La deserción, o la salida no autorizada de un grupo armado, tiene importantes consecuencias para la contrainsurgencia, la terminación de la guerra y la dinámica del reclutamiento. Si bien las investigaciones existentes subrayan la importancia de las motivaciones individuales para la deserción, el declive organizacional, en forma de adversidad militar y financiera, también puede condicionar la deserción. El declive organizacional socava los instrumentos de un grupo para canalizar las preferencias individuales hacia la acción colectiva. Estos instrumentos incluyen incentivos selectivos, atractivo ideológico y coerción. Cuando el poder vinculante de estos instrumentos disminuye, los deseos individuales comienzan a dominar el comportamiento, haciendo más probable la deserción. La insurgencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se utiliza para examinar este argumento con un enfoque multimétodo.
En primer lugar, un análisis cuantitativo emplea datos únicos sobre más de 19.000 desertores de las FARC reportados entre 2002 y 2017, proporcionados por el Ministerio de Defensa de Colombia. Protegiendo contra amenazas a la inferencia causal, el análisis estadístico indica que el declive organizacional impulsa la deserción. En segundo lugar, un análisis cualitativo utiliza un gran número de informes detallados sobre entrevistas con desertores realizadas por militares colombianos. Los informes demuestran que el declive organizacional debilita los incentivos selectivos, la ideología de grupo y un régimen coercitivo creíble, y fomenta la deserción a través de estos mecanismos. Estas conclusiones proporcionan información fundamental a los encargados de formular políticas, dado que la deserción puede contribuir a poner fin al conflicto y acelerar el reclutamiento de nuevos combatientes.