Podría decirse que en el trabajo de Rodrigo Spinel, detrás del acercamiento natural al dibujo desde que estudió arquitectura en Los Andes, hay un viaje en el tiempo que busca conectar al espectador con imágenes que hicieron parte del pasado. Pero no solo busca mostrarlas porque sí, sino que detrás de cada obra hay un proceso lento, de mucho tiempo, como una metáfora de reconstruir los días idos.
En algunas de sus series aparecen billetes que predominaban en los años 90; en otras, las estampillas que fueron desapareciendo para dar paso a una simple “guía” con la información necesaria del envío de turno. Spinel reconstruye con paciencia esa iconografía que desapareció y que estaba presente en la cotidianidad de esos años, en las entonces cartas que llegaban con esa pequeña imagen que aludía a la riqueza del territorio, a los paisajes, las orquídeas, la bandera, el escudo, entre tantos otros elementos representativos del país. Lo mismo en los billetes que, además de su denominación, expone estas postales a veces invisibles.