Martha Lucía Zamora, otra fiscal con carácter (y penalista)

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Mientras la Corte Suprema estudiaba la carta de renuncia de Viviane Morales, se conoció que el vicefiscal Wilson Martínez renunció a su cargo y que en su lugar quedó Martha Lucía Zamora, una abogada que ha lidiado casos contra narcotraficantes, penalistas y poderosos. Lo que aún no se sabe es por cuánto tiempo.

Si le va bien, podría quedarse hasta el final del actual período, que se acaba a mediados de 2013. Si el presidente Juan Manuel Santos envía pronto una terna y la Corte elige su candidato, Zamora durará unas cuantas semanas. Independientemente de los días que pueda durar al mando del ente fiscalizador, está claro que bajo el mando de Zamora los uribistas no pueden cantar victoria.

Santos no la tiene fácil, porque no son muchos los abogados de alto perfil que quieren darse la pela de enfrentar todo el proceso de elección para Fiscal a cambio de estar poco más de un año en el cargo. Además, las dudas sobre si es posible que Santos terne a Viviane Morales solo se verán definitivamente disipadas cuando se conozca el texto de la sentencia del Consejo de Estado que anuló su elección, lo que probablemente ocurra en los próximos días. Por eso Zamora tiene una ventana abierta para durar en el cargo y dejar su huella como Fiscal.

Según El Espectador, Zamora ya estaba en el sonajero para la terna. Cuatro fuentes diferentes le dijeron a La Silla Vacía que a Zamora le gusta el poder, ha afrontado casos sonados, tiene buenos contactos en la política y es capaz y estudiosa.

¿Quién es?

Zamora, bogotana, egresada del colegio Calasanz Femenino, abogada de la Universidad Externado (1981) y especialista en Derecho Penal de la Universidad de Salamanca (España), lleva más de veinte años en cargos de alto nivel en la justicia y en los órganos de control. Es parte de la línea de penalistas liberales del Externado, como el ex procurador Jaime Bernal Cuéllar y del abogado Antonio José Cancino.

Tras apenas un mes en el cargo, ayer renunció el vicefiscal Wilson Martínez. Había dudas sobre el cumplimiento del requisito de diez años de experiencia profesional que necesitaba para ser Fiscal encargado. 
Martha Lucía Zamora llevaba solo un mes en la fiscalía, y no viene del círculo de confianza de Viviane Morales. Profesora de derecho penal, tiene una larga trayectoria como funcionaria.

Inició su vida profesional como abogada particular, en la prestigiosa oficina que manejaba el penalista Antonio José Cancino, externadista como ella, y defensor en el pasado del ex presidente Ernesto Samper y del actual alcalde de Bogotá Gustavo Petro. Entre 1989 y 1990 trabajó en el Ministerio de Justicia con la entonces ministra de esa cartera, Mónica de Greiff, hoy presidente de la Empresa de Energía de Bogotá.

En marzo de 1991 fue elegida secretaria de la Comisión IV de la Constituyente, encargada de discutir la estructura que tendría la justicia en la nueva Constitución.

De allí pasó a ser magistrada auxiliar en la Corte Constitucional, donde estuvo hasta 1994, trabajando con el entonces magistrado Alejandro Martínez Caballero. Estuvo detrás de muchos de los fallos más importantes de la Corte de entonces, en la que Martínez era uno de los magistrados más innovadores junto con Ciro Angarita y Eduardo Cifuentes, entre otros.

Luego Alfonso Gómez Méndez se la llevó a la Fiscalía como su delegada ante la Sala Penal de la Corte Suprema, que es uno de los cargos de más alto perfil que puede tener un fiscal. Aunque no era la única delegada, sí era una de las cabezas del equipo de fiscales delegados ante la Corte.

En 1997 tomó una decisión que en ese momento fue controvertida, pues era parte del llamado Proceso 8.000. Como Fiscal Delegada ante la Corte, Zamora precluyó una investigación contra el entonces candidato presidencial Horacio Serpa por haber llevado dinero de la campaña Samper Presidente a San Andrés. En ese momento observadores como el ex vicefiscal Adolfo Salamanca o el entonces candidato presidencial y rival de Serpa, el ex comandante del Ejército Harold Bedoya, señalaron negativamente su matrimonio con el procurador auxiliar Javier Tobo. También fue objeto de críticas por periodistas como Antonio Caballero.

En 2000, llevó otro caso muy sonado, el de Dragacol, uno de los escándalos de corrupción más grandes en la historia de Colombia, en el que se enfrentó a su antiguo jefe, Antonio José Cancino. El choque llegó hasta el punto de que Cancino la recusó ante el Fiscal General, quien a su vez negó la recusación y la respaldó. También fue quien llevó el proceso contra el entonces gobernador del Valle del Cauca, Gustavo Álvarez Gardeazábal.

La trayectoria y visibilidad que tenía le permitieron a Zamora tratar de llegar a la Corte Constitucional en ese año, pues se inscribió ante la Corte Suprema, que finalmente no la ternó.

En febrero de 2001 tuvo otra dificultad. Después de la Operación Milenio, en la que la Fiscalía detuvo a treinta narcotraficantes, incluido Fabio Ochoa, Zamora les abrió investigación. El problema era que, al tener una investigación en Colombia, su extradición se podía enredar. Y, además, lo hizo en contravía de las instrucciones del Fiscal General, Alfonso Gómez Méndez, según afirmó éste en ese entonces. Esto llevó a que Zamora renunciara a su cargo, tras defender su actuación.

Pero Zamora no cayó al vacío. Ese mismo año Edgardo Maya Villazón la llevó a la Procuraduría General, para ser su delegada, de nuevo ante la Corte Suprema de Justicia. Una vez más, estaba en un cargo de muy alto perfil. Y se quedó en él cuando, en 2005, Maya se reeligió. Como mano derecha del Procurador y gracias a varios años de trabajo en la Corte, buscó ser elegida magistrada de ese tribunal: en 2007 y 2008 se inscribió, pero el Consejo Superior de la Judicatura nunca la ternó.

En 2003 volvió a sonar al solicitar una rebaja en la condena del cantante vallenato Diomedes Díaz por el sonado escándalo de la muerte de Doris Adriana Niño, porque a su juicio se le había violado el principio de favorabilidad.

Con la llegada de Alejandro Ordóñez a la Procuraduría en 2009, Zamora salió de su cargo. Y quedó en el aire, hasta que Iván Velásquez, el magistrado auxiliar de la Sala Penal de la Corte Suprema, que es famoso por las investigaciones de la parapolítica, la llamó a su lado.

Allí estuvo entre 2009 y 2011 e investigó a políticos como los conservadores Luis Humberto Gómez Gallo. Óscar Josué Reyes y Óscar Suárez Mira, el liberal César Pérez García. También fue cabeza de la investigación contra Nancy Patricia Gutiérrez.

Cuando Wilson Martínez pasó de ser asesor de la Fiscal Viviane Morales a reemplazar a Juan Carlos Forero como vicefiscal, Zamora reemplazó a Martínez como asesor. En su fugaz paso por ese cargo, fue la encargada de negar la recusación contra Viviane Morales para adelantar la investigación contra Camilo Bula en el escándalo de la Dirección Nacional de Estupefacientes.

Ayer Morales la nombro vicefiscal ante la renuncia de Martinez. Ycomo poco despues la Corte Suprema aceptó la renuncia de Morales, hoy Zamora tomará posesión del encargo como Fiscal general.

Zamora tiene fama de ser capaz e inteligente. Además, tiene una trayectoria a sus espaldas que le da peso a cualquier decisión que tome.

Lo que viene

Zamora llega a la Fiscalía en un momento crucial: ayer empezó el juicio contra el ex ministro Andrés Felipe Arias, los procesos por escándalos como el de la Dirección Nacional de Estupefacientes y el del ‘cartel de la contratación’ están avanzando, y la lucha contra las bandas criminales no ha parado.

La experiencia de Zamora en casos como el proceso 8.000 y Dragacol, pueden darle nuevos bríos al trabajo de la Fiscalía en los escándalos de corrupción. Su conocimiento de primera mano de la ‘parapolítica’ también puede ser útil. Y sus conocimientos, más generales, en derecho penal y derecho constitucional le pueden facilitar llevar los procesos.

Los obstáculos de Zamora tienen que ver más con su capacidad administrativa. Aunque ha ocupado cargos directivos, siempre lo ha hecho con funciones jurídicas, no de gerencia. Y la Fiscalía, como se ha repetido en estos años, necesita alguien que gerencie un presupuesto de 800 mil millones de pesos y una planta de personal de casi 30 mil personas.

El otro posible lunar es de su falta de exposición al público: Zamora no es muy conocida por la gente y llega a un cargo que tiene muchas presiones políticas. Sin embargo, su carrera ha mostrado su capacidad de hacer buenas relaciones con personas poderosas, además del respeto y la simpatía que se ha granjeado entre quienes han trabajado con ella, como le contaron a La Silla Vacía dos antiguos compañeros de trabajo.

Sus detractores dicen que Zamora es una persona con ambición de poder. Pero, a juzgar por la su capacidad de trabajo y de estudio que le reconocen todas las personas con las que habló La Silla Vacía, esa ambición la ha llevado a prepararse. Y su trayectoria muestra que se ha enfrentado a casos difíciles desde narcotraficantes hasta delitos de cuello blanco.

Con la oportunidad de darse a conocer como Fiscal, sus más de 15 años trabajando al lado de la Corte Suprema, o dentro de ese alto tribunal, su manejo del derecho penal y sus contactos con abogados reconocidos, Zamora tiene madera para ser una Fiscal recordada. Sobre todo si Santos se demora en armar la terna, la Corte se demora en elegir o Zamora termina ternada.