Más que un enemigo interno, Ocampo es el muro de contención que Petro eligió

Más que un enemigo interno, Ocampo es el muro de contención que Petro eligió
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El ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, ha concentrado la atención en las últimas semanas por varias correcciones públicas a ministros y declaraciones del propio presidente, Gustavo Petro, que han dejado en el ambiente la posibilidad de una ruptura interna en el gobierno.

Petro incluso habló esta semana de que en el gobierno hay "un enemigo interno" que impide los cambios, como la reforma agraria, aunque luego salió a aclarar que no se refería a Ocampo.

Pero la historia detrás de cámaras es distinta. Más que un contradictor de Petro, lo que se ha revelado es el rol de Ocampo como un superministro con la potestad para desmentir a otros miembros del gabinete e incluso matizar declaraciones del propio presidente.

Uno de los últimos ejemplos fue la propuesta de Petro de ponerle impuestos a los capitales golondrina.

El 5 de octubre el presidente Gustavo Petro publicó un tuit en el que sugirió poner un impuesto a los capitales extranjeros que entran a Colombia y luego se van (conocidos como golondrina). Horas después del mensaje de Petro, el precio del dólar en Colombia se disparó y llegó a los 4.627 pesos.

Entonces las alarmas del Ministerio de Hacienda se prendieron.

El ministro José Antonio Ocampo estaba en el Congreso, en el primer debate de la reforma tributaria, pero toda la tarde estuvo preocupado por el precio del dólar. Decidió hablar directamente con Petro. Dos fuentes de Gobierno le confirmaron a La Silla que el ministro contactó a Petro y lo convenció de descartar ese impuesto.

“Quiero señalar enfáticamente en nombre del presidente de la República que el Gobierno no va a proponer control de cambios ni va a poner impuestos a los ingresos de capital. No hay ningún temor para los inversionistas”, dijo Ocampo al final de la tarde.

La movida detrás de la reacción del Ministro de Hacienda a esa coyuntura es una muestra de su rol en el comienzo del gobierno: más que una rueda suelta, ha sido un muro de contención para mantener tranquilos a los mercados.

Es un muro que el propio Petro eligió: “Está haciendo la tarea que se le encargó y es tranquilizar a los inversionistas. Eso fue lo que el presidente buscó: alguien que concentrara esas explicaciones”, le dijo a La Silla Ricardo Bonilla, el principal asesor de Petro en la campaña.

Ocampo, el superministro

Aunque Petro se guardó algunos de los nombres de sus ministros hasta el propio día de la posesión, anunció a Ocampo en Hacienda con más de un mes de anticipación. Fue el primer nombre del gabinete en ser revelado y, de hecho, Petro dijo desde antes de la primera vuelta que lo quería como ministro de Hacienda.

La apuesta por Ocampo mandaba un mensaje: Petro, el primer presidente de izquierda en la historia reciente de Colombia, puso al frente de su política económica a un académico liberal, cercano a la institucionalidad (asesoró y trabajó en los gobiernos de César Gaviria, Ernesto Samper y Juan Manuel Santos), y reconocido internacionalmente por su rol en organismos como la Cepal y Naciones Unidas.

Fue una movida para tranquilizar la incertidumbre con el cambio de rumbo en el gobierno. Y una vez Petro se posesionó, se mantiene como una garantía de esa tranquilidad. Dos fuentes que tienen línea directa con los gremios coincidieron en que los inversionistas han mandado un mensaje: “Si Ocampo dura menos de un año puede haber inestabilidad económica”.

Con ese poder, Ocampo le habla a Petro en un plano distinto al del resto de ministros. Y esto se ha reflejado en decisiones internas. Una fuente del Congreso que ha estado en las reuniones con el Gobierno sobre la reforma tributaria, le dijo a La Silla que fue Ocampo el que convenció a Petro de renunciar al impuesto a las exportaciones de gas y petróleo que estaba originalmente en la reforma, y que era uno de los “inamovibles” del proyecto.

En el trámite de la tributaria, Ocampo ha contado con el respeto del Congreso. “Los congresistas usualmente mostramos mucho los dientes, pero hay un tema de respeto a las canas. Podríamos torpedear la tributaria, tratar de meter marranadas, pero con Ocampo no”, dijo un congresista de la coalición de Gobierno que pidió no ser citado.

La importancia estratégica de Ocampo para Petro en temas como la tributaria, ha hecho que el presidente esté dispuesto a ceder frente al ministro en otros temas. Por ejemplo, en la conformación de la junta de Ecopetrol.

Dos fuentes del Gobierno coincidieron en que Edwin Palma, viceministro de relaciones laborales y antes presidente de la Unión Sindical Obrera (USO), fue uno de los postulados por el presidente como miembro de la junta de Ecopetrol. Pero Ocampo se opuso y al final Palma salió de la lista de nominados que entrarán a presidir la empresa el próximo 24 de octubre.

Una fuente dentro del Gobierno lo resumió así: “Es el único ministro que pone orden”. Pero ese orden, sobre todo en las últimas semanas, ha implicado varios mensajes cruzados con otros ministros y el propio presidente.

Los cruces de cables

Si bien Ocampo no tiene una ruptura con Petro, no puede decirse lo mismo de su relación con otros ministerios, en especial con el de Minas. Los roces entre ambas carteras empezaron temprano. En septiembre, cuando la ministra de Minas, Irene Vélez, habló de que los países debían “decrecer en sus modelos económicos” para reducir los impactos del cambio climático, Ocampo salió al paso a las críticas que le llegaron al gobierno y dijo: “A Colombia lo que le importa es que sus socios comerciales crezcan”.

El último episodio tiene que ver con la promesa de Petro de no otorgar nuevos contratos para la exploración de petróleo y gas, que está en el programa de gobierno. Desde antes de asumir el cargo, Ocampo dejó claro que está en contra de esa propuesta: “Colombia tiene que explorar más petróleo y buscar más gas”.

La discusión dentro del gobierno no se ha resuelto, pero hace una semana la viceministra de Minas, Belizza Ruiz, dijo en el congreso de Naturgas: “No habrán nuevos contratos de exploración y explotación de hidrocarburos”,. Horas después Ocampo la desmintió públicamente: “Esa decisión, perdóneme que le diga a la viceministra, no ha sido tomada”, dijo.

Después de una semana de comentarios en prensa sobre el cruce de versiones, Irene Vélez entró a la discusión y respaldó lo dicho por su funcionaria: “Hoy no vamos a firmar nuevos contratos de exploración y explotación”.

Petro no ha intervenido en la pelea dentro de su gabinete directamente. Aunque ha mantenido su discurso a favor de la transición energética, no ha mencionado el tema de los contratos de exploración. “Petro sabe que Ocampo dice las cosas que los mercados quieren escuchar”, dijo una fuente dentro del Gobierno, que pidió no ser citada.

El presidente tampoco desmintió directamente a Ocampo en otra controversia, esta vez por el tema de tierras. La semana pasada se firmó un acuerdo entre el Gobierno y Fedegán para que el Gobierno compre tres millones de hectáreas a privados y se las entregue a campesinos, como parte de la reforma agraria.

Tanto el presidente como la ministra de Agricultura dijeron que la plata para el pago por esas tierras podía provenir de la emisión de deuda a través de la Tesorería General de la Nación (conocida como TES). Sin embargo, Ocampo salió nuevamente a aclarar el viernes pasado: “No sé si el presidente dijo eso o no, en todo caso en el Ministerio de Hacienda tenemos claro que no se puede hacer, no se puede comprar tierra con TES”.

Aunque la ministra Cecilia López insistió esta semana que “yo no descarto lo de deuda, pero iremos a ver qué otros recursos tenemos”, Petro no profundizó en esa opción después de la declaración de Ocampo.

En cambio, habló de que la compra de tierras se dará a través del presupuesto general que se debe aprobar la próxima semana: “¿Tenemos el dinero o no lo tenemos? La respuesta primero es que sí tenemos el dinero. La segunda es que hay que cambiar las prioridades. ¿Quién cambia las prioridades? En primer lugar el presidente de la República, el que presenta el presupuesto general de la nación al Congreso. La responsabilidad es mía, no me invente peleas con los ministros que no tengo”, dijo Petro en una rueda de prensa el jueves.

La insistencia del presidente en no chocar con Ocampo y su tendencia a ceder frente a él en varios temas muestra una diferencia entre el Petro presidente y el que fue alcalde de Bogotá. Entonces, su estilo fue empujar a sus funcionarios hasta el límite para cumplir proyectos difíciles técnicamente, o incluso imposibles legal o políticamente, hasta el punto de que muchos renunciaron (en total le renunciaron más de 60 funcionarios directivos).

Como presidente, en cambio, Petro eligió autoimponerse un muro de contención: un ministro de Hacienda que matiza o tiene objeciones con varias de sus políticas banderas, y que no se cohíbe para expresarlas en público.

Pero ese muro de contención ha mostrado tener grietas: en los choques con los otros ministros, que se profundizaron esta semana, y en las declaraciones de Petro, que a diferencia de Ocampo no le habla a los mercados, sino a su propia base de izquierda.

En todo caso, Petro tiene con Ocampo una bandera blanca con los inversionistas y la posibilidad de aprobar una reforma tributaria que recoja la plata que necesita para implementar sus promesas de campaña. A cambio, al menos durante el primer año que Ocampo ha anunciado que estará en el cargo, Petro debe gobernar con un superministro con poder para contradecirlo.

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