En este trayecto sin tiquete de regreso, varios medios masivos y periodistas recargan la batería del presidente Gustavo Petro, para quien siempre será rentable señalar a la prensa como un obstáculo de su proyecto de cambio, que hoy luce como un mosaico de ideas sin táctica ni estrategia.
No se trata de una conspiración. No es una élite alineada para manufacturar una opinión pública adversa al gobierno. Por supuesto que hay medios que defienden los intereses de los grupos económicos de los que hacen parte; claro que hay periodistas al servicio de la oposición. Hay sesgos, mediocridad y mezquindades. Pero no es solo eso. El periodismo tradicional también está atrapado en la causa de su propia existencia, y en ese esfuerzo cualquier crítica a Petro es un imán de atención que se canjea en vistas y pesos.
Inmerso en un ecosistema digital donde reina la exhibición vociferante de la diferencia y la frustración, medios y periodistas compiten con el paroxismo de tuiteros, políticos y ciudadanos indignados. Unos tienen claro que a su nicho hay que servirle carne cruda de desayuno, almuerzo y comida; otros intentan mantener una audiencia más amplia y se juegan su suerte en el fuego cruzado. De cualquier forma, el modelo de negocio es el ruido. Todos deben buscar algún margen de atención en la polémica del día.
A esto se suma la realidad de un periodismo tradicional incapaz de cubrir a un gobierno de izquierda. No es un ejercicio de información y análisis de interés público sino la narración de una profecía –que primero fue la barricada para tratar de frenar a Petro y hoy se vende como campaña de expectativa–: atención, hay síntomas de dictador, al parecer ya somos Venezuela, no se descarta que nos expropien, se confirman las verdaderas intenciones... La ciudadanía no entiende qué está pasando porque cada noticia es un retorno a lo que siempre nos dijeron que pasaría.
El Presidente se defiende en Twitter atacando a la prensa. No es nuevo. Durante diez años largos, su cuenta en esta red social ha sido la continuidad y amplificación de su tarima, pero también un molde que paulatinamente ha alimentado su dispersión y el carácter autorreferencial y muchas veces pendenciero de su participación pública. Usamos la tecnología y la tecnología nos usa a nosotros. El Petro de Twitter es cada vez más el Presidente Petro.
Cuando Iván Duque criticó al gobierno esta semana por "negociar con narcos", el Presidente compartió el tuit del expracticante con una foto de este último y el 'Ñeñe' Hernández; cuando Salvatore Mancuso entregó su testimonio ante la JEP, Petro tiró dardos en todas las direcciones como si fuera un panelista de radio: "El paramilitarismo no fue sino una alianza del narcotráfico con buena parte del poder político y económico de Colombia y un sector de la prensa tradicional para desatar un genocidio sobre el pueblo."
Para todas las noticias de estos días, el Presidente tuvo una glosa lista y una crítica contra los medios. Y, como el oficinista que no logra concentrarse una hora seguida frente al computador, Petro regresaba a Twitter para añadir un trino más. Dejando de lado por un momento el problema con la prensa –y más allá de lo absurdo que resulta que a eso se dedique el funcionario más importante del Estado–, repasar los reclamos de Petro sí pone de presente el lamentable papel que está jugando el periodismo tradicional en esta coyuntura. Juzguen ustedes.
La previa: la gasolina del avión
La semana anterior había terminado con la fórmula usual de crear polémicas alrededor de gastos del gobierno. A partir de un derecho de petición del congresista uribista Hernán Cadavid, Semana empacó la noticia en la sección de economía: "El viaje en avión de la vicepresidenta Francia Márquez a África les saldrá carísimo a los colombianos. Acá las razones".
La W también se sumó, y días después María Andrea Nieto le puso el moño con un video en Semana que destilaba bilis: "Hoy le haremos el control a un safari costosito: ¡ay, sí, les hablo del tan cuestionado viaje que realizará la emperatriz, perdón, la vicepresidenta Francia Márquez...". Respiren profundo si van a verlo completo.
El martes en la mañana, esto comentó Petro: "El mensaje subliminal en esta noticia es que sí se puede ir a Europa pero no a África ¿Por qué? ¿Porque la mayoría de su pueblo es negro? ¿Porque hay más pobres Racismo puro y simple".
La negociación con los narcos
El lunes pasó por 'Pregunta Yamid' el ministro del Interior Luis Fernando Velasco. Al referirse a las bandas criminales, afirmó: "si hacemos el acuerdo de paz con los actores políticos y dejamos a éstos haciendo la guerra, no vamos a tener paz... ¿sabe a mí que me gustaría? que nosotros pudiéramos hacer esquemas de negociación como los que tiene Estados Unidos...".
Las palabras sacaron a Yamid Amat de su habitual sopor, e inmediatamente preguntó: "¿¡Negociación, dice usted, con los narcos?!". Velasco insistió, repitió, aclaró, que estaba hablando de una ley de sometimiento judicial, una propuesta apenas razonable en las discusiones sobre el tema (les recomiendo esta charla que tuve con la abogada Gina Cabarcas).
"Luis Fernando Velasco admite que Gobierno negociará con narcotraficantes", informó poco después en Twitter El Tiempo. Admite, repito. La noticia en su página ya incorpora las reacciones desde todas las orillas: "Polémica por declaraciones de Velasco sobre negociación con narcos". Incluyó, por supuesto, la reacción del Presidente, que había escrito en Twitter: "Enfrentamos una verdadera campaña de desinformación".
El estudio del Banco de la República
El jueves en la mañana, Noticias Caracol tuiteó: "Reforma laboral provocaría pérdida de más de 450.000 empleos, advierte Banco de la República". Durante ese ciclo, otros periodistas se sumaron en los mismos términos. En el noticiero, la presentadora repite ese titular y solo cuando le da paso a uno de los periodistas, éste finalmente aclara: "El estudio lo publicó ayer y lo difundió el mismo Banco de la República y han señalado que esto es un estudio que realizan varios investigadores de este organismo, pero que no es propiamente un documento oficial de todo el Banco de la República".
"Otra noticia mentirosa", tuiteó el Presidente.
Defenestrar al Presidente
El miércoles hubo una protesta masiva de policías y militares en retiro en la Plaza de Bolívar. Caracol Noticias registró el hecho sin tomar posición ni tirar línea. El tuit del canal, sin embargo, tenía un poco más de picante: la reserva había protestado "en respaldo a los uniformados activos y en contra del gobierno del presidente Gustavo Petro". Fue este tuit el que comentó el Presidente: "Miren este medio de comunicación tratando de dividir la fuerza pública del gobierno."
Con esa antesala apareció el coronel retirado John Marulanda, expresidente de ACORE y excandidato al Senado del Centro Democrático, a quien La W le puso el micrófono para que dijera al aire: "En Perú, las reservas fueron exitosas al lograr defenestrar a un presidente corrupto. Aquí, vamos a tratar de hacer lo mejor por defenestrar a un tipo que fue guerrillero".
La declaración fue jugosa para el medio por partida doble: armó otra noticia ("El polémico llamado del expresidente de Acore contra Gustavo Petro") y le permitió a Juan Pablo Calvás lucirse con un fragmento que se volvió viral en redes sociales.
A partir de ahí, hubo material para más rondas: El Tiempo hizo una pieza pedagógica –que después borró– advirtiendo que "defenestrar" no es lo mismo que "Golpe de Estado" y Cambio se sumó con un análisis sobre la teoría de María Fernanda Cabal de que en realidad la propuesta de Marulanda es un proceso constitucional de destitución del Presidente.
"Los amigos de la impunidad aterrorizados por la verdad no están pensando en elecciones, sino en una ruptura institucional", fue uno de los muchos comentarios del Presidente.
Nada más riesgoso y anti-democrático que un Presidente señale y descalifique a los medios de comunicación desde la Casa de Nariño, con un pie en el balcón y una base popular ilusionada e impaciente. Como es su misión, la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) advierte el problema y recuerda el riesgo con el que convive el periodismo en Colombia.
La FLIP cumple con el mandato que tiene, que es frágil y limitado. La audiencia indignada espera que se vuelva un tribunal del periodismo, cuando esa tarea la tendrían que asumir directores y propietarios de los medios masivos de comunicación, facultades de periodismo y líderes del sector. Y ahí siempre termina el debate.
Esta semana varios periodistas le exigieron con razón al Presidente que no se meta en una discusión reservada para el gremio y la sociedad civil. "Demos el debate", decían, por ejemplo, María Jimena Duzán y Daniel Coronell, maestros de una generación y referentes de muchos de nosotros.
El debate nunca se dio, no se ha dado ni se dará. Tal vez llegue en el futuro, a manera de panel y en un museo. Se compartirán anécdotas de un poder que se extinguió cuando llegó la Era Digital y decidió acelerar su salto al vacío.
Nota. Hablé esta semana en Buenos Aires con Laura Zommer de periodismo, desinformación y fact-checking. Pásense por mi canal para ver la charla.