Esta semana generó gran revuelo la denuncia de decenas de medios colombianos y extranjeros sobre 53 casos de abuso sexual por militares y contratistas gringos en Melgar. Esa cifra salió del informe que hizo en febrero el académico de izquierda Renán Vega para la Comisión Histórica del proceso de paz. Lo que no se ha contado es que este historiador y economista que enseña en la Universidad Pedagógica Nacional ya admitió que no sabe de dónde sacó el número y que tampoco tiene cómo respaldarlo.

La historia es así. En febrero Vega, al igual que los otros once académicos escogidos por el Gobierno y las Farc, entregó su informe sobre las causas del conflicto colombiano. El suyo, como contó La Silla, se centra en el rol de Estados Unidos y el capitalismo como una de las causas estructurales.

En uno de sus apartados, titulado “Imperialismo sexual”, Vega argumentó que “en uno de los casos más sonados [de abuso sexual], en Melgar y en la vecina Girardot, 53 menores de edad fueron abusadas sexualmente por mercenarios, quienes además filmaron y vendieron las cintas como material pornográfico. También en Melgar, un contratista y un sargento de Estados Unidos violaron a una niña de 12 años en el 2007. Tanto por las actividades que realizan, como por su estatus de inmunidad, contribuyen a la inseguridad de la población en zonas de conflicto, pero también en otras áreas en las que se concentran y están en contacto con la población civil”.

 

El escándalo de esta semana fue una reacción retardada a esas tres frases. Arrancó cuando Colombia Reports -un portal de noticias sobre Colombia en inglés- lo reseñó brevemente en marzo y se disparó cuando, a fines de ese mes, el canal de noticias ruso Russia Today tomó esos datos para denunciar que “Militares de EE.UU. violaron impunemente a 54 menores colombianas en 4 años”.

Ahí comenzó la bola de nieve: la noticia apareció en la BBC, USA Today, la revista Vice, las agencias Efe y AFP, el Miami Herald, el Daily Beast, El Colombiano (cuyo editorial se tituló precisamente “Imperialismo sexual”), El Espectador, El Heraldo, Semana, El Tiempo o Página 12, siempre citando el informe de Vega. Solamente Univisión y la revista Time pusieron el dato en tela de juicio. Pero el escándalo siguió creciendo, tanto que esta semana la directora del Icbf Cristina Plazas pidió buscar a las niñas, el Defensor del Pueblo Jorge Armando Otálora le pidió investigaciones al Gobierno y el Ejército gringo prometió hacerlas.

Colombia Reports y Univisión se juntaron para verificar la información. Buscaron a Vega, fueron a Melgar averiguar en el terreno y preguntaron a la Fiscalía y la Defensoría. Encontraron que solo estaba reportado el caso de abuso sexual del 2007.

Manuel Rueda, el corresponsal de Univisión en Colombia, encontró a Vega en la Universidad Pedagógica y éste le dijo que lo de los otros 53 casos era una cifra que había oído en televisión en 2004 pero que no recordaba en qué canal. Añadió, según lo citó Rueda, que “no tuve la oportunidad de hacer trabajo de campo [para el informe de la Comisión Histórica] (…) Yo no soy periodista o sociólogo y me pidieron que limitara el número de páginas. Así que me basé en las fuentes a las que ya me he referido”. Añadió que la académica alemana Anna Kucia ha usado el mismo dato, aunque en realidad ella habla en su informe de 53 mujeres que participaron en videos pornográficos grabados por militares gringos y no de víctimas de abuso sexual.

Al final, ni Vega ni su informe -que, como todos los de la Comisión Histórica, no pasó por una revisión de pares- aportan ninguna referencia al lugar de donde viene el dato. (La Silla intentó sin éxito comunicarse con Vega pero al momento de publicar la nota no había respondido nuestro correo electrónico).

Esto llevó a que Colombia Reports publicara una rectificación e hiciera un mea culpa público sobre su error periodístico.

Queda por ver si se aclara el origen del número 53 que aparece en todos los reportes del tema.

Fui periodista de La Silla Vacía especializado en temas ligados al Acuerdo de paz (desarrollo rural, política de drogas, justicia transicional y cómo las víctimas reconstruyen sus vidas) y al ambiente. Soy pata de perro y tengo más puestos que una buseta: soy editor del Centro Latinoamericano de...