Son Ana María Castañeda, de Cambio Radical, que heredó los votos de su esposo Mario Fernández Alcocer a quien en 2019 denunciaron ante la Fiscalía por comprar votos cuando se lanzó a la alcaldía de Sincelejo. Y Norma Hurtado, del Partido de La U, que es de la entraña de la presidenta de ese partido, Dilian Francisca Toro.
En el caso de los partidos Liberal y Conservador, que junto al Pacto Histórico tienen las bancadas más grandes de la Cámara y el Senado, “la mayoría de mujeres que quedaron habían llegado a la política hace muchísimos años”, explica Hernández.
El Liberal –que tiene ahora 48 congresistas– sacó electas 15 mujeres, el 31 por ciento. Once son nuevas y todas tienen vínculos con políticos tradicionales y maquinarias.
El Conservador, que tendrá una bancada de 19 senadores y 27 representantes, tiene once mujeres en el Congreso, el 23 por ciento, con cinco de ellas nuevas. Todas, también, llegaron impulsadas por políticos o maquinarias tradicionales.
Aún así, mujeres que llevan más períodos en el Congreso y llegaron con el impulso de otros políticos, la han tenido más duro dentro de sus partidos para hacerse escuchar. Y han promovido una agenda legislativa que le apuesta a la equidad, que es de las únicas en las que las mujeres de todos los sectores políticos se encuentran, y que seguro tomará más fuerza en el próximo periodo legislativo con el aumento de participación femenina.
“Nosotras reclamamos la paridad y la equidad, pero mientras no tengamos empoderamiento económico y mientras no nos preparemos para participar en la política, no nos estamos liberando”, dijo Esperanza Andrade, senadora del Partido Conservador que según el preoconteo alcanzó la última cutul del partido, pero con el escrutinio podría perderla.
Más mujeres anticipan una agenda común fortalecida
Según el último informe de la Misión de Observación Electoral (MOE) sobre la participación política de las mujeres, una característica de estas elecciones, además del aumento en la participación, fue el aumento de la violencia hacia ellas.
Las cifras han tenido un crecimiento sostenido desde 2006, pero este año alcanzó un pico dramático. “De las 516 vulneraciones registradas en los primeros 11 meses del calendario preelectoral, 137 (el 26.6%) corresponden a agresiones contra lideresas políticas, sociales y comunales, y casi una tercera parte de estas agresiones fueron letales”, dice el informe. Esto representa un aumento del 198% de casos frente al mismo periodo electoral del 2018.
Ante estos contextos adversos para las mujeres, que haya más mujeres en el nuevo congreso fortalece aún más los proyectos que buscan aumentar la participación y evitar las violencias.
Un ejemplo es la Comisión de Equidad de Género en el Congreso, que por ejemplo les ha hecho debates de control político a militares acusados de abusar de niñas indígenas. Han pasado por ahí mujeres de todos los partidos políticos y líneas ideológicas, en una clara demostración de que pueden trabajar juntas más allá de la agenda de partido. Más mujeres en el Congreso significa para esa comisión, según la analista Guisao, “nuevas visiones ahora estamos entrando a empujones” y un impulso más grande de los temas que trabajan.
“Ninguna se va a negar a trabajar el tema de violencia contra las mujeres. Los temas en los que se marca una diferencia podrán ser los de Derechos Sexuales y Reproductivos, pero hay una agenda común y ese punto de apoyo entre todas las congresistas ha sido muy importante para reconocer los liderazgos de las mujeres”, explica Linda Cabrera, la directora de Sisma Mujer.
Y justamente en el tema del aborto, que sí divide a la bancada de mujeres, este nuevo Congreso tendrá voces más progresistas. La “bancada provida”, que se creó en el Congreso con 24 senadores y representantes para oponerse al aborto, perdió ocho mujeres: Milla Romero, Margarita Restrepo y Maria del Rosario Guerra, del Centro Democrático; Nora Burgos, Adriana Matiz, Myriam Paredes y Maria Cristina Soto, del Conservador y Angela Patricia Sánchez, de Cambio Radical. Ganó solo una, con la elección de Sara Castellanos, la exconcejal del Liberal cristiana.
Pero el consenso por la paridad, en el que han trabajo congresistas de esas mismas bancadas antiaborto, pasa porque el tema de la paridad no hace parte exclusivamente de la agenda feminista, de la que se han alejado sobre todo las congresistas godas. “No tenemos que hacer feminismo, tenemos que trabajar en equidad”, dijo la conservadora Andrade sobre el tema.
Y es que, aunque según Hernández, la directora de Paridad Ya, “los partidos Liberal y Conservador no han comprendido el momento histórico, la paridad no es una lucha feminista sino una lucha de representación”.