Aunque la suerte del referendo aún se juega en la Corte Constitucional, la ‘preguntica’ se ha convertido en el instrumento más efectivo del Gobierno para consolidar el proyecto uribista y garantizarle larga vida en el país, se apruebe o no la reelección

Los únicos ejes de poder que le falta controlar a Uribe son la franja de opinión, las cortes y Estados Unidos. El país de Obama es el verdadero interrogante.

Aunque la suerte del referendo aún se juega en la Corte Constitucional, la ‘preguntica’ se ha convertido en el instrumento más efectivo del Gobierno para consolidar el proyecto uribista y garantizarle larga vida en el país, se apruebe o no la reelección.

Uno de los efectos más poderosos fue el transfuguismo. Con el referendo aprobado en el Congreso, los políticos hicieron sus cálculos y como suele suceder, le apostaron a quién consideran será el gran ganador.

De esta manera, de un día para otro, entre la U y el Partido Conservador se quedaron con 53 curules de 102 en el Senado, 15 más de las que tenían hace una semana. Y 16 más en la Cámara de Representantes para un total de 77 de 166 curules.

Contando los votos de los partidos uribistas pequeños que sobrevivieron, la mayoría uribista queda garantizada por lo menos cuatro años más si los mismos se reeligen, como seguramente sucederá si arrastran la inmensa popularidad del Presidente.

Así, Uribe echó al saco de sus conquistas al Congreso, uno de los contrapesos más fuertes del poder presidencial, que estará de ahora en adelante bajo su directa influencia como ya lo están la Defensoría, la Procuraduría y muy pronto la Fiscalía.

Su política de confianza inversionista –una mezcla de mayor seguridad, reducciones tributarias, exenciones, beneficios arancelarios e interlocución directa con el alto gobierno- ha logrado poner de su lado a los grandes empresarios y a los gremios que los representan.

Si algo ha caracterizado al gobierno de Uribe es su habilidad para mantener cerca a la cúpula empresarial. Tiene que pasar algo muy grave para que el Presidente falte a un congreso gremial, no lo convierta en una especie de consejo comunitario y obtenga un aplauso cerrado al final. Creó una Alta Consejería exclusivamente para resolverle los problemas a las empresas y ha logrado reducir el costo del capital en casi un 56 por ciento.

A cambio, si los gremios se pronuncian es para ‘rodear al Presidente’ en crisis como la actual con Venezuela. En los casos en donde su opinión va en contravía de la del mandatario prefieren mantener silencio. El sector empresarial por ahora no es un contrapeso para Uribe.

La Corte Suprema y la Constitucional aún mantienen su independencia y no serán fáciles de conquistar. Pero la verdadera incógnita es Estados Unidos.

Asfixia por power point

El proyecto uribista tiene dos ejes: la centralización del poder y la alianza con Estados Unidos.

La política económica, la de seguridad y la internacional están íntimamente relacionadas con el país de Barack Obama. Y por eso, su posición frente al gobierno de Uribe es fundamental para la permanencia de Uribe en el poder.

El Presidente Uribe le está apostando a la carta anti-Chávez que tan bien le funcionó con el gobierno de Bush. Obama fue claro en que quería aproximarse a América Latina desde otra perspectiva, usando al brasileño Luis Inacio Lula como aliado y manteniendo una relación con Colombia amistosa pero no exclusiva. Pero después de la polémica que ha desatado el acuerdo para permitir la presencia gringa en bases colombianas no es claro si logrará mantenerse al margen de la agenda bolivariana.

Lo que sí es claro es que los opositores de Uribe saben que si tienen algún chance de atajarlo es en Estados Unidos. Por eso, cada vez más, las ONG, las minorías étnicas y los políticos de oposición han transferido sus luchas y sus quejas a Washington.

“Hay un efecto de saturación con Colombia”, dijo una de las asesoras legislativas de uno de los senadores gringos a La Silla Vacía, que habló anónimamente porque no tiene permiso de hablar con la prensa. “Es asfixia por Power Point”.

Contó que todas las semanas, a veces incluso todos los días, recibe faxes, solicitudes de visitas, correos electrónicos con denuncias de abusos por parte de los opositores del gobierno. Y por otro lado, es inundada con presentaciones estilizadas de la Embajada de Colombia contrarrestando cada argumento.

Las ONG de derechos humanos han intensificado sus visitas a D.C. y han logrado poner el tema de los falsos positivos y las chuzadas del DAS en el centro del debate del TLC. Esta es la primera vez que los temas de derechos humanos se mezclan directamente con los comerciales.

Durante los gobiernos anteriores, la presión se ejercía a través de condicionar la ayuda militar y con la amenaza de retiro de visas. Ahora es con lo que podría afectar el otro poder, el empresarial.

El tercer contrapeso es la franja de opinión. La mayoría de columnistas no están con el Presidente pero su poder se ve altamente reducido si no hay campaña política. Y ese es otro de los grandes efectos del referendo: boicotear la campaña.

Mientras no se resuelva si el Presidente puede lanzarse o no, la campaña política no arranca. Es cierto que Fajardo sigue recorriendo el país, que los conservadores están divididos alrededor de la consulta y que Vargas Lleras lanzará en unos días su política de telecomunicaciones. Pero a muy pocos les importa y si logran unos minutos de aire en el noticiero será por darle una variedad no porque se consideren verdaderas noticias.

El gran efecto del referendo es que mientras se decide todos –incluyendo La Silla Vacía- no hablamos de nada más. Mientras tanto el proyecto uribista avanza a pasos tan grandes que al final poco importará si se reelige el Presidente o no.

Soy la directora, fundadora y dueña mayoritaria de La Silla Vacía. Estudié derecho en la Universidad de los Andes y realicé una maestría en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Trabajé como periodista en The Wall Street Journal Americas, El Tiempo y Semana y lideré la creación...