“Los contratos de prestación de servicios deben pasar a la historia”. Con esa frase, el presidente Gustavo Petro aseguró en octubre pasado que sí cumplirá con su promesa de campaña de volver empleados oficiales a la mayoría de contratistas del Estado.
Según el Departamento de la Función Pública, que es el equivalente a la oficina de recursos humanos del Estado, la meta de Petro es regularizar a 700 mil de los 911 mil contratistas del país a costo cero durante todo su mandato. Se trata de una propuesta titánica, en la que el Estado se convertiría en ejemplo de empleador digno.
Sin embargo, el plan que se ha trazado para cumplir la promesa está lleno de vacíos.
La Función Pública está siendo cuestionada por emitir lineamientos para iniciar la transición este año sin estar coordinada con otras entidades del Gobierno y sin tener en cuenta las condiciones técnicas y jurídicas del Estado.
Además, esta investigación de La Silla Vacía muestra que esa entidad está haciendo cálculos sin tener claros todos los costos de un empleado y las proyecciones del gasto.
En alianza con el Instituto Anticorrupción y el Observatorio Ciudadano Mi Cali Contrata Bien, La Silla analizó el comportamiento de 213.774 contratos por 3,7 billones de pesos suscritos entre 2018 y 2022 para entender qué tan posible es hacer la transición bajo las condiciones que propone el Gobierno Petro.
Se trata de la radiografía más grande realizada por observatorios ciudadanos y medios de comunicación de esta modalidad de contratación. Incluye a un departamento del Gobierno nacional: la Presidencia, un ministerio: Trabajo, un ente de control: la Procuraduría, y las alcaldías de Barranquilla, Bucaramanga, Cali, Cartagena y Medellín.
Las cifras recogidas y analizadas en esta investigación revelan que el nivel de dependencia del Estado de estos contratos hace imposible una transición a cero costo, que no está claro el número real de contratistas que podrían pasar a ser empleados, y que ni siquiera está garantizada que la vinculación de empleados públicos sea meritocrática.
Estos son los vacíos en la transición que plantea Petro.
1. No hay garantías de que la estrategia corte la adicción del Estado a prestaciones de servicios sin generar traumatismos
El Gobierno Petro ha planteado que la propuesta se puede aterrizar en los cuatro años de su mandato. Según César Manrique, el director de Función Púbica que debe ejecutar esta propuesta, será posible porque una porción grande de contratos son 'corbatas'.
“Son verdaderos instrumentos clientelares que se usan para proteger o favorecer a un político determinado”, explica Manrique. Además, sostiene que existen labores duplicadas.
Sin embargo, el análisis de más de 200 mil contratos muestra que el nivel de penetración de la contratación por esta modalidad es mucho mayor, y el Gobierno no ha anticipado acciones para lograr una transición acelerada en 4 años. En algunas entidades, como la Alcaldía de Cali, son el 87 por ciento de la fuerza de trabajo.
Los datos fueron extraídos de las dos plataformas del Secop y se estandarizaron en una base de datos, en una dispendiosa tarea que tomó a los miembros de esta alianza tres meses. Luego fueron comparados con respuestas a derechos de petición o con información pública de cada entidad. Se establecieron categorías de análisis y comparación y posteriormente fueron analizados con esos criterios.
Al año se firman al año 911 mil contratos de prestación de servicios en el Estado, mientras que hay 611 mil empleados públicos. Es decir, por cada 10 personas que trabajan para el Estado, hay 6,7 contratistas de prestación de servicios.
Si la entidad es regional, la proporción sube a 8 de cada 10 trabajadores.