Cerrada la venta de El Tiempo a Luis Carlos Sarmiento Ángulo, la pregunta que ronda en los círculos periodísticos es si Roberto Pombo sobrevivirá como director del diario. La apuesta mayoritaria de quienes lo conocen es que sí.

Redacción El Tiempo

Cerrada la venta de El Tiempo a Luis Carlos Sarmiento Ángulo, la pregunta que ronda en los círculos periodísticos es si Roberto Pombo sobrevivirá como director del diario. La apuesta mayoritaria de quienes lo conocen es que sí.

Sarmiento, el hombre más rico de Colombia y uno de los más ricos del mundo, compra con el periódico el prestigio que no da la plata por sí sola, así como Rupert Murdoch compró The Wall Street Journal o Carlos Slim un porcentaje de The New York Times. Su apuesta es que el periódico no dañe sus múltiples negocios y que a la vez El Tiempo se mantenga como el principal diario del país. Es una apuesta difícil, pero Pombo ha demostrado que tiene la capacidad de lograrlo.

Y la razón es que Roberto Pombo, como editor y director periodístico, se ha caracterizado por ser un hombre inteligente, con excelentes relaciones públicas y con la particularidad de no matricularse con nada. A diferencia de la mayoría de periodistas, a él en su trabajo no lo guían las pasiones, ni la ideología, ni una posición política y tampoco una visión específica del periodismo. Estas características le permiten adaptarse rápidamente a los cambios.

Roberto Pombo
Luis Carlos Sarmiento

Fue precisamente lo que hizo cuando Planeta compró El Tiempo. Pombo (que está casado con Juanita Santos, accionista minoritaria del periódico) se opuso como Daniel Samper Pizano a la compra por parte de ese grupo español. Él favorecía a Prisa, no solo por su cercanía con los Polanco (los accionistas mayoritarios de Prisa) sino porque representaba un periodismo más moderno y liberal. Pero apenas se concretó la venta a Planeta, Pombo se puso la camiseta de este grupo y siguió las directrices de los nuevos dueños sin ningún problema.

“Pombo es un hombre sumamente inteligente, no es confrontacional y sabe conciliar las diferencias. Además, sus intereses coinciden con los de Sarmiento pues él y su señora también son dueños del periódico”, dijo a La Silla un colega de Pombo, que como otros varios con los que hablamos pidió la reserva de su nombre.

Pombo asumió como editor general del periódico cuando todavía Rafael y Enrique Santos eran los directores y reemplazó un adefesio que existía que se llamaba ‘la mesa central’. Luego asumió la dirección con la llegada de Planeta en 2007. Son casi ocho años en los que Pombo, a pesar de no militar con ninguna causa específica, ha dejado su huella en el periódico.

“Su mayor contribución es haber convertido a El Tiempo en un medio de entretenimiento y haberle restado influencia política”, dice otro periodista. 

Esta mezcla de hacer un periódico más gráfico, con historias más cortas y más light le permitió a El Tiempo ampliar la audiencia y mantener la circulación del periódico cuando los diarios de papel están en crisis en casi todos los lugares del mundo por la irrupción del Internet. A la vez, le permitió a Planeta mantener una posición armónica con el gobierno de Uribe que intentó infructuosamente asignarle a este grupo el Tercer Canal, que era el principal interés del grupo español al comprar El Tiempo.

Durante su administración, Pombo ha fortalecido las revistas y los suplementos que circulan con el periódico, como Carrusel y Motor; le dio un gran impulso a Don Juan; y lanzó el exitoso magazín Bocas. También creó varios portales transaccionales en Internet, como quebuenacompra, que ha sido todo un éxito comercial. Y creó el canal de cable ET.

Pero a la vez se cerró Cambio, justo en el momento en que más impacto político estaba teniendo la revista bajo la batuta de María Elvira Samper y Rodrigo Pardo, cuando acababan de denunciar el escándalo de Agro Ingreso Seguro, el acuerdo de las bases militares con Estados Unidos y otros temas que tenían al gobierno de Uribe bastante molesto. 

Aunque Pombo terminó poniendo la cara por este episodio negro para el periodismo nacional, lo cierto es que esa decisión fue tomada por Luis Fernando Santos y la gerencia del periódico y Pombo dejó constancia de que se oponía. Sin embargo, la sensación que le quedó a varios de los que trabajaban en la revista es que tampoco dio una verdadera pelea para evitarlo como esperaban, dado que él había sido uno de los fundadores de Cambio antes de que se la vendieran a El Tiempo. Roberto explicó que la razón del cierre obedecía a una decisión gerencial porque la revista no era rentable.

El otro caso que dejó estupefactos a muchos –la despedida de Claudia López como columnista después de que criticó un cubrimiento periodístico del diario– sí fue una decisión que Pombo asumió personalmente porque consideró que la columnista había hecho una crítica injusta a los periodistas.

Aunque varios reporteros y editores de El Tiempo aplaudieron la solidaridad y el respaldo del director con ellos, López era de lejos la columnista más popular del periódico y su abrupta salida fue una pérdida grande para el periódico. Después de ella, también se fueron León Valencia y María Jimena Duzán para Semana. Y aunque llegaron otros como María Isabel Rueda y Ricardo Silva, la página editorial del periódico ha perdido en los últimos años trascendencia política. Y además ha dado un viraje más hacia la derecha con la entrada de opinadores como José Obdulio Gaviria, amigo personal de los directores de Planeta.

Pero la mayor transformación que Pombo ha realizado en el periódico fue completar el proceso de convergencia, pensado e iniciado por Luis Fernando Santos, antiguo presidente de Casa Editorial El Tiempo.

La ‘convergencia’ que para muchos diarios en América Latina es un ejemplo a seguir, pero para otros fue lo que le dio la estocada final a la época de oro de El Tiempo, es un proceso según el cual todos los periodistas de la Casa Editorial deben trabajar no solo para su medio sino para todas las plataformas del grupo. Para lograr este nivel de eficiencia, la mayoría de los reporteros lo que hacen es aportar datos o un texto básico a una ‘bolsa’ de contenido, de la cual los editores de cada plataforma cogen lo que les interesa y adecúan sus notas para su medio. De esta manera, una misma nota escrita por un solo reportero alimenta varios productos periodísticos lo que permite mejores economías de escala y una mayor productividad por reportero.

Este modelo permite hacer la operación más rentable –lo cual en esta época en el que el modelo de negocios del periodismo está en absoluta crisis es indispensable–, pero periodísticamente ha tenido un costo grande. Dado que la mayoría de periodistas no participan en la elaboración del producto final de su trabajo, el concepto de autor tiende a desaparecer y también un tipo de periodismo más combativo. De vez en cuando, alguna historia o investigación de El Tiempo marca la agenda del día, pero esto es ahora más la excepción que la regla.

Este modelo de producción de contenido acompañado con el rediseño del periódico que siguió el modelo del periódico gringo USA Today, mucho más gráfico, para ser navegado rápidamente más que leído en profundidad y con mucha oferta de pequeños bocadillos de información son el gran legado de Pombo.

Su apuesta desde el punto de vista comercial funcionó, según datos oficiales del periódico, que muestran que la circulación ha aumentado ligeramente.

Internamente, Pombo también garantizó que la transición de los Santos a Planeta no fuera resentida por la sala de redacción, salvo en las oficinas regionales donde sí hubo una barrida para recortar costos. Todos los periodistas consultados por La Silla están cruzando los dedos para que Pombo se quede en el periódico pues lo ven como una garantía de continuidad para el espíritu tradicional de El Tiempo y también para sus condiciones laborales. “Por ahora no hay incertidumbre por la llegada de esta nueva empresa porque se demostró que si está Pombo hay garantías”, dijo a La Silla un editor del periódico.

Y políticamente, el periódico no amenaza a nadie.

Esta fórmula es la que más probablemente le conviene a Luis Carlos Sarmiento, a quien se le ha escuchado decir que “no hay por qué cambiar lo que funciona”. Por eso muchos anticipan que Pombo será el escogido por el nuevo dueño de El Tiempo para conducir al periódico en esta nueva etapa.

Soy la directora, fundadora y dueña mayoritaria de La Silla Vacía. Estudié derecho en la Universidad de los Andes y realicé una maestría en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Trabajé como periodista en The Wall Street Journal Americas, El Tiempo y Semana y lideré la creación...