El martes Estados Unidos escogió al Congreso que acompañará al presidente Joe Biden en los dos años que le restan de mandato. Aunque Gustavo Petro se encontrará con mayorías republicanas en la Cámara es poco probable que el legislativo gringo descarrile la agenda colombiana de Paz Total y política de drogas mientras Biden sea presidente.

Estas elecciones ocurren cada dos años. En ellas se renueva la Cámara de Representantes (435 curules, una por cada distrito electoral, que son delimitaciones geográficas según la densidad poblacional) y un tercio del Senado, es decir 35 escaños de los 100 que tiene.

El Senado gringo es clave para su política exterior y su relación con Colombia. No se tendrá certeza sobre qué partido va a tener el control de esta Cámara, pero cualquiera que termine ganando la curul del último estado —Georgia— no tendrá una mayoría amplia en el Senado. Si bien el presidente de Estados Unidos pone la agenda es el Comité de Apropiaciones del Senado define el presupuesto que se destina para países como Colombia, y el Comité de Relaciones Internacionales hace las leyes que organizan la política exterior. Para Colombia es importante que el Senado comparta la agenda del Gobierno colombiano, al que destina casi 500 millones de dólares al año.

El Senado puede salir a defender los intereses colombianos, como en 2017, cuando el presidente republicano Donald Trump anunció que recortaría casi el 35% de la ayuda financiera que enviaba a Colombia, porque el Gobierno Santos no había logrado reducir el número de hectáreas de coca en el país. Fue el Senado estadounidense el que detuvo la propuesta y asignó el mismo monto que en 2016.

O puede convertirse en el palo en la rueda de lo que quiere Colombia, como le pasó al Gobierno de Álvaro Uribe en 2009. Durante las negociaciones del TLC, la bancada demócrata bloqueó ese debate en el Senado porque el Gobierno colombiano no podía garantizar las condiciones de seguridad de los sindicalistas en el país.

El partido Republicano fuerte en la Cámara, pero se aleja de la sombra de Trump

“Era imposible que la gobernabilidad de Biden no saliera afectada por las elecciones” dice el profesor de política exterior del Rosario, Mauricio Jaramillo Jassir, “porque de cada 40 elecciones de medio término, en 37 el partido del presidente de turno pierde el control sobre la Cámara de Representantes”.

En la Cámara, el partido del presidente (el demócrata) ha ganado 192 curules, solo 17 menos de los 209 que ganaron los republicanos. Eso implica que en los dos años que le quedan a Biden, tendrá una fuerte oposición en la cámara baja del Congreso, particularmente con temas como el aborto o el porte de armas que están en el corazón del republicanismo.

A pesar de haber perdido la Cámara en manos republicanas, para un presidente que tiene una desaprobación del 53,5%, según el ponderador de FiveThirtyEight, el partido Demócrata de Biden quedó mejor parado de lo que se esperaba. 

“No hubo una ola roja, como los republicanos pensaron que iba a haber” le dijo a la Silla Gimena Sánchez, directora regional para los Andes de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (Wola), “Trump perdió y sus candidatos perdieron”. Los candidatos al Senado del expresidente perdieron escaños clave en Pennsylvania, un estado que apoyó a Trump en 2016, por ejemplo.

“De todas formas, los republicanos tienen algunas victorias, como el senador Marco Rubio, que fue reelegido en la Florida, y el gobernador Ron DeSantis en ese mismo estado, que ha subido de perfil como candidato potencial presidencial republicano” añade Sánchez, sobre un estado que mira frecuentemente a América Latina.

Pero el control del Senado solo se aclarará con la segunda vuelta entre dos candidatos en el estado de Georgia, y por ahora los republicanos dependen de la curul de Walker en ese estado para ganarse la cámara alta.

El apoyo a la política de drogas y la Paz Total de Petro a salvo, por ahora

La mayoría republicana en el Congreso podría darle más eco a voces críticas del Gobierno Petro como los senadores Ted Cruz, de Texas, y Marco Rubio, de la Florida. Cruz ha sido particularmente crítico del Gobierno Petro, en agosto el senador republicano empezó a promover la “Ley de Precaución”, para condicionar la plata que recibe Colombia a los intereses de seguridad y lucha contra las drogas de Estados Unidos.

“Con la mayoría republicana en la Cámara puede ser que se termine cuestionando aspectos de las políticas de Petro como las de drogas y Paz Total” le dijo a la Silla Sánchez de Wola, “especialmente dado que el número de hectáreas de coca está alto”.

Esto podría aumentar la presión gringa sobre el Gobierno Petro y su nueva política de drogas, porque “para los republicanos cualquier mensaje de flexibilización en política de drogas es un estímulo para los carteles, para los narcotraficantes” dice Jaramillo del Rosario.

“Colombia siempre ha recibido mucha ayuda militar del Congreso estadounidense, cualquiera que sean sus mayorías, para luchar contra el narcotráfico. Si Petro quiere una lucha menos militar, tendrá que negociar con Estados Unidos” le dijo a la Silla Marcela Anzola, doctora en estudios políticos y consultora en Washington.

Sin embargo, es poco probable que esta presión desde el Senado cale en la política exterior de Biden. “Las voces alarmantes de Rubio o Cruz son la minoría en el Congreso. A la mayoría les interesa tener buenas relaciones con Colombia, porque Colombia es el único amigo que le queda a Estados Unidos en Latinoamérica” dice Sánchez.

“Por mucho ruido que hagan los republicanos, no van a lograr descarrilar los cambios que se están produciendo entre Biden y Petro” le dijo a la Silla Juan Gabriel Gómez, del centro de estudios políticos y relaciones internacionales de la Universidad Nacional.

El pragmatismo gringo prevalecerá frente al acercamiento de Petro a Maduro

El Gobierno Biden ha demostrado que su relación con Caracas está guiada por intereses económicos. Durante estas elecciones, la principal preocupación de los estadounidenses en estas elecciones fue económica: la inflación que terminó septiembre en el 8,2%, la más alta desde 1984, y a los altísimos precios de la gasolina.

Para enfrentar su situación económica, Biden se acercó al régimen de Maduro para que la petrolera estadounidense Chevron pudiera volver a sacar crudo de ese país. A cambio, le pidió al régimen la reanudación de los diálogos con la oposición venezolana.

“Eso demuestra que Estados Unidos es un país supremamente pragmático en estos temas económicos, como se les complicó el petróleo árabe cuando la Opep limitó el número de barriles diarios, la realidad geopolítica los lleva a buscar crudo en otro lado” dice Gómez de la Nacional.

“En la recomposición del Congreso necesariamente se va a dar esa discusión” dice Carlos Patiño, profesor de relaciones Internacionales de la Nacional, “esas voces republicanas como Rubio o Cruz son supremamente críticas de la relación con Venezuela y alimentan el debate sobre hasta qué punto llega ese pragmatismo”.

Pero es poco probable que las mayorías republicanas en la Cámara cambien ese pragmatismo e incluso si lo logran, “no pueden hacer presión para que Petro tome distancia de Maduro, solo podrán hacer advertencias” dice Jaramillo del Rosario.

“Estados Unidos necesita a Colombia para el tema migratorio con los venezolanos” dice Sánchez del Wola, “Colombia es visto como el ejemplo en términos de cómo ha tratado a los venezolanos y un aliado para buscar solución al tema de la crisis humanitaria en la región. Entonces no van a pelearse con el único país que los ayuda con este tema”. 

Cubro al gobierno de Carlos Fernando Galán en Bogotá. Empecé como periodista del En Vivo y escribiendo sobre política exterior, la relación con Venezuela y migración. Soy politóloga e historiadora de la Universidad de los Andes. Escríbame a mrestrepo@lasillavacia.com