El concejal más votado del país ha sido fiel escudero del alcalde Gustavo Petro e incluso fue su compañero en las denuncias en contra del cartel de la contratación. Sin embargo, tiene más de un reparo a su gestión. Fotos: Juan Pablo Pino

Fiel escudero del alcalde Gustavo Petro y su compañero en las denuncias en contra del cartel de la contratación en Bogotá, el concejal más votado del país, el progresista Carlos Vicente de Roux, deja la discreción a un lado para atreverse a cuestionar con fuerza a la administración y hacer reflexiones sobre su primer año.

Aunque no duda de la honradez, el coraje y el buen discurso del alcalde, dice que éste tiene problemas en la ejecución de sus ideas, que a veces da órdenes imposibles y que se equivocó en sus proyectos de basuras y de valorización. Además lo responsabiliza en parte por la mala relación con el Concejo y lo señala de tener intemperancia verbal. Advierte, eso sí, que Petro respeta todas sus opiniones.

Esto último seguramente se debe a que De Roux es una de las voces progresistas más respetadas y con credibilidad, tanto en el Concejo como dentro de la administración.

La Silla Vacía: Había estado muy callado últimamente, sin el ímpetu que le vio la ciudad en su periodo pasado en el Concejo…

Carlos Vicente de Roux: Estaba viendo cómo aterrizaba el gobierno. Había una cantidad de temas que eran inéditos, que los había puesto Petro sobre la agenda, con los que estaba de acuerdo y quedaron plasmados en el Plan de Desarrollo. La administración estaba repartiendo sus cartas. Ahí en ese momento el papel mío, y de la bancada, era respaldar a la administración sin tener por qué asumir un protagonismo especial.

¿Bueno y cómo aterrizó el gobierno?

Aterrizó de barriga. Pienso que Petro es un alcalde que ha tenido el acierto de poner sobre la mesa unos temas gruesos de Bogotá que la ciudad había desatendido. La ciudad es un poco autocomplaciente y estaba muy satisfecha con las ejecutorias de sus alcaldes pasados. En parte eso es razonable. Pero también había unos temas desatendidos como por ejemplo el modelo de ocupación del territorio. También el tema ambiental y otros sociales, como el de la primera infancia. Y Petro se pone unas metas firmes, ambiciosas y costeables en esa materia.

¿Entonces qué ha pasado? ¿Por qué aterrizó de barriga?

Es evidente que ese liderazgo programático no está acompañado por una fortaleza del alcalde como líder administrativo y ahí están sus falencias. Creo que la parte conceptual es muy fuerte, pero también hay una dimensión del  liderazgo político que es la capacidad de convocar, de reunir, de formar convergencias y hacer alianzas. Ahí se ha mostrado débil.
 

 


Tengo la impresión de que a veces el alcalde da órdenes imposibles. Da órdenes imposibles. Por lo menos, órdenes que no se pueden cumplir en los plazos que él define”.– CVR

¿En qué se ha equivocado el alcalde?
 

En muchas cosas se ha equivocado el alcalde. En lo de las basuras se equivocó. Lo de las basuras es muy revelador de la combinación de aciertos y desaciertos de Petro. Si Petro no hubiera sido el alcalde se hubiese hecho ya una licitación de basuras y tendríamos a los mismos operadores del pasado, con un esquema de ganancias alto para ellos y desequilibrado para la ciudad. Él se propone cambiar eso y montar una licitación diferente con una empresa pública que atienda una parte de la ciudad. Petro zarandea el tarro con un buen propósito, pero al hacerlo lo hace de tal manera que genera mucha confusión y mucho desorden.
 

¿Cuáles son en concreto las equivocaciones que se cometieron cuando se zarandeó el tarro?
 

La primera es que la administración, una vez se supo que la CRA no iba a aprobar la nueva licitación propuesta, se enredó. Porque Petro quería montar a las volandas una empresa pública que se encargara prácticamente de toda la ciudad y la gente de adentro dudaba porque veía que ese era un propósito muy difícil de cumplir. Entonces esa gente lo que hizo fue tratar de buscar aproximaciones con los privados. Todo eso mientras se hacían unos intentos poco contundentes de crear la empresa pública.
 

¿Cómo así que se hacían esfuerzos poco contundentes? ¿Fue que la gente no le obedeció a Petro?
 

Creo que algunos funcionarios percibían que era imposible darle gusto al alcalde montando una empresa pública de aseo tan rápidamente. Entonces exploraban los acuerdos con los privados. Pero le daban gusto a medias porque consideraban que también debía ensayarse su camino. Entonces hubo una mezcla de agendas y de falta de claridades que fue lo que llevó los líos del 18 de diciembre. Ahí hubo falta de liderazgo y claridad administrativa. Un pantano de confusión.
 

¿Usted cree que un tema tan importante debió manejarse desde la perspectiva de querer darle gusto al alcalde?
 

Tengo la impresión de que a veces el alcalde da órdenes imposibles. Da órdenes imposibles. Por lo menos, órdenes que no se pueden cumplir en los plazos que él define.
 

¿Y montar una empresa pública de aseo antes del 18 de diciembre fue una orden imposible?
 

Hacer eso en tres, cuatro meses, es imposible.
 

¿Por qué nadie se atrevió a decírselo?
 

Yo creo que se lo dicen, pero el alcalde presiona. Y hay veces en que quizás la única salida es renunciar. Los funcionarios de todas maneras intentan darle gusto y exploran caminos alternativos, y yo me imagino que se lo cuentan y él lo tolera. Por lo menos eso pasó en basuras y puede ocurrir en otras áreas. Ahora hay una cosa en la que el alcalde tiene razón: la burocracia es lenta, es amiga de encontrar excusas para no hacer las cosas. Luego hay que presionarla, lo que hay que medir es hasta dónde se le puede presionar y hasta dónde lo que uno está pidiendo son milagros.
 

¿Es por este tipo de órdenes imposibles que algunos tildan a Petro de improvisador?
 

Es posible que sea una de las causas. Al final de los plazos no se puede cumplir lo que se pretendía y tu, como funcionario, quedas en manos de los que se te aparecen. Entonces el resultado es el típico de una gestión improvisadora.
 

En el mismo sentido, ¿por estas órdenes imposibles es que le renuncia la gente a Petro?
 

Petro no ha salido a buscar gerentes, eso es lo primero. Mi impresión general es que termina presentándose un cortocircuito entre lo que el alcalde quiere de ese funcionario y lo que las normas jurídicas y la propia realidad institucional permite. Es como si Petro no escuchara las realidades institucionales. No empodera a sus funcionarios y, además de pedirles milagros en tiempo apretados, les cambia la película. Él es un líder noble con sus colaboradores, pero sale con órdenes y replanteamientos no madurados.
 

¿Es por eso que Petro dijo desde un principio que exigía de sus colaboradores que se arriesgaran?
 

Ese punto sí que es complicado porque vivimos en un país de leyes, con una batería de organismos de control muy grande, y uno no puede poner a sus colaboradores en el plan de prepararse todo el tiempo mentalmente para ir a la cárcel o ser destituidos o embargados. Y ese es un factor que también dificultaría eventualmente la búsqueda de gerentes.
 

¿En qué otro tema se puede evidenciar ese tipo de gestión improvisadora?
 

Yo me temo que pase con valorización. La administración estaba obligada a cobrar la fase II del Acuerdo 180, pero al alcalde no le gusta ese acuerdo. Y entonces decidió presentar un acuerdo alternativo. El problema es que exigió que eso se montara a la carrera. Por eso lo que nos trajo la administración fue un acuerdo con problemas.
 

¿Como cuáles problemas?
 

El primero es que rompe de una manera radical con el Acuerdo 180 y el Acuerdo 180 tiene cosas buenas.  En Colombia, la contribución de la valorización se ha utilizado para construir malla vial arterial, no local como propuso el alcalde. Petro también propuso los ocho pasos deprimidos por la Caracas y esas megaobras tradicionalmente se han financiado por otras vías, no por valorización. Petro desmonta la secuencia que se traía del Acuerdo 180 y mete una cosa bastante extraña.

“Uno no puede poner a sus colaboradores en el plan de preparase todo el tiempo mentalmente para ir a la cárcel o ser destituidos o embargados“.

Lo que le entiendo es que usted no está de acuerdo con que se hayan excluido las obras del Acuerdo 180 y se hayan planteado dos megaobras de la cosecha del alcalde…
 

Exactamente. Petro se precipitó a hacer que la administración elaborara un proyecto de acuerdo, traído a las carreras y eso tiene implicaciones técnicas y políticas.
 

Claro, pero los cambios que le hizo el Concejo tampoco son la solución al problema de la valorización…

Claro, es un articulado problemático. La administración en ese proyecto que trajo a las carreras traía una fórmula de asignación de la valorización, porque la del 180 es muy complicada. Porque el 180 a pesar de ser bueno tiene ese pecado original, y además propone obras en zonas en las que las personas no tienen capacidad de pago. Entonces esos trabajos había que sacarlos. Y también había que aceptar la nueva fórmula.

Es decir que ni Petro ni el Concejo hicieron propuestas para solucionar el problema…
 

Así es, es eso. El 180 no es perfecto y hay que hacerle ajustes, pero no se trata de borrarlo para meter ese engendro de la malla vial local de tres localidades y los deprimidos de la Caracas.
 

¿Y usted como concejal qué hizo para ayudar a Petro, tanto en valorización como en basuras?
 

Petro es una persona a la cual se le puede hablar, tiene esa gran ventaja. A él no le gusta la adulación y prefiere que le hablen con franqueza. Entonces yo soy de las personas que le pueden hablar. Pero de ahí a que Petro te haga caso, eso no siempre se produce. Y él es celoso de sus fueros como alcalde y le gusta un liderazgo personalista y de sorpresa. Esto de que nos trajera los deprimidos por la Caracas y la malla vial local es una sorpresa. Es un liderazgo personal que no consulta como debiera, que pretende ser autónomo y original. Y las instituciones pertenecen a unas lógicas que terminan vengándose de esas apuestas fuertes del alcalde.
 

Eso en cuanto a las apuestas, pero hablemos de las formas del alcalde. Usted dice que el Acuerdo 180 no es malo, pero Petro dijo por twitter que la oposición que lo ratificó demostró más lealtad con Hipólito Moreno que con Bogotá…
 

Hay una intemperancia verbal que no facilita las cosas. Cuando se habló de que esas eran las obras del cartel a mi se me ocurrió decir: si las obras del Acuerdo 180 son las obras del cartel, yo soy del cartel. Así de sencillo. Ojo, no quiere decir que gente del cartel no tuviera interés en la construcción de esas obras, pero eso no admite decir que muchos de esos trabajos no fueran pertinentes. Ahora, hay un tema grueso detrás de todo esto de valorización que vale la pena examinar y es el tema cupo de endeudamiento.
 

¿Qué pasa con el cupo de endeudamiento?
 

Los Planes de Desarrollo no vienen financiados y, para el suyo, Petro necesita un cupo de endeudamiento de 4,3 billones de pesos. Pero entonces se ha dado una pugna soterrada detrás de la aprobación de ese cupo. ¿Qué hay detrás? En el Concejo se tiene la percepción de que el cupo es para el metro, aunque el cupo es para la totalidad del Plan. Algún alto funcionario dijo alguna vez que Petro necesitaba hacer una gran obra importante que él pudiera entregar. Y si Petro deja los deprimidos de la Caracas o el metro ligero habrá podido coronar una obra importante. Entonces el Concejo, que es mayoritariamente antipetrista, de centro derecha y que no quiere que se luzca un alcalde de izquierda. Y que además está resentido por declaraciones que Petro ha dado sobre el Concejo bastante bruscas desde el comienzo. Ese Concejo ha empezado a enredarle el cupo de endeudamiento.
 

¿Y qué pasa si a Petro no le aprueban ese cupo?
 

Los macroplanes, como los de movilidad, se enredan.
 

¿Y la motivación del Concejo para no aprobarlo es que Petro es de izquierda?
 

En el Concejo se mezclan varias motivaciones: una es el temor de que Petro distraiga recursos del metro pesado en una obra menos importante como es el metro ligero y ahora los deprimidos por la Caracas. Es un temor en principio razonable. Pero también está la motivación de un Concejo antipetrista, de centro derecha. La táctica de Petro para cambiar esto pienso que es un error y es que está tratando de coger recursos diferentes al cupo, como por ejemplo los de valorización, para hacer una obra como los deprimidos de la Caracas.
 

¿Entonces por eso fue que Petro propuso que las obras del Acuerdo 180 se financiaran con cupo de endeudamiento, para hacer la carambola?
 

Para dejar la responsabilidad en manos del Concejo. Esto que te estoy diciendo es muy grave y es de parte y parte. Porque la ciudad puede terminar bloqueada en sus grandes apuestas por la infraestructura por un bloqueo al cupo de endeudamiento.
 

Y todo hace parte de la pelea entre Petro y el Concejo, ¿quién ha fallado en esta relación?
 

Ambas partes. Petro no podía entrar con un enfoque pendenciero con el Concejo. Independientemente de lo que pase con algunos concejales. Él está obligado a entenderse con esta corporación. Claro, también hay una responsabilidad del Concejo porque buena parte de él tiene una actitud obstruccionista con Petro y no quiere darle herramientas para que saque adelante su Plan de Desarrollo. Ahora, en gracia de discusión yo estaría de acuerdo en que hay que garantizar que Petro no distraiga recursos del cupo de endeudamiento hacia obras secundarias. Por ejemplo, hay que garantizar que no sacrifique el metro por coronar una obra que lo inmortalice ante la opinión bogotana.
 

Toda esta situación termina afectando a la ciudad. En ese sentido, ¿cree que Petro le está haciendo daño a la ciudad?
 

En ese balance, de entrada te digo: sí, hay cosas de Petro que le hacen daño a la ciudad, por supuesto. Sin embargo, hay que tener en cuenta que Petro entró a zarandear cosas que había que mirar. Y creo que si logramos avanzar significativamente en temas como los jardines, educación, basuras, lo que el alcalde habrá logrado será importante.

Ser la bancada de Petro es difícil. Uno llega a las sesiones y cualquier colega le dice a uno de repente “bueno, y ¿vio que su alcalde propuso tal o cual cosa?” O el ataque que echó“.

¿Cree que vamos bien hacia esos buenos fines?
 

Cualquiera de estos macroprogramas sociales enfrenta un cúmulo de problemas. Montar 600 jardines en Bogotá es muy complicado, por ejemplo, porque no hay la tierra. Ahora bien, reconozco: métale a esos problemas inconvenientes en la gerencia y de institucionalidad previa y ya te imaginas.
 

¿Qué opina de que el alcalde suela empaquetar a sus contradictores como gente cercana al cartel de la contratación, no importa si son concejales, empresarios o los promotores del referendo revocatorio?
 

Eso es muy desafortunado. Cuando uno gradúa de enemigo a todo el mundo comienza a aplicarse la lógica de la profecía autocumplida. La gente se empieza a sentir aludida, después agredida.
 

¿Pero usted cree que todos los contradictores del alcalde sean del cartel de la contratación?
 

No creo eso. Por ejemplo, en el mismo Concejo hay gente de centro derecha, pero creo que se pueden buscar diálogos. Pero si tu estás viendo que todos son complots y que en todas partes hay carteles y mafias, pues entonces tu con los bandidos no te sientas a negociar. Ahora con eso no digo que no haya corrupción y que no haya un cartel, pero que las dificultades de una gestión de centro izquierda se deban únicamente a la perfidia de unas mafias y unos carteles me parece un diagnóstico desafortunado.
 

Entre las cosas importantes que han pasado este año también está la rebaja a las tarifas de Transmilenio, ¿cómo vio eso?
 

Mi percepción es que la ciudad puede absolver perfectamente los subsidios de Transmilenio. La ciudad no se va a quebrar por eso. Y esa negociación con esos operadores es apenas uno de los frentes para mostrar que Petro quiere recuperar lo público y acabar con los contratos desequilibrados para Bogotá.
 

Hablemos de la bancada progresista, la señalan de no ser muy activa ni para defender al alcalde ni para cuestionarlo…
 

Ahí hay que entender que de ocho concejales apenas dos repetíamos, y uno se demora. Yo me demoré un año en presentar mi primera proposición de control político. La nuestra es una bancada nueva. Además, no es fácil ser la bancada de Petro.
 

¿Por qué?
 

Por lo mismo que estamos hablando. El concejal progresista William Moreno describía ser la bancada de Petro como montarse a esos gusanos inflables que amarran a una lancha en la playa. Uno se monta al gusano y la lancha empieza a corcovear y a moverse para un lado y para el otro y, a los pocos segundos, todos los que están montados están abajo. Ser la bancada de Petro es difícil. Uno llega a las sesiones y cualquier colega le dice a uno de repente “bueno, y ¿vio que su alcalde propuso tal o cual cosa?” O el ataque que echó. Y uno no tiene los argumentos para defender. Ahora, yo lo que veo es una bancada más madura después de un año que trata de hablarle al alcalde. Ahí también hay un tema de lealtad con un proyecto.
 

Hablando de lealtad, usted también tenía una lealtad al proyecto de Samuel Moreno, pero prefirió denunciar el cartel de la contratación. Ahora detalla unos errores de Petro, pero anuncia su lealtad a él. ¿Cree que esto le cueste políticamente?
 

Uno debe ser leal con los proyectos y con la gente con la que se ha involucrado, pero por supuesto existen límites. ¿Por qué me salí yo del Polo? Porque es que el gobierno del Polo se había convertido en un gobierno de ladrones. El balance de Petro es un poco más complejo: Petro es un hombre honrado, corajudo en su pelea contra la corrupción, con problemas serios de ejecución. Y ahí uno se pregunta ¿bueno, aquí qué hago? ¿Esto da suficientes motivos para decir “yo me bajo”?
 

¿Y da para eso?
 

En un escenario hipotético, si los temas de gerencia y administración empezaran a derivar hacia una irresponsabilidad administrativa, pues obvio cualquiera que estuviera en mis zapatos y en los de la bancada se cuestionaría. Pero creo que en ese panorama el valor de la lealtad juega. Creo que a veces en mis críticas he bordeado los límites del terreno de la lealtad. Y Petro respeta eso.
 

Bueno y ¿cómo ve su futuro político? ¿Buscará Congreso?
 

El panorama es muy incierto. Nosotros somos un grupo significativo de ciudadanos y el tema del umbral es muy elevado.
 

¿Pero le gustaría?
 

De pronto sí, pero mira que la gente con aspiraciones políticas pasa muy rápido por el Concejo y llegar a ser un buen concejal toma su tiempo. Entonces es para pensárselo. Se escuchan consejos de buenos amigos.


Cuando se habló de que esas eran las obras del cartel a mi se me ocurrió decir: si las obras del Acuerdo 180 son las obras del cartel, yo soy del cartel. Así de sencillo”.– CVR

Fue periodista de historias de Bogotá, editora de La Silla Caribe, editora general, editora de investigaciones y editora de crónicas. Es cartagenera y una apasionada del oficio, especialmente de la crónica y las historias sobre el poder regional. He pasado por medios como El Universal, El Tiempo,...