Más allá del titular de que Óscar Iván Zuluaga ganó y Juan Manuel Santos lo acompañará en la segunda vuelta, estos fueron los ganadores y los perdedores de las elecciones de ayer.

Más allá del titular de que Óscar Iván Zuluaga ganó y Juan Manuel Santos lo acompañará en la segunda vuelta, estos fueron los ganadores y los perdedores de las elecciones de ayer:

Los que ganan

Los que pierden

Álvaro Uribe Vélez

Germán Vargas Lleras

?El ex presidente y senador electo confirmó que es, de lejos, el principal líder político del país. Con pocas maquinarias de su lado (tenía el ramismo antioqueño, lo que queda del grupo político de Ciro Ramírez en Boyacá y los votos de la Misión Carismática Internacional)y con los grandes medios, buena parte del empresariado y el Estado en contra, logró convertir un candidato desconocido en el ganador de la primera vuelta y sumar casi 3,8 millones de votos.

Aunque esa sea la cifra más baja que ha conseguido el uribismo en unas elecciones presidenciales desde que Uribe arrasó en 2002 con 5,8 millones de votos, estos votos muestran que el uribismo está vivo y cohesionado, que aunque no es mayoría sí es la minoría más grande y que podría volver al poder en tres semanas.

Todo eso lo logró Uribe con decisiones claves como asegurarse de que el candidato fuera su favorito, liderar la lista al Senado para darle visibilidad a su partido y crear un golpe de opinión, hacer giras paralelas a las de Zuluaga para dejar claro que la campaña era uribista hasta la médula y salir a frentear el escándalo del hacker, incluso apelando a atacar a la campaña santista sin ofrecer pruebas.

Es uno de los grandes perdedores de la contienda. Hace unos meses, dada que su popularidad superaba con creces la del Presidente, era la mayor amenaza para un triunfo indiscutible de Santos. Esto forzó su nombramiento como fórmula vicepresidencial, que incluyó darle un papel protagónico en la campaña como presidente del comité estratégico de la reelección y con control e influencia sobre varios temas en un eventual gabinete.

Su llegada, sin embargo, no le puso un solo punto adicional a Santos en la intención de voto en las encuestas, y en cierta forma la restó. Lo alejó de la izquierda, sobre todo por su posición frente a Petro, y generó muchos recelos internos en la Unidad Nacional.

Vargas Lleras optó por irse a recorrer el país haciendo campaña. Su nombre se puso al lado del de Santos en la publicidad. Pero diez días antes de las elecciones, tuvo que entrar César Gaviria a asumir la conducción de la campaña.

En una semana, el ex presidente logró varias cosas que Vargas Lleras no había podido: poner a Álvaro Uribe a la defensiva y permitir que la campaña retomara la ofensiva; comenzar a construir alianzas con otros sectores como el petrismo con miras a la segunda vuelta; calmar los celos al interior de la Unidad Nacional para que se alinearan en la misma dirección.

Al final, la escasa votación de Santos en primera vuelta es una derrota doble para Vargas Lleras. Perdió el liderazgo de la campaña y no logró jalonar el triunfo de Santos en ninguno de sus bastiones, con excepción del Atlántico: ni en Bogotá, ni en Cundinamarca, ni en Quindío, ni en Arauca y Casanare le fue bien a Santos.

La Registraduría

Enrique Peñalosa

Después de los errores de las elecciones al Congreso, de las denuncias de fraude del Centro Democrático en ese momento y de las alarmas de fraude que habían prendido Álvaro Uribe y los uribistas que denunciaban la presencia en Bogotá de Tibisay Lucena (la presidente del Consejo Nacional Electoral venezolano, y para ellos símbolo del supuesto fraude chavista en ese país), la Registraduría tenía una bomba en sus manos. Pero la desactivó.

Su mayor logro fue tener la entrega de resultados más rápida en la historia del país: menos de una hora después de cerradas las urnas ya estaba reportando los resultados de más del 89 por ciento de las mesas. Esa velocidad, sumada a que ningún partido habló de fraude (aunque sí se presentaron denuncias puntuales de irregularidades), le salvó el día.

Además, su página web funcionó sin problemas, lanzó un app para que los dueños de teléfonos con sistemas operativos Android e iOs pudieran ver los resultados y corrigió a tiempo el problema de los marcadores que manchaban los tarjetones.

El candidato de la Alianza Verde quedó de últimas entre los cinco candidatos, y solo unos puntos por encima del voto en blanco. A pesar de haber sacado dos millones de votos en la consulta verde con una campaña de unos pocos días, el domingo sacó la mitad de la votación.

Peñalosa desdeñó la estructura política de su partido y optó por una “alianza con la ciudadanía”, pero no logró ofrecer un liderazgo alternativo al de Santos y Zuluaga. Cuando estallaron los escándalos, que se le abrió una oportunidad única para su propuesta antipolítica, Peñalosa se quedó callado. Cuando finalmente habló ya fue tarde.

En los debates, no logró lucirse y en general fue una decepción que siendo su sexta campaña insistiera en hacerla como si fuera la primera.

Su derrota es más grande por haber tenido la cuarta votación en Bogotá, la ciudad que él ayudó a modernizar y a la que siempre quiso volver a gobernar.

Clara López Obregon

La gran prensa

La candidata del Polo Democrático logró que el Polo Democrático reviviera. El partido de izquierda, que en las elecciones de 2006 tuvo la segunda votación y parecía ser una alternativa de poder, se desplomó en los últimos años con el escándalo de Samuel e Iván Moreno y la pérdida de su gran bastión, la alcaldía de Bogotá. Después de eso, sin la maquinaria de la antigua Anapo y de esa alcaldía, logró casi 2 millones de votos, quedó casi empatada en el tercer puesto con Marta Lucía Ramírez y mostró que la izquierda puede superar su tradicional votación que está entre el ocho y el 10 por ciento de los electores.

Aunque la estrategia de la campaña se cerró mucho hacia la izquierda, primero con la elección de Aída Avella como fórmula vicepresidencial y luego al centrar su discurso en la crítica del modelo neoliberal, Clara se disparó. Las encuestas le daban entre un 9 y un 11 por ciento de intención de voto, así que es probable que los escándalos de las últimas semanas (cuando no hubo más encuestas) y su presentación en los debates televisados, en los que le fue muy bien, la hayan impulsado a última hora.

Uno de cada cuatro votos los sacó en Bogotá, lo que muestra que la izquierda sigue siendo fuerte en la capital y que tiene buenas opciones para las elecciones a la alcaldía en 2015. También logró capitalizar el descontento de los paros agrarios: ganó en Tunja, Duitama y Sogamoso en Boyacá, y en Ipiales y sus alrededores en Nariño, que son zonas donde es fuerte la Dignidad papera; quedó de segunda en Pasto, Manizales, Neiva y Pitalito, donde paperos y cafeteros también son fuertes.

Con diferentes grados, los grandes medios de radio, televisión y prensa en Bogotá, y en algunas regiones, tomaron partido por Santos en la campaña y en contra de Zuluaga. Eso les quitó cierta credibilidad entre un sector de la población (de hecho, el candidato uribista le pidió en su discurso de ayer equilibrio a los medios) y los puso a dar explicaciones durante la campaña.

Marta Lucía Ramírez

Roberto Prieto

La candidata conservadora logró la mejor votación de su partido desde que Andrés Pastrana ganó la presidencia en 1998 y triplicó la votación de Noemí Sanín en 2010.  Eso lo hizo con el apoyo de una parte pequeña de la maquinaria conservadora, que le ayudó a sumar votos en departamentos como Valle del Cauca, Boyacá y Risaralda, pero sobre todo montada en un importante voto de opinión.

Por ejemplo en Bogotá, ciudad donde los conservadores no tienen fuerza, quedó de quinta pero sacó casi 370 mil votos, más de cuatro veces lo que sacó la lista azul al Senado. También cuadruplicó los votos conservadores en Meta y Casanare y los dobló en Quindío, Cundinamarca, Santander y Amazonas.

Con esa votación, queda en una posición muy favorable dentro de su partido para definir a dónde se van los votos azules, una decisión que tomarán los 17 miembros del directorio conservador. Ese poder, más el baño de conocimiento que le dio la campaña, también la dejaron bien posicionada para la campaña a la alcaldía de Bogotá en 2015 o a la presidencia en 2018.

El gerente de la campaña de Santos es un gran perdedor en la contienda porque pese a su esfuerzo no logró que el eje de la estrategia santista -que era mover la estructura política de la Unidad Nacional- funcionara.

Durante toda la campaña arreciaron las críticas a Prieto porque se demoró la llegada de la publicidad a las gerencias regionales; porque la plata que le giraron a las regiones para el día D les pareció insuficiente; y porque en un momento dado se le vio demasiado cercano al partido de la U lo que generó celos en los liberales.

La campaña solo logró unificar su mensaje hacia el final, alrededor de la paz, pero así como en la campaña del 2010 Prieto se llevó todos los aplausos hoy le pasarán la cuenta de cobro por la escasa votación.

Los políticos de maquinaria

Juan Mesa

Los grandes ganadores de las elecciones son los políticos con clientela, porque se movieron poco y se cotizaron para segunda vuelta. Además, mostraron que son el factor decisivo en cualquier elección presidencial, porque incluso el súper poderoso Álvaro Uribe los necesita para ganar.

La caída en la participación electoral en la costa Caribe, donde un millón de votos (uno de cada tres) se esfumaron entre las legislativas y la primera vuelta, es prueba tanto de su músculo electoral como de su importancia. Otros casos puntuales lo muestran. Musa Besaile y Bernardo ‘Ñoño’ Elías sacaron casi 30 mil votos en Sahagún, que es su feudo, y Santos solo sacó 20 mil: casi 10 mil votos de la maquinaria de ellos dos no aparecieron.

Ahora, con Zuluaga y Santos a menos de cuatro puntos porcentuales de distancia, ese apoyo se valoriza para las dos campañas. En la campaña reeleccionista no le metieron la ficha a esas maquinarias (como contamos, no le metieron tanta plata a armar la logística para el domingo, un rubro clave para que la maquinaria se mueva) y en la uribista no había cercanía con ellas. Pero ahora las dos tienen todos los incentivos para pelearse esas maquinarias, que tienen ahí una opción para exigir más a cambio de su apoyo.

El asesor de la campaña santista fue visto por muchos políticos como la persona que estuvo detrás de la decisión de Santos de desmarcarse de ellos para no untarse de la ‘mermelada’, que le fue muy criticada al Presidente al comienzo de la campaña.  “No puede uno echar a los leones a los políticos que le van a poner los votos a uno”, dijo un asesor de uno de ellos a La Silla.

Dado que la maquinaria no se movió como esperaban en la campaña y una razón de esto fue el desprecio que sintieron los políticos de la Unidad Nacional, más allá de si Mesa tuvoe que ver con eso, hoy no es el hombre más querido de la campaña.

 

La tecnocracia

 

La tecnocracia ha tenido juego en el gobierno Santos (por ejemplo, tienen hoy los ministerios de Salud y de Ambiente, la Superintendencia de Salud, la Agencia de Minería y la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales), pero ese espacio está en riesgo. Con la necesidad de tener el apoyo de los políticos para ganar la segunda vuelta, la tecnocracia puede salir del gobierno para acomodar más cuotas de los políticos, o quedar con menos margen de maniobra por acuerdos con los políticos.

 

Gustavo Petro

 

?El alcalde de Bogotá perdió por todos lados. Dado el mal desempeño de Santos en Bogotá y el bueno de Clara López, su apoyo a Juan Manuel Santos no pareció sumarle votos (y quizás más bien perdió) y en todo caso, dejó descontentos a muchos de sus seguidores que fueron a la plaza a protestar cuando Santos firmó su destitución; el voto de los indignados terminó en el Polo; y sus rivales en la izquierda lograron una votación muy importante en Bogotá.

Soy la directora, fundadora y dueña mayoritaria de La Silla Vacía. Estudié derecho en la Universidad de los Andes y realicé una maestría en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Trabajé como periodista en The Wall Street Journal Americas, El Tiempo y Semana y lideré la creación...

Fui usuario y luego periodista de La Silla Vacía. Tras más de una década haciendo de todo en esta escuela de periodismo, de la que fui director editorial, me fui a ser lector y SuperAmigo. Ahora me desempeño como redactor jefe de El País América Colombia.