Durante cuatro años los vecinos del barrio La Independencia de Sincelejo removieron arena a punta de pala, cargaron piedras para nivelar el terreno, mezclaron concreto y lo esparcieron con palustres. El resultado fue una calle pavimentada de 275 metros desnivelada, con baches en los que se estanca el agua y trozos de piedra que se asoman a la superficie. Pero que antes de este esfuerzo comunitario era un barrial.

La construcción de la calle fue un camino lleno de entusiasmo, trabajo en equipo, promesas incumplidas de la alcaldía, retrasos, inexperiencia y políticos buscando votos. Y es un ejemplo interesante que podría multiplicarse por todo el país si el gobierno de Gustavo Petro convierte en realidad su anuncio de convertir a las Juntas de Acción Comunal (JAC) en contratistas de obras del Estado por unos dos billones de pesos durante su mandato. La idea del presidente es que tiendan desde redes de Internet hasta que construyan vías terciarias.

Un sueño de cuatro años

La Independencia es un barrio popular ubicado en el norte de Sincelejo. Es un barrio construido sobre la carretera que conduce al municipio turístico de Tolú, de casas pequeñas y coloridas. Algunas aún están a medio hacer, con fachadas de ladrillo. En la entrada al barrio, un grupo de mototaxis esperan a que les salga algún servicio. Muchos de sus habitantes viven del mototaxismo o del comercio informal.

La Independencia es un barrio pobre, y la mayoría de calles siguen siendo de arena. Pero hay unas que ya no. En noviembre de 2019, los vecinos de La Independencia se reunieron por primera vez en la iglesia del pueblo, para iniciar el proyecto de pavimentar la calle que cubre la primera manzana del barrio.

La idea nació después de que la empresa de servicios públicos enterró mangueras nuevas para llevar agua al barrio y como era invierno, la calle se volvió intransitable. “A raíz de eso fue que surgió la idea con la líder de la JAC para que entre toda la comunidad lograramos trabajar en la calle”, dice la vecina Diana Vergara, de 36 años.

La JAC de la Independencia existe desde 1996. Y como sucede en todo el país, hasta ese momento más que hacer obras, se había encargado de gestionar ante la alcaldía de Sincelejo para que los proyectos llegaran al barrio. Esta vez sería diferente.

La líder del barrio

Narly Johanna Correa Martínez es la presidenta de la JAC de la Independencia desde 2019 y fue la gestora del proyecto de la calle. Esta mujer de la etnia zenú de 41 años, con una sonrisa permanente y de hablar sin pausas, es oriunda del municipio cordobés Tuchín y la política ha sido fundamental para sacar a sus cinco hijos adelante.

En Colombia hay unas 70 mil JAC, y sus presidentes, elegidos por la comunidad, suelen tener padrinos políticos. Es una relación en la que el político ayuda a gestionar proyectos para el barrio o conseguir puestos de trabajo, y a cambio, el presidente de las JAC le pone votos de la comunidad en las elecciones. Narly no es la excepción.

En 2006, en su discurso de grado de psicología social, ella le agradeció a tres personas: el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez, el dirigente político local Pedro César Pestana y su padre, Alfonso Correa.

“Pedro César Pestana era mi papá putativo, lo adoraba con el alma”, dice Narly. Este poderoso político de Sucre y Córdoba, condenado por parapolítica en 2009 por asistir a reuniones del Bloque Norte de las AUC en las que se comprometió a trabajar por el proyecto paramilitar, fue quien le dio trabajo en un momento difícil de su vida.

Cuando Pestana falleció en 2019, Narly quedó sin padrino político. Y desde hace casi dos años milita en el grupo del exsenador Mario Fernández (primo de Verónica Alcocer) que llevó a su esposa Ana María Castañeda al Senado por Cambio Radical. “Soy fernandista de corazón”, dice Narly. Fernández fue clave en la etapa final del proyecto de su barrio.

Ante la solicitud de la calle, Narly Johanna Correa empezó a hacer las gestiones con el entonces alcalde electo, Andrés Gómez (partidos Cambio Radical, La U, Conservador y Centro Democrático), y consiguió que fuera a La Independencia el 19 de marzo del 2020.

“Conocimos las necesidades de los habitantes del barrio La Independencia, llegando a compromisos en mejora de la malla vial, verificación del funcionamiento del alumbrado público, caracterización de personas para títulos de propiedad y tratamiento de aguas residuales”, escribió Gómez en sus redes sociales tras la reunión. 

La presidenta de JAC Narly Correa (de amarillo) y su vecina Rosario Pérez.

“El alcalde nos dice que nos va a colaborar, que cuando tengan todo empedrado, él va mandar todo el cemento”, dice Narly, quien ya con la promesa del alcalde, creó un fondo común para contratar un maestro de obra, excavar y empedrar la calle.

“Se mete la pandemia en el mes de marzo, y seguimos trabajando. Con un grupo de cuatro personas me encargo de hacer pasteles, y se los llevábamos a la casa de la gente. Hacíamos postre, rifas. Logramos reunir cinco millones 800 mil pesos”, dice Narly. “Para los pasteles todo el mundo colaboraba: a fulanito le tocan dos libras de arroz, al otro le toca la verdura, el otro consigue un caldero. La señora Gladys hacía los pasteles. La venta era interna en el barrio”.

Cada persona tenía que excavar el pedazo frente a su casa o pagar la mano de obra, que estaba en 8 mil pesos el metro. Al final de la jornada, los vecinos cogían la arena, la metían en baldes y la llevaban a una zanja cerca al barrio. A veces, como autorecompensa, hacían sancochos durante esas largas jornadas de trabajo comunitario.

“Yo calculo que en mi casa nos gastamos 200 mil pesos, entre pasteles, rifas y pago a trabajadores”, dice la vecina Diana Vergara. “Yo puse como 350 mil pesos”, dice Elías Flórez, otro vecino.

Durante los cuatro años que duró la obra, la calle se volvió el eje de la comunidad.

“El señor de la tienda nos colaboraba con los precios. Por ejemplo, nos daba el pollo al precio que él lo compraba”, dice Narly Correa.

La contratación de la mano de obra también fue entre los mismos vecinos, con lo cual la calle se convirtió para algunos jóvenes en una fuente –pequeña– de ingresos. “Yo contrataba un muchacho de aquí del barrio, el hijo de la vecina. Le pagaba 20 mil”, dice Rosario Pérez.

El alcalde de Sincelejo, Andrés Gómez, que gestionó aportes privados para la pavimentación de la calle, destaca del proceso “la unión de la comunidad y el trabajo en equipo que genera sentido de pertenencia por las cosas”.

Pero tampoco faltaron los conflictos entre vecinos porque unos trabajaban más que otros o por los retrasos de la obra. Cuando la obra tenía problemas, el centro de cuestionamientos era la presidenta de la JAC.

“Hubo discusiones muy fuertes. Decían que Johanna tenía la culpa de que se murió el uno (por covid), que el otro no había dado plata. Esa muchacha por querer hacer el bien también se echó problemas encima, hasta la hicieron llorar”, dice un vecino.

Y es que la construcción de la calle fue todo un desafío para la comunidad.

Una calle deficiente

“Esto se hizo como para salir del paso”, dice Elías Flórez, de 54 años. Él vive en el barrio La Independencia desde hace dos décadas y su calle fue la última que se pavimentó.

La obra tuvo dos problemas. Uno, los retrasos. Y dos, la falta de conocimientos técnicos para la ejecución pues la calle tiene deficiencias evidentes.

Los retrasos, según los vecinos y los integrantes de la JAC, fueron ocasionados por los incumplimientos del alcalde de turno. La presidenta de la JAC Correa dice que los materiales que les prometió el alcalde Gómez se entregaron con retraso y lo que entregó el mandatario no alcanzó para pavimentar ni la mitad de la calle. “Por razones ajenas a nuestra voluntad, él decidió no seguir ayudándonos”, dice Narly.

Después de la excavación la obra se paralizó, por lo que ante las lluvias la calle se inundaba.

El 17 de diciembre del 2021, Narly le escribió al alcalde: “Ya llegó Navidad, y nada que usted nos termina la calle. En verdad que ya lo que falta es el concreto”.

Según el chat que ella le mostró a La Silla, Gómez le respondió: “Cómo vas a decirme eso a mí. Lleva el barrio más de 20 años sin ese pavimento y yo llevo solo dos años en la administración y la culpa es mía”.

El alcalde Gómez le dijo a La Silla que la pandemia se agudizó y que eso complicó las gestiones. Además dijo que al proyecto inicial, se sumaron calles nuevas, que no estaban contempladas en el acuerdo inicial

Ante ese incumplimiento, la presidente de la JAC, Narly Correa, acudió al exsenador y ahora padrino político Mario Fernández. Ella lo acompañó a La Independencia a que hiciera campaña para su esposa en las pasadas elecciones a Congreso. Según dos vecinos, días antes de las elecciones Fernández envió las bolsas de cemento que faltaban para pavimentar la calle. 

De espaldas la presidenta de la JAC Narly Correa y sentado el exsenador Mario Fernández (azul)

Narly dice que el cemento llegó después de las elecciones y que no había ningún acuerdo para que a cambio del material votaran por la esposa de Fernández, Castañeda. “Eso ya está de parte de cada quién”, dice Narly.

Pero la versión de otros vecinos es distinta.

La vecina Rosario Pérez, ama de casa de 61 años, dice: “Él (Fernández) lo colocó primero, trajo arena, triturado y cemento. Hasta que no viéramos eso, no (votábamos). Eso lo mandó él una semana antes de las elecciones, porque nosotros se lo dijimos a (Narly) Johanna: nos da mucha pena, pero si no tenemos los materiales acá…Porque ellos (los políticos) a veces no cumplen, uno también está reacio”.

“Yo le puse cinco votos”, dice la vecina Rosario.

Con el cemento que envió Fernández finalmente pudieron terminar la calle. Pero contratiempos como esos hicieron que una obra que podría tardar solo semanas, en La Independencia demoró casi cuatro años. Es un problema que no tendrían las JAC si eventualmente son contratadas por el Estado, pues este les giraría el dinero y no tendrían que depender de que el alcalde o un político les hiciera “el favor”.

Pero el problema central de la obra fue la falta de experiencia y de conocimientos técnicos para su ejecución. “Ese maestro de obra no te lo recomiendo más nunca”, resume el vecino Elías Flórez.

El maestro de obra era un amigo del pueblo de Narly, que ya le había construido su casa. Pero que no hizo un verdadero estudio de suelo que permitiera que la calle estuviera totalmente alineada. Además, la gran mayoría del concreto de la obra se hizo con un “trompo”, que es una mezclador artesanal que necesita mucha precisión humana para que el concreto sea de calidad. En el caso de la calle de La Independencia hubo todo menos precisión.

Calle actual

El resultado de esa falta de capacidad técnica es una calle poco estética. Caminar descalzo significa exponerse a golpearse los dedos o partirse la uña por los sobresaltos y huecos.

Por eso en La Independencia, la obra dejó un sabor agridulce. El dulce de que ya no pisan barro y que con el trabajo de la comunidad sacaron adelante el proyecto. El agrio de que la obra tiene deficiencias. “Gracias a Dios que al menos quedó así, no era lo que se esperaba, pero quedó así”, reflexiona Rosario.

El alcalde Gómez dice que para que a futuro una junta de acción comunal como la de La Independencia sea contratista del Estado les falta cumplir con varios requisitos. “Les faltaría capacidad técnica administrativa, jurídica, financiera y ambiental”, dice el alcalde Gómez.

Para las próximas elecciones, Rosario, una vecina de Narly, de piel morena y cabello blanco, dice que volverá a votar por el político que le traiga algún beneficio al barrio, y que el acuerdo para votar con la candidata de Fernández en las pasadas elecciones era circunstancial por la pavimentación de la calle.

“Habrá que ver opciones. Pa’ allá abajo me gustaría que esa pobre gente tuviera su alcantarillado, y si es de votar por ese propósito, yo voto. Hay mucho dengue”, dice Rosario.

Con los recursos que llegarían a las JAC, el gobierno de Petro tendría posibilidades de que lleguen obras comunitarias a los barrios y eventualmente arrebatarles esas clientelas a los políticos y volverlas suyas.

“Ojalá viniera el propio presidente para explicarle, sentado en una silla, qué es lo que los pobres necesitamos”, dice Rosario.

Soy el periodista que cubre las movidas de poder en el Caribe en La Silla Vacía. Estudié Comunicación Social y Periodismo en la Universidad del Norte. Gané el premio Simón Bolívar a la mejor noticia del 2023 y el premio de periodismo de Economía Creativa de la Deutsche Welle en 2017. También...