Petro y sus 6 hijos: distante con Nicolás, cercano a las mujeres

Petro y sus 6 hijos: distante con Nicolás, cercano a las mujeres
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La acusación de corrupción contra Nicolás Petro, el hijo del presidente Gustavo Petro, ha puesto el foco en la familia presidencial. No es algo extraño, sucedió en gobiernos anteriores, como con los hijos de Álvaro Uribe. Pero en este caso hay un elemento distinto: la inusual familia Petro.

El presidente tiene seis hijos, de tres relaciones con mujeres distintas. El contexto en el que nació y creció cada hijo cuenta una parte de la historia de su padre, desde su paso por la guerrilla hasta su ascenso en la política.

El mayor es justamente Nicolás Petro, quien nació cuando Petro estaba en la cárcel en 1986, y con quien nunca vivió. Luego tuvo dos hijos en su primer matrimonio, con Mary Luz Herrán: Andrea y Andrés, con quienes vivió en Bélgica en los noventa cuando salió del país por amenazas tras la desmovilización del M19.

Los últimos tres hijos son producto de su matrimonio con Verónica Alcocer: Nicolás Alcocer, un hijo previo de Verónica al que Petro adoptó, y Sofía y Antonella, hijas de ambos y que crecieron con su padre ya siendo un senador y candidato reconocido de izquierda.

Aunque cada uno tiene una relación distinta con Petro, todos han estado marcados por el lugar central que ocupa la política en la vida del presidente: Sofía, con 12 años, lo acompañó en el balcón al que salió a defenderse cuando fue destituido en 2013. La misma escena se repitió una década después, pero en el balcón de la Casa de Nariño y con la hija menor, Antonella. El 14 de febrero estuvo de pie hora y media junto a su padre, mientras este daba un discurso en defensa de la reforma a la salud.

La prioridad de la política en la familia Petro también aplica en casos como el de Nicolás Petro. Fue el propio presidente el que pidió investigarlo. Publicó un comunicado minutos antes de que estallara el escándalo en el que no apostó ni por su inocencia ni por su culpabilidad: “Mi compromiso con Colombia es la paz. Y quien quiera interferir con ese propósito o sacar provecho personal no tiene cabida en mi gobierno, incluso si son miembros de mi familia”.

Así, Petro trazó una frontera entre la política y la familia que, a su manera, cada uno de sus hijos ha vivido. 

Nicolás Petro, el primogénito distante

Nicolás Petro, de 36 años, ha pasado toda la vida recibiendo noticias de su padre, pero nunca ha estado cerca. Es el único de los seis hijos que no ha vivido con Petro. Nació en 1986, de la relación entre Petro y Katia Burgos, hija de una de las familias más poderosas de Ciénaga de Oro en la época. Petro habla de ello con orgullo en su libro: “Era el guerrillero que se lleva a la niña de la familia de clase alta”.

Petro fue capturado en 1985 y estuvo preso 18 meses. Conoció a Nicolás en la cárcel La Picota. “Cuando lo recibí en brazos sentí una impresión profunda. Me sorprendió que su mirada de bebé era muy triste”, escribe Petro.

Cuando salió de la cárcel, Nicolás tenía un poco más de un año y Petro intentó ser a la vez un guerrillero y un padre. No lo logró. Vivió con Nicolás y con Katia en la clandestinidad en Santander, donde fue asignado, pero unos meses después desistió, se separó de Katia, y ella volvió con el niño a Ciénaga de Oro, el pueblo del padre de Petro, Gustavo Petro Sierra. Nicolás creció mucho más cerca del abuelo paterno que de Petro.

Después de la desmovilización del M19, en 1990, Petro fue congresista entre 1992 y 1994 y vivió en Bogotá con su esposa, Mary Luz Herrán, y sus dos hijos, Andrea y Andrés. Nicolás siguió en Ciénaga de Oro. En 1994 Petro aceptó trasladarse a Europa como diplomático junto a otros exguerrilleros. Mary Luz le sugirió que se llevaran a Nicolás. “La mamá no lo dejó. Katia volvió a la casa materna en Ciénaga y se desarrolló allá”, cuenta Herrán.

Petro volvió a Colombia en 1997 y en esos años se veía con Nicolás dos veces por año, cuando el niño iba a Cajicá a pasar vacaciones. Se quedaba en la casa del abuelo, no en la de su padre.

Desde la distancia, la vida de Nicolás igual estaba atravesada por la de su papá. Miguel Palomino, un seguidor de Petro de ese municipio, recuerda que conoció a Nicolás desde los 10 años: “Era un muchacho normal, de pocas palabras. Eso sí: siempre ligado a la vida del papá. Una vez en la plaza, cuando tenía como 19 años, le dije: como tu papá siga así va a ser presidente de Colombia”.

El camino de Nicolás para acercarse a Gustavo fue la política. Primero, cuando su papá se volvió alcalde de Bogotá en 2012. Hizo parte de su círculo cercano, lo acompañó en el balcón el día de la destitución y lideró marchas en su defensa. Pero en septiembre de 2014, ante los rumores de la influencia de Nicolás en contrataciones irregulares, su padre le pidió por primera vez a la Fiscalía investigarlo.

En ese momento se vio como una estrategia para limpiar su nombre, pero una fuente cercana a Gustavo Petro en la época le dijo a La Silla que “el pelado (Nicolás) se valía de su apellido para hablar con funcionarios. Y Petro es muy celoso con eso. Lo sacó de una”.

Nicolás intentó su propio proyecto político en la costa. Aunque no en Sucre, donde creció, sino en el Atlántico, de la mano de Máximo Noriega, uno de los aliados de Petro en la Alcaldía. Nicolás aspiró a la gobernación del Atlántico en 2019 e hizo correrías con su padre. La idea, sin embargo, no fue de Petro. “Estuve en la reunión en la que se decidió que fuera candidato a la gobernación, con el objetivo de que quedara de segundo y ganara una curul en la Asamblea por la oposición. El que lo propuso fue Augusto Rodríguez, no el papá”, recuerda Mary Luz Herrán, que como exesposa de Petro siguió vinculada a Colombia Humana.

Antes de que estallara el escándalo por el que es acusado, Nicolás trataba de consolidarse como el líder del petrismo en el Atlántico, donde competía con el senador del Pacto Histórico Agmeth Escaff.

Pero hace unas semanas fue señalado por su exesposa, Day Vásquez, de recibir mil millones de pesos en la campaña presidencial del año pasado y de no reportarlos para quedarse con ellos. Y Petro publicó el comunicado en el que le pidió a la Fiscalía investigarlo.

En su respuesta, Nicolás no se refiere a su padre, quien firmó el documento, sino a un ente impersonal: “Es un desacierto de Presidencia vincularme a un tema tan grave vinculado con corrupción. Yo no tengo nada que ver en eso”.

Andrea Petro, la primera que crió

El nacimiento de Andrea Petro, su segunda hija, fue el primero en el que Petro estuvo presente. Acababa de desmovilizarse del M 19, era asesor de la gobernación de Cundinamarca y se había casado con Mary Luz Herrán, una excompañera suya de la guerrilla. El 29 de marzo de 1991, el día del parto, Petro se impresionó. “Me había comprado un helado de guanábana y él me dijo: por comerte ese helado se te puso todo verde. Era ingenuo. Era realmente su primer parto”, recuerda Herrán.

El nombre de Andrea y el de su hermano, Andrés, vienen de los alias de sus padres en el M 19. En su temporada como clandestino en Santander Petro fue el “comandante Andrés” y él mismo bautizó a su pareja como “Andrea”.

Los primeros meses de vida de Andrea fueron también los de la primera campaña política de Petro, al Congreso. “Hice esa primera campaña embarazada de Andrés. Cambiábamos a Andrea en el carro, con los escoltas. Ella pasó sus primeros meses en un carro haciéndole campaña al papá. Y mientras ella crecía también me crecía la barriga a mí”, recuerda Mary Luz.

Luego vinieron los años en Bélgica. Andrea tenía dos años y Andrés uno. A los pocos meses de llegar su lengua materna se volvió el francés y sus padres no entendían lo que decían sus hijos. Tuvieron que contratar una profesora para comunicarse con ellos. Fueron los años de mayor soledad de Petro, según cuenta en su libro: “Quemaba el tiempo caminando por las calles en el frío conociendo los rincones de Bruselas. Como no hablaba el idioma, no podía entablar una conversación con nadie. Así que recorría la ciudad en silencio, envuelto en una profunda soledad”.

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Gustavo Petro con sus hijos Andrea (izq) y Andrés (der) en Bruselas. Foto: cortesía

Pero también fueron los años en los que tuvo su primera familia. Pudo llevar a sus hijos al jardín de niños, caminar con ellos de la mano por la calle, viajar por carretera. En su casa les leía poesía y les cantaba. Las canciones del repertorio incluían las de su época en la guerrilla, como la “Mula revolucionaria”. “Gustavo tenía unos gallos”, dice Herrán sonriendo. El tiempo en Bruselas fue una pausa en la vida política que Petro imaginaba.

Y, como una pausa, fue breve. Petro volvió a Colombia con su familia en 1996. Dos años después empezó su carrera más conocida en el Congreso, entre 1998 y 2010. Fue en ese lapso, en el 2000 cuando conoció a Verónica Alcocer, su actual esposa. Todavía estaba casado con Mary Luz Herrán cuando comenzó a salir con ella y el divorcio duró varios años, hasta 2003. En el proceso tuvo una hija con Verónica, Sofía, que nació en 2001.

La separación alejó a Petro de Andrea y Andrés, que se quedaron con su mamá. “Él estuvo muy pendiente de ellos como hasta que tuvieron 15 años. Después se apartó. Tenía otra familia”, dice Mary Luz.

Andrea y Andrés estudiaban en el Liceo Francés, por su afinidad con el idioma, desde que volvieron de Europa. Y cuando Petro se fue de la casa y se casó con Verónica, también matriculó a sus nuevas hijas en el colegio: Sofía, Antonella y Nicolás, el hijo de Verónica de una relación anterior. Por un periodo, los cinco compartieron ese espacio, aunque sus familias estaban separadas y había tensión entre ellas.

Una de las cosas que las distanciaba era la economía. Mary Luz recuerda que, aunque Petro respondía lo correspondiente por Andrea y Andrés, a ella no le alcanzó para enviarlos al viaje de grado de bachiller a Europa, según la tradición del colegio. Sofía, Antonella y Nicolás sí lo hicieron.

Cuando se graduó, Andrea quiso volver a vivir con su papá. Se fue a la casa de Petro y Alcocer y por un año convivió con sus dos hermanas menores y su hermano adoptivo. Ahí afianzaron una relación que había sido menos sólida en el colegio. Aunque según Herrán, Andrea también se dio cuenta de que era otra familia.

Andrea viajó a Francia por la época en la que Petro se volvió alcalde y allá estudió economía, se casó y tuvo dos hijas, las únicas nietas de Petro. Eso los acercó. “Andrea me ha hecho abuelo con dos pequeñas marsellesas”, escribió Petro en su libro.

Pese a la separación, dos fuentes consultadas para esta historia que pidieron no ser citadas, coincidieron en que, de sus hijos, Andrea, de 32 años, es a la que Petro más escucha actualmente. “Era frecuente que sonara el teléfono en la alcaldía y fuera Andrea. Él siempre le contestaba”, dice una fuente. “Ella es la única que lo regaña, que le tira las orejas”, señala la otra.

En enero, antes de que estallara el escándalo de Nicolás Petro, Andrea comenzó a confrontar a su hermano en redes, por sus fotos con políticos tradicionales como Musa Besaile. El 6 de enero publicó un mensaje que, en alguna medida, era un anuncio de lo que vendría: “No nos metan el mismo costal (con Nicolás). Si él la embarró lo hizo solito. Nosotros somos la familia presidencial y como tal tenemos que dar ejemplo”.

Andrés Petro, el asilado en el extranjero

Andrés Gustavo, de 31 años, es el hijo menos conocido de Petro: fue el único que no estuvo en la posesión presidencial el 7 de agosto. Vive refugiado en Canadá y, por su condición, no puede viajar a Colombia. La idea de que saliera del país fue de su padre.

“Petro siempre dijo que Andrés se tenía que ir porque es el que más se le parece. Siente que es el que más está en riesgo. Andrés es Gustavo Petro joven. La misma cara, los mismos gestos”, dice Mary Luz.

Cuando vivían juntos, en los noventa, Andrés era el hijo que Gustavo Petro más sobreprotegía. Influía que era el más propenso a accidentes. Andrés se perdía en los centros comerciales, se ahogaba en el mar, se caía en la playa. Tenía las pestañas tan largas que a veces no veía por dónde corría y se estrellaba contra un muro o una palmera.

“Gustavo le encrespaba las pestañas para que pudiera ver por dónde iba”, recuerda Mary Luz.

Andrés siempre fue el hijo más sensible. En la mayoría de las fotos familiares Andrea aparece sonriendo y Andrés llorando. También fue el que sufrió más entre los dos por la separación de sus padres. “Para Andrés la ausencia del padre fue muy difícil. Le dio muy duro. En algún momento le dije a Gustavo que sus hijos eran adolescentes y que necesitaban un padre. Que era importante que él estuviera, que le pudieran contar su primera experiencia sexual, por ejemplo. Fueron cosas que me contaron a mí”, dice su madre.

En 2017, tras graduarse de psicología en la Universidad de los Andes, Andrés se fue a Canadá. Al principio no como asilado sino como estudiante de creación literaria. Para sobrevivir allá, además de lo que le daban sus padres, trabajó en un restaurante en el que lavaba platos. No le dijo a sus jefes que era hijo del segundo candidato presidencial más votado en Colombia. Pero cuando se enteraron, el año pasado, lo ascendieron a un cargo en el que manejaba personal.

Andrés creció lleno de preguntas para su padre. Pero la distancia hizo que muchas se las formulara a sí mismo. Por ejemplo, no hablaron sobre la razón por la que Petro insistió tanto para que se fuera del país.

En 2018, cuando volvió brevemente a Colombia para la campaña presidencial, Andrés dijo en una entrevista: “Nunca hablé con mi papá de sus verdaderas intenciones de que yo me fuera del país. Decía que estudiar en el exterior es mucho mejor. Pero yo que no vivo en su núcleo familiar tengo menos protección que mis otros hermanos. Tal vez él veía un riesgo”.

Ahora que Petro es presidente, Andrés se ha seguido formulando preguntas sin respuesta. Este año publicó un artículo, compartido por Petro en su Twitter, que concluye así: “Qué es lo que hace que ahora que está cumpliendo su sueño (ser presidente) lo veamos tan sensible y afligido?”.

Sofía Petro, el orgullo

Sofía Petro, la primera hija de Gustavo y Verónica Alcocer, fue la más mediática en la campaña pasada a sus 21 años. Suspendió su estancia en Francia, donde estudia ciencia política, para acompañar a su padre en los debates presidenciales. Respondió a críticas en redes, dio entrevistas, y se volvió una de las figuras visibles del sector feminista que apoyó a Petro.

Desde que era niña, Petro ha querido darle voz a Sofía. En 2012, cuando recién comenzaba su periodo como alcalde, Gustavo Petro era incluso más activo en Twitter. El 31 de marzo publicó cerca de 20 mensajes en la red social, muchos en respuesta a sus seguidores. Uno de ellos invitaba a un apagón por el planeta esa noche: “No ignores este mensaje, ayudemos a generar conciencia. ESTO SÍ IMPORTA”.

Un par de minutos después de esa publicación, Petro hizo otra en la que dijo con orgullo que el tuit anterior lo había redactado Sofía. “El último mensaje lo acaba de escribir mi hija Sofía de 10 años”. 

Casi una década después, antes de la campaña presidencial y en medio de cuestionamientos de un sector feminista por las posiciones de Petro como candidato, publicó una foto en la que sostenía sonriente un libro titulado “Feminismo para principiantes”. “Mi hija Sofia me hizo este regalo de Navidad. Me lo leeré con gusto”.

Una persona con acceso al despacho de Petro en la época de la Alcaldía, que pidió no ser citada, dijo que el hoy presidente muestra una faceta distinta con Sofía y Antonella. “Se comporta con ellas como no es él, como un papá paisa. Las abrazaba cuando llegaban, se tiraba al suelo a jugar con ellas. Siempre ha sido más cercano a las mujeres. Con los hombres es más distante”.

El propio Petro ratificó esa idea en campaña. El 30 de abril, en un viaje al Meta al que lo acompañó La Silla, Petro habló sobre Sofía. “Ella sí está bien encaminada. Es que las mujeres son otra cosa”.

Antonella Petro, el vínculo emocional

A Gustavo Petro no le gusta el fútbol. Pero a su hija menor, Antonella, sí. “Y con ella se puede quedar hablando rato sobre Barcelona, el equipo del que es hincha. Él se desvive por esa niña”, dijo una fuente cercana a Petro que prefirió no ser citada.

Antonella, de 15 años, fue la que sustituyó a Sofía en el balcón junto a su padre. Como con todos sus hijos, pero en especial las últimas dos, Petro ha querido ser visto por ellas. En su libro les dedica un pasaje: “Sofía y Antonella, que han recorrido muchos de mis rincones, que han sentido mi mano y mis debilidades, a las que llevé a recorrer esos lugares que de niño dibujaba en los mapas que pegaba en las paredes”.

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Gustavo Petro en el balcón luego de su destitución como alcalde. A la derecha Sofía Petro. Foto: archivo

Las últimas hijas biológicas de Petro son las únicas que no estuvieron atravesadas directamente por su pasado como guerrillero. Han sido, desde el principio, las hijas de un político. Y también, en una edad más avanzada de Petro, se han vuelto las personas con quienes se permite un lado más sensible.

Petro, por ejemplo, ha alternado sus disputas con políticos y empresarios en su cuenta de Twitter, de más de 6 millones de seguidores, para publicar recetas de cocina de Antonella. Y también una carta que le hizo ella en 2018, cuando él volvió a su casa tras una hospitalización breve. En el mensaje escrito con marcador, al que la niña le pintó un corazón en la base, se lee: “Te amo papá. Que te recuperes para jugar fútbol”.

Nicolás Alcocer Petro, el hijo por adopción

En su discurso de posesión el 7 de agosto, Petro dedicó unas palabras a sus hijos y, tras mencionar a Nicolás Petro, se refirió a Nicolás Alcocer como “el otro Nicolás”. Un mes después, “el otro Nicolás” fue adoptado por Petro y recibió su apellido.

Pese a no tener un lazo de sangre, Nicolás Alcocer ha sido uno de los hijos que más tiempo ha vivido con Petro: desde el 2000, cuando este se fue a vivir con Veronica Alcocer. Al igual que sus hermanas, estudió en el liceo francés y, tras un par de semestres universitarios en Colombia, se fue a estudiar a Francia al tiempo que Sofía Petro.

Una fuente cercana a la familia, que pidió no ser citada, dijo que Verónica Alcocer siempre le insistió a Petro para adoptarlo. “Él no tenía problema con eso, pero el papá de Petro se opuso. Le dijo que él no era hijo suyo. Solo ahora que ya está mayor pudieron hacerlo”.

Aun así, Petro se ha referido por varios años a él como su hijo. Aunque eso no lo excluye de ciertas distancias. En el recorrido de campaña de abril en Villavicencio, Nicolás Alcocer le escribió a uno de los seguidores de Petro, que iba con él en el carro, para mandarle un mensaje a su papá.

“Sé que estás con mi papá. Se me había olvidado decirte que el señor del que te di el contacto quisiera tomarse una foto con él. ¿Habría forma de que me ayudes y lo conectes directamente con mi papá? Lo he llamado, pero nada”, se escuchaba en la nota de voz.

Petro, que iba en el asiento de atrás de un carro rumbo a Granada, Meta, no se inmutó y dijo: “Ese Nicolás estaba enamorado por aquí”, dijo. “Fue un desastre, porque no estudiaba. Se volvió vago. Y esa pelada como que lo traicionó y le rompió el corazón. Vivía tomando. Hasta que logré convencerlo de que se fuera a Europa. Si seguía así hubiera sido un problema. Un problema para mí. Le hubieran puesto más de una trampa, para tomarle una foto o un video. Pero ahora está bien”. 

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