Las organizaciones campesinas dominaron los diálogos regionales en el Catatumbo

Las organizaciones campesinas dominaron los diálogos regionales en el Catatumbo
121022_OcañaDialogosRegionales.jpg

Ayer, en Ocaña, Norte de Santander, el Gobierno de Petro lideró un diálogo regional para el Catatumbo. Una región fronteriza donde se cruzan múltiples problemas: grandes cultivos de hoja de coca, grupos armados ilegales y una pobreza alta.

El evento reanudó la serie de 47 “diálogos regionales vinculantes” que va organizar el Gobierno hasta final de año. Esto de cara a la presentación del Plan Nacional de Desarrollo y con el objetivo de ampliar la participación de las organizaciones sociales en su construcción.

Las organizaciones campesinas hicieron un intenso trabajo de cabildeo. Instalado el evento, rodearon a los funcionarios del Gobierno Nacional para presentar sus documentos y hacer sus exigencias.

Los voceros de la Asociación por Unidad Campesina del Catatumbo (Asuncat) y de la Asociación Campesina del Catatumbo (Ascamcat), por ejemplo, entregaron un documento de 16 páginas con propuestas ambiciosas: desde la creación de la Universidad del Catatumbo y la construcción helipuertos para trasladar enfermos de gravedad hasta el diseño de carreteras binacionales que conecten a la región con el Lago de Maracaibo, en Venezuela.

Asuncat es una joven organización de campesinos fundada en el 2019. Ascamcat, por su parte, data de 2005 y está caracterizada por su afinidad ideológica con las extintas Farc y Comunes, el partido político que surgió tras su desmovilización. Estas dos organizaciones mandaron ayer la parada en Ocaña y se coordinaron para entablar diálogos con los funcionarios del Gobierno.

Diego Lozano, el funcionario del Departamento Nacional de Planeación (DNP) que lideró la metodología, no parecía un técnico que aterrizó desde Bogotá sino un cacique regional en campaña atendiendo a su clientela: hombres y mujeres se acercaron a estrechar su mano, pedirle una foto y contarle sobre los múltiples problemas de sus municipios, desde el estado de las escuelas rurales hasta los tiempos para pedir una cita por la EPS. “Yo veré doctor”, le dijo uno.

El evento estaba programado para el 1 de octubre e iba a contar con la presencia del canciller Álvaro Leyva, pero fue suspendido. El de ayer contó con la participación de poco más de 1.200 personas y, a pesar de dejar por fuera a organizaciones que no pudieron atender la nueva fecha puesta por el Gobierno, dejó en claro las enormes expectativas que tiene la región con la izquierda en el poder.

La puesta en escena

El lugar elegido fue la sede en Ocaña de la Universidad Francisco de Paula Santander, que desde las 8 de la mañana albergaba largas filas en su interior.

La guardia campesina de la Asuncat, uniformada con sus chalecos azules y sus bastones terciados, fueron de las primeras organizaciones en llegar. También lo hicieron desde muy temprano las mujeres de Poder Rosa, una organización de emprendedoras vestidas con gorras y camisas rosadas.

El camino hasta el coliseo, donde iba a darse el evento principal, estaba lleno de voluntarios dándole instrucciones a las personas y llevando mesas, cafeteras o cajas con refrigerios para el evento. En el fondo se escuchaban los sonidos de los tambores del grupo de música de la universidad.

En una carpa con 30 mesas un grupo de funcionarios le pedían los datos a los participantes y los asignaban en una de las 5 mesas de trabajo diseñadas por el DNP: Ordenamiento territorial, Transición energética, Seguridad y Justicia social, Desigualdad regional y Derecho a la alimentación. También había mesas para minorías, como Víctimas y comunidad Lgtbi. No se requería pertenecer a ninguna entidad ni organización, simplemente con la cédula cualquiera podía inscribirse en una de las mesas.

En el coliseo estaba la tarima, dispuesta para la mesa de los principales funcionarios invitados y flanqueada por una pantalla gigante. En esa mesa se sentaron el viceministro de Exteriores, Francisco Roy, y el gobernador de Norte de Santander, Silvano Serrano. “Silvano ya no se acuerda ni de las calles de Villa Caro. Qué va a venir a hablar”, decía un campesino de San Calixto en referencia al pequeño municipio rural en el que nació el gobernador.

También estaban Diego Lozano, el técnico del DNP, el alcalde de Ocaña y la directora para el desarrollo de la Frontera de la Cancillería, Nancy Benítez. 

Las organizaciones campesinas dominaron los diálogos regionales en el Catatumbo
121022_Ocaña1.jpg

En el evento también hicieron presencia funcionarios del Ministerio de Salud y del Trabajo, del DNP, la Cancillería y del Sena. Periodistas de RTVC, el sistema de medios público, capturaban las largas filas y la puesta en escena de la oferta institucional. Y hasta hicieron sobrevolar un dron por el coliseo.

Muchos de los hombres vestían de poncho y sombrero. Los más jóvenes, de gorra y canguro. Iban en grupos, algunos con banderas de organizaciones campesinas colgadas a sus espaldas, provenientes de los 13 municipios que conforman la región del Catatumbo. También había estudiantes de Ocaña, activistas del municipio que iban a participar de las mesas de diálogo y contratistas que fueron a aplaudir las intervenciones del alcalde.

En los costados del coliseo, un grito se escuchaba desde las graderías y llamaba la atención de todos. “¡Justicia para Koky!, ¡Justicia para Koky!”, gritaba un hombre mayor de barba blanca que llevaba un pendón con la fotografía de otro hombre, muy parecido a él. Era su hermano, Jorge Luis Solano, un líder social de Ocaña asesinado en noviembre del 2020. En la fotografía del pendón, ‘Koky’ está frente a una tarima y lleva un sombrero aguadeño y una camisa estampada con Petro Presidente. En la tarima está Gustavo Petro en medio de un discurso.

Después de los actos protocolarios, hablaron los funcionarios de la mesa principal.

Silvano Serrano, el gobernador de Norte, aprovechó para alinear su discurso con el del Gobierno Petro y habló de la importancia para el departamento de los diálogos con el ELN, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Venezuela y la necesidad de transitar hacia energías más limpias.

El acento petrista del discurso de Serrano viene de un político tradicional que pertenece al grupo de William Villamizar, el poderoso cacique conservador, dos veces gobernador de Norte, que apoyó a Federico Gutiérrez en las pasadas presidenciales. “Yo creo que es importante poder acompañar al presidente Petro en sus iniciativas y estar en sintonía con lo que está pasando en el país”, le dijo Serrano a La Silla.

Pero la tensión en el evento vino con el discurso de Samir Casadiegos, alcalde de Ocaña.

Casadiegos fue interrumpido con abucheos e insultos en múltiples ocasiones. “Mentiroso y falso”, gritaron una parte de los asistentes. Un grupo de opositores al alcalde llevaron pancartas en las que rechazaban el proceso para dar en concesión el alcantarillado del municipio, un proyecto recientemente aprobado por el Concejo de la ciudad e impulsado por el alcalde.

“Que sea política del Plan Nacional de Desarrollo: rechazo y desmonte de toda privatización de los servicios públicos”, decía uno de los carteles. Lo sostenía un joven que llevaba una bandera de Colombia en sus hombros y un gorro con la estrella comunista.

Advertencias al Gobierno del “cambio”

Con el coliseo vacío y las personas yendo a los salones de la universidad para las mesas de trabajo, los líderes de la Asuncat reunieron a sus integrantes. “Un minuto de aplausos, no de silencio, por nuestros compañeros asesinados. Este momento histórico se lo dedicamos a ellos”, gritó Olger Pérez, vocero político de la organización campesina.

Pérez felicitó a sus compañeros por el documento de 16 páginas que construyeron y entregaron al Gobierno. Este fue firmado por organizaciones sociales y campesinas. También por partidos de izquierda como la Unión Patriótica y Comunes. El documento tiene fecha del 26 de septiembre y fue publicado en El Tarra, el municipio del Catatumbo que el presidente Petro visitó durante sus primeras semanas en el Gobierno.

Desde entonces estas organizaciones han venido discutiendo para presentar sus propuestas para el Plan Nacional de Desarrollo, un trabajo que se intensificó con el anunció del diálogo regional para el Catatumbo. Perez, sin embargo, dijo que el trabajo hasta ahora empezaba porque “muchos políticos quieren meter su agenda”.

Y lanzó una advertencia al Gobierno: “Y si nos toca marchar para que ese documento quede plasmado en el Plan Nacional de Desarrollo, lo haremos. Porque somos lucha y resistencia”, dijo Pérez entre aplausos. 

Las organizaciones campesinas dominaron los diálogos regionales en el Catatumbo
121022_Ocaña2.jpg

Dos de los puntos de mayor énfasis de las organizaciones campesinas son la redistribución de tierras por parte del Estado y la actualización del Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos (Pnis), una herramienta producto de los Acuerdos de Paz con las Farc en el que dicen que no fueron escuchadas.

“¿Quiénes construyeron las propuestas del Pnis?, los guerrilleros de las Farc y el Gobierno. Y dejaron de lado a los cultivadores de coca, quienes son los que realmente padecen el problema”, le dijo a La Silla un líder campesino que pidió reservar su nombre por temas de seguridad.

El Catatumbo es la segunda región que concentra más cultivos de hoja de coca por hectárea, según los datos de la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (Unodc), y es un territorio estratégico para la industria de la droga por su ubicación en la frontera y la presencia de grupos armados ilegales.

Las mesas de trabajo

En uno de los salones de la mesa de trabajo de Seguridad y Justicia social, el abogado Carlos Meneses Reyes pidió la palabra para impulsar una de sus iniciativas: una banda sinfónica para Ocaña de 40 músicos con personal oriundo de los municipios del Catatumbo y del sur del César.

Finalizando la jornada de debate, Meneses bajó desde su asiento en lo alto del salón y se dirigió hacia el grupo de mujeres que llevaban la relatoría y tenían la misión de subir las propuestas a la plataforma del DNP. Y con su ritmo pausado, impecablemente vestido: camisa a cuadros azul y pantalón negro, le dijo a una de ellas, mucho más joven: “No se le olvide, por favor. Una banda sinfónica para Ocaña”.

Carlos Meneses es miembro de la Asociación Americana de Juristas, una ong con presencia en varios países de América Latina e ideológicamente cercana a la izquierda. La escena tuvo lugar en uno de los 46 salones de la universidad utilizados para las cinco grandes mesas de trabajo y las mesas sobre minorías.

En otro de los salones sobre Seguridad y Justicia Social, un hombre campesino, oriundo del Tarra, pidió la palabra para proponer que la Universidad Francisco de Paula Santander y la futura Universidad del Catatumbo los ayudaran a mejorar sus técnicas agropecuarias. “Mi cuaderno fue un pedazo de tierra y mis lápices un par de limas para las herramientas. Ellos tienen el conocimiento”, dijo ante los gestos de apoyo de sus compañeros.

El debate en cada uno de los salones era conducido por un moderador capacitado por el DNP. Esta institución fue la encargada de diseñar el formulario en el que cada participante podía consignar sus propuestas.

La idea era que cada participante presentara dos propuestas, fueran discutidos entre todos y cada uno de los salones subiera la propuesta colectiva a una plataforma de Planeación.

La recomendación era que pensaran en “proyectos estratégicos” de mediano y largo plazo, y no en una “lista de mercado” que no iba a solucionar los problemas estructurales de la región.

Lo cierto es que las discusiones al interior de los salones abarcaron temas muy amplios. Y no sólo por las dinámicas propias de una suerte de pequeños cabildos abiertos sino por la metodología del DNP. La mesa de trabajo de Seguridad y Justicia social, por ejemplo, abarcaba desde el servicio militar obligatorio hasta los sistemas de alcantarillado.

En el salón del abogado Meneses se habló, entre otros temas, sobre empleos públicos para los jóvenes, rutas escolares para el sector rural, tecnología e innovación para la agricultura o la necesidad de programas de educación superior en Medicina y Enfermería. No hubo, sin embargo, mayores reproches a la metodología del Gobierno. Eran, al final, un grupo de desconocidos, de diferentes edades y orígenes sociales, discutiendo sobre los grandes temas de su región y los pequeños dramas de sus vidas cotidianas.

La mirada puesta en 2023

Sobre las dos de la tarde finalizaron los debates al interior de las mesas de trabajo y las personas se dirigieron de nuevo al coliseo para el acto de cierre.

El primero en hablar fue un simpatizante del Pacto Histórico que dijo que la “izquierda tiene el Gobierno, pero no el poder”. Habló de la necesidad de desmontar la “estructura narco-paramilitar” y de disputar el próximo año la Gobernación y las alcaldías de Norte de Santander. El breve discurso fue contestado por un aplauso generalizado. En el coliseo también había voluntarios locales del Pacto Histórico, identificados con gorras y camisetas, que cubrieron el evento.

En la segunda vuelta de las últimas presidenciales, Norte de Santander fue en términos porcentuales el departamento más anti-petrista del país. Rodolfo Hernández ganó con casi el 80% de los votos. Petro sólo ganó en cuatro municipios de Norte: Teorema, Hacarí, San Calixto y El Tarra, todos ubicados en el Catatumbo y con una población muy pequeña.

Esta tradición obrera y campesina y las expectativas que ha generado el Gobierno en otros sectores, aprovechando la reapertura de la frontera y ahora los “diálogos regionales vinculantes”, pueden ser la primera mano del petrismo para socavar el sólido sesgo anti-izquierda de Norte de Santander.

Después del simpatizante del Pacto Histórico, un campesinó tomó el micrófono y desplegó un mapa de Norte de Santander para explicar el aislamiento del Catatumbo por el mal estado de las vías. “Este es el mensaje para el señor presidente: si mejoramos las vías para que el campesino pueda sacar sus productos, podemos ser potencia mundial de la vida y potencia mundial agrícola”, dijo.

A pesar de la diversidad de las personas que participaron en los diálogos regionales del Catatumbo, otros actores, como empresarios y organizaciones o partidos de derecha, estuvieron ausentes. También estuvo ausente una discusión más profunda sobre las demandas de seguridad de una región azotada por los grupos armados y las economías ilegales. Esto más allá del apoyo que múltiples organizaciones expresaron frente al restablecimiento de los diálogos con el ELN.

En el acto de cierre, el viceministro Francisco Roy anunció que el DNP recibió 190 propuestas, 36 de ciudadanos particulares y 154 de organizaciones, sobre todo campesinas y de mujeres. También se disculpó porque debía marcharse antes para alcanzar un vuelo que lo llevaría de Aguachica a Bogotá. “Soy víctima de la falta de conectividad de la región, un tema que ha sido recurrente en el transcurso de la jornada”, dijo.

Mientras tanto, las personas de logística repartían refrigerios en el coliseo. “Por fin les pudimos sacar algo después del trabajo tan hijueputa sacándole votos al uribismo”, dijo un hombre entre las risas de sus compañeros.

Únase a los Superamigos

El periodismo independiente que hace La Silla Vacía se financia, en parte, con contribuciones de nuestros lectores. Conviértase en SuperAmigo de La Silla, para que podamos seguir escribiendo sobre cómo se mueve el poder en Colombia. Adquiera su membresía aquí.

Compartir