En un año en el que el mundo entero se va a apretar el cinturón, el Gobierno de Gustavo Petro tendrá un campo generoso para gastar como si fuera un año de vacas gordas. Por la bonanza de 2022, según dijo el Minhacienda, José Antonio Ocampo, y como lo adelantó La Silla, al país le entrarán 28 billones de pesos adicionales. La mayoría, el 57 por ciento, lo dedicará a gasto. El resto se irá a pagar deuda y a reducir el déficit de los combustibles.
Petro tendrá más plata para gastar en un año de elecciones y reformas

Con este plan, que anticipa algo cómo será la adición presupuestal de este año, Ocampo manda un mensaje de responsabilidad con el pago de deuda que supera los compromisos previos. Al mismo tiempo, la bonanza económica que le deja el 2022 y la tributaria le permitirán al Gobierno un gasto generoso, como lo había prometido, y en un año electoral.
Sobre en qué será, y si ayudará a ablandar el golpe de la crisis global de la economía, aún no hay certeza.
Sin embargo, analistas del sector privado advierten que, por un lado, los presupuestos económicos del Gobierno Petro son muy optimistas para un año de recesión. Por otro lado, afirman que no ser prudentes en el gasto puede dejar las cuentas más frágiles para el 2024, cuando el golpe del decrecimiento del próximo año se sentirá en las finanzas públicas.
El plan financiero de Ocampo
Según las proyecciones de Minhacienda, de los 28 billones de pesos extra, 20 billones de pesos vendrán de la reforma tributaria y 8 billones de pesos más saldrán del recaudo tributario adicional que le entrará al país por un crecimiento económico del alrededor de 8,2 por ciento para el 2022, uno de los más altos en América Latina.
En el Plan Financiero que actualizó el ministro Ocampo explica que de esa plata 16,7 billones de pesos se irán al gasto. Otros 5,5 billones se irán a pagar intereses de la deuda, que están más caros por el dólar y la inflación. Y otros 7,3 billones se irán a pagar el hueco que está dejando el subsidio a los combustibles.
El hueco del subsidio a la gasolina
Como los precios del petróleo vienen subiendo desde el año pasado y el Gobierno Duque no ajustó los precios de la gasolina al mismo ritmo, se abrió un déficit enorme en el Fondo de Estabilización de los Precios de los Combustibles (Fepc). Al llegar el Gobierno de Petro ha tenido que pagar más plata. Por eso, se ve un hueco de 2,5 por ciento del PIB en 2022, es decir unos 25 billones de pesos. Más grande que la tributaria de Petro.
Para cerrar ese hueco, el Gobierno de Petro pagó 4 billones de pesos en 2022 y piensa pagar otros 7 billones de pesos con plata de los ingresos tributarios extra que le van a entrar este año, para dejar el déficit del fondo en 1,7 por ciento del PIB. Además de pagar esa plata, ha duplicado el ritmo de subida de la gasolina de 200 pesos mensuales, como hizo el año pasado, a 400 pesos mensuales. Eso, sumado a que esperan que los precios del petróleo empiecen a bajar, el déficit puede caer a 0,6 por ciento del PIB en 2025.
El déficit
Por el lado del déficit fiscal, las cuentas que presentó el ministro de Hacienda prometen que el país va a bajar su deuda más rápido de lo planteado por Duque en el Marco Fiscal de Mediano Plazo. Por eso, en un balance en el que va a haber más ingresos y el Gobierno dice que necesitará menos dinero prestado, el hueco fiscal que tiene el país se va a cerrar más rápido de lo esperado.
Con eso, tendrán vía libre para gastar más sin romper la regla fiscal, que es una herramienta que tiene el país para fijar un techo de gasto y de deuda para tener unas finanzas públicas sanas.
Para revisar el cumplimiento de ese techo, se creó el Comité Autónomo de la Regla Fiscal (Carf), un grupo independiente que revisa las cuentas del Gobierno y que se pronunció este lunes sobre esas cuentas.
Según el comité, si bien los supuestos que se presentaron “son razonables”, les preocupa la situación macroeconómica en el mediano plazo.
“El supuesto de crecimiento, si bien es conservador, tiene riesgos a la baja por una mayor debilidad de la demanda externa debido al contexto internacional, y por la posibilidad de que se necesite una política monetaria contraccionista por un período más largo que el previsto anteriormente para anclar la inflación interna.”, dice el comunicado del Carf.
El déficit fiscal que había calculado el ministro de Hacienda de Duque, José Manuel Restrepo, era que en 2022 iba a cerrar con un 5,6 por ciento. Pero, según los cálculos de Ocampo cerrará en 5,5 por ciento, con una ligera disminución adicional. Y en 2023, ese hueco ya no será de 4,1 por ciento, que era lo proyectado, sino de 3,8 por ciento, una caída más notable.
Eso se traduce en que el país sobrecumplirá la regla fiscal. Así, el Gobierno de izquierda, que generaba prevenciones por excederse en gasto y recostarse en la deuda, le manda señales a los inversionistas de un manejo responsable de las cuentas nacionales.
De hecho, decidió destinar 5 billones de pesos para pagar los intereses de deuda, que están pesando más de lo esperado por un dólar que ha rozado los 5.000 pesos. Por eso, Minhacienda priorizó pagar esos intereses para que la deuda no se hiciera más gruesa, según le dijo a La Silla una persona del Gobierno involucrada.
Los gastos nuevos
Ahora, en el plan financiero de Ocampo no hay detalle de en qué se van a gastar esos 16 billones de pesos extra que va a recibir. El plan del Gobierno, como ya ha dicho públicamente en varios espacios, es tramitar una adición presupuestal en el Congreso con la que harán oficial el destino de esa plata. Será ese plan el que responderá la pregunta de si con la plata de la bonanza de 2022 y la tributaria, el Gobierno Petro buscará privilegiar la inversión en bienes públicos durables y productivos, como infraestructura y política industrial, o subsidios populares pero poco productivos, como ollas comunitarias.
Sin embargo, ya hay unas pistas que ha dado Petro con las promesas que ha lanzado desde que se posesionó. Por ejemplo, dijo que destinaría un billón de pesos para los 100.000 Jóvenes en paz, un subsidio condicionado con resultados mixtos en el pasado y subsidiará el Soat, una medida populista.
También hay propuestas en el otro sentido, como la creación de una especie de renta básica unificando transferencias monetarias, construir infraestructura agraria, comprar tierras para la reforma agraria y comprar Monómeros, la empresa de fertilizantes venezolana, como dijo Ocampo.
Los riesgos de un año de gastar como ricos en medio de la recesión
En medio de una agenda de gasto ambiciosa, que va en línea con las promesas del Gobierno Petro desde campaña, la otra pregunta es qué tanto se van a multiplicar esas inversiones en el crecimiento de la economía.
Gabriel Angarita, economista que estuvo en el Ministerio de Hacienda en la formulación de las reformas tributarias del 2019 y de 2021, explicó a La Silla que el gasto público no solo debe preocuparse por el crecimiento, también debe tener como objetivo impulsar el empleo y reducir los niveles de pobreza.
“Ese es el reto que tiene hoy el Gobierno, y no caer en el error de gastar en programas con poco impacto en el crecimiento o que benefician a hogares más ricos, como los subsidios a pensiones. Hasta el momento no es claro en qué se destinarán los recursos, esa una de las críticas al Plan Financiero”, dijo Angarita.
La otra discusión es que si bien el Gobierno cumple con la regla fiscal, queda la duda del manejo de la deuda en el mediano plazo.
En ese sentido, Angarita dijo que las cuentas presentadas dejan varias preguntas sobre el panorama más allá de 2023. “¿Cómo va a financiar el mayor gasto si tendrá menores ingresos por un crecimiento económico menor y los ingresos de la reforma tributaria son volátiles?”, dice el economista hoy vinculado a la Universidad de Chicago.
Con las cuentas que presentó Ocampo, el Gobierno Petro tendrá más caja para funcionar en un año de elecciones regionales y con una apretada agenda en el Congreso con varias de sus reformas al sistema de seguridad social.
Pero lo que le explicaron tres expertos en política fiscal consultados por La Silla es que esas cuentas pueden ser muy optimistas.
El centro de investigaciones de Bancolombia publicó un análisis en el que concuerda con que las cuentas de crecimiento de la economía para el 2023 del Gobierno podría ser más alto que lo que prevén los expertos y el mercado.
“Los supuestos macroeconómicos del Plan Financiero de 2023 incluyen una cifra de crecimiento del PIB de 1,3 por ciento para el próximo año, superior en 0,4 puntos a nuestra visión (0,9 por ciento) y en 0,8 puntos a la más reciente del Banco de la República (0,5 por ciento)”.
La otra discusión es la de la inflación. Por un lado, el 2022 cerró con un dato superior al que esperaban los analistas, el Gobierno y hasta el Banco de la República, con un 13,1 por ciento versus un 12,2 por ciento de Ocampo, por ejemplo.
Incluso, mientras países como Brasil o Estados Unidos ya muestran señales de que los precios empiezan a bajar, en Colombia todavía no se ve claro ese panorama. Aún así, el Gobierno calcula que la inflación bajará a 7,2 por ciento este año.
Oliver Pardo, director del Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana, también explicó que se ve una reducción de la deuda porque la expectativa de crecimiento del PIB también es más optimista.
“El plan financiero dice que el ajuste fiscal va a ser significativo en términos del déficit como porcentaje del PIB. Pero buena parte de esa reducción se debe no a que haya menor gasto, sino al desempeño económico del 2022 fue mejor de lo esperado”, explicó Pardo. Por eso, el cálculo de Ocampo, de que la economía del 2023 le permitirá subir el recaudo de 14.8 a 18.1 por ciento del PIB puede ser demasiado optimista.
Además de unas proyecciones más optimistas, la otra preocupación son unas cuentas más frágiles para 2024 porque en vez de ahorrar una parte de la bonanza, se va a gastar toda.
José Ignacio López, director de estudios económicos de Corficolombiana, empresa del holding de Luis Carlos Sarmiento Angulo, dice que si bien es positivo que el plan financiero muestre que se va a cumplir la regla fiscal, va a haber una mayor presión en las cuentas para más adelante.
“Hay un escenario que no se materializa, que sería más benigno, y es que hubiera más ahorro. Pero eso no va a ocurrir porque hay unos compromisos de gasto por parte del Gobierno”, explica.
En ese sentido, Angarita agregó que si bien para 2023 las cuentas parecen estar en orden, en el mediano plazo eso no parece tan claro. “No haber hecho un mayor esfuerzo ahora por ajustar la deuda puede pasarnos factura después”, afirma.
En efecto, si bien las cuentas cumplen con los requisitos de la regla fiscal, la disposición a gastarlo todo y los presupuestos optimistas no calman del todo los nervios del mercado que mira con un ojo más crítico el futuro de la economía.
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