Minería en vilo por desenlace de primera huelga en el Cerrejón en 20 años

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Desde hace exactamente 22 años, el Cerrejón no ha vivido una huelga. Eso podría cambiar esta mañana cuando se cuenten los votos de 2.247 empleados de la mina afiliados a Sintracarbón, el mayor sindicato de la empresa minera más grande de Colombia, sobre si irse a paro o no.

La primera huelga en el Cerrejón en más de dos décadas genera inquietud en el sector minero, por tratarse de una compañía que tradicionalmente ha sido considerada no sólo líder a nivel económico sino en diálogo social y relaciones con las comunidades locales.

Desde hace exactamente 22 años, el Cerrejón no ha vivido una huelga. Eso podría cambiar esta mañana cuando se cuenten los votos de 2.247 empleados de la mina afiliados a Sintracarbón, el mayor sindicato de la empresa minera más grande de Colombia, sobre si irse a paro o no.

Hace dos años se logró evitar este escenario gracias a la intervención del vicepresidente -y antiguo líder sindical- Angelino Garzón. Pero todo parece indicar que esta vez los empleados del Cerrejón optarán por irse a huelga a partir de la primera semana de febrero y no por acudir a un tribunal de arbitramento, una posibilidad que amenaza con paralizar las actividades en una de las minas de carbón a cielo abierto más importantes del mundo. Y que además tiene en vilo a todo el sector minero, que en voz alta se refiere a la huelga como un asunto particular pero que en voz baja admite su preocupación por los efectos que podría tener sobre toda la actividad extractiva.

Las negociaciones de Carbones del Cerrejón, dirigida por Roberto Junguito Pombo, y Sintracarbón siguen estancadas después de dos meses de conversación.

Los 2.247 empleados directos del Cerrejón afiliados a Sintracarbón votarán hoy si convocar la primera huelga en la minera de La Guajira desde 1990. 

La enredada negociación

Tras dos meses -20 días de negociación y otros 20 de prórroga- los diálogos entre ambos lados siguen en un punto muerto.  El jueves (último día de la prórroga) Cerrejón mandó una última propuesta (su segunda "última propuesta") que fue negada ayer.

En el pliego de peticiones del sindicato nacional de la industria carbonífera figuran por lo menos cuatro temas centrales: las condiciones laborales de los 5 mil empleados directos del complejo minero, la formalización de unos 7 mil empleados indirectos o tercerizados, la necesidad de que la compañía reconozca una serie de enfermedades entre los mineros como la silicosis (contaminación por partículas de sílice) como resultado de su trabajo y el compromiso del Cerrejón de no reactivar la suspendida desviación del río Ranchería -el más importante de La Guajira- como parte de su proyecto de expansión.

Para el Cerrejón, propiedad de las multinacionales BHP Billiton, Xstrata y Anglo American, el asunto es estrictamente laboral.

Dice que la tercerización es lógica dado que no comprende ninguna actividad minera sino servicios como alimentación, educación o seguridad. Además, insiste en que los proyectos de expansión están paralizados debido a la caída en el precio del carbón y que no hay evidencia científica de que estas enfermedades sean producto de la actividad minera.

La empresa dirigida por Roberto Junguito Pombo ha accedido a negociar sobre una mejora de los salarios y los beneficios de los 5 mil empleados directos que tiene la mina. Pero hasta el momento ni siquiera en el tema salarial han podido llegar a un punto medio: mientras Sintracarbón pide un aumento del 8,5 por ciento, la minera les ofrece un 5 por ciento.

En ambas posturas hay importantes consideraciones económicas. Para Sintracarbón, las demandas de los trabajadores son razonables para una empresa cuyas utilidades crecieron un 43 por ciento en los últimos tres años y alcanzaron -según sus cálculos- los 1,3 billones de pesos en 2011. Para el Cerrejón, la sustancial caída del precio internacional del carbón -que bajó de 150 a 80 dólares en dos años- amenaza la viabilidad a mediano plazo del negocio y les obliga a calcular con mayor modestia sus costos de operación.

“Es una realidad que la empresa ha alcanzado niveles importantes de eficiencia y que ha superado sus propias metas, pero eso no quita que la situación ahora sea diferente. No se trata de si hay músculo hoy, sino de evaluar la viabilidad del negocio mañana”, le dijo a La Silla Juan Carlos Restrepo, vicepresidente de asuntos públicos de la minera.

Ni la empresa ni el sindicato descarta llegar a un acuerdo, aún ante la inminencia de una huelga. “Seguimos abiertos a dialogar con la empresa si ésta de verdad tiene la voluntad de acercarse con una propuesta que se aproxime a las expectativas de los trabajadores. Para nosotros lo más importante es llegar a un acuerdo”, señala Igor Díaz, presidente de Sintracarbón. “Aún si comienza la huelga vamos a seguir buscando volver a la mesa para buscar fórmulas de arreglo”, dice Restrepo.

Pero la realidad es que ni siquiera en los detalles más sencillos han logrado ponerse de acuerdo: mientras que la empresa propone continuar con las conversaciones en su sede de Barranquilla, el sindicato insiste en que se lleven a cabo en la mina.

El efecto de una huelga en el Cerrejón

En lo que todos coinciden es en que una huelga acarrearía pérdidas millonarias para todos los implicados. La mina calcula que su actividad aporta el 59,7 por ciento del producto interno bruto de La Guajira, una cifra que La Silla no pudo verificar con otras fuentes.

“Una huelga en el Cerrejón no sólo tendría efectos muy negativos para la empresa, los trabajadores y sus familias, sino para todo el departamento y para el país. Unas diez mil personas dejarían de percibir ingresos, una situación que generaría una inestabilidad enorme”, señala Restrepo.

El Cerrejón calcula que la economía nacional y local dejarían de percibir 5.381 millones de pesos diarios, incluyendo 1.000 millones en impuestos de renta y 1.400 millones en regalías. 2.193 millones corresponderían a los salarios y beneficios de sus empleados, así como a los servicios contratados a terceros.

Más allá del conflicto laboral que enfrenta al Cerrejón con sus empleados, la posibilidad de una huelga en el seno de una empresa que tradicionalmente ha sido considerada un modelo de buena gestión, correcto manejo ambiental y diálogo con las comunidades genera inquietud en todo el sector minero. Al fin y al cabo, se trata de una de las primeras empresas colombianas en formar parte del Pacto Mundial de Naciones Unidas, que creó su ex secretario general Kofi Annan en 1999 para fomentar el "diálogo social" entre empresas, sindicatos, ong y la sociedad civil para crear una "ciudadanía corporativa global".

Aunque insisten en que se trata de un caso particular, dos fuentes del sector dieron a entender a La Silla que los efectos de este conflicto laboral resultan preocupantes, especialmente después de la huelga de 98 días en Carbones de La Jagua -propiedad de Prodeco, una filial de la multinacional suiza Glencore- a finales del año pasado y en momentos en que varias empresas importantes del sector están ad portas de negociar sus convenciones colectivas con sus trabajadores.

La realidad es que, más allá de la huelga en el Cerrejón, este conflicto laboral llega en un momento difícil para el sector minero. A pesar de que el presidente Juan Manuel Santos la designó una de las locomotoras que jalonarían el desarrollo del país, la gran minería ha tenido un despegue dificultoso con el congelamiento de muchos títulos mineros, la exclusión de la minería en zonas de páramos y del Amazonas, las dificultades con las licencias ambientales y las exigencias desde muchos ámbitos de que se incrementen las regalías.

Dentro de este contexto, el sindicato nacional de la industria carbonífera está inmersa en un pulso con la minera que durante años fue considerada ejemplar. Del desenlace de esa negociación dependerá en alguna medida lo que este sindicato y otros del sector minero puedan exigirle a otras empresas cuyos estándares laborales y ambientales sean más bajos. O que mantengan una relación más conflictiva con las comunidades a su alrededor.

“El conflicto afecta no sólo a los trabajadores de la mina, sino a los de La Guajira y de todo el país porque se trata de una empresa que por mucho tiempo ha sido un referente en el sector. Indudablemente la huelga tiene una incidencia social muy grande”, señala el presidente de Sintracarbón.

“El hecho que la empresa del sector que mejor paga a sus empleados, que tiene las mayores exportaciones del país y que ha sido considerada un ejemplo de responsabilidad social se vaya a la huelga constituye un precedente muy complejo y genera muchos interrogantes”, dice Juan Carlos Restrepo del Cerrejón. “Si durante la huelga de Prodeco los efectos sobre la población de la zona fueron tan notorios, es indudable que una situación similar en el Cerrejón crearía una inestabilidad enorme”.

Actualización 11:45 am: La Silla pudo confirmar tras la finalización del conteo que el 98,37 por ciento de los votos son a favor de la huelga, mientras un 0,6 por ciento se inclinó por acudir al tribunal de arbitramento. En total votaron 3.677 trabajadores de la mina, entre los que están afiliados y los que no están afiliados al Sintracarbón. Es decir, en torno al 84 por ciento de los empleados directos de Carbones del Cerrejón.

La decisión de ir a la huelga seguramente será ratificada en la asamblea general del sindicato mañana y la acción puede comenzar en cualquier momento entre el 1 y el 7 de febrero.

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