La negociación con el ELN: no cambia la agenda, pero sí todo lo demás

La negociación con el ELN: no cambia la agenda, pero sí todo lo demás
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Los representantes del Gobierno Petro y la guerrilla del ELN anunciaron ayer que se reanuda la negociación desde Venezuela. Foto: Twitter Carlos Ruiz Massieu.

Desde Caracas el gobierno de Gustavo Petro y los máximos comandantes de la guerrilla del ELN anunciaron ayer que en la primera semana de noviembre se volverán a sentar a negociar la paz. “Partimos de lo ya existente, partimos de lo ya pactado. No nos estamos inventando nada”, dijo Danilo Rueda, el alto comisionado de Paz. Si bien la intención es retomar el diálogo que se frenó en 2019, la forma de negociar, la situación política del país, y el momento del ELN son muy diferentes

El cambio de chip en la mesa de negociaciones

La mesa de diálogo entre el Gobierno colombiano y el ELN se levantó en enero de 2019, cuando el expresidente Iván Duque reactivó las órdenes de captura de los jefes negociadores de esta guerrilla en Cuba, después del atentado del ELN a la Escuela de Cadetes de la Policía.

Los esfuerzos del Gobierno, como dejó claro Danilo Rueda ayer en Venezuela, se han enfocado en restablecer la confianza y el diálogo después de las decisiones tomadas por Duque en contra del protocolo que habían pactado con Santos. Según lo que dijo el comisionado, retomarán la agenda de negociación y las sedes itinerantes en Cuba, Venezuela y Noruega pactadas con el gobierno Santos en 2017. Pero hasta ahí llegan las continuidades de ese proceso.

Desde el anuncio de ayer quedó claro que hay un cambio fundamental en el chip con el que se llevó esa mesa frustrada de negociación.

“En este proceso no habrá líneas rojas, habrá líneas verdes. Aquí de lo que se trata no es de entorpecer, sino que se trata es de avanzar –le dijo a La Silla Vacía el senador Iván Cepeda, uno de los arquitectos de la Paz Total y quien ayer estuvo en el restablecimiento de la mesa en Caracas– Nada será impuesto, no habrá forcejeos sobre condicionamientos absurdos que en todos los procesos de paz anteriores han mostrado ser una circunstancia de dilación que no contribuyen a parar el conflicto”.

Durante el Gobierno Santos había varias líneas rojas en la negociación con el ELN. Por ejemplo, el modelo económico y de seguridad no era negociable con las guerrillas; no habría implementación parcial de los acuerdos antes de la dejación de armas; y el ELN debería liberar a todos los secuestrados antes de sentarse a negociar.

Para Petro el único inamovible será el marco jurídico de la Constitución del 91, lo que se entiende —aunque no lo han dicho explícitamente— como que el punto final de este proceso no será una Asamblea Constituyente. “Este diálogo parte de una condición de respeto a una historia, a una memoria de una organización y parte también del respeto a la Constitución del 91 y todo lo que allí se consagra en relación con los cambios y los derechos de los ciudadanos de Colombia”, dijo Rueda desde Caracas.

Y agregó: “Cualquier cosa que se acuerde es entre las partes y lo que se va acordando, se va cumpliendo”. Este es un gran cambio frente al paradigma de negociación de Santos de que “nada está acordado hasta que todo esté acordado”.

Para Juan Esteban Ugarriza, experto en procesos de paz y ex asesor del equipo negociador de Santos con el ELN, este es una de las muestras claras del cambio de diseño de este Gobierno en las políticas de paz. “Esa era una de las líneas rojas del gobierno de Santos. No queríamos tener una veeduría armada del ELN sobre las acciones del Gobierno. Aquí de alguna manera se rompe ese principio”, dice.

Para la guerrilla este es un punto crucial porque la no implementación total de lo pactado con las Farc ha reforzado la desconfianza del ELN en que les hagan conejo al final.

“La confianza que tenemos ahora es que hay un viraje en la política de paz de Colombia. Es probable que los acuerdos a los que vayamos llegando también abran otras posibilidades”, dijo desde Caracas Antonio García, el máximo comandante del ELN.

Sobre la manera de acordar, el senador Cepeda le dijo a La Silla que: “Cualquier decisión que se tome sobre cualquier punto será tomada siempre de manera bilateral. Ese es un principio que va a animar el trabajo de esa mesa de negociaciones”.

“El ELN siempre ha estado amarrado al tema del bilateralismo y eso generó tensiones en la mesa con Santos. Pero ahora eso se les termina cediendo y ahí hay un triunfo de ellos antes de arrancar la negociación”, dice Luis Fernando Trejos, experto en el conflicto armado y profesor de la Universidad del Norte. Se refiere explícitamente frente al cese al fuego entre las dos partes.

“El diseño de esta negociación es completamente diferente. Hay un contexto distinto”, dice el exasesor Ugarriza. 

Un gobierno de izquierda y una guerrilla binacional

El cambio más evidente en el escenario político es que muchos de los reclamos históricos de la guerrilla coinciden con las propuestas de reformas estructurales que ha propuesto Gustavo Petro, comenzando por un cambio drástico en la política energética, que ha sido el caballito de batalla del ELN.

Esta coincidencia también es clara en el primer punto de la agenda de negociación, que se refiere a la “participación de la sociedad en la construcción de la paz”.

Uno de los pilares centrales de la Paz Total, como la ha explicado Danilo Rueda a los medios, son los diálogos regionales vinculantes que va a realizar Petro para obtener los insumos para su Plan de Desarrollo y apostarle a la paz territorial. Se trata de una ambiciosa propuesta de participación ciudadana que se adelanta a la Convención Nacional que lleva años planteando el ELN.

“Tenemos unas coincidencias, se habla de un gobierno para el cambio, los procesos de negociación buscan los cambios para el beneficio de la sociedad —dijo el comandante del ELN Antonio García— coincidimos con el gobierno actual en que los cambios en el país son posibles en la medida en que la sociedad participa”.

Monseñor Héctor Fabio Henao, quien es el representante de la Iglesia en la mesa de negociación, dice que el mensaje que reciben en muchos territorios en conflicto donde hacen acompañamiento humanitario es que haya un alivio humanitario y un cese al fuego, pero que sus voces también sean escuchadas. “Las comunidades quieren ser escuchadas, sobre todo en las mesas de diálogo que el gobierno nacional abra”, dice Henao.

"Me parece que el Gobierno ha sido exitoso en reiniciar la mesa rápidamente. Pero la pata grande que le falta es tener la capacidad de presionar al ELN para que tenga incentivos reales para tomarse la negociación en serio. Presionarlo con una buena política de seguridad", dice Juan Pappier, investigador de la ONG Human Rights Watch que hace monitoreo de la situación de DD.HH. en Colombia.

Esto es clave, porque en los cinco años que han transcurrido desde que se pactó la agenda de negociación que retomarán en noviembre, esta guerrilla se ha consolidado en varios territorios colombianos y en Venezuela, donde viven sus comandantes más importantes: “Antonio García” en Táchira y “Pablito” en Apure.

“A diferencia del ELN de hace cuatro años, este es un ELN mucho más robusto militarmente, al menos en la frontera colombo-venezolana y que adicionalmente también es más rico en términos económicos”, le dijo a La Silla Jorge Mantilla, director del área de Dinámicas del Conflicto de la Fundación Ideas para la Paz (FIP).

Al final del 2021, según la FIP, el ELN tenía aproximadamente 5.187 miembros, de los cuales 2.570 hombres estarían en armas. Su influencia territorial llega a 165 municipios y es una cifra similar al momento de mayor fortalecimiento, a finales de los noventa.

“El ELN que negoció con Santos era mucho más débil que el ELN que se sienta con Petro”, coincide el investigador del conflicto y profesor de la UniNorte, Luis Fernando Trejos. “Seguramente vamos a ver desavenencias del ELN, que va a tratar no sólo de imponer los ritmos de la negociación, sino también de manejar la agenda”.

Es decir, esta guerrilla llega con fuerza a la mesa de negociación con Petro, con coincidencias políticas, pero sin afán de desarmarse, sin pactar un cese al fuego anticipado y sin liberar a todos los secuestrados, aunque sí ha dejado en libertad a algunos. “Ha habido muchas desmovilizaciones en Colombia y las cosas siguen igual. El que piensa que el problema son las armas está equivocado, porque ya sería hora de que Colombia hubiera cambiado, pero seguimos en lo mismo”, dijo ayer Antonio García, comandante del ELN.

García también ha sido crítico de la propuesta de la Paz Total y ha cuestionado que el Gobierno llegue a darle un tratamiento similar a otros grupos armados criminales como el Clan del Golfo.

Pero, esta postura ni siquiera es la más crítica frente al proceso de paz en el Comando Central (Coce) del ELN. La línea de “Pablito” y del Frente de Guerra Oriental en Arauca ha sido aún más escéptica. “Este frente tiene el sector en este momento más fuerte en términos militares y económicos, por lo cual deben tener no sólo representación sino peso en la negociación”, dice Trejos.

Justamente, la comisión negociadora que estaba en Cuba llegó a Venezuela para empezar un proceso de consulta a las bases de esta guerrilla con el fin de conseguir una posición unificada. Seguramente habrá cambios en el equipo negociador que en noviembre se siente en la mesa con el del Gobierno Petro.

El anuncio desde Venezuela se convierte en una victoria temprana para la política de Paz Total de Petro, así como un triunfo para el ELN que logra retomar la mesa como el único actor armado del país al que se le reconoce su estatus político y sin necesidad de hacer concesiones previas.

Sin embargo, este es apenas el primer paso de una compleja negociación entre una guerrilla que tiene más de 50 años y un gobierno que ha prometido el desmantelamiento de la violencia en los próximos cuatro.

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