En política, unos terminaron con más fuerza de la que tenían al principio del año, pero otros se desinflaron.

Estos siete personajes cerraron el año mucho mejor de lo que lo empezaron, mientras que cinco lo arrancaron con el pie derecho y lo terminaron con el pie izquierdo. Todo más allá de las elecciones regionales, que tuvieron sus propios ganadores y perdedores.

Los ganadores

Los descontentos

Al iniciar el 2019, las inconformidades no pasaban de ser un comentario de pasillo o una queja en redes sociales. Pero esto cambió con las movilizaciones que ha habido desde el 21 de noviembre, en las que cientos de miles de personas marcharon e hicieron cacerolazos, lo que es una gran victoria para quienes están descontentos desde hace rato.

Aunque el descontento no tuvo una única razón ni una petición concreta, esas expresiones ya lograron que no haya reformas laboral ni pensional, cambios en la tributaria y que el Gobierno firmara el Acuerdo de Escazú sobre protección de líderes ambientales.

Quienes protestan muestran la cara de un país que va más allá de los partidos tradicionales, los sindicatos o los movimientos estudiantiles, como se evidenció con los espontáneos que marcharon o con organizaciones como las barras de fútbol o los artistas que hicieron conciertos en Bogotá y en Medellín. También muestra la voz de las mujeres que, al son del performance chileno ‘Un violador en tu camino’, denuncian al sistema que las revictimiza si son víctimas de violencia sexual. 
Ese descontento se ve reflejado también en las encuestas y en cómo votaron las principales ciudades, que se alejan de a poco de las maquinarias y le dan más peso al voto de opinión.

JEP

La Jurisdicción Especial para la Paz comenzó el año con el pie izquierdo por la solicitud de extradición de ‘Jesús Santrich’. Antes de que decidiera la criticaron tanto el uribismo como Iván Márquez, que no había vuelto a las armas, y cuando decidió no extraditarlo, incluso una de sus magistradas y varios defensores del Acuerdo se opusieron públicamente.

Pero a lo largo del año, la JEP probó tener blindaje político y jurídico. Las objeciones presidenciales a su Ley Estatutaria se hundieron en el Congreso y la Corte Constitucional la defendió con tres fallos clave: ratificó que el Congreso tuvo las mayorías necesarias para hundir las objeciones, aclaró que sí podía pedir pruebas para decidir si extraditaba a Santrich, y definió que los bienes de las Farc servirán exclusivamente para reparar a sus víctimas y no a todas las víctimas, como quería la Fiscalía. 

Además, cerró el año con broche de oro por el espaldarazo de la Corte Penal Internacional, que reconoció sus avances en las investigaciones de crímenes sexuales, reclutamiento de menores y de falsos positivos; y al ganar legitimidad con el avance concreto de la fosa común de los falsos positivos que comenzó a investigar en Dabeiba, Antioquia.

Roy Barreras

El senador de La U dio un paso más para reforzarse en la opinión como defensor de las víctimas y del Acuerdo, para alejarse de su fama de voltiarepas que apoya a cualquier Gobierno y para tener un partido propio, o más acorde a esa postura que La U.

Además, tuvo claros éxitos: lideró el debate de moción de censura y allí reveló que varios menores reclutados a la fuerza por disidentes habían muerto en un bombardeo del Ejército, lo que terminó forzando la renuncia del entonces ministro de Defensa, Guillermo Botero, y fue una de las razones que le metieron combustible al paro nacional. 

De hecho, justo después de ese debate, el Gobierno aceleró su estrategia de comunicación para intentar desinflar las movilizaciones que se venían. 

De ñapa, no le fue del todo mal en elecciones: lideró que La U apoyara a Jorge Iván Ospina a la Alcaldía de Cali, y ganó; sus candidatos ganaron una curul al Concejo de Cali y otra a la Asamblea del Valle por Colombia Renaciente, lo que abre la puerta a que su grupo salga de La U donde él no está cómodo, más porque su única concejala en Cali, María Grace Figueroa, se quemó y se apartó de él; y los dos candidatos a Gobernación -en Putumayo y Amazonas- que lo buscaron para avalarse por La U no obtuvieron el respaldo de la colectividad.

Alberto Carrasquilla

A pesar de que es uno de los ministros más criticados, en 2019 logró que su agenda se aprobara en medio de una tormenta.

Con las críticas encima por su defensa de hacer una reforma pensional -que estuvo en las raíces del paro-, y de la mala imagen que se nota en que incluso los empresarios le pusieron uno de los puntajes más bajos de todo el gabinete y su peor récord desde que lo mide La República, salieron adelante varios proyectos de su corazón.

Además de la menos visible Misión del Mercado de Capitales, que dio recomendaciones al Gobierno para iniciar una reforma, el Congreso aprobó crear una holding financiera de la Nación y su nueva tributaria, ambas en medio del paro y sin importar que fueran gasolina para las movilizaciones.

Carrasquilla también reforzó su poder al ganar las pujas que tuvo con el DNP sobre el presupuesto nacional y con la llegada de uno de sus viceministros a la dirección de esa entidad.

Los quijotes

Los candidatos que nadie creía que iban a ganar obtuvieron varias de las curules más representativas en las elecciones regionales, incluso por encima de la clase política tradicional. De hecho, las maquinarias quedaron en jaque

Este fenómeno se vio sobre todo en las alcaldías de las principales ciudades, donde ganaron candidatos que tenían los pronósticos en contra y que representan ideas diferentes a las de la clase política tradicional, como ocurrió con Jairo Yáñez en Cúcuta, William Dau en Cartagena, Juan Carlos Cárdenas en Bucaramanga, Claudia López en Bogotá o Daniel Quintero en Medellín.

Felipe Córdoba

Desde antes de que lo eligieran en el Congreso, el contralor Felipe Córdoba ha mostrado que cultiva las relaciones políticas y sabe cómo usarlas.

En este año, sumó poder al nombrar a personas cercanas a congresistas, como lo son 24 de los 52 contralores provinciales, justo cuando en el Gobierno eso es escaso. 

Probablemente impulsado en eso logró que el Congreso aprobara una reforma constitucional que le da cuatro nuevos poderes, desde suspender a funcionarios hasta revisar los procesos de contratación en tiempo real, además de más cargos para nombrar.

Rodolfo Hernández

El exalcalde de Bucaramanga se pasó el año peleando con leyes y frases por el escándalo de un fallido contrato para el manejo de las basuras y dos suspensiones de la Procuraduría, una por haberle pegado a un concejal en 2018 y otra por presunta participación en política. Pero nada de esto hizo mella en su poder.

Al contrario, renunció, se victimizó y, ya sin los límites para participar en política, se metió en las redes sociales de frente a promover a sus pupilos cuando no habían despegado, y ganó.

Su heredero, Juan Carlos Cárdenas arrasó en las votaciones de la alcaldía; su movimiento, Liga de Gobernantes Anticorrupción, fue el más votado en Bucaramanga para Concejo y Asamblea; y recomendó en Cúcuta apoyar al quijote Jairo Yáñez, quien venció al condenado Ramiro Suárez. 

Todos estos resultados le meten gasolina al comienzo de su aspiración presidencial 2022. 

Los perdedores

Iván Duque
 

El presidente comenzó golpeado pero prontó mejoró su favorabilidad con su postura dura en seguridad en respuesta al atentado del ELN contra la escuela General Santander y en la diplomacia liderando el cerco diplomático a Venezuela.

Esos buenos vientos cambiaron cuando no logró que el Congreso aprobara sus objeciones a la ley estatutaria de la JEP y al tiempo quedó clara su poca gobernabilidad en el Congreso que llevó a que se hundieran proyectos que había promovido desde su candidatura, como el que impedía que los delitos sexuales contra menores fueran considerados como delitos políticos.

Esa falta de mayorías en el Congreso también le costó la salida de su ministro de Defensa Guillermo Botero, que en sí misma fue otro golpe que se sumó a problemas como el fracaso del cerco diplomático, su dificultad para conseguir una bandera que emocione a la gente o la incapacidad para evitar que creciera el descontento que, si bien no necesariamente se debe solo a él, si debilita su gobierno.

Por eso, cerró el año con la mayor desfavorabilidad que ha tenido en varias encuestas y con las presiones que le metió el paro nacional durante más de 15 días consecutivos, que lo llevaron a abrir mesas de conversación para enfrentar la inconformidad.

Álvaro Uribe

El expresidente, padrino político del presidente Duque, tuvo un ciclo similar al de su ahijado, pero además sufrió una derrota electoral clara.

No logró hacer un acuerdo político con Cambio Radical, La U y los liberales para salvar al menos dos objeciones de las seis objeciones de Duque a la JEP, que defendió, y en general no puedo armar una coalición en el Congreso que le diera sustento al Gobierno.

También lo golpeó ser el primer expresidente en tener una indagatoria en la Corte Suprema de Justicia en un caso por presunta manipulación de falsos testigos.

Eso fue pocos días antes de las elecciones regionales en las que la estrategia de su partido de aliarse con maquinarias tradicionales en vez de seguir con sus candidatos propios y una postura de antipolítica de derecha no le salió; el golpe más duro fue Medellín donde no solo Alfredo Ramos perdió contra todos los pronósticos, sino que además ganó un antiuribista.
La ñapa fue la salida de Guillermo Botero, uno de los ministros más cercanos a Uribe, sin que el senador pudiera evitarlo.  Todo se consolidó en un resultado final: la imagen del expresidente llegó a mínimos históricos en las encuestas.

Partido Farc 

En el año de su estreno en las elecciones regionales, que era su gran apuesta para entrar a la política como pactaron en La Habana, se enfrentaron a divisiones profundas y a la realidad electoral.

Las diferencias, que había desde cuando eran guerrilla y que se vieron en la formación del partido político, estallaron cuando Iván Márquez y Jesús Santrich retomaron las armas junto a un puñado de excombatientes. Ese fue un golpe para la imagen de los demás, porque rompió la apuesta de mantener la cohesión que tenían en armas.

La segunda dosis de realidad fueron las elecciones en las que sacaron menos votos que en las de Congreso en 2018; solo lograron poner dos concejales y perdieron incluso en las zonas donde tuvieron respaldo como guerrilla, como San Vicente del Caguán o La Montañita. Quizás por la idea de mantener su nombre: los dos alcaldes electos cercanos al Partido, Guillermo Torres en Turbaco y Edgardo Figueroa en Puerto Caicedo, se fueron con el apoyo de otros movimientos y no bajo el sello del partido de la rosa. 
El año de sus divisiones lo terminaron con una organización para reincorporarse que se aleja de la idea que tenía el Partido Farc para volver a la vida civil y que fue jalonada por excomandantes del Bloque Sur.

Los militares y los policías

La Fuerza Pública tuvo un año negativo por sus excesos o por los fantasmas de otros tiempos.

En mayo, el periódico estadounidense The New York Times reveló detalles de órdenes del Ejército en las que presionaba a los soldados por mejores resultados y dijo que este año ya había habido “un patrón de asesinatos sospechoso”, como en los peores tiempos de los falsos positivos en la década del 2000.

De hecho, un militar mató al desmovilizado de las Farc Dimar Torres en abril, en el Catatumbo.

En noviembre, Roy Barreras denunció que en un bombardeo militar en Caquetá contra las disidencias murieron al menos ocho menores de edad a pesar de que por los menos tres instituciones oficiales y funcionarios le advirtieron al Ejército antes de la operación que esa disidencia estaba reclutando menores.

Ese fue uno de los detonantes del paro nacional, en el que la Policía, y sobre todo su Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad), terminaron tan golpeados que desde el 21 de noviembre, día de las primeras marchas, la Policía ha investigado al menos a 35 miembros del Esmad por excesos, según informes que conoció La FM.

En el último mes, un agente del Esmad mató al joven Dilan Cruz con el disparo de un “bean bag”, Christian Rodríguez perdió un ojo después por una granada de aturdimiento, y otros policías detuvieron a dos personas en carros particulares y a por lo menos un periodista en Bogotá y cinco en Barranquilla, entre otros hechos problemáticos.

Eso no solo llevó a que el Comité del Paro incluyera el desmonte del Esmad entre sus peticiones, sino a que varios generales salieran a dar explicaciones – en varios casos con declaraciones criticadas, como cuando el comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá dijo que cuestionar sus acciones es cuestionar el Estado de Derecho. Incluso así, la nueva estrategia de seguridad de Duque fortalecerá el Esmad con más pie de fuerza.

Fiscalía

Odebrecht y sus vasos comunicantes con el exfiscal Néstor Humberto Martínez y las irregularidades en las chuzadas le pasaron la cuenta de cobro a esta entidad. 

Primero, porque ante el mayor escándalo de corrupción del continente no ha mostrado mayores resultados este año, y el informe que dejó el fiscal ad hoc Leonardo Espinosa, al salir, señala que eso se debe a fallas internas. 

Segundo, porque siguieron las chuzadas ilegales, al punto que dos exfuncionarios se presentaron a la JEP para dar más detalles.

Todo esto en medio de un vacío a falta de fiscal general que no se ha llenado desde mayo, pues el Presidente Duque presentó la terna de los candidatos solo en diciembre y la Corte Suprema de Justicia todavía no ha elegido.

Soy periodista de la Universidad de Antioquia, con maestría en Human Rights, Policy and Practice en tres universidades de la Unión Europea, en las que obtuve la beca Erasmus Mundus. He trabajado con Semana.com y Verdad Abierta. Además, con ese equipo, nos ganamos el premio Simón Bolívar a mejor...