La transmisión en vivo con la que celebró su triunfo como el tercer senador más votado de las pasadas elecciones arrancó a las 8:29 de la noche del 13 de marzo. Jota Pe Hernández lucía la bandera de Colombia como la capa de un superhéroe, tal y como lo había hecho durante toda su campaña, y el video decía en mayúsculas: “Soy el senador del pueblo”.
Jota Pe: el político del escarnio público
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Senador Jota Pe Hernández.
Después de darle gracias a Dios, el influencer santandereano les habló a los nuevos congresistas: “Les pido que lleguen a legislar de forma honesta. A esos que hoy están listos para llegar a robar al pueblo, a esos hoy les digo: no se alisten, no se enfiesten porque no les voy a permitir que se roben lo que es del pueblo. Hoy llegó al Congreso un hombre de una familia pobre que durante años ustedes estuvieron atracando”.
Ese video, como muchos del recién estrenado congresista de 30 años, se volvió viral. Tiene 2,4 millones de vistas. Y en pocas semanas, el senador más joven del Capitolio, liderando un proyecto de ley para reducir el salario de los parlamentarios, ha encarnado como pocos la nueva política contemporánea: la política de la humillación.
Antes de la política
Jonathan Ferney Pulido Hernández nació el día de Reyes de 1992 en un barrio al norte de Bucaramanga, uno de los sectores más vulnerables de la ciudad. El segundo hijo de los tres que tuvieron Juvenal Pulido y Myrian Hernández.
Hasta los cinco años, vivió en una casa pobre, de techo de zinc. Una noche, cayó una fuerte tormenta, las gotas de agua repicaban como una descarga de piedras y se fue la luz; para calmar el llanto de su hija menor, de dos años y medio, Myrian prendió una vela. Finalmente, consiguieron dormir.
Cuando Juvenal volvió a su casa a las dos de la mañana, tras terminar su turno nocturno de taxista, no encontró ni su casa, ni a su esposa ni a sus hijos. Solo dos carros de bomberos y las cenizas.
Ese episodio en el que su familia perdió todas sus posesiones materiales y a su hermana menor, quien murió quemada, marcó a Jota Pe.
Es un dolor que 25 años después aún llevan a cuestas como familia. Una tragedia que lo hizo resiliente. Esa cualidad por la que siente que él sí —y no otros políticos— entiende y representa al colombiano de a pie.
De cantante cristiano a youtuber
Jota Pe Hernández antes de hacerse famoso como youtuber o como político, fue conocido dentro de la comunidad cristiana como cantante.
Desde que Jota Pe tiene memoria, sus padres han servido como voluntarios en congregaciones cristianas. Al principio, asistían a una iglesia del norte de Bucaramanga y luego crearon la suya propia: el centro cristiano Unción Divina, que funciona en Girón y tiene dos sedes rurales en modestos salones comunales.
De la influencia cristiana en su hogar, Jota Pe dice que cosechó el gusto por la música y también su fe en Dios.
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Jota Pe Hernández en una alabanza cristiana.
En el Colegio Cristiano Camino a Emaús, donde cursó bachillerato, Jota Pe aprendió a tocar guitarra, piano y batería y tan pronto se graduó en 2008, inició una carrera musical que hoy describe como un hobby, pero a la que le invirtió bastante esfuerzo y cosechó sus frutos.
Grabó dos discos de música cristiana, hizo gira por Colombia, participó en ocho concursos de música cristiana y ganó cuatro, y algunas de sus canciones fueron número uno en emisoras cristianas nacionales.
Mientras hacía música, empezó a forjar el sueño de ser un presentador de noticiero como Fernando del Rincón de CNN. En 2009, se inscribió en Comunicación Social en la Universidad Pontificia Bolivariana. La plata de la matrícula la sacó de un crédito y ahorros que consiguió trabajando como vendedor ambulante, lijador de sillas en una fábrica de muebles, o todero en un restaurante: cargaba bultos, limpiaba, cocinaba y era mesero.
“Recordándolo suena como algo normal, pero vivirlo es diferente. Estás ahí en un salón de clases, dispuesto a cumplir tu sueño y te tienes que ir de ahí, salir a un restaurante a trabajar porque no tienes la plata. Porque no naciste…(hace una pausa)…tú no, tú naciste pobre. Los demás sí pero tú no’...Es un choque mental muy fuerte”, dice ahora.
Entonces, tuvo que retirarse y en 2010, abrió su canal de YouTube. Dice que lo hizo con la motivación de tener su propio noticiero, pero los pocos videos viejos de Jota Pe que sobreviven en Internet — borró más de 2.500 grabaciones de sus inicios en redes sociales— lo muestran en un formato más de youtuber político que de presentador.
A los cinco años de hacer videos, Jota Pe recibió su primer pago de YouTube. Hoy sus videos tienen entre 70 mil y 300 mil reproducciones cada uno en esa red y en Facebook superan el millón.
De los antiguos videos, recuerda con cariño uno en el que en plena campaña presidencial de 2010, comparó a los entonces candidatos Germán Vargas Lleras y Juan Manuel Santos, concluyendo que representaban lo mismo. Por ese video, que alcanzó a tener 7 millones de reproducciones, salió en el exitoso programa de televisión La Tele Letal.
“Con mi trabajo como creador de contenido digital tenía más ingresos que como congresista. Y tenía mi libertad, mi independencia”, le dijo Hernández a La Silla. Lo ha repetido en otros medios de comunicación, para que no tengamos duda de que ve su trabajo en el Senado como un ‘sacrificio’. Y reitera cada que puede que su interés no es hacer carrera política sino “derrotar a los corruptos miserables”.
La política del escarnio
El intelectual César Hidalgo ha dicho que las campañas políticas se convierten cada vez más en “batallas de vergüenza”, en las que no existen argumentos sino estrategias para humillar y ridiculizar a los rivales para producirles vengüenza pública. “La vergüenza no busca el consenso sino el ridículo —lo explica el teórico de la política contemporánea Mario Riorda— La vergüenza no busca ideas o razones, sino risa y lealtad”.
Una lealtad que Jota Pe ha cultivado entre sus fans, y también ha traicionado, como cuando enterró —junto con sus videos— su pasado de uribista fervoroso.
En medio de la polarización que vivió el país entre 2014 y 2018, Jota Pe se hizo a la orilla uribista, no solo para defender banderas de esa militancia como el No al plebiscito promovido por Juan Manuel Santos. También para atacar a sus opositores, como el hoy presidente Gustavo Petro.
En uno de los videos que sobreviven en Internet, al parecer de 2018, Jota Pe no lo baja de “asesino torturador” por su pasado guerrillero. Y luego se refiere a sus simpatizantes como “vagos encapuchados que quieren que todo se lo regalen”. Hace cinco meses, le pidió disculpas públicas a Petro, y se declaró víctima de su propio fanatismo.
Un año después de grabar ese video, y en medio del paro nacional de 2019, ya había roto con el uribismo. Lo anunció con su video “Uribista arrepentido”, en el que dice que tanto él como su familia habían sido “idiotas útiles” del uribismo y que el mal gobierno de Duque les había “abierto los ojos”. Desde entonces, se convirtió en un férreo opositor de Iván Duque.
Durante el estallido social, le dedicó una canción de rap que compuso en la que lo responsabiliza por la muerte de jóvenes que salieron a protestar y fueron víctimas de la brutalidad policial.
El paro lo catapultó como a muchos otros influencers que llegaron con él al Congreso montados sobre la ola de indignación.
Walter Granados, uno de los administradores de la página viral de Facebook Operación Tránsito Bucaramanga que impulsó a otros políticos alternativos en Santander, buscó a Jota Pe para proponerle que se lanzara al Senado.
“Él me decía ‘es que eso es imposible, hermano’ y yo ‘no, con su página y sus números lo podemos lograr’”, recuerda Granados, quien acompañó a Jota Pe en toda la campaña como realizador audiovisual y hoy hace parte de su Unidad de Trabajo Legislativo.
Para esa época, Jota Pe ya tenía un millón de suscriptores en Youtube y medio millón de seguidores en Facebook. Granados, que trabajaba con el diputado verde de Santander Giovanny Leal, cuñado del copresidente de ese partido Carlos Ramón González, los presentó.
“Nosotros estábamos buscando en redes gente con un perfil de opinión cercano a nosotros: antiuribista, que luchara por derechos de la gente. Cuando nos reunimos me impresionó la sinceridad con la que plantea las cosas”, le dijo González a La Silla. “Su cristianismo es un mensaje fuerte. Ese es el mensaje de Jesucristo y él tiene mucho de esa inspiración”.
El codirector del Partido Verde estaba tan confiado de que saldría electo, que el partido le donó 30 millones de pesos para la campaña. En total, Jota Pe gastó 10 veces esa suma: otros 70 millones que registró en Cuentas Claras como un préstamo de su mamá y 200 millones que dice que obtuvo de vender su propia casa.
“Yo el día de las votaciones más que pensar en ganar, estaba pensando en que necesitaba sacar los suficientes votos para, por la reposición, recuperar la casa”, dice Hernández.
Desde septiembre del año pasado, Jota Pe empezó una campaña de expectativa en sus videos diarios, enviando el mensaje de que finalmente iba a llegar la forma de derrotar los corruptos, de ver un verdadero cambio.
En medio de un vuelo de Bucaramanga a Bogotá se paró en el pasillo del avión e invitó a la gente a no volver a votar por los mismos. Sumó más de un millón de reproducciones en Facebook.
En enero, visitó 22 departamentos por tierra, turnándose la manejada con Walter y su cuñado y gerente de campaña.
Imprimió billetes de 50 mil pesos con una leyenda que decía que vender el voto por ese billete eran 34 pesos diarios en cuatro años y los políticos robaban mucho más. Una forma de simplificar la corrupción muy similar a la del entonces candidato presidencial Rodolfo Hernández, a quien Jota Pe apoyó públicamente una semana antes de la primera vuelta.
Una vez Rodolfo pasó a segunda y buena parte del uribismo se volcó a apoyarlo, Jota Pe le retiró el apoyo, argumentando que él no podía hacer política junto a los que tanto criticó.
“Gente del mismo Pacto Histórico le decía a Jota Pe que no se bajara. Él estaba en un escenario muy privilegiado en términos políticos porque en ese momento era el único senador electo que respaldaba a Rodolfo y entonces parecía el ganador indiscutible. Se bajó solo por coherencia”, le dijo a La Silla el diputado Ferley Sierra, otro coequipero de Jota Pe en campaña.
El paredón de Jota Pe
El 13 de marzo de 2022, el nombre de Jota Pe Hernández significaba mucho para su millón de seguidores en Youtube, pero nada para el resto del país.
Su reto era pasar de denunciar injusticias con su grueso tono de voz, el ceño fruncido y agitando los brazos ante una cámara, a hacerlo ante políticos curtidos que lo podrían invisibilizar por su inexperiencia.
Por eso, recién electo viajó a Bogotá a reclutar gente para su Unidad de Trabajo Legislativo. A través de Carlos Ramón González se contactó con el exrepresentante verde Mauricio Toro, quien se acababa de quemar en las pasadas elecciones y había tenido un desempeño destacable en la última legislatura. Él le presentó al abogado Sergio León, quien dirigía su equipo de trabajo.
“Me pidió una propuesta y analizamos sus temas en redes. Claro, él llegó aquí por el discurso anticorrupción, así que arrancamos con eso”, dice León. “Me sorprendió gratamente que además de las personas que yo le dije que necesitábamos, solo trajo a dos personas de su equipo para el contenido audiovisual. No llegó como muchos acá a pagar favores políticos en su región con los puestos de la unidad de trabajo”.
En abril empezaron a trabajar frente a un tablero: horas y horas de clase sobre el reglamento del Congreso, sobre qué hace cada comisión y sobre cómo pedir la palabra, entre otros temas. El 3 de agosto, dos semanas después de posesionarse, Jota Pe radicó su primer proyecto de ley: quitarles una prima a los congresistas para reducir su salario en 10 millones de pesos.
Y arrancó una nueva campaña, diferente a las anteriores, pero con la misma táctica. Empezó a invitar a sus colegas parlamentarios a que lo respaldaran con su coautoría.
En su primera ronda, logró apenas 30 apoyos. Entonces, se puso la meta de recolectar más de 100 a punta de provocar el escarnio público de los reticentes en sus redes sociales.
“En su momento, los colombianos van a saber quiénes apoyan la reducción de ingresos y quiénes no. El anuncio que hicimos (del proyecto) llegó a más de un millón 600 mil personas. Más de 55 mil personas lo compartieron en Facebook. Colombia está pendiente”, sentenció.
Luego, arrancó una gira por medios masivos de comunicación, en la que volvió a amenazar con el paredón. Julio Sánchez Cristo, director de la W, lo secundó activamente.
En la emisora, Jota Pe acusó a las senadoras del Pacto Histórico María José Pizarro, Clara López e Isabel Zuleta de no haber firmado. Las tres senadoras salieron a quejarse del “linchamiento mediático”. El mismo que Zuleta había emprendido contra otros, como el candidato Sergio Fajardo, cuando era ella quien movía la indignación contra los políticos.
“Muchos de los que han firmado lo han hecho por la presión mediática (...) porque aparezcamos o no aparezcamos en una lista”, dijo Zuleta. Trató de decir que la firma del proyecto no debía depender de la exposición mediática sino de estudiarlo realmente y que ella no lo había hecho aún.
Y es que la presión mediática ha sido grande. Cada vez que sumaba una adhesión, Jota Pe amenazaba con publicar la lista de los que no habían firmado aún, desatando la indignación de sus seguidores contra los que no han firmado.
Su proyecto de baja de salarios ha acaparado más atención mediática que la misma tributaria o cualquiera de las otras iniciativas de cambio drástico que está impulsando el gobierno Petro.
“Me sorprende que varios de los partidos a los que yo durante años les he dado palo son los que más me han apoyado. Y alguien de los alternativos se me acercó y me dijo ‘senador no siga con ese proyecto que no nos conviene’, dijo Jota Pe en una entrevista con Vicky Dávila.
Finalmente el pasado 18 de agosto, Jota Pe adicionó al proyecto de ley 125 apoyos.
Ya lo dijo en el pasado Antanas Mockus: a lo que más le tememos los colombianos es al ridículo. Y el novato senador sí sabe algo, es provocarlo.