Ni mesa negociación como el ELN, ni sometimiento como el Clan del Golfo
El primer grupo de disidencias de las Farc surgió en 2016, antes de la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y esta guerrilla. La primera fue la del Frente Primero de las Farc, liderado por alias "Iván Mordisco" y al que se le unió “Gentil Duarte”. Desde entonces se han conformado otros 37 grupos que reivindican de una u otra manera los ideales guerrilleros farianos.
Estos están agrupados en dos proyectos armados con pretensiones de alcance nacional: el más grande es el que lidera Iván Mordisco. El otro es el de la Segunda Marquetalia, liderada por Iván Márquez, y cuya existencia se conoció en el año 2019; mucho después de la firma del Acuerdo y con el ingrediente de que sus comandantes fueron negociadores en La Habana.
Según un informe de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), para 2022, los grupos de disidencias están integrados por cerca de tres mil hombres en armas, tienen presencia territorial especialmente en el sur del país que se extiende a Venezuela, y controlan economías ilícitas como narcotráfico y minería. También, son responsables del 69 por ciento de los asesinatos a excombatientes de las Farc, según datos de la ONU e Indepaz.
Ninguna paz sería total sin la entrada de estos grupos armados y eso lo tiene claro el Gobierno Petro. La incógnita era qué ruta ofrecerles: la política o la criminal. En cabeza del comisionado de paz, Danilo Rueda, el Gobierno le ha reconocido cierto grado de organización a estas estructuras y un origen político.
El 17 de septiembre, el comisionado de Paz, Danilo Rueda, hizo pública una reunión que tuvo con representantes de lo que anunció como el Estado Mayor Conjunto de las Farc, con esto revivió la antigua guerrilla para nombrar a la disidencia de “Mordisco” que no firmó inicialmente el Acuerdo. También ha defendido la tesis de que la Segunda Marquetalia surgió a raíz de un entrampamiento. En ambos casos, el comisionado de Paz, les ha reconocido una motivación política.
Por lo explicado por los ponentes de la Ley de Paz Total en el Congreso, esto implicaría que el camino de las disidencias no sea el sometimiento a la justicia. Pero tampoco está definido cómo y sobre qué sería la negociación con ellos.
Para el coordinador ponente del proyecto de ley de la Paz Total, Ariel Ávila, es claro que la única mesa de negociación será la que el Gobierno Petro retomará en noviembre con el ELN. “Si van para la ruta de sometimiento, pero las disidencias pueden tener un tratamiento diferencial. Es decir, que se modifique la JEP para que vuelvan a entrar. Eso puede pasar, pero no va a haber negociación de paz con ellos, eso es claro”, le dijo Ávila a La Silla.
Pero no es tan claro. Para el senador Iván Cepeda, coautor del proyecto de ley de Paz Total y uno de los arquitectos de esta política, las disidencias “caben dentro de los grupos políticos”, por lo que debería haber un cierto tipo de negociación sobre asuntos políticos. Aunque, también afirmó que seguramente no tendrá la misma dimensión que la del ELN.
“No quiere decir que se tenga claro cuál es el contenido de la negociación. El contenido tendrá que responder a cada caso. Quiénes dirigen a la Segunda Marquetalia firmaron un acuerdo de paz. La otra disidencia no participó en ese proceso y seguramente tendrá unos reclamos y exigencias. Entonces veremos en cada caso cuál es el contenido”, le dijo a La Silla el senador Cepeda.
Precisamente como estos grupos son disidentes al Acuerdo de Paz con las Farc, un riesgo que se corre al negociar con ellos es poner en duda la importancia de ese acuerdo. Cuando Rueda anunció que “Iván Márquez” estaba interesado en entrar a la Paz Total, el ex negociador y senador Humberto De la Calle lanzó críticas en ese sentido. Aunque el mismo Cepeda y el Gobierno han dicho que nada de lo pactado con las Farc será alterado.
Por otro lado, los líderes del partido Comunes, que surgió de los excombatientes de las antiguas Farc, se han mostrado abiertos a que se negocié con los grupos disidentes.
“Hay que abrir el proceso para ir encontrando las fórmulas. Podrían darse unas fórmulas diríamos que son mixtas y cómo se reconoce esos derechos políticos y hasta qué nivel. Eso puede ser progresivo. No necesariamente se podría repetir lo del acuerdo de paz para que se vuelvan en fuerza política, no”, le dijo a La Silla Pastor Alape, líder de Comunes y ex miembro del último Secretariado de las Farc.
Esta discusión sobre su estatus político es importante a la hora de entablar las mesas de diálogo entre gobierno y grupos armados, porque determinan el alcance y los beneficios judiciales que reciban. Sobre todo teniendo en cuenta que no hay ninguna posibilidad que las disidencias consideren un tratamiento no político. Esto explica el investigador Kyle Johnson, cofundador de Conflict Responses (Core) y experto en las disidencias.
“Si el Gobierno les dice: ‘traemos esta oferta porque creemos que son criminales, por lo tanto les ofrecemos sometimiento’. No importa si creemos que tengan ideología o si son políticos, ellos van a decir: ‘no, somos farianos, tenemos ideas políticas, queremos hablar de cambios estructurales del país’”, dice Johnson.
“En Colombia hay una obsesión entre quién tiene origen político y quien tiene origen criminal. La realidad es que todos son poco criminales y todos tienen algo un poco político. Las disidencias son eso, no son solamente criminales y si el Gobierno se sienta con ellos a dialogar tendrá que tocar temas políticos”, le dijo una fuente con información de primera mano de los acercamientos con las disidencias, pero que por la confidencialidad del proceso pidió no ser citado.