Por la izquierda, las mujeres ganan una representación histórica en el Congreso

Por la izquierda, las mujeres ganan una representación histórica en el Congreso
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Foto: tomada de Maria José Pizarro

El Congreso que se eligió el domingo no solo tiene la proporción de mujeres más alta de la historia, sino que por primera vez llegan dos wayuu y una palenquera. En total las mujeres representan un 30 por ciento del congreso, en lo que analistas ven como el inicio de una transición cultural para ocupar cada vez más espacios de poder. El logro viene amarrado al éxito de la izquierda, especialmente el Pacto Histórico, que se la jugó por listas cremalleras.

Juntas, las nuevas mujeres senadoras y representantes podrán fortalecer agendas comunes en pro de las mujeres, justo antes de que empiece a regir un nuevo Código Electoral, bajo estudio de la Corte Constitucional, que eleva el número mínimo de mujeres en una lista al Congreso al 50 por ciento (del 30 por ciento actual).

Grietas sobre el techo de cristal

“En el Congreso en general aún nos falta un poquito para romper el techo de cristal –porque entre Cámara y Senado la participación es del 29 por ciento–, pero esto es positivo. Aun cuando haya mujeres que no tienen agenda feministas, lo más importante es que se rompe el imaginario del lugar de las mujeres en la sociedad”, dice Lina Guisao, analista política y feminista.

Ese un triunfo parcial de la Ley de Cuotas, que inició en 2014, y ha logrado garantizar cierto porcentaje de participación de mujeres en cada periodo, aunque no había superado el 20 por ciento hasta el domingo.  

“La manera más interesante de mirar es que le quitamos el diez por ciento al patriarcado”, dice Linda Cabrera, directora de Sisma Mujer, una de las organizaciones de la sociedad civil que estuvo promoviendo el voto por las mujeres.

Para ella los resultados de estas elecciones son la antesala de un cambio mucho mayor que se verá en cuatro años, cuando entre en vigencia el nuevo Código Electoral que obligará a los partidos a conformar listas paritarias.

Esto no quiere decir que el Congreso estará conformado en un 50 por ciento por mujeres. “Es desde ahora que se tiene que trabajar en esto para que cuando rija el nuevo código electoral no partamos de cero, que ya haya un trabajo de la sociedad”, dice Cabera.

Un reto enorme si se tiene en cuenta que la mayoría de los partidos, sobre todo los más tradicionales, ya tienen dificultades para tener un 30 por ciento de mujeres en sus listas, y se rajan en representación femenina en la conformación final del Congreso.

La izquierda innova y los tradicionales se rajan

Según el preconteo el Pacto Histórico tiene, por ahora, la bancada más grande del Senado con 16 curules y es paritaria. El número podría cambiar luego de los escrutinios. En la Cámara tiene 28 representantes, nueve de ellas mujeres. La mayoría se estrenan este año en el legislativo, no habían hecho política electoral y tienen liderazgos de base en sus territorios. De las 17 congresistas que tienen en Cámara y Senado, solo cuatro están repitiendo en el Congreso.

Los resultados son la consecuencia de una lista cerrada y cremallera que solo tuvieron cuatro partidos y movimientos en estas elecciones: Pacto Histórico, Comunes y Nuevo Liberalismo. Estamos Listas fue el único movimiento que tuvo todos los primeros puestos ocupados por mujeres. De esos, solo el Pacto alcanzó el umbral y Comunes tiene sus sillas garantizadas por el Acuerdo de Paz.

El plus, además de la cantidad de mujeres, es que es la única coalición con mujeres afro e indígenas electas, por fuera de las curules de circunscripción especial. “No estaba dispuesta a rellenar una lista solo por ser mujer e indígena. Nosotras hemos dejado de lado aceptar que nos utilicen, ya no queremos hacer favores para cumplir una cuota”, dice Martha Peralta, presidenta del Partido Mais, la sexta de esa lista y la primera wayuu en llegar al Senado.  

Según Juliana Hernández, directora de Artemisas y de la campaña Paridad Ya, “estas elecciones tuvieron un cambio cultural. Hubo un ejercicio de incidencia de la sociedad civil y un ingreso masivo de las mujeres en las estructuras partidistas. Entraron mujeres sin experiencia en la política y llegaron los influencers, porque las redes sociales se convirtieron en una herramienta protagónica de las elecciones”.

En ese grupo entran Susana Gómez, elegida en la Cámara por Antioquia, y quien se hizo viral dirigiendo una orquesta durante el Paro Nacional del año pasado. E Isabel Zuleta, una lideresa ambiental que se hizo famosa por su oposición a Hidroituango. Ninguna había ocupado cargos públicos antes.

Y aún con experiencia, hay banderas nuevas que muestran una cara distinta del Congreso. Los ambientalistas ganaron con Julia Miranda en la Cámara, exdirectora de Parques Nacionales Naturales y los animalistas con Andrea Padilla en el Senado, una exconcejal bogotana y férrea defensora de los derechos de los animales. Además, los pueblos indígenas pusieron por primera vez a una mujer en la curul especial. Es Aida Qilcue, que ha sido consejera de la Onic, el Cric y se ganó el Premio Nacional de Derechos Humanos en 2018.

“El cambio de hace cuatro años para acá es notorio. El estallido social y la pandemia han cambiado la mentalidad en cuanto a los procesos políticos”, dice Teresa Enríquez, una representante de Nariño por el partido de La U que va a repetir curul.

Sin embargo, se rajaron los partidos tradicionales y algunos alternativos. El partido Verde fue el que menos candidatas tuvo al Senado, solo el 30 por ciento para cumplir con la cuota. Aunque en las inscripciones estuvieron raspando con la obligación legal, lograron elegir con 9 curules en ambas cámaras, lo que representan el 11 por ciento del Congreso.

Los partidos tradicionales y con maquinaria, como La U –que logró 10 curules en el Senado– y Cambio Radical –que obtuvo 11–, pusieron solo a una mujer en sus bancadas. Ambas heredaron votos de familiares o llegaron impulsadas por maquinarias.

Así quedó la representación de mujeres en el Congreso según el preconteo. 

Son Ana María Castañeda, de Cambio Radical, que heredó los votos de su esposo Mario Fernández Alcocer a quien en 2019 denunciaron ante la Fiscalía por comprar votos cuando se lanzó a la alcaldía de Sincelejo. Y Norma Hurtado, del Partido de La U, que es de la entraña de la presidenta de ese partido, Dilian Francisca Toro.

En el caso de los partidos Liberal y Conservador, que junto al Pacto Histórico tienen las bancadas más grandes de la Cámara y el Senado, “la mayoría de mujeres que quedaron habían llegado a la política hace muchísimos años”, explica Hernández.

El Liberal –que tiene ahora 48 congresistas– sacó electas 15 mujeres, el 31 por ciento. Once son nuevas y todas tienen vínculos con políticos tradicionales y maquinarias. 

El Conservador, que tendrá una bancada de 19 senadores y 27 representantes, tiene once mujeres en el Congreso, el 23 por ciento, con cinco de ellas nuevas. Todas, también, llegaron impulsadas por políticos o maquinarias tradicionales.

Aún así, mujeres que llevan más períodos en el Congreso y llegaron con el impulso de otros políticos, la han tenido más duro dentro de sus partidos para hacerse escuchar. Y han promovido una agenda legislativa que le apuesta a la equidad, que es de las únicas en las que las mujeres de todos los sectores políticos se encuentran, y que seguro tomará más fuerza en el próximo periodo legislativo con el aumento de participación femenina.

“Nosotras reclamamos la paridad y la equidad, pero mientras no tengamos empoderamiento económico y mientras no nos preparemos para participar en la política, no nos estamos liberando”, dijo Esperanza Andrade, senadora del Partido Conservador que según el preoconteo alcanzó la última cutul del partido, pero con el escrutinio podría perderla. 

Más mujeres anticipan una agenda común fortalecida

Según el último informe de la Misión de Observación Electoral (MOE) sobre la participación política de las mujeres, una característica de estas elecciones, además del aumento en la participación, fue el aumento de la violencia hacia ellas.

Las cifras han tenido un crecimiento sostenido desde 2006, pero este año alcanzó un pico dramático. “De las 516 vulneraciones registradas en los primeros 11 meses del calendario preelectoral, 137 (el 26.6%) corresponden a agresiones contra lideresas políticas, sociales y comunales, y casi una tercera parte de estas agresiones fueron letales”, dice el informe. Esto representa un aumento del 198% de casos frente al mismo periodo electoral del 2018.

Ante estos contextos adversos para las mujeres, que haya más mujeres en el nuevo congreso fortalece aún más los proyectos que buscan aumentar la participación y evitar las violencias.

Un ejemplo es la Comisión de Equidad de Género en el Congreso, que por ejemplo les ha hecho debates de control político a militares acusados de abusar de niñas indígenas. Han pasado por ahí mujeres de todos los partidos políticos y líneas ideológicas, en una clara demostración de que pueden trabajar juntas más allá de la agenda de partido. Más mujeres en el Congreso significa para esa comisión, según la analista Guisao, “nuevas visiones ahora estamos entrando a empujones” y un impulso más grande de los temas que trabajan.

“Ninguna se va a negar a trabajar el tema de violencia contra las mujeres. Los temas en los que se marca una diferencia podrán ser los de Derechos Sexuales y Reproductivos, pero hay una agenda común y ese punto de apoyo entre todas las congresistas ha sido muy importante para reconocer los liderazgos de las mujeres”, explica Linda Cabrera, la directora de Sisma Mujer.

Y justamente en el tema del aborto, que sí divide a la bancada de mujeres, este nuevo Congreso tendrá voces más progresistas. La “bancada provida”, que se creó en el Congreso con 24 senadores y representantes para oponerse al aborto, perdió ocho mujeres: Milla Romero, Margarita Restrepo y Maria del Rosario Guerra, del Centro Democrático; Nora Burgos, Adriana Matiz, Myriam Paredes y Maria Cristina Soto, del Conservador y Angela Patricia Sánchez, de Cambio Radical. Ganó solo una, con la elección de Sara Castellanos, la exconcejal del Liberal cristiana.

Pero el consenso por la paridad, en el que han trabajo congresistas de esas mismas bancadas antiaborto, pasa porque el tema de la paridad no hace parte exclusivamente de la agenda feminista, de la que se han alejado sobre todo las congresistas godas. “No tenemos que hacer feminismo, tenemos que trabajar en equidad”, dijo la conservadora Andrade sobre el tema.

Y es que, aunque según Hernández, la directora de Paridad Ya, “los partidos Liberal y Conservador no han comprendido el momento histórico, la paridad no es una lucha feminista sino una lucha de representación”. 

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