La Cumbre de Cartagena: fracaso político y éxito empresarial

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La Cumbre de los jefes de Estado de la OEA fue el plato fuerte de los encuentros latinoamericanos que se dieron en Cartagena el fin de semana pasado. Pero no fue el único, ni el más exitoso.

 Fotos: cortesía www.presidencia.gov.co

 

 

Mientras la cumbre de los jefes de Estado en Cartagena había creado grandes expectativas por la posibilidad de discutir la política frente a las drogas o la posibilidad de que Cuba regresara a la OEA, la cumbre empresarial paralela pasó más bien desapercibida. Y, al contrario de la política, fue un éxito.

 

 

Los fracasos políticos

El gran pulso en la reunión de jefes de Estado de la OEA era el proceso de redefinición política del continente así como la pregunta sobre la utilidad de la organización. Con el surgimiento de los gobiernos de izquierda y de organizaciones como Unasur o el ALBA, la pertinencia de la OEA, en la que históricamente la presencia de Estados Unidos ha sido preponderante, ha sido puesta en duda. Y sus limitaciones para servir de foro político quedaron patentes con la imposibilidad de que los presidentes lograran suscribir una declaración final conjunta, a pesar de que ésta estaba agendada en la Cumbre.

Salvo los momentos en los que estuvieron junto con los gobernantes, como éste, los encuentros empresariales tuvieron un perfil más bajo pero con mejores resultados.
"La partida, antes de lo programado, de la presidenta argentina Cristina Fernández fue un duro golpe para la cumbre presidencial.

“No hay declaración porque no hay consenso” dijo Juan Manuel Santos. El Presidente intentó ponerle un spin a este punto y se refirió a la importancia del debate franco que hubo. “En esta oportunidad –y eso es algo muy importante que quiero resaltar– demostramos –y yo creo que es la primera vez– que en esta Cumbre no hay temas vedados”.

Para el analista Moisés Naim, esa muestra de disenso no es tanto un fracaso como una demostración de la pérdida de poder de Estados Unidos: “Ninguno de los presidentes en esta Cumbre, ni siquiera Barack Obama, concentra tanto poder como los tres líderes reunidos en Yalta,” escribió, en contraste con el encuentro en el que Roosevelt, Churchill y Stalin definieron el mundo de la posguerra, en 1945.

En todo caso, dos de los temas que estaban sobre la mesa no llegaron a acuerdos por las posiciones de Estados Unidos y de Canadá. Según el canciller chileno Alfredo Moreno, los dos países se opusieron a una declaración de apoyo a Argentina sobre las Malvinas y a la posibilidad de abrir la puerta al regreso de Cuba a la OEA.

El silencio sobre las Malvinas y Cuba muestra que aunque los Estados Unidos ya no pueda imponer su punto de vista, sigue teniendo el poder suficiente para bloquear discusiones. Éste, sumado a la temprana partida de la presidenta argentina Cristina Fernández (que al parecer se debió a su molestia por la falta de apoyo a su país en el tema de las Malvinas), es uno de los grandes fracasos de la cumbre política.

Pero no es el único. El otro fracaso fueron las ausencias. Además de la del presidente ecuatoriano Rafael Correa, quien desde hace varias semanas anunció que no vendría e intentó que los países del ALBA boicotearan la reunión para presionar el reingreso de Cuba, tampoco vino Daniel Ortega, presidente nicaragüense y aliado de Correa. Ni Hugo Chávez, la cabeza visible del ALBA, quien anunció que iba a venir pero finalmente no lo hizo, aparentemente por causas médicas. Y Evo Morales, el otro reconocido miembro del ALBA, estuvo, jugó fútbol, pero se fue temprano.

Estas ausencias le quitaron algo de brillo a la Cumbre, pero un revés más claro del presidente Santos fue la cancelación, a última hora, de su encuentro bilateral con Dilma Rousseff. Oficialmente la reunión con la presidente brasileña se canceló por “razones de agenda”, un pretexto que no parece tener mucho sentido pues el encuentro ya estaba programado y Rousseff, en lugar de reunirse con Santos, se fue a almorzar al restaurante La Vitrola.

Y la última desilusión de la Cumbre fue que ni siquiera se logró acordar un mecanismo para discutir el futuro de la política de Estados Unidos frente a las drogas, la expectativa más realista que se había discutido en los días anteriores a la Cumbre.

Que la reunión de jefes de Estado de la OEA se haya convertido en un espacio de discusión puede ser visto como una victoria, como dice Santos. Que cinco presidentes hayan hablado de la posibilidad de modificar la política antidrogas quiere decir que el tema queda sobre el tapete, y eso es un gran avance. Pero la frustración de las expectativas por lograr avances en asuntos claves, las ausencias y el desaire de Rousseff, la presidenta del país latinoamericano más poderoso, dejan un sabor (por lo menos) agridulce. (Aunque hay visiones menos pesimistas como la de Jorge Humberto Botero, bloguer de La Silla Vacía. Ver su excelente análisis aquí).

Los éxitos empresariales

En cambio, para quienes la Cumbre sí fue un éxito fue para los empresarios. Con cartas de presentación como el TLC con Estados Unidos, los datos de crecimiento económico y de inflación y las crecientes cifras de inversión extranjera, Proexport, la ANDI y el Banco Interamericano de Desarrollo prepararon una verdadera rueda de negocios cuyos resultados en la práctica se sentirán en el mediano plazo.

Entre el viernes y el sábado se reunieron más de 600 empresarios, 500 de ellos extranjeros. Entre los presentes estaban los más grandes empresarios y presidentes de empresas de Hispanoamérica.

Por ejemplo, estaba Diego Hernández, el presidente de la chilena Codelco, que es la más grande productora de cobre del mundo; el multimillonario venezolano Gustavo Cisneros; Marcelo Odebrecht, presidente de la constructora brasilera Odebrecht Enghenaria, una de las firmas de ingeniería más grandes del continente; Emilio Azcárraga, el presidente de la mexicana Televisa; e Indira Nooyi, la presidente de Pepsico, empresa de bebidas como Pepsi y de pasabocas como Doritos.

Además de cinco páneles sobre temas macro (como desarrollo social y sector privado, o infraestructura inteligente para el desarrollo sostenible), y de una foto con los presidentes Rousseff, Obama y Santos, buena parte del éxito se cocinó en los corredores del Hotel Hilton y en los tiempos de descanso.

“Los empresarios conversan, intercambian información, piensan en proyectos conjuntos, conocen a sus competidores, conocen la reglas del juego de otro país, se animan a tomar decisiones para nuevos negocios. Este el principal aporte al crecimiento económico de un ejercicio como este foro empresarial” dijo Luis Carlos Villegas, presidente de la ANDI y uno de los promotores del encuentro.

Ese networking es tan importante que el almuerzo del primer día de la Cumbre se llamaba oficialmente "Almuerzo de Networking". Además, por las medidas de seguridad alrededor de Obama, los empresarios terminaron enclaustrados en el Hilton. Y eso tuvo el efecto de obligar a los empresarios –que estaban más o menos sitiados– a pasar más tiempo juntos y a crear una relación personal que podrán capitalizar en el futuro.

Según pudo conocer La Silla Vacía, todos los grupos de empresarios estaban contentos. Para los colombianos fue una oportunidad única de conocer a pesos pesados de los negocios, con los que de otra manera difícilmente habrían podido codearse, intercambiar tarjetas y crear una relación que luego podría convertirse en más negocios.

Para los extranjeros que ya invirtieron en Colombia, la cumbre era una ocasión para reafirmar la buena decisión que tomaron en el pasado e incluso para pensar en que vale la pena invertir más.

Por ejemplo, el presidente mundial de la cadena hotelera Marriot, Arne Sorenson, anunció que van a abrir hoteles en Medellín, Cali y Cartagena, y el de Cartagena ya está en construcción desde hace varios meses; el presidente de Falabella, Juan Cuneo, habló de la apertura de nuevos almacenes, los cuales ya estaban proyectados; y el presidente de Femsa, la empresa mexicana que embotella los productos Coca-Cola en Colombia y que es propietaria de las tiendas Oxxo, afirmó que seguirá ampliando esta red de tiendas y que construirá una nueva planta.

El otro grupo era el de los extranjeros que no han hecho negocios en Colombia pero que, de oír a los que ya lo hicieron, se mostraron entusiasmados en buscar cómo participar de la fiesta. Éste fue el caso de la chilena Codelco, que anunció su interés en entrar en el negocio de la extracción de cobre en Colombia.

En total, cuatro ministros colombianos (de Agricultura, Comercio, Transporte y TIC) tuvieron 85 citas con empresarios claves de sus respectivos sectores, además de las decenas de encuentros que se dieron entre empresarios. Según la ANDI, en total hubo más de mil reuniones entre empresarios.

Al final, la sensación que quedó es que hay que hacer negocios en Colombia, que era precisamente la meta de los organizadores. Y se inauguró un modelo de cumbres donde coinciden empresarios y gobernantes, como el Foro Mundial de Davos, que son nuevas en el contienente, según explica el director de Portafolio Ricardo Ávila. 

Otro éxito específico fue el acercamiento con Chile, que no se limitó a la conocida amistad entre Santos y el presidente Piñera (quienes el viernes, por cierto, comieron juntos con el presidente mexicano Felipe Calderón), sino en una reunión bilateral de empresarios y gobiernos de los dos países.

Además, incluso lo que quizás fue uno de los principales logros políticos tiene que ver con aspectos empresariales: Colombia y Venezuela firmaron los anexos del Acuerdo de Alcance Parcial que permite exportaciones sin aranceles entre los dos países y que aclarara puntos fundamentales para acelerar el comercio en temas como normas sanitarias y fitosanitarias. Después de la fuerte caída en el comercio binacional durante la crisis entre Chávez y Uribe, los negocios se van recuperando: en enero de este año las exportaciones colombianas a Venezuela crecieron un 77,6 por ciento.

Así, mientras los políticos no lograron fortalecer sus vínculos, los de los empresarios prometen una conclusión opuesta.

La cumbre empresarial en Cartagena