El domingo el presidente Juan Manuel Santos logró -en el último minuto y cuando muchos no lo esperaban- que no se sumaran al paro los caficultores del Huila, hoy el departamento de mayor producción del grano en el país y también uno de los puntos que se preveían más álgidos. Y esta vez sí funcionó el kilometraje de avión que le metieron los altos funcionarios del Gobierno, que volvían de otros paros como el del Catatumbo o del paro minero sin haber logrado nada.
La importancia de los cafeteros del Huila era central. Al fin y al cabo el de los caficultores era el movimiento más grande, el que dio origen a la jornada de protesta y el que más recursos tiene. Al dividirlos en dos, les restaba fuerza. Y también le quitaba todo el peso al Huila, que sumando cafeteros, camioneros y los campesinos que tenían pensado venir desde Caquetá -y fueron bloqueados en el camino- podía convertirse la papa más caliente.
Por eso, el Gobierno concentró todos sus esfuerzos en el Huila. En dos semanas los caficultores tuvieron una seguidilla de visitas y “últimas reuniones”: con el propio Santos, con el vice Angelino Garzón, con los ministros de Agricultura, Interior y Hacienda, con el secretario general de Presidencia, con el presidente del Banco Agrario y con el nuevo presidente de la Cámara. Como contó La Silla, Santos incluso se quedó a dormir en Neiva, la primera vez en once años que un presidente se quedaba a dormir en la capital huilense.
Al final el Gobierno logró convencerlos de posponer su protesta, con la promesa de extender los subsidios hasta el año entrante y de pasar un proyecto de ley que controle el contrabando, propuesto por la Comisión Cuarta del Senado e impulsado por el senador caldense -y de La U- Mauricio Lizcano. Y también aprovechando la preocupación de los huilenses por una cosecha que se adelantó y que debía comenzar esta misma semana, elevando el costo que ellos tendrían que asumir si paraban.
Bajados del bus los cafeteros del Huila, Santos se anotó un punto decisivo y generó molestias entre los pequeños y medianos caficultores de otras regiones, reunidos en Dignidad Cafetera.
La gran pregunta sigue siendo cómo dialogará Santos con cada uno de los sectores en paro, ya que la mayoría insiste en que la cosa va para largo y que el problema es más estructural que coyuntural. “El balón sigue en el campo del Gobierno, porque los problemas que nos aquejan -los costos de producción, el precio de los agroinsumos, la caída de las exportaciones, el contrabando- están lejos de desaparecer. Lo mismo le sucede a los cacaoteros, lecheros, arroceros”, le dijo a La Silla Óscar Gutiérrez, uno de los líderes de Dignidad Cafetera.
Pero ni siquiera los cafeteros del Huila están 'abajo' del bus de manera definitiva. “Lo que más nos preocupaba a nosotros era que si uno trabaja todo el año en el cafetal y luego no lo recoge, la ruina sería total. Nosotros simplemente aplazamos la hora [del paro] y esperaremos a ver si el Gobierno cumple lo que pactamos en febrero”, dice Orlando Beltrán, ex representante a la Cámara liberal que hoy lidera el Comité Cafetero del Huila.