Hay un concepto muy presente en la obra de Laura Castro: la apariencia. Desde la tesis de grado que presentó en la Universidad de Los Andes, en donde recogió objetos en desuso, en mal estado, para darles una nueva cara, “tapando” su pasado, su “vida” anterior, se propuso reflexionar sobre eso que siempre buscamos esconder. Como si unos retoques estéticos fueran suficientes para ocultar lo que no siempre se quiere mostrar.
Así fue como encontró unos tenis en la calle y los pintó de varios colores de tal manera que parecía un objeto decorativo ideal para cualquier casa. Tomó trozos de madera inservibles y creó una composición de tal manera que las esquinas aludían a esos marcos que se ven en las marqueterías. El espectador debía mirar con detenimiento para darse cuenta de que detrás de una apariencia llamativa se ocultaban objetos obsoletos, trajinados, no tan evidentes a la vista.