Hugo Chávez se graduó de la Academia Militar con 76 jóvenes alféreces. Por sus buenos resultados, Chávez ocupó el número ocho de su promoción Simón Bolívar II 1975. A cuatro filas del futuro líder de la Revolución Bolivariana estaba sentado el alférez “Remache”, el joven Carlos Martínez Mendoza que quedó en el número 55 del curso.
Chávez se dedicó a la política y Martínez, a pesar de sus resultados académicos regulares, siguió el camino militar hasta convertirse en general de brigada. “Remache”, por su baja estatura, es un hombre de 68 años con un bigote blanco de canas y fue designado por la Asamblea Nacional venezolana como el próximo embajador de Maduro en Colombia.
Martínez llegará a Bogotá a ocupar su segunda embajada, como parte de una vieja práctica que empezó Chávez de nombrar a militares retirados en cargos diplomáticos para mantener su fidelidad. Pero su pasado en la Fuerza Armada Bolivariana y en la mesa de diálogo con el ELN genera desconfianza entre los venezolanos de la oposición que llegaron a Colombia, pues consideran que una compleja relación bilateral se está reduciendo a temas de seguridad.
La “elenización” de las relaciones diplomáticas con Colombia
Quince días después de su cumpleaños 68, el nombre de Martínez empezó a sonar como reemplazo del embajador Félix Plasencia, que dejó la embajada en Bogotá para convertirse en el secretario general de la Alba, la Alianza Bolivariana para los Pueblos.
El embajador militar se ha convertido en una práctica común en el chavismo. “Hace parte de los incentivos de lealtad de la Fuerza Armada Nacional”, dice Rocío San Miguel, presidenta de Control Ciudadano para la Seguridad, una influyente ONG de Venezuela, “son generales que han sido leales al proyecto bolivariano y que tienen esa proyección de carrera”.
San Miguel identifica tres fortalezas de la designación de Martínez como embajador: le da una representación directa a los miembros del ELN venezolanos, impulsa el monitoreo de los grupos criminales que actúan en la frontera y aboga por la “institucionalización de la integración fronteriza, que tiene un impacto estructural en la seguridad de la frontera”.
Martínez puede ayudar a definir el estatus jurídico de los venezolanos que hacen parte del ELN, una guerrilla binacional que conoce porque trabajó como militar en la frontera entre los dos países. Además, lleva desde el 2016 siendo el representante del régimen de Maduro en la mesa de negociación con esa guerrilla. Aunque esa mesa se levantó en 2019, Martínez volvió como representante de Venezuela una vez se reanudaron las negociaciones el año pasado con el gobierno de Gustavo Petro.
Son estas mismas fortalezas las que preocupan a los venezolanos que viven en Colombia y a los estudiosos del tema en el país. “El nombramiento de Martínez puede llegar a mezclar dos temas distintos, que son las relaciones diplomáticas y la negociación con el ELN”, dice Daniella Monroy, del Observatorio del Rosario. Su colega, Rodríguez, la llama la “elenización de la relación diplomática”.
“La relación con Colombia es muy importante, aquí tu necesitas un diplomático para atender todos los componentes de la relación bilateral” dice Alejandro Martínez, politólogo venezolano que vive en Colombia, “tener como un embajador, que tiene que atender toda la reapertura de una relación comercial, diplomática, etc., a un militar que estaba concentrado en la negociación con el ELN limita esa relación bilateral”.
“Esta relación es mucho más compleja que la que puede ser con cualquier otro país”, asegura Txomin Las Heras de Diálogo Ciudadano Colombo-Venezolano, “el hecho que sea militar es una expresión más del carácter del régimen venezolano que tiene una impronta militar muy fuerte, pero no significa que sea el mejor para el cargo”.
Tener a un militar como cabeza de la relación también genera cierta zozobra entre los venezolanos que viven en Colombia, por la posibilidad de que el régimen use la experticia militar de Martínez para perseguir a sus opositores de este lado de la frontera.
“Si cuando se fueron de la embajada en 2019 encontramos fotos de opositores en Bogotá, imagínate ahora con un militar de embajador” le dijo a la Silla uno de esos opositores que prefiere no publicar su nombre por la posible persecución del régimen.
Hasta la publicación de esta nota, el equipo de comunicaciones de la embajada de Venezuela no contestó las preguntas de la Silla, y todavía no hay certeza sobre cuándo llegará “Remache” a Bogotá.
El 55 del curso que llegó a general
Carlos Martínez nació en enero de 1951 en Barquisimeto, la llamada ciudad de los crepúsculos en el noroeste de Venezuela. A los 16 años entró en la Academia Militar del Ejército Bolivariano (Ameb), donde estudió por cuatro años para convertirse en teniente de comando y licenciado en Ciencias y Artes Militares.