Sergio Jaramillo parece ser la mejor opción de Santos para encabezar estas negociaciones, en parte porque por su bajo perfil público resulta perfecto para manejar una agenda confidencial, pero también porque es un intelectual, tecnócrata y estratega que piensa cuidadosamente todas sus decisiones.

Si los puntos de acuerdo de negociación entre Gobierno y Farc que publicó el día de hoy RCN son ciertos, más que haber “desarrollado conversaciones exploratorias con las Farc”, como dijo Santos, el Gobierno habría acordado ya una agenda de discusión que apunta al fin del conflicto y que tiene un mecanismo de implementación. Aunque Santos no ha dicho hasta ahora quiénes son los negociadores, el artífice de esas exploraciones y, por ahora, el encargado de lo que se viene es su Alto Consejero para la Seguridad, Sergio Jaramillo, probablemente el funcionario más raro del alto gobierno.

Jaramillo, el hombre para la paz

Jaramillo parece ser la mejor opción de Santos para encabezar estas negociaciones, en parte porque por su bajo perfil público resulta perfecto para manejar una agenda confidencial, pero también porque es un intelectual, tecnócrata y estratega que piensa cuidadosamente todas sus decisiones.

Además de ser de la entera confianza del Presidente, Jaramillo tiene una doble identidad que facilita esta labor. Dentro de sus funcionarios más cercanos, es seguramente uno de los que más conoce la estrategia de la guerra y, al mismo tiempo, los mecanismos para hacer la paz.

También tiene una personalidad que a veces puede ser difícil para las relaciones interpersonales pero que también puede ser muy funcional para un proceso de paz: Jaramillo es poco proclive a los entusiasmos, profundo, paciente y tiene una capacidad inusual para permanecer en silencio. Alguien que lo conoció alguna vez dijo de él que si bien hablaba perfectamente muchos idiomas, sería bueno que practicara por lo menos el español.

Esta extrema ‘mudez’ permitió que Jaramillo hubiera logrado que sus contactos con la guerrilla se mantuvieran en secreto hasta la semana pasada, y quizá eso fue clave para lograr que la negociación llegara hasta la agenda acordada y que se conoció hoy.

Su meticulosidad con los detalles, que termina desesperando a muchos de los que tienen que trabajar con él porque los puede tener hasta altas horas de la noche discutiendo un párrafo, también se vuelve una fortaleza a la hora de llevar la batuta de los acuerdos con la guerilla. A él no le habría pasado nunca lo que le sucedió al Gobierno con la Reforma a la Justicia, porque intenta controlar hasta el último detalle, lo que no facilita el trabajo en equipo, pero sí ayuda a evitar que en el futuro los guerrilleros intenten meterle goles al Gobierno.

¿Quién es?

Aunque Jaramillo nació en una familia de la élite bogotana -es tataranieto del presidente conservador Miguel Antonio Caro, nieto del periodista Luis Eduardo Nieto Caballero y primo lejano de Santos- desde joven optó por apartarse del mundo social y sumergirse en los libros, fuera del país.

Se graduó de Filosofía en la Universidad de Toronto y de Filología en la Universidad de Oxford; tiene una maestría en Filosofía de la Universidad de Cambridge y fue candidato a doctor en Griego en la Universidad de Heidelberg en Alemania.

Vivió mucho tiempo en Alemania, donde trabajó de mesero durante años mientras estudiaba, y en Francia donde fue consejero político de la Embajada de Colombia en Francia, primero cuando Juan Camilo Restrepo era embajador y luego con Martha Lucía Ramírez.

Con la llegada de Álvaro Uribe al gobierno, Ramírez pasó a ser Ministra de Defensa, y trajo a Jaramillo como asesor en asuntos de Derechos Humanos. En ese cargo, en una oficinita apartada y siempre a media luz porque es fotofóbico, Jaramillo empezó a trabajar asuntos de seguridad.

Así, de la mano de Ramírez, Jaramillo comenzó su vida pública y se fue transformando poco a poco. Pasó de ser  un hombre extremadamente tímido, que escasamente podía hablar en público sin que le temblara la voz y las manos, a volverse en el “hombre de atrás” en las decisiones más importantes que se han tomado en los temas de seguridad y paz en los últimos diez años.

Su trayectoria en seguridad

Jaramillo diseñó directamente la Política de Seguridad Democrática de Uribe cuando fue asesor de la Ministra Martha Lucía Ramírez en el Ministerio de Defensa.

En 2007, cuando Santos lo nombró Viceministro de Asuntos Políticos y Temática Internacional, inició el proceso de revisión estratégica del sector defensa. 

En medio de un Gobierno caracterizado por duros golpes contra la guerrilla pero fuertes cuestionamientos por  violaciones a los derechos humanos por militares, Jaramillo tuvo dos aportes cruciales. Diseñó la política de derechos humanos y derecho internacional humanitario y diseñó un  mecanismo para hacer frente al escandaloso tema de los falsos positivos.

La primera, para que los miembros de las Fuerzas aprendan derechos humanos de una manera más práctica y más efectiva, según su rango y las actividades que realiza cada uno. Como complemento a eso, escribió el Manual de Derecho Operacional y creó una oficina para darle asesoría jurídica a los miembros de las fuerzas en medio de sus operaciones. 

En ese momento comenzaban a denunciarse los falsos positivos, y su diagnóstico fue que parte del problema residía en que existían indicadores de resultados que producían efectos perversos. Jaramillo diseñó las quince medidas para la prevención de esta conducta, creó la Comisión Interinstitucional que llevó a la destitución y actual investigación de varios oficiales, y diseñó la directiva para la transformación de la forma de evaluación de los resultados militares, poniendo primero las desmovilizaciones y las capturas antes que las bajas.

Como parte de lo mismo, le trabajó al tema de la desmovilización. Diseñó el Programa de Atención Humanitaria al Desmovilizado y otras campañas para promover mayor desmovilización individual de guerrilleros.

Este trabajo en el Ministerio aumentó sus riesgos de seguridad, y también le valió la animadversión de un sector del Ejército, que le atribuyó el despido de los 27 oficiales del Ejército. 

Jaramillo también encontró que la Fuerza Pública necesitaba empezar a diseñar un proceso de consolidación, y fue quien empezó a trabajar en ese tema, que después convirtió en el Plan de Consolidación Integral de la Macarena y ahora en una Unidad Administrativa.

El otro tema de Jaramillo es el de la inteligencia. Fue muy criticado cuando en 2006, antes de entrar al Ministerio como director de la Fundación Ideas para la Paz, creada por empresarios, publicó un largo análisis que concluía que el DAS debía suprimirse y que las labores de inteligencia necesitaban un rediseño. Después como Viceministro y luego como Alto Asesor, diseñó la ley de inteligencia que fue aprobada finalmente en julio de 2012 por la Corte Constitucional y logró su propósito, suprimir el DAS y reorganizar, de acuerdo a estándares internacionales, una nueva agencia de inteligencia.

Su salida del Viceministerio es de las pocas situaciones que han puesto a la opinión pública a hablar de él, aunque la controversia no duró más de un día. Cuando faltaban pocos días para que se venciera el plazo para que Uribe dijera si estaba interesado en un tercer período o no, Jaramillo escribió una carta pública en El Tiempo en la que manifestaba su desacuerdo con la segunda reelección y explicaba duramente su inconveniencia para la continuidad de la Seguridad Democrática. Este episodio lo puso en contra de los uribistas que leyeron la carta como una traición y en retrospectiva como una jugada de Santos, y también fue criticada por algunos antiuribistas que consideraban que era un acto digno pero tardío y por lo tanto, un poco oportunista para pasar “bien” a la historia.

Con la llegada de Santos al poder, volvió Jaramillo, ahora como Alto Asesor de Seguridad Nacional. Un cargo nuevo que venía de la mano con la creación de un Consejo de Seguridad Nacional, del cual Jaramillo pasaría a ser Secretario. Un cargo que también ha generado cierto corto circuito con el Ministerio de Defensa pues sobre muchos temas tienen posiciones encontradas.

La carrera de Jaramillo en el tema de seguridad ha venido de la mano con un interés académico en los procesos de paz que en los últimos años ha materializado en leyes y propuestas. Desde el Gobierno de Pastrana, Jaramillo tuvo a su cargo el programa de diplomacia por la paz en la Cancillería. Después, como Director de la Fundación Ideas para la Paz estudió los procesos de paz y de justicia transicional más exitosos de otros continentes, trajo expertos a seminarios y escribió varios análisis sobre el tema. Y acompañó desde la academia el proceso de la Ley de Justicia y Paz desde sus inicios y en su implementación.

Los contactos internacionales

Esa trayectoria intelectual y el origen social de Jaramillo, unido a que habla inglés, francés, alemán, ruso, italiano, latin y griego (es experto en lenguas muertas), le han permitido entablar relaciones estrechas en el mundo internacional, que ahora en el proceso de paz le serán muy útiles. Jaramillo es amigo de varios periodistas internacionales, ha ayudado en parte a la buena prensa internacional que han tenido Uribe y Santos, y también cuenta con credibilidad entre personas clave en el mundo de la diplomacia y de inteligencia británica, americana e israelí que han apoyado al gobierno en operaciones importantes.

Esa cercanía con los ingleses llevó a que, durante el gobierno de Uribe, cuando Jaramillo era Viceministro y por órdenes de Santos, el Ministerio entregara al Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, que es el centro de estudios sobre seguridad más antiguo y prestigioso del mundo, acceso irrestricto al material del archivo del computador de Raúl Reyes con el fin de que un organismo serio mirara la información y certificara si las denuncias que estaba haciendo el gobierno de Uribe sobre los vínculos entre las Farc y el presidente de Venezuela Hugo Chávez, entre otros temas sensibles, eran ciertas.

Esto, como lo contó La Silla, esa decisión fue muy polémica porque al mismo tiempo el Ministerio de Defensa, la Policía y el Gobierno de Uribe le negaban a periodistas colombianos, a personas que estaban siendo investigadas penalmente por los correos que aparecen en el computador, e incluso a la Corte Suprema de Justicia, acceso a esa misma información con el argumento de que era un secreto de Estado. El informe del Instituto fue hecho público y puesto a la venta en abril del año pasado.

Un cable de Wikileaks dijo que cuando era Viceministro de Defensa fue el funcionario encargado de recibir los acercamientos de alias ‘César’, el guerrillero que custodiaba a Ingrid Betancur y que intentó acordar la entrega de la secuestrada a cambio de su salida a Francia. Pero esta versión nunca fue corroborada.

Jaramillo también diseñó e implementó la Ley 1424, dirigida a los desmovilizados que no hubieran incurrido en violaciones graves a los derechos humanos y que regulaba la participación de éstos en el Centro de Memoria Histórica. Y finalmente, impulsó el Marco Jurídico para la Paz hasta que fue aprobado por el Congreso, la revisión de la Ley de Justicia y Paz y el diseño de una estrategia integral de justicia transicional para integrar a todos los actores que tenían funciones en el tema.

El paso de Jaramillo por el Gobierno en estos últimos años se ve sobre todo en sus resultados o en los documentos que escribe, porque le huye a las cámaras y a los periodistas. Para muchos, sostener una conversación con él es difícil porque en ocasiones no pone atención y está ensimismado, es disperso y pasa por antipático. Y como está concentrado en diseñar y coordinar estrategias que a veces solo él conoce y que se ven solo cuando ya están listas, es eficiente como gerente pero malo como comunicador oral.

Por eso, si es cierto que Santos ha decidido darle a este proceso de paz un perfil muy diferente al del Caguán, con una agenda bilateral entre Gobierno y Farc, con poca participación de la sociedad civil en la definición de los acuerdos, alejada de los micrófonos y de los protagonismos personales y con acuerdos precisos y fundamentados, Jaramillo es la ficha clave de su estrategia. 

Soy la directora, fundadora y dueña mayoritaria de La Silla Vacía. Estudié derecho en la Universidad de los Andes y realicé una maestría en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Trabajé como periodista en The Wall Street Journal Americas, El Tiempo y Semana y lideré la creación...