Petro matiza su propuesta de frenar la exploración petrolera, pero aún es un salto al vacío

Petro matiza su propuesta de frenar la exploración petrolera, pero aún es un salto al vacío
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Ayer el precandidato Gustavo Petro, quien puntea en las encuestas, propuso hacer el primer debate presidencial, 9 meses antes de las elecciones: una discusión con los precandidatos de la Coalición de la Esperanza y con el uribismo sobre “cambio climático y política pública para Colombia”. 

La invitación llega luego de una semana de controversia en torno a la propuesta que Petro hizo el 13 de agosto pasado en Twitter sobre crisis climática, en la que dijo: “Si un gobierno del Pacto Histórico llega a ganar, ese gobierno debe decretar la suspensión de la exploración petrolera en Colombia”.

Esta idea va más allá de sus propuestas anteriores para reducir la dependencia de combustibles fósiles, como no permitir el fracking y restringir la minería a cielo abierto. Dejar de buscar petróleo ya implicaría que en 6,3 años, que son las reservas actuales de hidrocarburos del país, Colombia tendría que dar un vuelco a su economía. Tendría que cambiar una de las principales fuentes de ingresos del Gobierno Nacional, y el producto que representa el 33 % de sus exportaciones.

La propuesta pasó desapercibida inicialmente, pero fue desempolvada y puesta en el centro de la opinión pública un par de días después por el precandidato presidencial Jorge Enrique Robledo.  El senador, del partido Dignidad, hace parte de la Coalición de la Esperanza, el bloque de centroizquierda donde está Sergio Fajardo, que compite con el Pacto Histórico, la alianza de Petro para 2022.

“Renunciar a buscar más petróleo y no exportarlo es absurdo, porque le da un golpe mortal a la economía colombiana”, le dijo Robledo a La Silla.

Sus cuestionamientos llevaron a Petro a responder la semana pasada con un hilo de Twitter de 14 puntos sobre “un debate que creo se debe dar”. Robledo insistió. Le dijo a Petro que debatieran el tema los dos, en vivo. Mantuvo la invitación por varios días sin respuesta, hasta que Petro optó ayer por abrir la invitación a todos los precandidatos, pero la Coalición de la Esperanza le respondió que primero debata solo con Robledo.

El contrapunteo sobre este tema es una señal de que el tema ambiental y el futuro de las industrias extractivas serán centrales en la campaña presidencial de 2022. Arrancan como un factor con los que sectores del centro a la izquierda buscarán diferenciarse, y en el que Petro puede hablarle con fuerza a los jóvenes y sectores ambientalistas que se disputa con la coalición en la que están Robledo y Fajardo, aunque puede reforzar la prevención en sectores empresariales que, en todo caso, tienen reservas con su candidatura. En ese intento, Petro reafirma su estrategia de lanzar propuestas rentables en lo político, pero inviables en lo fiscal.

Una fecha de expiración al petróleo que es un salto al vacío

Suspender a partir del próximo año toda exploración petrolera es una misión con riesgos enormes. Implicaría que el Gobierno incumpliera contratos de exploración que ha otorgado a cientos de empresas extranjeras y nacionales (entre ellas Ecopetrol, que es la compañía más grande del país) y acuerdos bilaterales de inversión.

Petro matizó su propuesta en un texto enviado por escrito a La Silla Vacía en respuesta a un cuestionario que enviamos: “No se acaban contratos de exploración existentes. Pero los pozos de exploración cayeron de 130 en el 2013 a 13 el año pasado. Se trata de suspender toda actividad de fracking y no hacer nuevos contratos de exploración en petróleo”.

En efecto, desde hace ocho años la actividad exploratoria de petróleo en Colombia viene en declive. Según datos de la Asociación Colombiana del Petróleo (un gremio que defiende intereses de empresas petroleras y registra datos del sector), de invertir 1.900 millones de dólares en 2014 las empresas petroleras (incluida Ecopetrol) pasaron a invertir solo 350 millones de dólares en 2020.

Sin embargo, suspender la firma de contratos de exploración implica extinguir en un plazo menor a una década al sector de hidrocarburos. Esto tendría consecuencias fiscales, inflacionarias, logísticas y de movilidad de gran calado, para las que la propuesta de Petro aún no muestra una solución de fondo.

La magnitud de las cifras que maneja el sector petrolero son difíciles de reemplazar con otros sectores en un plazo corto. Aunque el petróleo no aporta más del 3 por ciento del PIB, y tampoco tiene una gran contribución en las tasas de desempleo a nivel nacional, los impuestos, las regalías, derechos económicos y los dividendos que Ecopetrol gira al Estado representan el 17 por ciento de los ingresos de la Nación.

Los presupuestos de inversión de departamentos como Santander, Casanare y el Meta dependen de las regalías.

“¿Cómo se pueden reemplazar los fósiles por las nuevas energías desde el punto de vista fiscal?, más con los tratamientos fiscales que tienen las nuevas energías que casi no pagan impuestos”, se pregunta el exministro de minas y energías, Tomás Gonzáles.

Aparte de lo fiscal, el otro ingreso clave de la industria de petróleo y gas para la economía es el de divisas. El año pasado -que fue un mal año para el sector porque hubo una baja demanda de combustibles en el mundo- el crudo significó una cuarta parte de las exportaciones del país; en 2019 representaba un 33 %.

Y en materia de inversión extranjera, los últimos cinco años, 1 de cada 5 dólares que entraron al país como inversión extranjera directa llegaron a proyectos petroleros.

Por estas magnitudes, el exministro de minas y energía Amylkar Acosta sostiene que la propuesta de “frenar en seco la actividad de la industria petrolera en Colombia es inviable”.

Explica: “Nos veríamos abocados a un déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos impresionante, a una devaluación y una inflación galopantes y a un abultado e insostenible déficit fiscal de la Nación y los territorios, los cuales repercutirían en un colapso de la economía y una catástrofe social inimaginable”.

Sobre las fuentes para reemplazar los ingresos petroleros, Petro dice que “creemos que se puede triplicar el número de turistas extranjeros que entren. Cada turista trae en promedio mil dólares que quedan en el país. Se estiman de 12 a 15 millones de turistas al año”. Y agregó: “Queremos incentivar el desarrollo de formas de turismo ambiental de bajo impacto que consideramos es la perspectiva que puede desarrollar Colombia”.

Según los datos del Banco de la República, en 2019, por cuenta del turismo el país recibió divisas por 6.785 millones de dólares es decir una tercera parte de las exportaciones de petróleo crudo. Para tapar el hueco habría que triplicar los ingresos de una industria aún golpeada con la pandemia y con mucha incertidumbre sobre cómo será su reactivación.

En esta apuesta Petro tiene una similitud con su oponente de 2018, Iván Duque, que prometió que el turismo sería “el nuevo petróleo”. Llegar a esta meta es difícil, implicaría que Colombia recibiera anualmente el mismo número de turistas extranjeros que reciben Brasil y Argentina sumados.

En cuanto a los ingresos fiscales, el senador Petro ha impulsado la idea de una reforma tributaria que grave a los más ricos para aumentar los ingresos del Estado y financiar gasto social. Pero para reemplazar la plata que le da el petróleo necesitaría una tributaria como la que se le cayó al exministro Carrasquilla, de unos 23 billones de pesos, que hasta el momento ha sido imposible de pasar en el Congreso.

Se trata de políticas que implican revoluciones económicas, metas ambiciosas para cumplir en un periodo de cuatro años. O incluso en los 6 años que tendría el país para reemplazar la industria petrolera por otros sectores.

También implica un riesgo para el abastecimiento y para el gasto de los hogares. Según los datos de la Unidad de Planeación Minero Energética (Upme), el 60 por ciento de la energía que consume el país (en transporte y electricidad) provienen del diésel, la gasolina y el gas natural. En 2050 ese consumo se reduciría, según la misma entidad, a un 54 por ciento.

La apuesta del Pacto Histórico es acelerar esta transición mediante políticas públicas, que impulsen las energías renovables, transformen el parque automotor y restrinjan la actividad petrolera.

El riesgo de no lograr la transición antes de que se acabe el petróleo es que los 6 millones de vehículos que funcionan hoy con gasolina y diésel, y los 10 millones de hogares que cocinan con gas natural tengan un combustible más caro.

Si bien en Colombia se ha multiplicado la venta de vehículos eléctricos, los datos del Registro Único Nacional de Tránsito indican que a junio de este año se habían registrado 4.690 carros que funcionan a electricidad, algo así como un 12 por ciento del nuevo parque automotor. Esto a pesar de los beneficios tributarios que tiene comprarlos.

Ya la UPME predijo que la baja exploración petrolera llevará a que el país, en 2025, pierda la autosuficiencia en gas natural, y por eso contrató la construcción de una nueva planta para importar, que podría impactar las facturas de gas.

“Si se encarecen los energéticos, ¿quiénes llevan más del bulto?. Lo que vas a hacer es que le pones un impuesto a los pobres a través de mayores precios. El gran problema de fondo es que las políticas climáticas cuestan, a los políticos les gustan los beneficios de las políticas climáticas, pero no las consecuencias”, sostiene González.

“El mundo entero y Colombia en particular está en una transición energética, no en un salto de garrocha, abandonando el petróleo y el carbón que, además de ser los dos principales renglones de exportación, sin tenerles reemplazo. Ello sería tanto cómo emprender un viaje sin tener llanta de repuesto”, concluye Acosta.

Esta coincidencia de los expertos en la inviabilidad de la propuesta de Petro, no ha tenido, hasta ahora un impacto en lo político.

Dos izquierdas

La disputa con Robledo en torno a este tema perfila dos visiones de la izquierda que compiten por el voto alternativo, una pragmática y otra más idealista, que ha llevado a ambos candidatos a chocar desde que compartían partido en el Polo Democrático.

Esa disputa se ha inclinado a favor de Petro, que con 8 millones de votos en 2018 se volvió el político de izquierda más exitoso de la historia reciente de Colombia.

Robledo, líder histórico del Movimiento Obrero Independiente Revolucionario (Moir), principal fuerza del partido Dignidad, es el único candidato de izquierda en la Coalición de la Esperanza, y que no está con Petro. De resto, casi todos los otros sectores se han alineado con Petro: el Polo Democrático, del que Robledo se retiró el año pasado; la Unión Patriótica (UP); la excandidata presidencial Clara López; y Comunes, el partido de la exguerrilla de las Farc.

También tiene de su parte al mayor actor sindical de la industria del petróleo, la Unión Sindical Obrera, que aunque mantiene su respaldo al Pacto Histórico cuestionó la propuesta de Petro y le pidió moderarla. “Suspender la exploración petrolera no es una transición energética. Es un debate que debe darse con mayor profundidad para abordar asuntos laborales, sociales, ambientales y fiscales”, dijo Edwin Palma, uno de los líderes más visibles del sindicato.

En ese contexto --y con el hecho de fondo de que Petro es el candidato con mayor intención de voto-- la apuesta de un debate entre los dos le hubiera permitido al líder de Dignidad diferenciarse y ganar terreno.

“El candidato minoritario, Robledo, trata de aprovechar la oportunidad de una propuesta apresurada de Petro, más allá de si es buena o no, y así tener más figuración en un debate en el que tiene todas las cifras”, dice el analista político Andrés Mejía.

La respuesta de Petro fue evitar el debate directo con Robledo y proponer uno más amplio, De hecho, varios seguidores de Colombia Humana dijeron en redes que el debate no era estratégico, lo que muestra las diferencias de esta campaña frente a la de 2018: antes Petro era el candidato que buscaba dar la sorpresa, ahora es el candidato a vencer.

Robledo, entretanto, le insistió en ocho mensajes en redes y, ante la contrapropuesta de Petro, su coalición lo respaldó en el pedido de que el debate sea solo entre ambos.

Más allá del acercamiento de ambos al tema, el intercambio da las puntadas iniciales de un debate que resurgirá en el debate presidencial y sobre el que hay posiciones opuestas: cómo deberá afrontar Colombia la emergencia climática global.

El último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU dice que el cambio climático tendrá efectos que ya son inevitables y que Colombia es uno de los países más vulnerables del mundo. Para adaptarse a estos efectos —con obras para evitar derrumbes e inundaciones, por ejemplo— el país debería invertir al menos 2 billones de pesos al año.

Además, la contribución de Colombia a las emisiones de gases de efecto invernadero son de menos del 1 por ciento, y la mayoría no vienen de la quema de combustibles fósiles, sino de la deforestación.

Por eso, Robledo se ubica de un lado más pragmático, según el cual ante la emergencia el país necesita es plata para adaptarse a los cambios de clima que vendrán.

“No se le puede pedir a Colombia que destruya su economía para reducir los gases de efecto invernadero, a los que aporta un porcentaje mínimo de 0,3 por ciento, cuando el problema lo crearon las potencias”, le dijo a La Silla Robledo, quien coincide con Petro en oponerse al fracking en el país.

Del otro lado, Petro le apuesta sobre todo a enviar un mensaje político. “Son el tipo de decisiones que movilizan a la sociedad. Habrá que buscar vocaciones productivas para reemplazar al petróleo, pero es dar el salto. La diferencia con Robledo es que ellos no se plantean la pregunta siquiera”, dice Susana Muhamad, concejal de Colombia Humana y exsecretaria de Ambiente en la alcaldía de Petro

Mejía, el analista, coincide con que los mensajes de Petro, pese a sus dificultades técnicas, tienen un público: “Pueden ayudarle a consolidarse entre los jóvenes con alta conciencia ambiental y ganarle ese pulso al candidato de centro”. 

Sobre todo en esta etapa de las elecciones, en las que los sectores de Petro y Robledo, el Pacto Histórico y la Coalición de la Esperanza, son competidores directos, y quien agite con más fuerza y emoción las banderas ambientalistas podría tener la ventaja.

Después, el camino se puede ir moderando, como lo anticipa el asesor del Pacto Histórico para temas económicos, Ricardo Bonilla: “Uno se elige con un programa, y luego se encuentra con que muchas cosas las tiene que matizar y negociar. Lo que puede hacer el próximo gobierno es organizar esa transición”. 

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