La última reunión de Duque con parte de su bancada fue en diciembre de 2019. Con la totalidad de congresistas se reunió en febrero de 2019 (en la foto) para aprobar el Plan de Desarrollo. Foto: Presidencia.

La conexión entre el partido y el mandatario estará a prueba este año.

El recambio de gabinete que permitió que La U, Cambio Radical y los congresistas conservadores tuvieran ministros cercanos, le puede dar al presidente Iván Duque más apoyos en el Congreso, pero también desnudar la distancia que tiene buena parte de la bancada de su propio partido, el Centro Democrático, con él.

 

En el uribismo era claro que Duque tenía que hacer los cambios, e incluso uribistas más alejados al mandatario y medios de nicho como Los Irreverentes venían ambientando la necesidad de ellos, con la narrativa de que no son mermelada sino representación política

Pero igual queda el reto político de que no se tensionen más las relaciones entre el Presidente y su partido, que venían de capa caída con los uribistas más radicales, los políticos tradicionales que entraron recientemente al Centro Democrático y algunas bases en las regiones, que coinciden en que sienten una ‘desconexión’ con el mandatario, ya sea por falta de cuotas, porque no les tira línea o porque no tienen comunicación con él.

Esa relación, a dos años largos de acabar el mandato que es la encarnación del proyecto político uribista en el poder, es clave para marcar el legado de Duque y para que el uribismo tenga argumentos para mostrar que sigue siendo una opción de poder después de él.

Para eso, es clave que Duque y su partido mantengan comunicación, algo que, de acuerdo con catorce fuentes, entre funcionarios de gobierno, congresistas uribistas, personas cercanas al mandatario y a Álvaro Uribe, y militantes del partido, funciona por dos vías.

(Ninguna de ellas es la directora del partido, Nubia Stella Martínez, cuya relación con Duque es “nula”, según una fuente conocedora).

La vía clave: Uribe

El primer camino es a través de Uribe quien, según tres dirigentes uribistas, un funcionario de Palacio que comparte agenda diaria con Duque y un empresario cercano a ambos, tiene una comunicación directa con el mandatario y con su jefe de gabinete, María Paula Correa, su mano derecha en Palacio.

Con esa función práctica, que Uribe mantenga esa relación con Duque es el cemento clave para mantener unidos a todos los uribistas alrededor del Presidente, así haya molestias.

Además de eso, Uribe sirve de puente para que Ministros o directores de departamentos accedan a recibir a congresistas y militantes uribistas.

“A los que nos conoce nos ayuda con eso, para gestionar proyectos”, nos dijo sobre Uribe un militante que trabajó en la campaña de Duque y entró a la política por petición del expresidente.

La capacidad de Uribe de lograr esos contactos se debe a la obviedad de que Duque es su pupilo político, pero no a que el expresidente le de órdenes para que ayude a los congresistas. “Se emberraca siquiera que usen su nombre para buscar puestos”, nos dijo el representante Juan Manuel Daza.

Hacer la conexión entre los uribistas y los funcionarios de Duque es clave porque varios congresistas cuentan que no ha sido fácil, especialmente con más técnicos como Transporte, TIC y Hacienda. 

“No sé por qué pero al principio no me recibían, tal vez porque era nuevo. Hace ocho meses las cosas comenzaron a fluir”, nos dijo el senador Gabriel Velasco. 

Otro, que pidió reservar su nombre, cuenta que que para la tributaria tuvo más comunicación con gremios como la SAC o Fedegán, que con el Gobierno. 

Contó que un dirigente gremial lo llamó para pedirle que no presentara algunas propuestas en ese trámite porque “había hablado con el Presidente y él les había garantizado que no habría ciertos cambios”, cuando nadie en el Gobierno lo había contactado ni siquiera para hablar del tema.

La segunda vía: los uribistas del Gobierno

La segunda conexión entre Duque y su partido son uribistas cercanos a él.

Unos son los obvios, los uribistas que tiene en el Gobierno. Especialmente los ministros Alicia Arango (cuya movida de Trabajo a Interior ha sido un bálsamo que ha evitado que las tensiones crezcan con estos cambios) y Carlos Holmes Trujillo, y María Paula Correa, quien maneja los hilos de poder en Palacio

Todos ellos son cercanos a Uribe (Correa, según un alto funcionario, es quien transmite las ideas de Uribe a Duque, si las requiere), uribistas de vieja data y tienen buenas relaciones con muchos otros uribistas, por lo que juegan un papel clave.

Otros que sirven de puente son algunos congresistas cercanos a Duque. 

Los más visibles de ellos lo acompañaron desde que era precandidato presidencial o fueron aliados fuertes ya como candidato: los senadores Ernesto Macías, Ciro Ramírez, Ruby Chagüi y María del Rosario Guerra, y los representantes Eduard Rodríguez y Juan Manuel Daza. 

Ellos son los que más defienden al Presidente dentro del uribismo, van a Palacio constantemente y tiran línea a sus compañeros y a medios sobre decisiones políticas.

También han sido beneficiados con cargos. 

Por ejemplo, Macías tiene a una de sus aliadas en la dirección de Prosperidad Social en su natal Huila; la senadora Guerra tiene cercanía con el director del Dane, Juan Oviedo y hace dos semanas una de sus hermanas llegó de asesora al ministerio de Defensa; y Ramírez es cercano a la polémica directora de la Agencia para el Desarrollo Rural, Claudia Ortiz.

También salen en defensa del Presidente en polémicas públicas, como cuando el representante uribista Gabriel Santos criticó que Duque pueda hacer una nueva repartición burocrática con lógica clientelista.

Ahí Ramírez, Guerra y Macías estuvieron entre los más visibles defensores del mandatario. 

Dos dirigentes uribistas que no están en esa ‘rosca’ ven en ella favoritismos que los perjudican. “No representan una visión uribista amplia”, nos dijo uno; “Ese curubito están felices con Duque, pero se pierde el impulso de representación política en regiones”, nos dijo el militante uribista.

Los cercanos a Duque niegan que haya ese favoritismo.

“Como en todo lado hay gente más cercana que otra, pero el Presidente siempre está pendiente de su bancada, lo llamas y te pasa”, nos dijo el representante Enrique Cabrales; “Es normal que el Presidente tenga amigos que hizo durante su tiempo en el Congreso”, nos dijo Daza.

Dos funcionarios que solicitaron no ser mencionados porque ni son voceros ni hablan a nombre del Presidente, dicen que Duque tiene comunicación fluida con muchos congresistas uribistas pero tiene amistades de vieja data porque compartieron curules en el Senado o fueron de los primeros que se montaron a su candidatura, como la de Macías, con quien “es particularmente cercano y hablan mucho”, como nos dijo un dirigente.

Haya o no favoritismo, las quejas por él demuestran una tensión que ahora tendrá un motivo más.

El riesgo de que crezca la molestia

Con los nuevos ministros varios sectores conservadores, de Cambio y de La U esperan recibir puestos en regiones, algo que choca con el interés de los uribistas que funcionan como políticos tradicionales para lograr lo mismo.

“Uno entiende que hay que tener hojas de vida en los Ministerios de todos los partidos, solo pedimos que no se sacrifique al Centro Democrático en esto”, nos dijo un Senador que antes de integrar la lista uribista militó en partidos lejanos al Centro Democrático y que solo habló bajo reserva de su nombre para no entrar en choques con Duque.

“Hay una presión de dirigentes regionales por parte de quienes hicieron participación en la campaña y como la burocracia regional es de los anteriores gobiernos hay una presión natural sobre los senadores”, nos dijo un exdirigente uribista que conoce la movida.

“Los votantes saben quién eres tú en Arauca, en Popayán, en la Colombia profunda. Pero el gobierno desvalorizó a los nuevos liderazgos y tenemos que responder a los votantes así hayamos perdido, pero nosotros no estamos cortando las cintas”, nos dijo el militante uribista.

En Palacio la visión es que esa lógica no funciona con Duque. Por ejemplo, un funcionario dice haber visto al Presidente negarse a dar puestos a congresistas de su Partido, cuando sus candidatos no cumplen condiciones técnicas. “Les ha dicho que cómo va a gobernar si hace lo que dijo en campaña que no haría (dando puestos a cambio de votos en el Congreso)”, explica.

Así que si bien hay un tire y afloje entre un uribismo más tradicional que no acompañó a Duque en campaña, sus aliados y la sombra de la burocracia, con el nuevo panorama de reacomodo de puestos más amplio, las relaciones no se romperán, pero sí pueden mostrar el cambio de rumbo que comienza a tomar el uribismo.

No hay ruptura, pero sí transformación

Ninguna de las fuentes consultadas indicó que las molestias de ese grupo sean tan fuertes como para poner en duda el apoyo del partido a Duque, quien ha mostrado ser leal al partido (prueba de eso es que a Nancy Patricia Gutiérrez no la sacó del gabinete, sino la movió a la consejería de derechos humanos).

Además, a fin de cuentas Duque sigue siendo “el de Uribe” y es la encarnación de su proyecto de recuperar el poder.

“Somos partido de gobierno, apoyamos al presidente Duque independientemente de cualquier cosa, debate o puesto”, nos dijo la senadora Chagüi. 

De hecho, coinciden en la necesidad de construir alianzas más allá del espectro ideológico de la derecha, en la que armaron la victoriosa coalición de derecha en 2018 y que se refleja en nombramientos de políticos cristianos o personas de origen conservador en el Gobierno.

Esa apertura, que en lo local quedó clara con la decisión de no declararse en oposición en concejos y asambleas frente a políticos de la vieja Unidad Nacional santista, se refleja en los congresistas.

Con la llegada de La U y Cambio al Gobierno, el uribismo puede parecerse más a la suma de fuerzas que apoyaron a Uribe en la Presidencia, que al partido opositor y antipolítico que nació entre 2013 y 2014.

Eso podría sumarle a Duque gobernabilidad en el Congreso y escuderos que defiendan sus logros cuando vuelven a ambientarse ruidos de paros y movilizaciones para las próximas semanas, pero también reforzar la marca del Centro Democrático como un partido tradicional más, justo cuando alcaldes lejanos a ellos fueron los grandes ganadores de las elecciones del año pasado.

Todo eso cuando los políticos empiezan a trazar el rumbo hacia 2022, y Duque tiene dos años y medio para definir su legado.

Soy la editora de la sección En Vivo, coordinadora de podcast de La Silla Vacía y dirijo los Huevos Revueltos con Política. Soy periodista de la Santo Tomás y tengo una maestría en ciencias políticas y relaciones internacionales de la Universidad del Rosario. Fui reportera política en El Nuevo...