Pero no es tan claro: Ossa rara vez expresa sus opiniones sobre temas sensibles, incluso con su círculo más cercano, y por lo menos dos amigos coinciden en que “en su vida ha habido una transformación profunda”.
“Él no es dogmático. Es un hombre de familia, buen conversador. En el año 2004 conocí a un Julio creyente y hoy en día trato con un Julio más agnóstico. Eso es muy simbólico”, dice Armin Sattler, que trabajó con él en la Corte cuando Ossa era abogado sustanciador en el despacho del magistrado conservador Marco Gerardo Monroy.
Maria Carolina Rojas, que trabajó con Ossa en la Corte y en Presidencia, cuenta que una vez se lo encontró leyendo “¿En qué creen los que no creen?”, un libro de Umberto Eco que cuenta el intercambio de cartas entre Eco y un Cardenal. Habla, entre otras cosas, de las restricciones que la Iglesia Católica les tiene a las mujeres, como el sacerdocio y el aborto. “Me sorprendió —dice— le pregunté por qué estaba leyendo eso sí él creía en Dios y solo se rio”, dijo.
A ella le parece que la anécdota ilustra lo abierto que está Ossa a hacerse preguntas, incluso en el tema religioso.
El recorrido en la Corte
A Ossa le gusta trabajar con otros y está dispuesto a escuchar opiniones distintas. “Conoce al dedillo la jurisprudencia y el derecho constitucional”, dice Sattler. Pero es sobre todo un académico serio que se ciñe a lo que dice la ley y lo argumenta todo con base en ella.
“Tenía buen criterio jurídico y buena lógica argumental, y sobre todo en mi despacho resolvía temas de constitucionalidad”, recuerda el exmagistrado Mauricio González.
Para la época en que Monroy ascendió a Ossa en 2005, era el magistrado auxiliar más joven de todos los despachos. “Julio era el que traía unas ideas más frescas al despacho”, cuenta Johanna Cortés, que era auxiliar judicial. “No las podría clasificar necesariamente liberales, pero sí traía argumentos nuevos como el de la cosa juzgada material que no estaba tan configurada en la jurisprudencia como en este momento”, agregó.
Ese argumento, novedoso dentro del despacho de Monroy, permite descartar o retomar discusiones con base en si la Corte ya se pronunció previamente sobre ella y si hay un cambio en las condiciones de la jurisprudencia y de la realidad que permitan retomar el debate.
Ese es precisamente uno de los principales argumentos que están en juego en el debate sobre la despenalización del aborto. La Corte Constitucional ya se pronunció sobre ese tema en 2006 y quienes están a favor de despenalizar deben demostrar que algo ha cambiado para que la Corte pueda revisarlo de nuevo.
Como los magistrados titulares les dan a sus auxiliares algunos temas grandes para trabajar, Ossa estuvo encargado de todo lo relacionado con cárceles y libertades individuales. Por ejemplo, fue clave en la ponencia con la que Monroy defendió que compañeras permanentes podían acceder a la pensión de sobrevivientes. Y, según nos dijo una persona que tiene cómo saberlo, como Monroy y Rodrigo Escobar se apoyaban en la Corte, Ossa ayudó a estructural la sentencia que habla de la igualdad de derechos para parejas del mismo sexo.
El paso por Presidencia
Ossa se alejó de la Corte y pasó a Presidencia en 2011, donde estuvo siete años.
Llegó ahí por su cercanía con Cristina Pardo. “Era su mano derecha”, recuerda Luis Guillermo Vélez, secretario General de Santos y del grupo cercano de amigos de Ossa en Presidencia.
Pardo y Ossa tenían una relación de mucha confianza. “Allá trabajamos hombro a hombro en una labor que es muy dura y complicada”, recuerda Pardo.
Tuvieron que enfrentar el desastre de Mocoa en 2017, donde Ossa tuvo un papel protagónico desde la Secretaría Jurídica. Juntos revisaron el mecanismo de Fast Track para impulsar el Acuerdo de Paz y el trabajo de Ossa fue especialmente importante en los temas relacionados con las minorías.
“Recuerdo que estuvo en la definición de la línea negra –que es la delimitación del territorio ancestral indígena– y el de la consulta previa. Es un abanderado de los derechos de los indígenas”, dice su colega Rojas.
Cuando a Pardo la ternaron como magistrada para la Corte Constitucional y quedó elegida en 2017, Santos le ofreció a Ossa ser su secretario Jurídico. Él declinó esa propuesta. Prefirió irse a la Contraloría donde tuvo un papel menos protagónico y duró poco más de un año. Desde entonces, Ossa es asesor de algunas entidades a nivel nacional.
Pero dedica un tiempo importante a cuidar a sus hijas (de uno y cuatro años) mientras su esposa trabaja fuera de la casa, y a dibujar. Es ilustrador de revistas como el Malpensante.
Varios de sus compañeros en la Corte lo recuerdan como un gran dibujante, además de un joven curioso por la literatura y la ciencia. Para hablar de sí mismo prefiere el dibujo o que otros hablen por él.
“Con frecuencia dibuja cosas que hablan mucho de él mismo. Son imágenes fantásticas”, dice Pablo Cárdenas, amigo suyo y con quien trabajó en la presidencia de Juan Manuel Santos.
Hasta ahora, Ossa ha logrado pasar desapercibido por la opinión pública. Pero una vez cante su voto en el fallo del aborto, su nombre será recordado.