La ministra de educación Gina Parody aparece prácticamente todos los días en el periódico mostrando los resultados de su gestión. Pero, paradójicamente, tiene la peor imagen de los presidenciables para el 2018.

Así lo mostró la encuesta Gallup publicada el jueves, en la que Parody está en la cola de la lista con un 50 por ciento de imagen negativa, que supera por 19 puntos la positiva. Está en su peor momento, peor que cuando enfrentó el paro de 15 días de los maestros en abril del año pasado, y mantiene la tendencia a la baja que mostró la anterior medición en mayo.

Eso la convierte en una de las pocas excepciones que hay a la tendencia de mejoramiento de la imagen de los personajes medidos después de la ‘gala’ del acuerdo del fin del conflicto en La Habana que ilusionó a los colombianos. Y de todos los personajes encuestados, solo tiene más imagen desfavorable el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, que está fuera de concurso.

A juzgar por los resultados de la encuesta, la mala imagen que tiene entre buena parte de los 330 mil maestros del país desde el paro del año pasado se está transmitiendo a muchas más personas. Y eso a pesar de que su desempeño en el Ministerio tiene logros por mostrar.

La trabajadora

Parody es una de las ministras más mediáticas de Santos y ha enfocado la labor del ministerio en mostrar resultados. Y rápidos. Le gusta mostrar su gestión, según una persona que trabaja con ella, “porque lo que no se comunica, no se ve”.

 

“Las noticias del sector cada vez se vuelven más frecuentes, algo nunca visto en la historia reciente de nuestro país, pues hace mucho tiempo no se contaba con una cabeza en el Ministerio de Educación tan mediática”, escribió el año pasado Isabel Segovia en una columna.  

Eso explica por qué a Parody la conoce el 81 por ciento de los encuestados por Gallup, una cifra similar al 83 por ciento que tiene el vicepresidente Germán Vargas Lleras, y que la conozcan mucho más que al ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas, que lleva más tiempo que ella en el gabinete y también moja mucha prensa; que Humberto de La Calle – quien lleva más de 25 años en la política y lleva 4 años apareciendo en medios como negociador del Gobierno con las Farc -; o que el procurador Alejandro Ordóñez, quien lleva 7 años en el cargo y aparece en prensa con mucha frecuencia.

Eso es resultado del estilo de vida de Parody, que La Silla contó en su perfil cuando era candidata a la alcaldía de Bogotá: trabaja 20 horas al día, de domingo a domingo, y cuando está trabajando ni ella ni sus asesores se paran ni siquiera a almorzar. Revisa al menos dos veces en la semana lo que está haciendo su equipo “para tener la pita cortica”, dice otra persona que trabaja con ella. El ritmo es duro, pero no es mayor al que se vive en otros ministerios, agrega.

Todo eso le ha ayudado a sacar a flote una agenda ambiciosa.

En los casi dos años que ha estado al frente de la cartera diseñó y puso en marcha el programa Ser Pilo Paga, la bandera del Ministerio, que está cerca de presentar su tercera versión en el segundo semestre del año y que solo este año planea invertir 227 mil millones de pesos en las matrículas y el sostenimiento de 12 mil estudiantes. Entre este y otros programas, el Ministerio ha invertido 4.500 millones en publicidad.

Además, puso el foco del ministerio en mejorar la calidad de la educación con programas como la jornada única, que el año pasado atendió a 370 mil de los más de dos millones de estudiantes que tiene como meta del cuatrienio.

También logró que el Gobierno invirtiera 4.5 billones de pesos en construir 30 mil nuevas aulas en todo el país para que los niños en jornada única tengan dónde estudiar. Algunas de estas, según supo La Silla, en el segundo semestre de este año pondrán la primera piedra de las obras. Y diseñó un nuevo índice (el índice sintético de calidad educativa) para simplificar las evaluaciones de los planteles educativos.

La Ministra también le puso la lupa a las mafias locales que se enriquecen con la plata de la educación no sólo con los programas de alimentación escolar (PAE) sino en las universidades públicas, como ella misma ha denunciado.Y, tras una negociación muy difícil, consiguió desmontar el paro de maestros del 2015 y montar un nuevo sistema de evaluación a esos docentes.

Aunque cuando llegó al ministerio no era la persona que más sabía de educación, poco a poco ha demostrado que ha ido aprendiendo, algo que le reconocen incluso sus críticos. Además, se ha rodeado de un equipo preparado. Tanto, dice ella misma, “que la que menos sabe soy yo que estudié en Harvard”, como le dijo a una persona que trabajó con ella y que habló con La Silla.

Pero en ese camino Parody se ha ganado muchos críticos, sobre todo entre la gente del sector.

La principal objeción es que sienten que tiene afán por mostrar resultados, que ven como una búsqueda de réditos políticos, y dicen que por eso no necesariamente privilegia los cambios sustanciales que son clave en una cartera que se mueve lento y que arroja resultados en el largo plazo. Sobre todo ahora que la educación está en un momento histórico porque ha recibido muchos más recursos desde que Santos “le puso el apellido de educación a su gobierno”, como le dijo a La Silla una fuente consultada.

“En el sector, los expertos han tendido a alejarse a ver con beneficio de inventario lo que está haciendo. El problema es su estilo: busca programas costosos pero mediáticos que no cambian mucho las cosas, que no tienen resultados concretos. Ese es su approach”, agregó la fuente que habló con La Silla con la condición de no ser citado.  “Es frustrante, se mete en todo. Ella está obsesionada con vender su imagen”.

En la lista de críticas está Ser Pilo Paga. Aunque muchos lo ven como un paso en la dirección correcta, dicen que su impacto es muy limitado para los retos que tiene el país en acceso a la educación superior: atiende unos 22 mil estudiantes, una minoría en el déficit de 400 mil cupos, según cifras de un experto consultado. Además, privilegia a las mejores universidades del país a costa de las que más necesitan recursos del gobierno nacional como las públicas y regionales.

Según algunos críticos el afán de mostrar resultados en calidad se nota también en el índice ‘sintético de calidad educativa’ que la Ministra puso en marcha desde el año pasado. Para personas que lo conocen, este índice que el país compró como una receta importada de Brasil y busca evaluar a los docentes y darles incentivos monetarios para el mejoramiento de la calidad hace pruebas diagnósticas pero “sin mucho peso técnico”, como nos dijo una fuente.

El 90 por ciento de los resultados se basan en las pruebas Saber que toman los estudiantes de quinto y noveno y que califica el Icfes. Sin embargo, según una fuente que la conoce, no hay una institución externa que los vigile cuando se toman las pruebas. Eso, dice, facilita que se hagan trampas, como que los maestros que la contestan se copien o que solo pongan a responder a los mejores estudiantes. Aunque el Ministerio sí reconoce esto último como un riesgo, dice que el Icfes puede descalificar una prueba si cambia mucho el número de estudiantes que la toman. 

Al final, Parody ha orientado su ministerio a buscar tanto cambios de fondo que son menos visibles (como la jornada única o el impulso a fondo a una infraestructura formalizada, digna y actualizada) como a cambios de corto plazo más mercadeables y polémicos (como Ser Pilo Paga o las estrategias para buscar mejores resultados en los rankings, como Ponte a Prueba con Pisa).

Pero esa mezcla y esas críticas no explican totalmente la caída de su imagen.

En la calle

En la calle, donde los ciudadanos de a pie no están necesariamente conscientes de esas apuestas de Parody, también ha tenido logros y críticas.

La mala imagen se puede explicar más bien por cómo ha abordado los líos puntuales que ha enfrentado, sobre todo después del paro de maestros que dejó sin clases a 9 millones de niños durante 15 días el año pasado y del que no salió muy bien librada. A eso se han sumado algunas acciones de los últimos meses.

Según cuatro fuentes consultadas por La Silla, a Gina no la quieren los maestros. Eso implica no solo la malquerencia de una masa de 330 mil personas (35 mil sólo en Bogotá, pero con presencia en todo el país), sino la capacidad de éstas de difundir esa mala imagen entre sus familias y los padres de familia. Muchos de los maestros, además, están afiliados a los sindicatos del magisterio, que están entre los más grandes y poderosos del país.

“Parody manejó ese paro con las patas. Por pura arrogancia, trató a los maestros, que son profesionales, como si fueran mendigos de la calle. Era el primer paro en 16 años y durante ese tiempo no había habido protestas, a pesar de que se pasaron las leyes más controversiales en el sector. Actuó pretenciosamente, con un gremio que no se deja”, dijo una persona que conoce el sector. Algo similar opinaron otras tres fuentes consultadas.

Tras ese paro, Gina sufrió el primer golpe fuerte a su imagen: en la Gallup de junio del 2015, pasó de 36 a 45 puntos de imagen desfavorable, la más baja hasta ese momento.

Su imagen volvió a repuntar otra vez en febrero de este año, justo cuando se enfrentó al Procurador Alejandro Ordóñez en medios, según ella porque pretendía no ampliar la educación sexual al preescolar y la primaria – a pesar de que, como contó La Silla, el Ministerio oficialemente había buscado lo mismo.

Pero en la Gallup de abril volvió a caer. Justo cuando se recolectaron los datos para la encuesta, aparecieron las denuncias de cómo se estaban robando la plata para alimentación escolar en varios rincones del país, empezando por el video en el que se veía a unos niños de un colegio de Aguachica haciendo fila para tomarse la foto con un plato lleno de comida para después recibir en la mano un patacón con dos hilachas de pollo.

Ante las denuncias, Parody comenzó una campaña en medios para denunciar hechos similares, que se sumaron a otras investigaciones en la Contraloría por irregularidades en la contratación de los gobiernos locales a operadores que no prestaban bien el servicio como el de Aguachica. Eso aumentó la indignación nacional, palpable en medios y en redes sociales, pero además desató una pelea con los gobernadores  por el control de los programas de alimentación escolar.

Para completar, a principios de mayo estalló otro mini escándalo por cuenta del supuesto plagio que hizo el Ministerio en el proyecto de ley para regular esos programas, que denunció la senadora liberal Sofía Gaviria. Aunque los proyectos sí tenían muchas similitudes, algo que ocurre con muchos proyectos, el Ministerio se defendió diciendo que eran totalmente distintos.

“Nos cae a nosotros el foco de los corruptos con PAE (programa de alimentación escolar). Al dia entregamos 18 millones de raciones [de comida] pero si una tiene un pelo, es culpa del Ministerio”, dice una fuente que trabaja con Parody.

“Ha tenido muchos roces con gobiernos locales. Es impositiva, quiere mostrar que la que sabe es ella. Su estilo es menos de diálogo, diferente a los ministros anteriores”, dice otra fuente consultada.

Pero para tres fuentes consultadas por La Silla, la estocada final fue haber salido a hablar abiertamente de su relación homosexual con la ex ministra Cecilia Álvarez-Correa en una entrevista con María Isabel Rueda en El Tiempo, asunto que luego retomó la revista Semana.

La entrevista salió publicada el lunes 21 de junio, el mismo día que Gallup comenzó a recopilar los datos para la última encuesta.

“Las relaciones tensas con los gobiernos locales y con el magisterio pueden estarle afectando, pero las revelaciones de su inclinación sexual, que son lo más reciente, en un medio tan godo como el de los maestros, seguramente les dio de qué hablar a quienes no le creen”, dice una de las fuentes que conoce su trabajo. “El 70 por ciento de los maestros son mujeres y muchas son conservadoras”.

Aunque, en esa misma encuesta, bajó el porcentaje de personas que dicen no estar de acuerdo con el matrimonio homosexual que, desde que la encuesta incluye la pregunta a estado en promedio cerca del 60 por ciento de los encuestados.

Por eso, aunque el bajón de Gina puede ser coyuntural por estar impulsado por peleas puntuales, tiene detrás varias críticas de fondo de su gestión entre expertos y conocedores del sector. Y eso, en una cartera que no suele dar muchos réditos políticos por lo impopulares que suelen ser sus decisiones, puede convertirse en un fantasma que la persiga.

Fui periodista de La Silla Vacía a cargo de cubrir Bogotá, el Congreso y las movidas de poder en el Pacífico. Soy politóloga con maestría en periodismo. Me gusta el periodismo de datos, el reportaje y hago fact checking.