OPINIÓN

¿Director de la Policía o proselitista religioso?

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No pasa un día sin que el director de la Policía Nacional de Colombia, general Henry Armando Sanabria Cely, no deje su mensaje religioso en su cuenta de Twitter. 

El problema no es que el general sea creyente. El problema es que esos mensajes de proselitismo religioso son hechos en tanto que autoridad de la Policía, y que esto tiene implicaciones. 

Conviene, en primer lugar, acercarse a la cuenta Twitter del director de la Policía. Como se verá, los hay de varios tipos. A continuación pego y comento una selección (no exhaustiva) de mensajes que él ha difundido en su cuenta personal. 

En primer lugar, me refiero a una serie de trinos particularmente preocupantes: los que tratan sobre el comportamiento moral de la pareja y/o de las mujeres. Se propagan ahí ideas muy particulares sobre lo que se supone es el papel de una mujer:

 

El general Sanabria está obsesionado con el divorcio y con la infidelidad. En este trino, pone en escena a una mujer que más parece un cadáver, abrazada a un hombre sano, y cita un versículo que sanciona tanto el divorcio como el adulterio. Lo primero, la posibilidad de divorciarse, fue objeto de álgidos debates a lo largo del siglo XX en el Congreso colombiano. Fue una batalla política y legal que finalmente le ganó la ciudadanía a la iglesia católica, que quería impedirlo. 

El adulterio, por su parte, no existe en los códigos penales colombianos (existe la noción de “infidelidad”, pero justamente como causal de divorcio). Así que el director de la Policía está desconociendo flagrantemente los conceptos legales con ese trino. Agreguemos que el hecho de escoger a una mujer cadavérica para ilustrar la frase retrógrada es igualmente problemático, sobre todo en un país con un elevado nivel de violencia hacia las mujeres y con tristes records de feminicidios. 

El segundo trino pone en escena a una mujer con unas hojas de sábila: 

Como se sabe, el aloé vera o sábila tiene muchas propiedades medicinales y es muy apreciado en la industria de la belleza. Pero el director de la Policía, que por cierto no sabemos si contrató a la mujer de la foto (¿es una actriz de la policía? ¿autorizó ella el uso de esa imagen?), no usa esa imagen para promover la sábila, sino para condenar la idolatría. De nuevo, se trata de un asunto que no existe en el código penal hace ya bastantes años. 

Concretamente, fue durante la Inquisición, en el siglo XVII, que se dieron las visitas de idolatrías, según explican los historiadores. Eran estos, dicen, «verdaderos tribunales, cuyo objetivo era investigar y castigar a los apóstatas de la fe». ¿Acaso considera el director de la Policía que una mujer con sábila es una “bruja” y merece ser castigada? ¿Y qué pasa con quienes tienen otros “ídolos”? Por ejemplo, ¿altares paganos? ¿Cómo responde la Policía a sus demandas, dado el caso?

La visión que tiene el director de la Policía Nacional de Colombia llamó la atención de feministas y congresistas el pasado 8 de marzo. Ese día se conmemora las luchas por los derechos de las mujeres, arduamente ganados; es día fue concebido por mujeres comunistas y socialistas, como la gran feminista alemana Clara Zetkin

Todo esto lo ignora director de la Policía, que organizó un espectáculo con virgen incluida, y que resumió así el espíritu del festejo: “El encanto de la mujer alegra a su esposo, y si es sensata, lo hace prosperar. Una mujer discreta es un regalo del Señor; una persona educada no tiene precio. Una mujer modesta es el mayor encanto; nada vale tanto como una persona reservada». 

Lo suyo es prácticamente un anti 8 de marzo. Su trino se inspira del Eclesiastés, el texto más ateo de la Biblia, pero que como prácticamente todos los códigos morales y religiones, relega a un grado inferior a la mujer y la considera fuente del pecado. Con mucha razón, varias mujeres le respondieron al general Sanabria que lo suyo era misoginia, y lo invitaron a escuchar a las mujeres desobedientes, solteras o separadas, luchadoras por sus derechos sociales y humanos. 

Otra serie de trinos muy problemáticos son los que exponen a personas capturadas por la Policía, donde se añade un comentario de condena de tipo bíblico: 

 

El director de la Policía hace esto con alguna frecuencia. Entiendo que en Colombia la ley prohíbe imputar o sentenciar en redes a personas antes de ser sentenciadas por la justicia, y que esto se considera una violación de sus derechos. ¿Está incurriendo en faltas al código penal el director de la Policía?

Adicionalmente, y parece increíble tener que recordarlo, las leyes en Colombia están por fuera de la órbita de la religión. No vivimos bajo la “sharía”, así que si estas personas son culpables, lo son ante las leyes de la república. Las creencias del director de la Policía (por ejemplo, aducir que un impío es “naturalmente” culpable) son una interferencia con la dignidad que representa. 

Otros trinos del director de la Policía son aquellos donde pone en escena el fervor religioso de sus subalternos. Parece que al director de la Policía le gusta ver a sus subalternos de rodillas: rezando, inclinados, comulgando. 

 

El problema es que el director de la Policía es el jefe de 160 mil hombres y mujeres que tienen un deber cívico muy delimitado por la Constitución y por la ley: 

“La Policía Nacional es un cuerpo armado permanente de naturaleza civil, a cargo de la Nación, cuyo fin primordial es el mantenimiento de las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y libertades públicas, y para asegurar que los habitantes de Colombia convivan en paz”. (Artículo 218 de la Constitución colombiana). 

El hecho de que el director de la Policía sea un proselitista religioso representa un problema para la institución que dirige, y esto por una razón muy sencilla: porque abierta o veladamente, impone su visión religiosa del mundo a sus subalternos. Es evidente que entre esos 160 mil hombres y mujeres hay una variedad de creencias y prácticas (hay policías indiferentes a la religión, los hay creyentes no practicantes, los hay agnósticos, ateos, creyentes practicantes, protestantes, evangélicos, hay quienes nunca se arrodillan, aunque sean muy creyentes, etc). 

Pero no hay que ser sociólogo para saber que cuando un jefe premia o festeja un comportamiento (por ejemplo, a quien se arrodille y muestre fervor religioso), esto genera comportamientos de emulación (pues muchos, por razones diversas y lógicas, desean o necesitan ser bien vistos por su jefe). 

Se obtiene así el comportamiento deseado, incluso sin que medie orden específica. Los jefes logran, por medio de presiones tácitas, obtener la sumisión de sus subalternos (sobre todo en instituciones tan jerarquizadas como la Policía). Es posible, incluso, que se estén presentando modalidades de acoso laboral/religioso en la institución.  

Otra serie de trinos y actos del director de la Policía son los que se refieren a su culto a la virgen. Desde su llegada, imágenes y estatuas de la virgen hacen presencia en muchos actos públicos:

 

 

Esta devoción personal del director ha sido trasladada a la institución, como lo señaló la periodista Maria Jimena Duzán hace algunos meses. En aras de sus creencias, el director ha dispuesto que “el día debe iniciarse con una misa que incluye una oración a la virgen y debe terminarse con otra”. Además, “todos los actos públicos que se realicen en la dirección [de la Policía] deben ser precedidos por una oración a la virgen, y hay orden de rezar el Rosario por lo menos tres veces al día».

Ni la virgen, ni ninguna figura religiosa, debe ser objeto de altares o de rezos en la policía. Seguramente se está acá violando el principio constitucional y las leyes, pues en Colombia no existe una religión oficial, y los organismos del Estado deben ser neutros en materia religiosa. De hecho, el slogan de la Policía «Dios y patria», es también un abuso de la Constitución y de las leyes, así como son abusivos los videos de promoción de la policía donde aparecen de manera explícita manifestaciones de religiosidad. 

Se podría seguir extendiendo la lista de las posiciones religiosas y anacrónicas del director de la Policía. De toda evidencia, sus creencias no permanecen en el fuero personal o individual, y sí interfieren con la institución y los hombres y mujeres que dirige, con la misión constitucional de la policía y con la ciudadanía. Así, por ejemplo, ¿qué tipo de garantías de ser escuchadas pueden tener las mujeres víctimas de violencia cuando el director de la policía considera que el divorcio es una falta mayor que aparentemente amerita una pedrada? 

 

Varios ciudadanos se han pronunciado en redes para condenar estas posiciones del director de la Policía; incluso una congresista ha pedido su renuncia por su comportamiento machista. 

Hoy, es hora de preguntarle al gobierno Petro qué tiene para decir sobre la toma religiosa que se está dando en la institución. ¿Qué tiene que ver esto con la «seguridad humana» que promovía en campaña? ¿Qué tiene que ver con sus propuestas para la Policía Nacional (empoderamiento de las mujeres; ascenso por méritos; mejorar las capacidades profesionales de los policías)? La respuesta es: nada, no tiene nada que ver. Esperamos un pronunciamiento, no un silencio cómplice. 

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