Francia Márquez trinó que hay 15 millones de afrocolombianos en el país. No hay una cifra certera por omisiones y errores históricos del Estado en la medición de esa población. Pero la estimación de la vicepresidenta es tres veces mayor a la del Dane, después de la corrección del censo de 2018, y casi dos veces mayor a la del proyecto Perla de 2010. 

La vicepresidenta Francia Márquez trinó que había 115 pueblos indígenas y 15 millones de afrocolombianos en el país. Dado que usuarios nos pidieron verificar esta cifra, le pasamos el Detector de Mentiras y concluimos que, la cifra de la cantidad de indígenas en el país es cierta, pero la de los afrocolombianos es debatible. 

La razón es que, por un lado, no hay una cifra certera por omisiones y errores históricos del Estado en la medición de esa población. Por el otro, la estimación de la vicepresidenta es tres veces mayor a la del Dane, después de la corrección del censo de 2018, y casi dos veces mayor a la del proyecto Perla de 2010 que es una de las estimaciones para Latinoamérica más confiables.  Adicionalmente, no tuvimos acceso al sustento de su afirmación. 

Este es el trino:

En un país con 115 pueblos indígenas, cerca de 15 millones de afrocolombianos y presencia de gitanos en varias regiones, es vital generar igualdad de oportunidades, lograr la paz y erradicar las discriminaciones. El cambio para ???????? es sinónimo de #JusticiaRacial. #100DíasDeCambio— Francia Márquez Mina (@FranciaMarquezM) November 15, 2022

El Censo Nacional de Población y Vivienda del 2018 arrojó que en Colombia hay 115 pueblos indígenas, lo que representa un crecimiento de la población indígena en el país del 36.8 por ciento en comparación con el Censo General del 2005.

Sobre la fiabilidad de la información, Juan Daniel Oviedo, exdirector del Dane, dijo que la recolección de la información se facilitó dado que siete de cada 10 indígenas viven en la zona rural del país, y de esos siete, seis viven en sus resguardos. “Significa que en el proceso de la consulta previa y en la implementación del censo, era muy probable que los censistas del Dane fueran indígenas dado que había que ir a los resguardos a hacer el censo. Ellos querían que fuera su propia gente la que hiciera el censo”, explicó.

“La cobertura que tuvo la pregunta para que se pudiera visibilizar el autorreconocimiento indígena fue tal que se pudo evidenciar que la población indígena creció tres veces más rápido que la población sin autorreconocimiento étnico en Colombia”, concluyó.

La población indígena, además, tiene más incentivos para autorreconocerse como tal, según Oviedo, pues hay políticas públicas diferenciadas para ellos desde hace décadas.

En cambio, según el exdirector del Dane, estructuralmente 8 de cada 10 personas negras, afrocolombianas, raizales o palenqueras viven en las zonas urbanas del país, y en las ciudades hay una manifestación más explícita de un racismo estructural. 

La cifra de afrocolombianos de la vice es tres veces mayor a la del Dane

En 2020, algunas organizaciones colombianas presentaron una acción de tutela ante el Tribunal Superior de Cundinamarca en contra de entidades estatales como el Dane por los resultados del XVIII Censo Nacional de Población y Vivienda realizado en 2018. La razón fue la disminución en un 30.8 por ciento de la población afro del país respecto al censo de 2005. Pasó, según ese censo, de 4.311.757 a 2.982.224 habitantes. Esto sin que ningún factor externo interviniera como la muerte generalizada de la población o una migración masiva, por ejemplo.

Daniel Gómez Mazo, fundador de Ilex Acción Jurídica, una de las entidades que presentaron la tutela, explicó que la invisibilidad estadística pudo deberse a limitaciones en el diseño de la pregunta censal que indagaba por la identidad étnico-racial de la población y a deficiencias en la operación censal, como la falta de cobertura de zonas donde habita población afrodescendiente, así como, dificultades logísticas.    

El Dane indicó que esto se debió a que se encontraron barreras en el autorreconocimiento étnico racial principalmente en contextos urbanos. Entendiendo el autorreconocimiento como “un proceso subjetivo relacionado con la formación de identidad, con procesos sociales, históricos, construcciones políticas, conceptualizaciones académicas y personales.”

Según Mara Viveros, directora de la Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional: “lograr el autorreconocimiento étnico depende de que las personas tengan la tranquilidad de hacerlo sin sentir que esto los va a devaluar como personas, que puedan sentir orgullo de nombrarse en términos étnicos. Esto conlleva además desarrollar una conciencia política de que la autoidentificación sirve para combatir los efectos de la racialización, así que no es algo sencillo”, dice. Viveros es autora de “Escapar a las carimbas. Trayectorias de clases medias ‘negras’ en Colombia en clave de interseccionalidad” y coautora del libro “Pigmentocracias. Color, etnicidad y raza en América Latina”

El ex director del Dane, Juan Daniel Oviedo, le indicó a La Silla que el censo de 2018 quedó incompleto porque la pregunta no se hizo de la manera correcta, por más que se sensibilizó a los encuestadores, o no se diligenció debidamente. En lugares como Cali o Buenaventura, además, el racismo estructural que hay pudo haber afectado la recolección. 

“El Dane asumió el error públicamente y no puede ser utilizado para determinar el volumen de la población afrocolombiana”, dijo.

En lugar del censo de 2018, el Dane hizo una encuesta postcensal llamada “Visibilidad estadística población negra, afrocolombiana, raizal y palenquera”, la cual arrojó que 4.671.160 personas se autorreconocen como miembros de alguno de estos grupos étnicos, una cifra un poco mayor a la de 2005. 

El proceso para hacer esa encuesta se dividió en cuatro fases:

Teniendo en cuenta esto, el Dane realizó los ajustes por omisión censal y autorreconocimiento étnico del censo 2018, en los diferentes departamentos del país y este fue el resultado: 

Otras formas de contabilizar la población afro

Mara Viveros, en una entrevista para La Silla Académica, dijo que: “Unas de las cifras más confiables sobre población afrodescendiente, aunque datan de 2010, son las del proyecto proyecto sobre etnicidad y raza en América Latina “Perla”, que se aplicó en varios países de la región” y del que ella participó. Según ese estudio, un 19.4 por ciento de personas se autorreconocieron como afrodescendientes en Colombia”, esto es 8.772.680 ( En 2010 el Banco Mundial registraba 45.22 millones de habitantes en el país).

Uno de los aciertos del mismo fue el uso de preguntas combinadas que permitían una mayor posibilidad de autorreconocimiento étcnico. 

¿De dónde sale la cifra estimada de 15 millones brindada por la vicepresidenta?

La Silla Vacía consultó con prensa de la vicepresidenta Francia Márquez, cuál era la fuente de la información que dio. Esta fue la respuesta: “esa afirmación de aproximación tiene origen en la vulneración que hace Dane en 2018, en la que el censo de ese año muestra una reducción del 30% en la población afrodescendiente, raizal y palenquera. Y en los conteos adelantados con los consejos comunitarios, organizaciones negras y comunidades.”

Aunque el equipo de prensa de la vicepresidenta le dijo a La Silla que iba a suministrar información más detallada, a la fecha de publicación de este detector no habíamos obtenido respuesta.

La estimación de 15 millones de afrocolombianos es tres veces mayor a la que tiene el Dane tras los ajustes al censo de 2018. Y casi dos veces superior a la del proyecto Perla de 2010.

Lo que está políticamente en juego con la medición de la población afro 

Desde 1938 hasta 1993, no se recolectó información sobre la población afro del país, como se relata en el libro “Pigmentocracias”. Colombia ha oscilado entre esa omisión y las fallas en la recolección de los datos: la forma en que se pregunta es fundamental.

A partir de la Constitución de 1991, Según Mara Viveros, el Estado definió a las comunidades negras como las que vivían, por ejemplo, en las riberas de los ríos y basaban su economía en prácticas tradicionales de producción. Muchos no se reconocían así y, además, esa idea ignoraba que había muchas personas afro en las grandes ciudades que habían nacido allí.

Según el Centro de Estudios Jurídicos y Sociales, Dejusticia, la reducción de la población afro en Colombia (con el Censo de 2018) “impactó la asignación de recursos públicos, la organización del sistema electoral y la formulación y evaluación de políticas públicas para estas poblaciones, por lo que las puso en riesgo de no tener garantizados sus derechos en especial al ser personas en condición de vulnerabilidad.”

La cifra de 15 millones de personas afrocolombianas en el país que dio la vicepresidenta, equivaldría a un 31 por ciento de la población total (48.258.494 habitantes). Esto implicaría, según Oviedo, exdirector del Dane, que en el Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026 deba haber una política pública o unos lineamientos específicos para esa población.

“Normalmente, los enfoques diferenciales de políticas públicas se basan en el peso que tiene la población a atender, así como las brechas/distancias que separan las condiciones de vida de dichas poblaciones de los promedios generales”, anota.

En suma y reconociendo los errores y omisiones históricas en la medición de la población afrocolombiana del país, calificamos la cifra de 15 millones de personas afro que dio la vicepresidenta, Francia Márquez, como debatible. La razón es que aunque no hay una cifra certera, es tres veces mayor a la que tiene el Dane tras la corrección de los errores que tuvo el censo de 2018. Y es casi dos veces superior a la del proyecto Perla de 2010, que es una fuente confiable en estas mediciones, según expertos.

La cifra de 115 pueblos indígenas que da la vicepresidenta es cierta de acuerdo al censo del Dane de 2018. 

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¿Cómo usamos la palabra afro y afrodescendinente en esta historia?

Para facilitar la lectura usamos indistintamente la palabra “afro” y la palabra “afrodescendiente” para referirnos a la población mulata, negra, afrocolombiana, raizal de San Andrés y palenquera del país, reconociendo que son diferentes entre sí y que estas denominaciones han sido y serán objeto de debates políticos.