Partido de La U en 2011, previo a las elecciones locales de ese año, cuando aún no había roto con el santismo. 

Luego, cuando Uribe empezó a armar el Centro Democrático en 2013, Arias se convirtió en fundadora del partido y su directora en el Meta. Desde allí coordinó las listas al Congreso del uribismo en su departamento y la campaña de Óscar Iván Zuluaga a la presidencia. 

En 2015 se lanzó a la Alcaldía de Villavicencio con el aval del Centro Democrático, pero se quemó con un poco más de 25 mil votos en el tercer lugar. Su fórmula a la gobernación era Hernán Gómez Niño, quien se quemó también, en el segundo lugar, con 113 mil votos. 

A Arias le han llovido críticas por cuenta de que su aliado político es familiar del desaparecido piloto Samuel Niño, que según las denuncias de La Nueva Prensa, en 2020 habría muerto transportando cocaína en Centro América. Niño resultó ser piloto también del expresidente Uribe y del presidente Iván Duque durante la campaña presidencial de 2018.

Arias quedó en medio de esta relación cuestionada, pues durante la pandemia ayudó a gestionar que volvieran los vuelos comerciales al departamento, lo que habría beneficiado a la empresa de aviación donde trabajaba Niño. Sin embargo, no hay evidencia de hechos irregulares por esta gestión. 

Cuando se quemó en 2015, según una fuente que pidió no ser citada pero tiene cómo saberlo, el hoy ministro del Interior, Daniel Palacios, la recomendó al entonces Auditor General y hoy Contralor General, Carlos Felipe Córdoba. 

Éste la nombró como asesora de temas relacionados con la región Bogotá-Cundinamarca.

Cuando Córdoba salió de la auditoría en 2017, Arias terminó ese año como gerente social de la empresa Aguas de Bogotá bajo la administración de Enrique Peñalosa. 

Luego de eso, arrancó formalmente su campaña a la Cámara de Representantes como cabeza de lista de su partido en el Meta, y logró llegar con un poco más de 31 mil votos, la única que pasó de esa lista. 

“Ella no tiene mayor estructura en el Meta, lo que la hizo ganar fue el logo de Uribe”, según le dijo a La Silla un diputado del Meta que conoce las movidas en el departamento y que sólo nos habló bajo reserva.  

Luego de ser elegida se convirtió en la coordinadora de la campaña presidencial de Iván Duque para los departamentos de Vaupés y Guaviare. Departamento con pocos votos. 

El último año del cuatrienio 2018-2022 el presidente Iván Duque tendrá en la Cámara una aliada incondicional, algo que no es menor en un año en el que el Gobierno espera sacar adelante una reforma tributaria, la ley antivandalismo y una reforma a la Policía.

Arias es una representante que a pesar de las divisiones internas del partido siempre ha respaldo a Duque, lo acompaña en varios viajes de trabajo e incluso tiene su foto de Whatsapp junto a él.  

Además, otro plus para el Gobierno será la buena amistad que tiene con el ministro del Interior, Daniel Palacios, quien maneja la agenda legislativa de Duque. Esa relación estrecha se le confirmaron a La Silla tres personas consultadas para este perfil. 

La llegada de Arias a la presidencia de la Cámara ya estaba cantada. Desde 2018 los congresistas acordaron que en el último año la presidencia era para el uribismo. Internamente, el partido decidió que sería Arias porque “el presidente Iván Duque y el Centro Democrático quieren enviar el mensaje de que es importante que una mujer esté en la presidencia de una corporación”, le dijo a La Silla un congresista uribista que pidió no ser citado y que aseguró que no hubo ninguna pelea por esa posición. 

Arias, efectivamente, será la única mujer en este cuatrienio que llegó a la cabeza de toda una corporación. Y será la sexta mujer en la historia del Congreso en llegar a una presidencia y la tercera en la Cámara. 

La primera fue la exembajadora de Colombia ante la ONU, Claudia Blum, que fue presidenta del Senado entre 2005 y 2006; la segunda fue la presidenta del Partido de La U, Dilian Francisca Toro que fue presidenta del Senado entre 2006 y 2007; y entre 2007 y 2008 la hoy alta consejera para los Derechos Humanos, Nancy Patricia Gutiérrez, fue presidenta del Senado. 

En la Cámara sólo Nancy Patricia Gutiérrez en el año 2000 y Zulema Jattin en 2004.

Arias tiene poca experiencia en el Congreso, es su primer cuatrienio, llegó con pocos votos y a una comisión (la séptima, que toca temas de salud) que no es tan poderosa, como la primera, que toca temas constitucionales, o la tercera, donde está la plata. 

La séptima es una comisión donde terminan los congresistas que tienen pocos votos, son nuevos o tienen mucho interés en el sector salud. Es decir, poco poder dentro del Congreso, algo que para presidir una corporación es importante. 

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