Un grupo de indígenas está pidiendo a la justicia colombiana que invalide un proyecto de bonos de carbono en su territorio en la Amazonia porque, según dicen, quien lo firmó en su nombre ya no estaba autorizado para hacerlo. Quieren que el caso llegue a la Corte Constitucional, que podría sentar jurisprudencia sobre la obligación de proteger al eslabón más vulnerable de estos mercados verdes. El proyecto está beneficiando, además de a algunas comunidades indígenas del Pirá Paraná, a varias empresas, incluyendo una que vendió los bonos y está ligada a la certificadora del proyecto y otra que recibió 40 por ciento de los ingresos. Lo que aún no es transparente es cuánto le queda a cada parte.
Las autoridades indígenas del río Pirá Paraná, un vasto territorio selvático de la Amazonia colombiana, acudieron a la justicia en julio de este año a solicitarle que anule un contrato para desarrollar un proyecto de bonos de carbono allí, bautizado Redd+ Baka Rokarire.
Pese a que el contrato podría traerles recursos invaluables para seguir preservando su esquina del bosque tropical más extenso del mundo, los líderes del Consejo Indígena del Pirá Paraná y de la Asociación de Autoridades Tradicionales Indígenas del Río Pirá Paraná (Acaipi) están molestos porque, según dijeron al juez, nunca aprobaron el proyecto impulsado por la Corporación Masbosques en sus comunidades en el sur del Vaupés.
Más aún, denuncian que quien firmó el documento legal a nombre de los indígenas con esa ong ambiental de Antioquia en marzo de 2021 fue su anterior representante legal y que había salido del el cargo dos semanas antes de suscribirlo.
Por este motivo, interpusieron una acción de tutela solicitando que se protejan tres derechos fundamentales que, a su juicio, les han violado la ong y tres empresas que promovieron o validaron el proyecto Redd+ Baka Rokarire, así como una de las autoridades nacionales que debería velar por el buen funcionamiento de todos los esquemas de pago por servicios ambientales.
“Sus acciones y omisiones en el registro, formulación, validación, verificación, certificación, monitoreo y seguimiento de la iniciativa”, escribieron en su acción judicial, “están vulnerando de manera grave nuestros derechos fundamentales a la integridad cultural, la autodeterminación, al gobierno propio y al territorio”.
Masbosques, la ong que desarrolla el proyecto y que tiene a varias entidades públicas como socias, respondió en su defensa ante el juez que hubo un cambio al frente de Acaipi a comienzos de 2021, pero sostiene que fue posterior a la firma del contrato y que quien lo firmó era en ese momento el legítimo representante legal. Por ende, insiste, su proyecto cumple con los estándares sociales y ambientales del sector. “Masbosques obró con la suficiente diligencia y su actuar fue conforme a la realidad jurídica del momento y en consecuencia no se puede predicar que (…) se violentaron o siquiera pusieron en riesgo los derechos fundamentales”, dijo al juez. Al menos nueve de las 17 comunidades indígenas del Pirá Paraná avalan la versión de Masbosques y defienden el proyecto Redd+ actual, dejando en evidencia que lo que debería ser una solución ambiental que los congregue ha terminado dividiendo a la comunidad y fracturando su gobernanza colectiva.
Este conflicto entre la ong antioqueña y los líderes del Consejo Indígena no es el primero que surge en Colombia en el mercado voluntario de carbono, un prometedor mecanismo financiero por el cual se premia a las comunidades que logran evitar la deforestación pues les abre la oportunidad de convertir esa delicada misión en un trabajo remunerado. Como han contado otras investigaciones periodísticas lideradas por el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP), hay otros proyectos en la Amazonia colombiana que podrían estar inflando sus resultados ambientales o que han generado conflictos al interior de las comunidades que los ejecutan.
Este pleito, sin embargo, podría tener un impacto más allá de los linderos del Pirá Paraná. Aunque la acción judicial emprendida por sus autoridades fue denegada en una primera instancia y la semana pasada en una segunda, los demandantes buscan que se convierta en el primer caso sobre el mercado de carbono en llegar a la Corte Constitucional. Si llegara a ser seleccionado por los magistrados, el caso podría terminar sentando un precedente legal sobre las líneas rojas que los privados no deben cruzar a la hora de negociar proyectos de bonos con comunidades constitucionalmente protegidas -y con frecuencia vulnerables- como los indígenas de la Amazonia.
Esta investigación del CLIP, Mongabay Latam y La Silla Vacía, con apoyo del Rainforest Investigations Network del Centro Pulitzer, halló además que –si bien el liderazgo del proyecto lo lleva Masbosques, una entidad sin ánimo de lucro — al menos una empresa privada le ha sacado al negocio rentabilidad, sin que sea transparente si otras empresas fueron beneficiadas, ni en qué proporción, como se relatará más adelante. La reportería de los aliados, hecha como parte de una investigación más amplia sobre la manera como están funcionando estas soluciones climáticas, encontró que la empresa que vendió los bonos está conectada a las mismas personas detrás de la firma que certificó el proyecto y que una tercera empresa podría estar recibiendo hasta el 40 por ciento de los ingresos de la venta de los bonos, según información de la ong.