La campaña presidencial de Enrique Peñalosa se parece mucho a las primeras que hizo el exalcalde en Bogotá en los 90 y no tanto a la última hace tres años cuando perdió con Gustavo Petro. Peñalosa quiere llegar a la Casa de Nariño haciendo una campaña “de calle”. 

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Muchas correrías de Peñalosa son en cicla y a pie, su campaña no convoca a manifestaciones políticas. 

En la campaña de Enrique Peñalosa no hay ningún ‘gurú’ distinto a él. No hay un JJ Rendón con un Peter Brodnitz (los asesores de Santos), o un Germán Medina y un Duda Mendonça (los de Óscar Iván Zuluaga), tampoco un Alberto Cienfuegos respaldado por Marcus Vinicius (que han estado detrás de la campaña de Clara López).

“No tenemos un solo asesor internacional, ni tampoco uno nacional,” le dijo Peñalosa a La Silla.

La estrategia de campaña del candidato presidencial de la Alianza Verde refleja la manera como él mismo cree se debe hacer política: en bicicleta, en los semáforos, volanteando, caminando, conversando, sin acuerdos con los partidos, sin perseguir a los políticos, sin discursos en plaza pública. Y sin símbolos, a diferencia de Mockus hace cuatro años. Sí el caracter artesanal de la campaña.

“Es una campaña como la que hizo en los 90 (cuando ganó la Alcaldía de Bogotá como un candidato de a pie), pero para unas presidenciales,” concluye un congresista de la Alianza Verde cercano a Peñalosa.

La coordinadora programática de la campaña, Claudia López, piensa algo similar. “Yo veo a Enrique reconciliado con él mismo. Hablando con la gente, repartiendo sus propuestas en la calles, en los buses, en las plazas, en los parques,” dice.

El senador Jorge Londoño ha sido uno de los más fieles escuderos de la candidatura de Peñalosa. 
Carlos Andrés Amaya dice que la campaña no le está apostando a las bases, concejales y diputados del partido. 
 
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La campaña de Peñalosa está lejos de ser un reencauche de la Ola Verde de Mockus. 

Así como no hay gurú estratégico, tampoco hay nadie encargado de llamar sistemáticamente a los concejales y diputados verdes para organizarlos alrededor de Peñalosa. El candidato los busca cuando va a las regiones, pero hasta ahí.

“Hay dos figuras que le causan pánico a Enrique y que nunca las ha tenido. El asesor estratégico que cobra una millonada para decirle al candidato cómo hablar y qué cochinadas decir de los otros candidatos. Y el político, que se encarga de hablar con los políticos,” explica Claudia López. (Peñalosa, sin embargo, sí se asesoró de JJ Rendón en su pasada campaña a la Alcaldía de Bogotá en 2011, cuando se alió con el Partido de la U, que tenía contratado al asesor estratégico venezolano).

“No se hacen giras con los congresistas. No se va a las bases del partido, los que se quieren vincular se vinculan, pero no estamos llamando a los elegidos, ni a los diputados, ni a los concejales. El foco es más con los ciudadanos de a pie” le dijo a La Silla el gerente de juventudes y movilización ciudadana de la campaña, Carlos Andrés Amaya (representante a la Cámara por Boyacá).

La directriz en las giras es planear paseos en cicla y volanteos sin organizar grandes concentraciones. “Enrique no quiere discursos ‘veintejulieros,’” dice el senador verde Jorge Londoño.

“Nosotros no queremos reuniones de discurso donde la gente llega en buses. Es distinto cuando uno está en la calle, oyendo los problemas que tiene la gente. Que lo vean a uno a la cara,” le explicó Peñalosa a La Silla.

La fórmula vicepresidencial de Peñalosa, Isabel Segovia, dijo que la idea es “caminar, hablar con la gente, oír sus problemas, tener un contacto directo, en reuniones pequeñas donde de verdad puedan interactuar con nosotros…y no concentraciones en plazas donde se lleva a la gente en buses y se reparten sándwiches para ir a decir cualquier bobada”.

La campaña de la Ola Verde tampoco es el modelo. Las marchas de girasoles, los lápices, las arengas famosas de la Ola Verde, no caben en esta campaña.

“Mockus era más místico. Peñalosa es más dinámico, más accesible. La gente se acercaba a Mockus para tocarlo, para ver por qué era tan raro. A Peñalosa es más fácil hablarle,” dice Carlos Amaya. Según Amaya, la campaña del candidato verde, aunque se mueve menos en las redes y entre los estudiantes y los académicos, se siente más en el terreno y reúne a más empresarios y a emprendedores que la de Mockus (aunque en las encuestas a estas alturas Mockus iba 27 puntos por encima de Peñalosa hoy con 11, comparando la Ipsos de finales de abril en cada caso).

De acuerdo a sus más cercanos colaboradores, Peñalosa quiere mostrarse como un ciudadano común y corriente. “Quiero mostrarme como un presidente que siente como ellos,” dice.

Peñalosa ha dicho que en principio no recibirá donaciones, y que financiará su campaña con los anticipos. La mayor inversión se hará en televisión, como lo hizo con éxito en las semanas antes de la consulta verde que le dio el triunfo.  Una alta fuente de la campaña confirmó que el poco presupuesto para las correrías es uno de los lados flacos del candidato presidencial verde. De acuerdo a esta fuente, por ejemplo, en regiones como Meta el presupuesto es de apenas 5 millones de pesos, en Boyacá 15 millones, en Huila 6 millones de pesos y los jóvenes solo contaran con 10.

En cuanto al mensaje, uno de los dirigentes de la Alianza Verde, le resumió a La Silla las tres claves que deliberadamente la campaña quiere transmitir.

Primero, como ya se ha dicho, Peñalosa quiere venderse como el anti-político. “Mostrarse como la orilla opuesta a la política tradicional, sin acuerdos con los partidos políticos y construyendo una alianza ciudadana”. Segundo, el candidato verde no quiere que lo encasillen en un polo concreto de los debates coyunturales. “Es una campaña que no se mete ni en la polarización ni en la camorra”. Y tercero, quiere convocar a todas las vertientes políticas. “La campaña busca colocarse en el centro político. Así, además de recoger el voto protesta, el indeciso y el blanco (con lo de anti político), también se ganan los votos de Óscar Iván, el Polo y Marta Lucía”.

“Representamos una política libre de compromisos, sin ataduras, lo que nos deja gobernar y tomar decisiones. Y nosotros creemos también que debemos buscar más lo que nos une, que los que nos divide,” le dijo Peñalosa a La Silla.

“Queremos mostrar que somos una alternativa distinta, que hacemos una política diferente alejados de la corrupción, sin compromisos políticos ni económicos. Que no somos anti-nadie (ni Petro, ni Uribe, ni Santos), sino una revolución ciudadana anti-política tradicional,” lo secundó Segovia.

Claudia López, la coordinadora programática, dice que ve a Peñalosa reconciliado consigo mismo. 
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Isabel Segovia, la fórmula vicepresidencial de Enrique Peñalosa, reforzó la apuesta anti-política de Peñalosa.  
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Enrique Peñalosa quiere ser Presidente haciendo política como la hacía en los 90.  

Ahora, no todo está enfocado al volanteo, una estrategia arriesgada para un candidato que en la  más reciente encuesta todavía aparece con un 37 por ciento de desconocimiento entre el electorado. 

“No es que yo piense que puedo llegarle a todos sólo haciendo la campaña en la calle. Pero tampoco los políticos tradicionales pueden hacerlo con las concentraciones. La única manera de llegarle a un país de 50 millones de personas es a través de los medios,” dice el candidato.

Así, también hay una estrategia publicitaria enfocada a radio y televisión, “sin incluir prensa porque no tenemos recursos ni vallas por principio,” dice el candidato (creen que las vallas generan contaminación visual y que las ciudades no reciben la compensación suficiente por estas).

En lo publicitario la estrategia ha estado en manos de la agencia Lowe SSP3, una firma internacional con oficinas en Colombia que ha trabajado con empresas privadas como Bavaria y Unilever.

La estrategia publicitaria ha girado hasta ahora alrededor del mensaje anti-político y anti-corrupción que pregona Peñalosa y el slogan #Podemos – el principal de su campaña -, que refuerza la idea de una batalla contra la clase política tradicional a la que, aunque es difícil, es posible vencer. Y que inclye derrotar la política de la mermelada, un termino que tanto Peñalosa como Segovia estan usando con mucha frecuencia para críticar a Santos. 

“El objetivo es comunicar que podemos derrotar a la clase política para tener el país que queremos tener”, dice Segovia.

Peñalosa le explicó a La Silla que detrás del “podemos” también hay una intención de mostrar que “podemos gobernar, que producimos resultados”. Y su hija, Renata Peñalosa, que ha trabajado de la mano de la firma de publicidad, le contó a La Silla que la definición de la imagen y el slogan fue muy intuitiva y que con el uso plural lo que se busca es comunicar “que Colombia es de todos, y todos podemos trabajar juntos” además de plantear un desafio conjunto de cambio (aunque la campaña dice que no se inspiro en eso, el podemos guarda relación con el exitoso Yes we can de Obama en 2008).  

En lo que resta de campaña se van a volcar a usar la publicidad en televisión para hablar más sobre las propuestas de la alternativa política de Peñalosa. Así, este sería un proceso inverso al de la campaña de Óscar Iván en donde, como contó La Silla, se dedicaron primero a lo biográfico y lo programático y remataran con la publicidad emocional durante las últimas semanas de campaña.

Este énfasis en la publicidad en televisión va de la mano de una estrategia muy fuerte en medios para mitigar el desconocimiento entre los colombianos de la fórmula. “Estamos respondiendo todas las mañanas a radio y periódicos entrevistas para que nos conozcan más”, dice Segovia.

En la presentación de lo programático, tanto en la publicidad como en los debates (a los que empezaría ir desde esta semana, después de muchas ausencias), explicó a La Silla Claudia López, el énfasis se hará en cinco puntos principales. Primero, la lucha anti corrupción. Segundo, un modelo de desarrollo que no dependa tanto de la explotación minera y promueva una política industrial y agraria que sustituya las locomotoras de Santos y la política de los TLC  (de Santos y de Uribe) que la campaña señalará de haber “hecho agua”. Tercero, el medio ambiente. Cuarto, la educación, la salud y la primera infancia como los pilares de lo social. Y quinto, la seguridad urbana y rural y la justicia  (la rural atada al proceso de paz y la urbana y la justicia en respuesta a los temas que más  preocupan a los colombianos).

Finalmente, uno de los días claves de una campaña en Colombia es el día de elecciones. Los políticos dicen que ese día se define la mitad de lo que pasa. Para esta campaña, Peñalosa tiene a Astrid Álvarez (exgerente financiera de la campaña verde en 2010) como gerente del denominado día D. Pero la estrategia ese día está enfocada a los testigos y al control para evitar un fraude pero no a un tema que en otras campañas consideran esencial: el transporte para llevar a la gente de la casa a las urnas. “Para llevar a la gente, olvídense, no tenemos un peso para eso,” le dijo Peñalosa a La Silla.

Falta ver si este reencauche del Peñalosa-candidato de los 90, que hace una campaña según ellos cerca de los ciudadanos y lejos de los políticos, de la tarima y de la maquinaria, prácticamente artesanal, le alcanza para vencer a Óscar Iván Zuluaga – con el uribismo detrás – en la primera vuelta y a Santos – con toda la Unidad Nacional de su lado – en segunda. 

Fue editor de La Silla Santandereana.