Esta historia hace parte de la Sala de redacción ciudadana, un espacio en el que personas de La Silla Llena y los periodistas de La Silla Vacía trabajamos juntos.
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Durante la pandemia la ciencia en Colombia vivió una paradoja. Mientras que por primera vez ocupó el primer plano de la conversación y su importancia se volvió evidente para todos, la inversión en ella bajó y los centros de investigación y las universidades —los grandes productores de ciencia por naturaleza— perdieron protagonismo en la producción científica.
Así lo muestran las cifras proporcionadas por el Observatorio de Ciencia y Tecnología (OCyT), que realiza una medición anual de dos indicadores principales: la inversión en actividades de ciencia, tecnología e innovación (Acti), y la inversión en investigación y desarrollo (I+D).
I+D es el indicador por excelencia a nivel internacional, y mide directamente la inversión para producir nuevo conocimiento. El indicador de Acti surgió desde Latinoamérica y es más utilizado por países en desarrollo. Incluye I+D, además de formación científica y tecnológica, servicios científicos y tecnológicos, actividades de administración de recursos, e innovación.
Esta última se concentra especialmente en las empresas, que invierten en innovación para tener ventajas competitivas en el mercado.
El sector privado financia el 61,1 por ciento de la inversión en I+D y el 55,8 por ciento para Acti. Esta proporción cambió poco durante la pandemia.
La I+D cada vez se lleva una tajada más pequeña de los recursos, porque la inversión de los privados se enfoca más en innovación que en producción de ciencia. En 2020, la inversión destinada a innovación aumentó casi 7 por ciento, mientras que la destinada a I+D cayó 2,4 por ciento.
La inversión en actividades de formación en ciencia y tecnología viene bajando. Silvia Restrepo, de la Universidad de los Andes, señala la escasez de becas para doctorados como una de las causas. La pandemia golpeó aún más esta cifra, pues hizo que muchos estudiantes de alto nivel suspendieran sus estudios o sus proyectos.
Las empresas fueron las entidades que más aumentaron su participación en la financiación y ejecución de recursos para la ciencia en 2020, porque debieron invertir en innovación para sobrellevar la crisis.
Las universidades y centros de investigación invirtieron menos en ciencia durante 2020 por la disrupción que trajo la pandemia, porque bajaron sus ingresos y porque usaron presupuestos asignados a la investigación para cubrir otros gastos. Además, gran parte de la investigación estuvo suspendida por la imposibilidad de acceder a los laboratorios y hacer trabajo de campo.
Los hospitales y las clínicas invirtieron y ejecutaron una mayor proporción de recursos de I+D que en 2019. Aunque gran parte de la investigación se puso en pausa los primeros meses de la pandemia, hubo un aumento en los proyectos de investigación que se presentaron en todo el 2020. El Hospital San Ignacio, por ejemplo, presentó 40 proyectos más que en 2019. También surgieron varios proyectos colaborativos entre diferentes hospitales. Esto a pesar de que tuvo menos apoyo de recursos públicos: en 2019 los recursos provenientes de MinCiencias representaban el 11,2 por ciento de lo que se invertía en ciencia y tecnología en el hospital. Para 2020, fueron apenas el 3,96 por ciento de esa inversión.
La inversión en ciencia está concentrada en las grandes ciudades, donde están concentradas las universidades y la inversión del sector privado.