Ayer el Senado aceptó la renuncia del magistrado Henry Villarraga a la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, lo que podría ser el punto final al más reciente escándalo en la cúpula de la Justicia. Con esa coyuntura La Silla decidió continuar su serie de Súper Poderosos con los de la Justicia, entendidos como los que tienen la capacidad de hacer que las cosas pasen o dejen de pasar en la rama judicial. Con eso en cuenta, este es nuestro top de súper poderosos:

Ayer el Senado aceptó la renuncia del magistrado Henry Villarraga a la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, lo que podría ser el punto final al más reciente escándalo en la cúpula de la Justicia. Con esa coyuntura La Silla decidió continuar su serie de Súper Poderosos con los de la Justicia, entendidos como los que tienen la capacidad de hacer que las cosas pasen o dejen de pasar en la rama judicial.

Después de consultar a cuatro abogados que litigan en las Altas Cortes y son o han sido conjueces en ellas, un decano de una facultad de derecho, tres magistrados de las Altas Cortes y dos estudiosos de la justicia, no ha resultado sencillo definir los Súper Poderosos porque la estructura de la justicia hace que el poder esté muy distribuido.

Por ejemplo, aparte del Fiscal General ningún funcionario tiene la capacidad de nombrar a muchas personas sin consultar con sus colegas, y en los escalones más altos de la rama las decisiones judiciales son colectivas. “En la justicia hay influyentes pero no súper poderosos”, le dijo a La Silla un ex magistrado de una Alta Corte.

Quizás por eso lo que ha ocurrido en la rama es que hay un espíritu de cuerpo importante, que ha llevado a que cada vez más los cargos de magistrados de las Altas Cortes sean llenados solo con personas que vienen de la rama, a pesar de que la Asamblea Constituyente de 1991 pensó que era mejor que no forman parte de la carrera judicial para permitir que llegaran académicos y abogados de larga trayectoria a oxigenar la rama. Esa endogamia judicial también deja ver que el poder es más compartido que individual.

Con eso en cuenta, este es nuestro top de súper poderosos:

Alejandro Ordóñez

El Procurador General, aunque no pertenece a la Rama Judicial, es el más poderoso de la justicia.

Ordóñez viene de la rama judicial (fue magistrado de tribunal y consejero de Estado antes de llegar a la Procuraduría), por lo que los magistrados lo reciben como uno de ellos y por eso está protegido por su espíritu de cuerpo.

Eso se fortalece por los excelentes lazos que el Procurador mantiene con los magistrados. Ha usado su gran poder burocrático para nombrar personas cercanas a muchos magistrados de las Altas Cortes, salió ganador del nombramiento de los presidentes de la Corte Suprema (su amiga personal y compañera de universidad Ruth Marina Díaz) y del Consejo de Estado (su antiguo magistrado auxiliar y amigo Alfonso Vargas) y ha sido ternado a la Procuraduría por esas dos cortes.

Además, a través de los procuradores judiciales, está siempre informado de lo que ocurre en toda la rama y puede intervenir en todo tipo de procesos, lo que le permite incidir en toda la rama – como lo muestra su estrategia frente al matrimonio igualitario.

 

Francisco Javier Ricaurte

El magistrado de la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura es la cabeza de la mayoría que conforman su amigo (y colega de salto desde la Corte Suprema) Pedro Munar, Agustín Suárez y Pedro Sanabria. Con ese ldierazgo, Ricaurte aprovecha las funciones de la Sala para amasar poder 

Una de esas funciones es la de elaborar las listas para que los magistrados del Consejo de Estado y de la Corte Suprema llenen sus vacantes. También maneja dónde se crean juzgados de descongestión, para lo cual si bien existen indicadores también hay margen de discrecionalidad. Al crear esos cargos le da juego burocrático a los tribunales, que son quienes llenan esos cargos. Además define para dónde se van los recursos de la rama.

Además, sigue teniendo mucha incidencia en la Corte Suprema. “Es el poder detrás del trono”, le dijo a la Silla uno de los consultados, tanto en la Corte en General como en la Sala Laboral.

La fuente de ese poder, además del cargo que ocupa y de la mayoría que lidera, es que ha hecho toda la carrera desde juez. Eso le da bagaje y conocimiento desde adentro de la Rama y lo ha convertido en la cabeza visible del grupo de jueces que tiene el poder en la justicia. Además, es uno de los aliados claves de Ordóñez.

 

Eduardo Montealegre

Montealegre suma el poder de ser Fiscal General (que es el único funcionario de la rama que puede nombrar a decenas de funcionarios, además de dirigir la política penal), a otros factores. Fue magistrado de la Corte Constitucional y venir de la rama le da fuerza dentro de la justicia, además de que tiene el apoyo del Externado -de donde se graduó- y es cercano al Gobierno. Encima, sus opiniones son respetadas porque tiene una trayectoria académica en justicia transicional (algo clave para el proceso de paz con las Farc), derecho penal y derecho constitucional.

Montelaegre ha ejercido ese poder. Por un lado, al impulsar la reforma a la Fiscalía desde el primer momento ha demostrado que llegó para hacer cambios. Además, si logra que se amplíe la planta de personal y que mejoren las remuneraciones, tendrá un poder aún mayor.

Sus peleas con otros poderosos (como Ordóñez, la contralora Sandra Morelli o los miembros de la Comisión de Acusación de la Cámara) pueden menguar su poder porque tiene muchos frentes de batalla abiertos, pero si sale victorioso podría reforzarlo. El que haya sido una grabación de la Fiscalía la que haya precipitado la caída de Villarraga muestra que tiene cómo hacerlo.

Es cercano a otro tolimense y Súper Poderoso, Leonidas Bustos, y por eso algunos le atribuyen incidencia burocrática a Bustos en la Fiscalía.

 

José Leonidas Bustos

El presidente de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema reemplazó a Augusto Ibáñez y a Yesid Ramírez como líder dentro de ella.

En ese papel, es la cabeza de la sala más visible de la Corte pues, como en ella es donde se adelantan las investigaciones de parapolítica, es la que tiene más poder político y más visibilidad ante la opinión pública. Por ejemplo, la posibilidad de decidir si Luis Alfredo Ramos debía o no ser detenido preventivamente cuando era precandidato presidencial del uribismo le da un gran poder político a esa Sala.

Además, es uno de los líderes del bloque mayoritario de la Corte, tiene dos cuotas en la Procuraduría y es aliado de Francisco Javier Ricaurte.

 

Los abogados mediáticos

Abelardo de La Espriella (foto), Jaime Lombana y Jaime Granados son los ejemplos más visibles de una nueva forma de ejercer la abogacía, que le pone un gran ingrediente mediático a los procesos, especialmente los penales. Por esa vía son los que marcan la imagen de la justicia en el grueso de la opinión pública, que los ve en noticieros y los escucha en la radio refiriéndose a casos diversos, desde la novela de la muerte de Luis Andrés Colmenares hasta la defensa de los hijos de Álvaro Uribe.

Esa entrada a los medios les da poder en la medida en que impacta en los jueces y los fiscales, y por eso a la larga son la cara del poder de la opinión pública en la justicia. “Cuando uno de ellos llega a un despacho judicial, se nota como los funcionarios sienten el miedo”, dijo uno de los abogados consultados. Ese miedo, sumado a los cambios que permitió la oralidad en la justicia (como el ingreso de cámaras a las audiencias) han hecho que vaya cambiando la forma en que funciona la justicia. Y por ahora, son estos tres abogados quienes tienen la batuta en ese cambio.

 

Alfonso Gómez Méndez

El actual Ministro de Justicia es un poderoso cuyo poder estaba dormido porque no tenía ningún cargo público, pero que está resurgiendo desde que fue nombrado por Santos en su gabinete.

Gómez Méndez tiene el poder de cualquier ministro de Justicia, pero además el de su trayectoria. Recorrió la rama desde ser juez hasta llegar a ser Fiscal y Procurador, una trayectoria que no solo es muy útil para interactuar en la rama sino que, como dijo uno de los consultados, “deja cuotas de poder por donde pasa”. Por eso, como dijo otra fuente, el hoy Ministro “nunca se fue y tiene la capacidad de sacar adelante una reforma a la justicia”.

Sin embargo, el Ministerio a su cargo tiene pocos dientes y por eso, a pesar de representar el gran poder del presidente ante la rama, no es el más poderoso. Aparte de participar de la definición del presupuesto para la rama y de funciones en asuntos como la política penitenciaria, su poder institucional no es muy grande. Desde esta perspectiva, hay más Ministro que Ministerio.
 

 

Jorge Iván Palacio

El hoy presidente de la Corte Constitucional es un poderoso que suele pasar bajo el radar.

Palacio, que viene de la rama, fue magistrado de la Corte Suprema durante 12 años, muchos más que la mayoría de magistrados, porque llegó en 1997, cuando aún regía la Constitución de 1886, pero con la nueva Constitución de 1991 reinició un nuevo período de ocho años. Esa larga duración en un cargo importante le sirvió para convertirse en su momento en el gran elector de la Sala Laboral.

Aunque en la Corte Constitucional -a la que llegó en 2009- no es un gran líder, guarda muchas relaciones del pasado. Por ejemplo, es muy cercano a Francisco Javier Ricaurte, a los ex magistrados de la Corte Suprema Jorge Luis Quintero Milanés y Camilo Tarquino (quien suena como la carta de Ricaurte para la Corte Constitucional) y a la recientemente nombrada magistrada de esa Corte Clara Cecilia Dueñas.

Más allá de esas relaciones, Palacio es un engranaje clave en el grupo de jueces que cada vez controlan más la rama, aunque es de una generación previa (y más sólida jurídicamente) que la de Ricaurte.

 

Luis Carlos Sarmiento Angulo

El hombre más rico de Colombia y cabeza del Grupo Aval parecería no tener nada que ver con la justicia. Pero entre el volumen de procesos judiciales que producen sus empresas (especialmente las financieras), su influencia en el Gobierno y en el Congreso, las buenas conexiones de su asesor jurídico de cabecera Néstor Humberto Martínez, y la fuerza que tienen sus posiciones a la hora de definir las reformas, es un Súper Poderoso.

Esa influencia crece por la política que tiene Aval de llevar las diferencias hasta los estrados, cuando sea posible. Eso lo convierte en el mayor usuario del sistema de justicia, especialmente en los juzgados civiles que son los encargado de llevar los procesos ejecutivos de cobros de pagarés que son el nervio de la capacidad de cobro de las entidades financieras.

Sin embargo, Sarmiento no aparece más arriba en el ránking porque ese poder no es tan grande: fue el gran perdedor con el establecimiento del arancel judicial, un cobro que se hace al iniciar la mayoría de los procesos judiciales para que los demandantes ayuden a sufragar los gastos de las justicia, y cuyo principal afectado es el Grupo Aval.

 

La Cámara de Comercio de Bogotá

A través de su labor para impulsar el arbitramento (una forma alternativa de resolver conflictos que se hace reemplazando el juez por uno o más abogados que sirven de árbitros) en el país, la Cámara de Comercio le ha quitado mucho poder a la rama judicial, y por eso es una Súper Poderosa de la justicia.

Inicialmente los arbitramentos eran utilizados por grandes empresas para dirimir sus conflictos sin tener que ir a donde los jueces, pues eran una alternativa mucho más veloz pero más costosa.

Con la labor de lobby de la Cámara y de varios de sus primeros árbitros el arbitramento se ha ido popularizando. Cada vez es más común que en contratos relativamente pequeños se pacte que en caso de disputas acudirán a árbitros. Eso le ha ido quitando trabajo (y margen de juego) a la rama judicial, y en cambio ha ido convirtiendo a esta Cámara (y a otras) en centros de poder en la justicia.

Ese crecimiento también ha incidido en que en la rama haya cada vez menos abogados de las universidades de élite (desde la universidad del Norte hasta Eafit, pasando por el notorio declive de los de las universidades de los Jesuitas), pues éstos tienden a convertirse en árbitros y no en jueces.

Asonal Judicial

El sindicato de la Rama Judicial tiene el poder de obstaculizar, pero ha perdido el de crear. Por eso entra en el top, pero abajo.

La capacidad disruptiva de Asonal quedó clara hace un año, cuando logró interrumpir la administración de justicia durante más de un mes, lo que muestra que no es un poder nada menor. Pero entre las rupturas internas más la reducción de sus objetivos a la defensa de los salarios ha perdido la capacidad de lograr que esa fuerza esté presente en otros debates.

Ese espacio lo está empezando a llenar el Colegio de Jueces y Fiscales, liderado por María del Pilar Arango.

Nota: inicialmente escribimos que el magistrado Álvaro Namén es amigo personal de Francisco Javier Ricaurte. Después de publicada la nota confirmamos que esa información es errada y por lo tanto eliminamos la mención respectiva.

Fui usuario y luego periodista de La Silla Vacía. Tras más de una década haciendo de todo en esta escuela de periodismo, de la que fui director editorial, me fui a ser lector y SuperAmigo. Ahora me desempeño como redactor jefe de El País América Colombia.