
Inicialmente, me parece que hay redefinir la identificación de las amenazas. La categorización de lo que se conoce como grupos armados residuales es muy genérica y genera ambigüedad.
En cambio, identificaría al ELN como el grupo insurgente que nunca ha dejado a de ser. Un grupo que tiene una continuidad y características propias de un conflicto armado interno.
Luego, identificaría, y es honesto, reconocer que hay una Farc disidente. Aunque hay que reconocer el esfuerzo de la desmovilización, hoy hay una Farc disidente con una lógica parecida a lo que se venía viendo antes de la firma del Acuerdo.
Una tercera agrupación, las identificaría como las organizaciones del narcotráfico. Y una cuarta, pero sería una cuarta, sería lo residual.
Eso permitiría desarrollar una estrategia más específica.
Una vez identificado eso, me parece importante reducir las capacidades delictivas de esos grupos, y cómo eso se ve reflejado en los indicadores de violencia. Eso no tiene en medio un concepto de letalidad.
Luego, una capacidad desmantelar: capturar, controlar corredores y controlar su capacidad de actuación, y judicialización de estos. Ese tampoco tiene mucho que ver con letalidad.
Y el tercer aspecto que señalaría es que el resultado estadístico es insuficiente para mostrar la eficiencia de un indicador militar. No se puede quedar solo en bajas o capturas. Las condiciones de seguridad en el área donde los grupos hacían presencia es un elemento muy importe que habría que tener en cuenta para medir el éxito militar.