Ya han pasado tres semanas desde que el periodista Rafael Moreno fue asesinado a sus 37 años con dos disparos de bala en su restaurante Rafa Parrilla en Montelíbano, Córdoba. Su crimen —que conmovió a los periodistas y a la gente que lo conocía— sigue aún sin resolverse.
La Silla Vacía visitó el sur de Córdoba para conocer a fondo las investigaciones de Rafael Moreno y las denuncias que estaba haciendo antes de ser asesinado y habló con ocho personas que lo conocían, entre familiares, periodistas, amigos y políticos.
Rafael Moreno hacía sus denuncias a través de sus redes sociales personales y la cuenta de Facebook Voces de Córdoba. Sus cuestionamientos iban dirigidos especialmente contra dos grupos políticos con los que trabajó en el pasado: el del exalcalde de Puerto Libertador Espedito Duque y el del representante liberal Andrés Calle.
Desde el periodismo, Moreno enfocaba sus denuncias contra quienes sentía que lo habían traicionado políticamente. Y ahora los ojos de sus colegas están puestos en estos poderosos locales.
Varios comparten la misma sospecha de que a Moreno lo mataron para impedir que sus denuncias contra políticos de su región pasaran de lo local a lo nacional.
Lo creen así porque el periodista fue asesinado justo unos días después de anunciar que entregaría sus denuncias sobre corrupción a Forbidden Stories, una organización internacional que se encarga de continuar y publicar el trabajo de periodistas que enfrentan amenazas o son asesinados.
Moreno iba a participar junto a esta ong en un taller de la fundación de periodismo Gabo en Bogotá el 21 de octubre. Lo balearon el 16.
El choque con los poderes de Puerto Libertador
Rafael Moreno tenía habilidad para adaptarse a cualquier oficio. Fue minero, raspachín de coca, estudió varios semestres de Derecho y creó un grupo de denuncias jurídicas, fue presidente de la Junta de Acción Comunal de la Unión (Puerto Libertador) y montó un restaurante de comidas rápidas y un lavadero de carros. En sus últimos años, combinó el periodismo con la política.
Antes de ser periodista, Moreno acompañó a Espedito Duque en sus tres campañas a la Alcaldía de Puerto Libertador.
“Toda la familia estuvo con Espedito. Rafael más porque se mostraba más, iba a las veredas, organizaba reuniones para el alcalde y era muy conocido”, dice una pariente de Moreno.
“Casi que le llevaba la agenda personal a Espedito”, dice un periodista amigo.
De hecho, en un video de Facebook el propio Moreno reconoce que le recibió diez millones de pesos a Duque por su trabajo en la campaña de 2015. Fue en esa contienda en la que Duque fue elegido alcalde.
Según tres fuentes conocedoras, esa relación se rompió en la administración de Duque porque Moreno sentía que no le estaban dando el reconocimiento que esperaba.
“En la campaña de 2015 él fue como el secretario de campaña de Espedito, pero cuando se hizo alcalde no le dieron el puesto que se merecía. En cambio, llegó gente que no había trabajado en la campaña”, dice una pariente de Moreno.
Un periodista amigo de Moreno lo confirma: “Yo diría que se distanció (de Duque) para el segundo año, casi para el tercero. No le dieron el valor que él podía tener. Trabajó unos meses en una oficina jurídica, sin ninguna importancia”.
Fue en ese momento que Moreno hizo su tránsito hacia el periodismo. Creó Voces de Córdoba como un medio en Facebook en diciembre de 2018 y empezó su carrera como periodista.
Como suele suceder con el periodismo local, Moreno combinaba el oficio con otras labores. En su caso, con la política.
A la vez que mantenía su espacio periodístico en Facebook, se metió en la campaña de Rey Calleja, rival del candidato de Duque y a la postre ganador, Eder Soto.
En su nuevo rol de periodista, Moreno encontró una vitrina para ganar relevancia y desacreditar al grupo político por el que se sintió traicionado. Así que se volvió un veedor permanente y un duro crítico de la administración de Soto.
Una voz incómoda
Puerto Libertador, un municipio de 55 mil habitantes, a tres horas en carro de Montería, es un pueblo del sur de Córdoba, conocido por la abundancia de hojas de bijao. En el pueblo hay una fuerte presencia del Clan del Golfo.
“La prensa de esta región se enfrenta a las dificultades de informar en una zona violenta, con presencia del Clan del Golfo, y en la que funcionarios públicos estigmatizan a quienes hacen denuncias e investigación”, denunció la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) después de una reciente misión a Puerto Libertador, donde constató el riesgo que corren los periodistas de la región y su desprotección por parte del gobierno local como nacional.
El periodismo que hacía Moreno era particularmente arriesgado en ese contexto. Combinaba la búsqueda de contratos públicos en la página de contratación estatal Secop con reportería en terreno para ver si se estaban cumpliendo.
Si encontraba irregularidades, Moreno, además, ponía las denuncias ante los entes de control.
Todo esto lo mezclaba con publicaciones y transmisiones en vivo de Facebook en las que lanzaba frases suspicaces hacia los atacados, acusaciones de “ladrones” y descalificativos como “payasos” o “basura”.
Rafael Moreno denunció obras de infraestructura entregadas en mal estado durante la administración de Soto; expuso a los contratistas que más dinero recibían en Puerto Libertador, como la Fundación Visión Juvenil Organización; también reveló los acuerdos entre la Administración y el Concejo para aprobar empréstitos para el municipio.
Las peleas de Moreno con Espedito Duque (el padrino político de Soto) y su grupo político alcanzaron niveles desproporcionados.
Según cuenta un pariente y un periodista amigo de Moreno, en 2020 tuvo una pelea pública con Lewis Brito, conocido en el pueblo por su apodo “El Guajiro” y por su cercanía con el hijo del exalcalde Duque, Juan David Duque.
“Rafael venía de estar tomando, y lo paró un policía en un retén junto con ‘El Guajiro’. Lo graban borracho y lo empezaron a golpear. Rafael estuvo mal”, dice una familiar. La versión de un familiar de Duque es la opuesta. “Rafa Moreno fue el que le pegó (a Brito)”, dice.
La última denuncia fuerte de Rafael Moreno contra la administración de Soto fue por un contrato de transporte escolar. En julio, Rafael señaló que un contrato de 946 millones para transportar a los estudiantes de colegios era un “robo” porque el transporte era de pésima calidad. La acompañó de una foto de una camioneta Jimmy con estudiantes subidos al techo. “Se robaron mil millones de pesos en 50 días”, denunció en sus redes
En un video en el que da detalles de esa denuncia, el periodista también contó que había recibido una amenaza. Era un panfleto que decía “Usted se cree el puticas porque habla en público y por eso cree que es intocable. Aquí ninguno lo es”. El papel tenía una bala adentro, que Moreno mostró en su transmisión.