Esta semana Gustavo Petro estará en Argentina por primera vez como presidente, para la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Con esta visita, Petro habrá viajado, en menos de seis meses, a los países de sus principales aliados de izquierda en la región: Chile, Brasil, México, Venezuela y Argentina.
El triunfo del presidente colombiano coincidió con giros a la izquierda en Chile y Brasil y con gobiernos en esa misma línea en ejercicio en Argentina y México. Esto ha llevado a Petro a hablar de una nueva “primavera latinoamericana”, en la que los gobiernos de izquierda (como sucedió con Hugo Chávez a principios de siglo) pueden plantear un bloque común y apoyarse económicamente y fijando posiciones políticas frente a temas como el cambio climático.
Y es una primavera en la que Petro se ve a sí mismo como un líder. “Es prioritario para este Gobierno ser protagonista de la región. Petro es la bisagra de las viejas luchas de izquierda con las nuevas del continente. Y tiene un liderazgo moral en temas como un cambio en la lucha antidrogas y el cambio climático”, dice el presidente de la Cámara, David Racero, miembro de la comisión de asuntos internacionales y uno de los aliados más cercanos a Petro.
Pero ese sueño de ser un articulador de la izquierda en el continente enfrenta algunos escollos. Por un lado, casi ninguno de sus homólogos comparte su agenda contra el petróleo y el carbón. Por otro, algunos de estos nuevos liderazgos son mucho más críticos que el presidente colombiano frente a violaciones de derechos humanos en Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Estos son los puntos que acercan y alejan a Petro de cada uno de sus aliados en la región: